La causa
da vergüenza ajena.
Un autor reescribe un cuento borgeano muy famoso
El Aleph, de Jorge Luis Borges, y lo eleva al género de una nouvelle, pero sin afectar ni
modificar el texto original, ya que ha sido respetado hasta en las comas y
puntos; lo titula El Aleph engordado. María Kodama, como es
habitual, dice haber intentado el diálogo y la negociación durante dos años, de
lo cual el autor afirma no tener conocimiento. Ahora hay un juicio con un fallo
apelado, los reveses y entretelones de judicializar un libro.
Hace varios años que la
figura de María Kodama me inquieta y no por simpatía. No es escritora ni ensayista
ni investigadora; sólo es la viuda de un escritor argentino. Una que vive a sus
anchas capitalizando un sacrificio ajeno al cual nada puede aportarle, pero del
cual si sabe recibir sus buenos miles.
Y uno piensa, bueno, en esas
escarapelas de la edad, tipo Yoko Ono, cuando dona piezas inéditas de John Lennon
in memorian, o que adhiere con un mensaje cordial a los festivales musicales,
como una manera de mantener presente y vigente la memoria de un músico
universal al que ella estuvo ligada en matrimonio; no se apropia de él, sino
que lo incluye, lo cede. Pero Kodama no adhiere a nada, tampoco le permite
hacerlo a la memoria de su esposo excepto cuando hay dividendos y porcentajes
que ella administra.
Para simplificar la demanda de la señora viuda de
Borges contra Katchadjian en el contexto adecuado: Los derechos por la
propiedad intelectual de Borges pasaron de Emecé a Random House Mondadori por 2
millones de euros. Katchadjian hizo 200 ejemplares de El Aleph
engordado que valían 15 pesos; la mayoría los regaló a amigos y colegas.
Insisto, da vergüenza ajena. Yo
la invitaría a la señora Kodama hoy, aquí, ahora, ya, a recitar media carilla de memoria de cualquiera
de los textos que ella elija de su esposo para conocer el tipo de compromiso
que valida sus reclamos. Pero ¿aceptará María Kodama pasar otro papelón como el del reclamo civil de 1300 pesos a un pibe que viajaba a diario hasta Moreno
para trabajar de profesor?
Hay que recordarle a esta señora que antes de
ser su esposo, Borges era un autor argentino, uno importante, es cierto, pero
otro más de una tradición muy larga de autores nacionales, argentinos y
criollizados, y no hay que pedirle permiso a ella para citarlo, ni para mencionarlo
La causa justifica salir en defensa
de un escritor. Pero otra vez le quitan a un autor la posibilidad de ganarse honestamente
a su público lector a fuerza de escritos. Lo que diré es audaz pero creo
que aquí tenemos a otro autor "engordado" y ahora Katchadjián debe tener
la nobleza de demostrarnos que más allá de la fama que dispensa un juicio pírrico,
o ganado o perdido, que su obra merecía más que fama también el éxito.
Mientras tanto, propongo
reunir entre varios autores los 80 mil pesos... PERO EN MONEDAS DE UN PESO. Cincuenta mangos cada autor como propone Leo Brizuela y con el acuerdo de Nielsen y Mey y otros amigos también de letras para tapar a la señora con el metal tan preciado. Ochenta mil monedas de 1 peso o su equivalente en monedas de 10 centavos, y llevarlas en
chanchitos, en latas y bolsas, y dejar la indemnización reclamada a Katchadjián
en el Juzgado en el momento que precise su Señoría y, claro, con la señora Kodama y sus patrocinantes presentes para el recuento pertinente... UNA POR UNA.
CR