28 de mayo de 2011

Ars observabilis / Guillermo Carlos Didiego



¿Para qué pintar, si también hay muchos 
cuadros en las galerías?


Hace unos meses un allegado me había alcanzado un catálogo de artes plásticas recopilado por Josefina Plá y que intentaba reunir la obra de diversos artistas de la región. Y he aquí que me pidió detenerme en uno de los supuestos creativos, claramente la obra de una personalidad menor cuyo nombre prefiero no citar, pero lo cierto es que examinando las páginas del libro me sentí en aprietos, cansado de aplaudir a gente que no vale un pito, porque nada me resultó interesante ni destacable como para apreciar a ninguno de los artistas expuestos en sus páginas, mucho menos al artista plástico sobre el cual debía fijar mi atención, según el pedido del allegado, a quien él derramaba elogios acerca de técnicas que yo en verdad no advertía. La paisanidad a veces juega esas trampas.

Se me vuelve difícil negar en público las virtudes de quien no las tiene cuando ya tengo fama de ácido criticón, pero concluí en silencio que si un artista tiene 50 estilos diferentes de pintar, observar y retratar, se abren cuando menos dos alternativas: O es un genio acabado que cierra una etapa estética en cada paso (lo cual es poco probable)... o no tiene ningún estilo y es un inconforme copiador de artesanías (lo que es muy común). Citando a Whistler "el arte sucede", eso lo comprendo, pero a veces simplemente no sucede.

Hay que destacar que las estéticas de los creativos no son inamovibles. Y cruzando a otra corriente artística, pongamos por caso la obra de un poeta, digamos, Juan Ramón Jiménez, y las dos etapas conocidas, la de Platero y yo y, posteriormente, la de los poemas eróticos. Cambio o evolución, se trata del mismo creativo cuya visión de la existencia ha cambiado. 

Pero si tiene, como decía, 50 obras diferentes y en ninguna de ellas agota ni siquiera la técnica, es decir, si no tiene un estilo definido, entonces resuelve cada obra por imitación de otros artistas de su interés, según sea hoy este y mañana aquel otro. Por ende, hoy es Monette, mañana Cezanne, pasado Botero, cuando ayer fue Gauguin, todos ellos célebres, eso sí, pero con la inconfundible constante de ser malos a la copia mediocre.
Hablamos entonces de un imitador selectivo por ausencia de personalidad. En resumen, no tiene un estilo como artista. En conclusión, ni siquiera es un artista. 


Frente a una obra –que hasta puede ser vasta, no confundir cantidad y calidad–, lo que observaremos no será cada creación expuesta por la misma mano, sino los titubeos de alguien que quiere "ser" pero que no tiene fibra de tal. Imaginemos a un músico que hoy compone un tango, mañana un chamamé, pasado mañana una sinfonía y por la tarde un concierto para matraca y pito. No es un genio, y corre el riesgo de ser un pobre tipo. Difícil sobresalir de esta manera.



Otra señal a tener en cuenta es la desorientación cuando indagamos con el autor acerca del tipo de técnicas usadas en determinada obra, por qué adoptó tal perspectiva, tal juego de colores, cuál es la génesis de lo que expone, y en resumen, la respuesta sería: "Ah, yo hago como me sale", solución que nos sirve en el toilette pero no en el atril. Bien, pero así sabemos quién es artista y quién no.

Es una larga introducción para dejar la pelota picando –que un entendido haga la crítica que merece– pero al disfrutar la producción de Guillermo Carlos Didiego concluyo en que no estoy equivocado. Visitar su obra es una recobrada felicidad. Es un artista.



Ref. Facebook / Guillermo Carlos Didiego / Fotos de muro


Agrego el link, por las dudas:
http://www.facebook.com/photo.php?fbid=226024744078603&set=a.192530107428067.53984.100000132381911&type=1&theater



27 de mayo de 2011

La prosa del Mariscal



Termino de recibir del editor y amigo Ángel Pérez Garrido un ejemplar calentito –recién salido de la editorial, me consta– del volumen Cuentos ocultos de don Domingo F. Sarmiento (Ed. Besana, Buenos Aires, 2011), compilado por Hugo Ditaranto, Marisa Escobar y Pablo Kantor en la tarea de investigación, volumen editado en una tipografía amable con bella encuadernación.

