8 de octubre de 2014

La feria de las tempestades



¿Por que será que sigo equivocándome en decir lo que veo y analizo? ¿O quizá en concluir en que cuesta lo mismo hacer las cosas bien que mal? Mis notas como razón de Estado frente al aparato municipal. 

Hace un año exactamente en el auditorio de la Cámara de Comercio e Industria, me quejaba ante el Subsecretario de Cultura y Educación de nuestra comuna, don Alejandro Enrique, de que a sólo 15 cuadras de la Plaza de San Justo, donde se realizaba la Feria del Libro, nadie estaba enterado del evento público. Recuerdo aún el exabrupto con exasperación incluida. Bien, un año después digo que esta vez a sólo 5 cuadras de la universidad donde hoy se realiza la feria nadie está enterado, ya que recorrí la zona de la calle Dr. I. Arieta y nadie reveló estar informado del evento. Y ahora muchos componentes del gobierno comunal me miran a la distancia, resentidos, ofendidos por mis notas del blog, mis críticas. Es que no alcanza con hacer las cosas, también hay que hacerlas bien. El mérito no es hacer la feria, sino asegurarse la concurrencia masiva en condiciones de seguridad.

Durante la primera jornada, la novedad estuvo dada por la participación del Consulado de Paraguay en Argentina, la delegación y la visita de Zulma Romero, la hija del poeta Elvio Romero –y a quien no veía desde la Feria del Libro de Buenos Aires de 2008–, ex Agregado Cultural de la Embajada, y el sucesor en el cargo, mi amigo Gilberto Ramírez Santacruz, a quien reconocí de inmediato y quien trajo a la feria ese volumen formidable que vi nacer hace años, hoy por suerte publicado, me refiero a "El grito de Antequera" (Ed. Arandurá, Asunción, 2014), cuando por los años 2003 o 2004 a diario nos cruzábamos páginas en producción: él a mí con los diálogos ficcionales de los líderes comuneros Antequera y Mompox, y yo con mis pastillas narrativas, ficciones y ensayos breves, mucho de lo que hoy conforma la trilogía Diarios de Autor (2012-2013).

Incluso mi amigo debió recordarme que yo le diseñé la tapa a su libro hace varios años, algo que no puedo negar pero tampoco recordar, los dos volúmenes incluidos, la novela y la recopilación de documentos históricos, casi 1000 páginas que alcanzan desde la muerte detallada de Tupac Amarú hasta el fusilamiento "de oficio" de Antequera para luego ser colgado muerto y cumplir al pie de la letra con la sentencia, época brutal y sangrienta en la represión de los alzamientos populares que dieron origen a la emancipación latinoamericana como una contrareacción en cadena, una respuesta febril, texto que, sin duda, lo deja a mi amigo Gilberto al borde del reconocimiento grande, pero no me refiero al Premio Nacional de Literatura paraguayo sino, además, a una dimensión mayor para el orbe latino, como el Premio Príncipe de Asturias o el Cervantes de Literatura. Lo reclamo como si fuera yo hoy un paraguayo de cepa. Luego de los saludos a la delegación consular y mi examen de la obra de los autores guaraníes que tanto aprecio, también me dispensó una visita a mi stand humilde y nada fastuoso junto a Zulma, la hija del poeta Elvio Romero. En fin, digo que no se trata de figuras menores. Bien, esas visitas y esos volúmenes parecen haber pasado inadvertidos por aquí. Si nos visitara Saramago, Ovidio o Platón le dispensaríamos el mismo trato.

Finalmente hoy, Martes 7 de Octubre, el amigo Gilberto vuelve a visitarme con un ejemplar autografiado del libro recientemente presentado y a quien devuelvo el gesto con la trilogía completa, también autografiada de mi parte. Hubo saludos de mi amigo al Presidente del Concejo Deliberante local, quien asistió hace pocos días a la presentación de los dos volúmenes arriba mencionados en la Biblioteca Nacional y, tal vez luego, cuando desde la Facultad de Filosofía y Letras, y con motivo del libro, le solicitaron una conferencia abierta de Gilberto para 61 académicos y profesores de historia en un auditorio que conozco de la prestigiosa institución de la UBA. También hubo quejas, reclamos y pases de factura luego del saludo pero confieso que me abstuve de participar en las quejas. No son ya necesarias. Me pregunto, entonces, si el Consulado de Paraguay volverá el año que viene.