Domingo Faustino Sarmiento inicia un modelo de narrativa que sólo después fue reconocida como fundamental de nuestra tradición de autores nacionales. Cuentos ocultos trata de una selección de prosas y cuentos reunidos, aunque seguramente dispersos en la extensa obra de nuestro prócer, listada entre nada menos que los 52 volúmenes que engloban la obra total del pensador y político, y que los tres compiladores, Ditaranto-Escobar-Kantor, debieron sin duda examinar con espíritu selectivo hasta reunir los 427 títulos que incluye la presente obra. 
Sé que la mayor cuota de trabajo estuvo a cargo de Ditaranto –autor de la idea original– aunque esto no intenta minimizar la tarea ardua de Escobar y Kantor, que completan un trinomio cuyo elaborado resultado yace plasmado en el ejemplar de próxima salida al mercado.
De don Sarmiento apenas conocemos su obra novelista y ensayista y, en menor medida, sus diarios de registros personales de viaje –que corresponden al período de su presidencia–, cuyo estilo narrativo es menos periodístico que contable, pero también hay que sumar los discursos y hasta los proyectos de un observador culto y lúcido. El texto de Ditaranto-Escobar-Kantor refleja fielmente el intento del pensador cuyano de reformar nuestro idioma, intento que es legendario en América latina. A Sarmiento debemos el origen de una literatura de cuño "nacional", porque en ella identificamos una prosa de estética post-colonial, geográficamente argentina y localmente "madura" de ruptura con la tradición hispana de comienzos del siglo 19, pero también el inicio de un linaje de autores nacionales de un acentuado enciclopedismo cultural, tradición que alcanza a autores contempo- ráneos como Sábato o Castillo. 
Modelo victoriano de prosa (de cuando las oraciones largas y prolijas eran materia de entendidos), observo prolongadas estructuras narrativas en contraste con oraciones cortas y bien aplicadas –simiente del periodismo actual–, por ende puedo decir que, mas allá de la estética imperante, la prosa de Sarmiento fue una herramienta modelada personalmente por el autor, ajena al estilo heredado español, en la alcanzada "eficacia de imagen" y tan vigente hoy como hace 130 años.


Un breve recorrido por el obsequio recibido esta tarde anticipa prosas metafóricas, otras especulares, imágenes, reflexiones, microcuentos y cuentos al estilo clásico de Poe aunque también me recuerda por momentos las "aguas fuertes" de Arlt. Una obra de colección para ser leída pero también para ser admirada.





18 de mayo de 2011

Cultura y más cultura / La Feria en números


Años tras año se repite con éxito el fenómeno masivo y creciente de la Feria del Libro. La pregunta es ¿en qué consiste dicho éxito y para quién lo es?, ¿para los autores, las editoriales o para la Fundación el Libro? 


Hablar de un millón doscientas cincuenta mil personas de visita por la Feria del Libro claro que es un eufemismo, porque no se trata de personas distintas en cada caso, sino que en muchos de ellos se trata de quienes visitan el predio hasta en 5 oportunidades durante las fechas de apertura en cada ciclo. Y al decir "muchos" quiero decir que al menos 250 mil personas repiten la visita antes del cierre del evento. Y la repiten por el simple hecho de que hablamos de vecinos de la ciudad y de un poder adquisitivo muy diferente al público de la provincia de Buenos Aires, sin ir más lejos. 

La cuenta llana nos permite advertir por una operación simple de multiplicación a 200 mil personas que repiten la visita hasta 5 veces (1 millón de entradas) que, o por interés de algún título, o porque es la novedad, o porque quiere tomarse un café en un lugar snob la visitan. Y los restantes 250 mil podemos distribuirlos entre el público de GBA, escasos visitantes del exterior y quizás menos público del resto del país.

Esto remite a un evento falaz en sus lecturas estadísticas, sin duda operadas por la Fundación y la vista gorda del Grupo Clarín porque no se trata, entonces, de un megaevento abierto y nacional, sino de un evento zonal de público fijo y reincidente. Algo así al estilo del Teatro Colón, que siendo pago por todos, sólo unos pocos asisten anualmente y año tras año.

Pero analicemos la Feria del Libro en pesos. Hablar de un millón y cuarto de entradas, es hablar de 25 millones de pesos. Y si, además, cada stand cuesta 4 mil dólares (unos 16 mil pesos cada uno), la cifra total alcanza unos 40 millones recaudados en el término de 4 meses y que incluyen las 2 o 3 semanas que dura la Feria en sí misma. Al costo del stand debemos responsabilizar el precio de cada ejemplar que cada expositor promedia en los precios de venta de cada título, por eso cuestan entre un 20 y un 30 por ciento más caros que en las librerías.

Ahora, ¿cuánto cuesta el alquiler del predio y la organización y publicidad involucrada? Seré generoso, digamos 5 millones. Pero supongamos que son 10 millones. Eso deja un resultado de unos 30 millones de pesos. 

Bien, con semejante recaudación podríamos pensar en concursos de textos con premios gratificantes durante el transcurso de la Feria, entradas gratuitas para autores humildes, promoción de eventos en el exterior con delegaciones de autores noveles y representativos de nuestra literatura, coordinación de eventos nacionales aunando eventos regionales coincidentes en las fechas, ofertas y descuentos importantes en textos clásicos nacionales y argentinos, stands a precios bajos –resarcimiento para editoriales pequeñas que durante el año soportan el golpe agresivo mercantil de los grandes grupos editores y de medios–, prestaciones anuales para autores y amparo de autores desprotegidos... Pero no, nada de esto ocurre. 

¿Y a qué destina la Fundación el Libro esos dineros? Respuesta: A mantenerse a sí misma, pero también al pago de sueldos de empleados de oficina de la Fundación, al listado actualizado de publicaciones del orbe editorial –confeccionado con aportes de las mismas editoriales–, y a la nómina, también actualizada, de editoriales radicadas en el país. Y, claro está, al comité organizador del sorteo anual de stands. Es decir que la mayor parte de los recursos está destinado a la Feria, la misma que, justamente, promueve el negocio.

La Fundación puede justificarnos de mil maneras sus emprendimientos particulares y gestiones o secretas o públicas, pero no puede convencernos de que tengan algo que ver con la cultura, ya que no vemos los resultados por fuera de la Feria del Libro pero, aún así, le resta  explicarnos qué diablos hace con ese dinero anual cuando sabemos que Ernesto Sábato termina de fallecer en una incomprensible humildad cervantina.




2011 © Copyright por Carlos Rigel


13 de mayo de 2011

Fifty-fifty



Diccionario Hispano-infame Universal
-Argentinismos-


Fifty-fifty: Modismo frecuente entre la militancia 4x4. Del inglés: Cincuenta-cincuenta, que es como decir, "vamo y vamo".  Contiene la sagrada fórmula de la alquimia justicialista (no peronista) que implica: "Te doy 50, firmame por 100". En efecto, la mitad exacta de la picota.
Dícese de la división acumulativa y progresiva de valores mediante el cual, de 100 millones extraídos de la reserva con un fin determinado, llegan a destino mágicamente 250 pesos, menos el remís y algo para el queso. Sin. Mordida, tajadita, diego, picota, queso (¿Quién me afanó el queso?).





10 de mayo de 2011

Autores de Argentina / ¿Sobrante del Proceso de Reorganización o torpeza criolla?


Hay nombres más grandes y pesados que quienes los portan. Un comentario correctivo simple y menor hecho en Facebook ha originado la censura en primer término y la posterior eliminación de mi perfil como autor de su nómina de contactos. Esto avanza sobre los residuos y reductos del llamado Proceso de Reorganización que, a su manera, siguen operando en esquinas lejanas de la conciencia civil. Titularse grandilocuentemente "Autores de Argentina" implica la representatividad  de "todos" los autores de un país, ajeno al criterio de almacén que impera en nuestras editoriales, y no sólo de los que les gustan o los favorecen; o lo que es peor, de los que hacen silencio.




"37a Feria del Libro de Buenos Aires alcanza su récord histórico: más de 1.250.000 la visitaron..."


Este mínimo comentario posteado en Facebook originó una corrección más pequeña de mi parte en cuanto a las formas de interpretar la cifra de visitas a la Feria del Libro emitida por la Fundación El Libro y dada a conocer por el Diario Clarín, quien fuera el mentor de la nota. Escribí lo siguiente:

"Yo no sé si admitir la continuidad del error. La sutileza toma desprevenido al público. No se trata de un millón doscientas cincuenta mil personas, sino que es la misma cantidad pero de "entradas". A eso se refiere la cifra, ya que hay personas (vecinos de CBA) que repiten su visita hasta cinco veces, mientras que otros, a pocos kilómetros, ni se enteran de la Feria."

Este detalle ínfimo que pudo terminar o con el mutismo de la institución, o bien el agradecimiento por la sutileza, terminó por traslucir la acción menos esperada de la censura, monstruo anónimo que ya hemos padecido en décadas recientes. 
Mi post fue eliminado del muro general. Decidí entonces republicarlo en mi muro, ya que es de mi autoría, y el desenlace fue, ni más ni menos, la eliminación de mi perfil de la nómina de amigos de la institución. 
Desconozco el perfil de esta organización y no sé si quiera participar de ella puesto que sólo esperaba las frecuentes gacetillas de novedades en mi muro. Imagino que no son representativos pero sí que están más informados que yo. Y no es que me pierda algo importante, pero no esperaba el cepillo de una institución con un nombre tan grande, quizás más grande que ellos. 
¿Qué sentido tiene titularse Autores de Argentina si cuando uno de esos autores opina lo decapitan de sus listas? ¿Para qué ponerse un nombre tan grande si no pueden soportar su peso? Entonces les sugerí que se cambiaran el título por el de "Comando Los Soquetes Mojados de Argentina", de manera tal que al cometer censura, torpezas o genuflexiones, estas quedarán disculpadas por nuestra anuencia y gran tolerancia con los débiles y minusválidos, ¿eh? La idea es impedir que ametrallen a quien piensa diferente que ellos.
Recuerdo cuando Nielsen me contó que en Alfaguara le quemaron frente a sus ojos dos ediciones de sus libros, listos para salir a la venta, en repudio al juicio ganado a Piglia y Editorial Planeta. Estas organizaciones son el trigo sucio de la literatura y no los mecenas que pretenden.




2011 © Copyright, Carlos Rigel

2 de mayo de 2011

Austeridad




Diccionario Hispano-infame Universal

"Austeridad: Dícese del orfanato existencial a que son sometidas algunas personalidades del arte y que luego son recordadas en los discursos póstumos pronunciados por funcionarios de trajes carísimos durante homenajes onerosos con gran despilfarro y abundancia de organización. | Ant. Compensar, pensionar, jubilar, asalariar, valorar en vida (pasarle unos mangos, empleando como referencia el sueldo de un militante político, profesor universitario o empleado bancario)".



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