"¡Este es el lugar que ocupa la cultura en La Matanza: en el fondo de todo!" escuché que protestó porque, precisamente, estamos en los fondos de la Universidad de La Matanza, aislados, casi segregados, dentro de una carpa expuestos al viento, a la lluvia, al calor, a las goteras sobre las cajas de distribución de electricidad, y sobre la tierra pelada de una extensión de llanura, no en el interior de la universidad ni en las naves impresionantes heredadas de la Crysler o en una playa de estacionamiento ni mucho menos en su corazón, sino en un descampado inaccesible y poco frecuentado por líneas de colectivos. Incluso uno de mis lectores, un estudiante de la universidad, me anticipó una semana antes que no había afiches en la cartelera universitaria que anunciaran el evento, pero aclaré que nada podía hacer. Soy un vecino, nada más, un libre pensador solitario donde no debería haber ninguno.

Si fuera una campaña política todo el aparato partidario estaría dispuesto para la difusión de los candidatos, pero sólo es cultura, la promoción de una feria. Para la inauguración por el intendente Espinoza las calles estaban repletas de ómnibus destinados a la militancia, luego fueron menos frecuentes o limitados a jubilados y colegios y jardines de infantes: Esta vez, las 15 ciudades quedaron afuera, incluyendo al centro de San Justo, distante a 13 cuadras que nadie quiere caminar y menos a la lluvia o el sol. Veamos, el obstáculo se resuelve con 100 micros viajando permanentes, trayendo o llevando gente gratis desde las 15 ciudades con servicios cada hora.

Las pérdidas con la tormenta del Domingo tampoco fueron menores y no me refiero a libros mojados, ya que los hubo, sino al retiro anticipado de Editorial González Tuñón con una nómina de títulos de autores latinos y universales que duele perderlos. A mí me duele. Voy a recordar que en 2012 perdimos a Patagonia Sur Libros de mi amigo, el editor Mario Pazos, quien también reclamó la falta de difusión, la falta de concurrencia del público; y con él perdimos nada menos que los estudios etnológicos del Dr. Casamiquela del CONICET, los cuadernos de gramática tehuelche, los onas, en fin. Fueron infructuosas mis gestiones para regresarlo porque, en verdad, tampoco tengo argumentos razonables que lo justifiquen, sólo soy un vecino. Y en 2013 perdimos a Eudeba, luego de una prolongada y anacrónica gestión junto a Alejandro Enrique para que nos visitara, aunque también debo decir que la editorial invitada tampoco descendió con un acoplado de títulos, como lo esperábamos: el stand fue más vistoso y arquitectónico que comercial.

En cuanto a mis difamadores previos a la Feria, el culebrón organizado por los coordinadores de "Autores de La Matanza" para el desprestigio de mis títulos, campaña auspiciada a fin de cuentas por la Secretaría de Cultura local, vuelven a demostrar ser unos simios cobardes y sumisos acogidos a lo que el Estado les de, algo así como custodios o canillitas en puestos de revistas; podrían repartir el diario por las mañanas. Nada hay que deba recordar de ellos y sé que no suman ni para la protesta ni para la mejora, porque se conforman con lo que les den; se llama "mendacidad" y no conlleva queja alguna aunque, como dije, tampoco deja huella.

Pero lo asombroso de esta VII edición fue que mi stand apareciera ante las cámaras de un noticiero local –canal 26– y de entre todos mis títulos "La anomalía de Jerusalén" en primer plano, texto agotado en su primera edición y casi todos vendidos a lectores de ciudades cercanas, aunque unos pocos viajaron a CABA y menos aún a otros países, aunque los hubo. Pronto tendré una novedad grata sobre ese ensayo. Pero fue una sorpresa verlo en la pantalla de TV.

Otra novedad generosa fue el descubrimiento de la bellísima Lic. Vanesa Campos Bassi, quien con toda elegancia y el glamour presentó "El rol del preceptor" (Auenk, 2014), texto de aporte académico que analiza observaciones y fallas empíricas en un segmento educativo amplio, desarrollo del ensayo pragmático con citas, tests, encuestas, alternativas y soluciones para la enseñanza en tiempos de crisis, fluido analítico cuya precisión revela el estudio de la materia y el dominio cabal del lenguaje, Prof. de Lengua y literatura, ella es una joya, quien me dedicó un ejemplar durante la presentación. Amo a la gente apasionada con las cosas que hace, es que no hay otra manera de hacerlas. Pero también confirma uno de mis razonamientos enunciados recientemente de corte cuasi cartesiano: "Así como se visten, así escriben". Y lo llevo más lejos aún: "... y así piensan".

Obviaré mis episodios personales para mantenerme allí, con mi puesto en la VII Feria Municipal del Libro de San Justo, y que provocaron algunas rabietas de primera hora y que me llevaron a compartir stand con el Consejo Partidario, a cargo de mi amigo de la infancia "Juanqui" Díaz, con quien compartí también una jornada feroz en 2001 durante el Estado de Sitio que llevó al derrocamiento del ex Presidente De la Rua, crónica violenta narrada en "La nube de metal", 2013.

Pero aún si saltara por sobre la precariedad, lo inhóspito, el aislamiento zonal, no tengo duda alguna de que la ausencia de difusión sigue siendo el talón de Aquiles de la organización. Nada imposible de resolver con dos mil afiches distribuidos estratégicamente en escuelas, colegios, bibliotecas, librerías y mercados; y claro: un Departamento de Publicidad acorde. En cuanto al equipo de colaboradores: Achu, Korina, Jorge, Agustina... son incansables, como héroes anónimos y silenciosos ante la adversidad y los reclamos. Pero aunque sienta abnegada admiración por ese grupo humano inagotable, como dijo un expositor: "No vengo a evaluar al personal, sino a vender", cachetada inevitable de la realidad que vuelve a pegar en la misma mejilla. 

Los adulones, los inoperantes, los improvisados, los "cobrasueldos" y los de la "marchita rápida", nos han llevado finalmente a un fracaso estrepitoso. Si debo delinear estimaciones estadísticas, diría que las visitas sumaron apenas el 20 por ciento del año anterior. Y de ellos, la mitad fueron contingentes de jardines de infantes y jubilados. Las ventas, luego de un relevamiento con mis colegas expositores de editoriales y librerías importantes, puedo asegurar que no alcanzaron el 25 por ciento con respecto al año anterior, considerando que el aumento de casi el 70 por ciento del precio del papel nacional del último año opera en incrementos que van en detrimento del comercio de un artículo considerado de segunda o de tercera necesidad. Un fracaso completo, absoluto.

Sin embargo, a pesar de todos mis reclamos –o propios o prestados–, sobre la logística del evento, el desarrollo de las jornadas, la falta de previsibilidad ante la imponderancia climática, la ausencia de decisiones previas y abiertas a la planificación, el debate y el consenso, debo destacar que en el peor momento de la tormenta del Domingo y frente a las fallas técnicas de la carpa, las goteras y filtraciones, cuando cualquier figura política hubiera delegado funciones operativas en cuadros menores que nos los expusieran rectamente al desgaste de la imagen pública, la Sra. Silvia Francese, nuestra Secretaria de Cultura y Educación, se hizo cargo de las decisiones ejecutivas. Y digo que fueron acertadas: Ante el riesgo del público, clausuró la feria a las 18 hs. hasta las 12 hs. del Lunes. Quienes me conocen saben que no soy adulador, estoy preparado para la crítica, el debate, la confrontación y el reclamo de mejores condiciones, pero no para congraciarme con figuras de la política. Pudo subir a su auto y controlar los detalles por teléfono, pero prefirió quedarse y exponerse, algo poco o nada frecuente en nuestras figuras comunales, provinciales y hasta nacionales.

Creo que enfrentó el episodio sola, y dicho esto por quien portó fusiles contra una nación hermana cuando el Estado así lo creyó necesario, el mismo que enfrentó el Estado de Sitio con la pérdida de garantías ciudadanas que conlleva contra la policía y el gobierno cuando la ética personal así lo requirió frente a la crisis social y el atropello de civiles. No me prestan el derecho de opinar, porque no estoy pidiendo permiso. Soy un ciudadano más pero no estoy para cantar la marchita ni para cobrar un sueldo, pero tampoco para aprovechar ventajas mezquinas en mi favor. No seré yo quien le quite un pedazo al Estado para promediar los riesgos y las pérdidas en los millones de vecinos que ni se enteran de la existencia de una Feria. Ellos pagan todo esto.

Vuelvo a repetir lo que escribí el año anterior, mi permanencia en la feria del año que viene depende de múltiples factores y todos externos, y más políticos que culturales o artísticos. No está en mis manos ni en las del público lector que me sigue, los mismos que a veces cruzan distancias enormes para visitarme en cada edición, lealtad que merece ser peleada por sí misma: Villa Bosch, Merlo, Malvinas Argentinas, Villa Tesei, Florencio Varela, La Plata, o de aquí a 10 cuadras, no importa, dejaron la comodidad de sus hogares para el encuentro con un ejemplar firmado; muchas veces les regalo los libros elegidos como una manera de compensarles el esfuerzo, diferenciando al público que arriesga por primera vez del lector que vuelve. Pero también por eso preparo un plan alternativo ante mi ausencia futura por los canales habituales para un autor cualquiera, es decir, la difusión de esas obras que agotaron ediciones a través de editoriales con circuitos amplios de distribución, algo que jamás hubiera aceptado antes de 2010. Mi estoicismo me lo impedía aunque hoy me sienta avasallado por esa lealtad para con un autor menor. Pero por fuera de esto, me juego por cada editorial y por cada autor que exponga en mi mostrador.

¿Las visitas?... además de Gilberto, Zulma Romero y la delegación del consulado, representantes de la Comunidad salteña en La Matanza –con presente incluido– Kazán y músicos amigos, el anarquista Lucio Consentino, Ángel Recine, Yani y Débora Salinas, Mariano Iaciancio y amigos universitarios, Ricardo Montarte, el concejal y amigo Juan Manuel Quinodoz, Martín Biaggini, Marcela Contenti y familia, Marilaria Estevez, Vanesa Campos Bassi, María Angélica, Paula y Abdón, de la Biblioteca Popular Almafuerte, al pintor Florentino Hernández, gente del Concejo Partidario, gente amiga del Concejo Deliberante, artistas del grupo Namaste, amigos y el público o silencioso o fascinado, comprador, evaluador o indiferente. Y a quien no vi este año... no vi al narrador y poeta octogenario Fontana. Prefiero no preguntar.

Y acerca de los organizadores de la feria, entreveo que, menos festivos y exitosos ante el fracaso, algún día convocarán a los expositores pero no para elegir stands y cuando en apariencia "todo está resuelto", sino para debatir ideas, planificación, detalles, lugares, estrategias, necesidades, logística, publicidad. La feria será un éxito el día que esté llena de gente a toda hora, eso es un acierto cultural y sin el paliativo de figuras como Dolina para tapar las ausencias. Mientras tanto es una especie de estafa cultural, pública y popular, donde deberían más bien resarcirnos por las pérdidas que cobrarnos canon por el acierto. Pero mal haría en pedir algo al Estado, tampoco espero nada del Gobierno sin dar algo a cambio y digo que si alguna vez, si alguna vez creen que... Nada, nada.

Barón Carlos Rigel

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