28 de febrero de 2014

La venezolización de Argentina



"Ahora adquiere claridad el método de reclutamiento 
de nuestros jóvenes por el aparato de gobierno, 
porque con el adversario se debate, pero al enemigo 
se lo asesina. Es el principio conceptual de la guerra, 
y en la guerra un soldado mata y no es un asesino. 
Eso trajeron a nuestra casa".

El definitivo corrimiento del gobierno argentino hacia la aceptación de la represión y la supresión de derechos civiles como método de mantenimiento de un gobierno en el poder, ha dejado de ser una novedad, la venezolización del conflicto interno social que llega es inminente, no habrá renuncias sino el combate frontal y sangriento entre dos sectores poderosos de la sociedad nacional: el que está y quiere llegar al final del ciclo con la esperanza de mantenerse (o de conspirar si es necesario), y el que busca un cambio de rumbo por asfixia en una economía sectaria que avanza con un cuarto de la población en estado de pobreza. Sin duda, algo similar a lo que termina de ocurrir en Venezuela. 

El estímulo del fanatismo, la extrema comercialización del patrimonio nacional disimulada como logros económicos, la pobreza creciente, la esclavización con planes sociales como método de dependencia, la malversación de fondos públicos, el enriquecimiento privado de los miembros del gobierno, el estado de amenaza antes que de reflexión, el diseño de un enemigo interno y la aceptación de su erradicación por cualquier método, son algunas de las características de este nuevo fascismo. Y como todo fascismo en la historia humana de los Estados, amamantada por la sociedad misma. Se trata de saber mediante la pulseada de cuál lado hay más gente y hasta adónde son capaces de llegar. 

A eso ha llevado la división pícara de la sociedad cuya idiosincracia siempre mostró un espíritu de fractura ante el menor síntoma de debate en los temas comunes: No hay diálogo, convocatoria ni acuerdo, sino anulación, desprestigio y aplastamiento de toda crítica. Y la mayoría de las veces, el silencio como herramienta de solución por olvido. Nunca el análisis ni la pacificación o el acuerdo. De allí que no hay adversarios sino enemigos. Ahora adquiere claridad el método de reclutamiento de nuestros jóvenes por el aparato de gobierno, porque con el adversario se debate, pero al enemigo se lo asesina. Es el principio conceptual de la guerra, y en la guerra un soldado mata y no es un asesino. Eso trajeron a nuestra casa.

Pedirle pacificación a Venezuela hoy, es pedirle a la resistencia civil que olvide los reclamos, que modere su hartazgo ante la pobreza y la marginación, o frente a la afiliación partidaria como única alternativa de futuro individual, pero también es pedirle a la GNB que abandone las armas, los gases lacrimógenos, las unidades móviles de bloqueo de señales telefónicas, la represión brutal de toda opinión o información de los acontecimientos en marcha, la anulación de medios informativos, el olvido de métodos antidemocráticos y antihumanos como la violación de domicilio, el secuestro forzado, la tortura y el asesinato cuando, precisamente, la GNB fue creada con esos principios extremos. 

Es el nuevo nazismo crecido, como digo, paso a paso, como impulsos cuestionables pero pequeños y aceptados por una sociedad latinoamericana como "razonables" pero que ahora concluyen en la ilógica total, la violencia, la represión y a la que se sigue respaldando para no aceptar el equívoco desmesurado de haber apostado y respaldado a un delincuente, o a varios delincuentes, en el manejo de los asuntos públicos. Todos los pasos fueron vistos, uno a uno, lo que, de alguna manera, anticipa que el desenlace era previsible. 

El resultado, tanto en Venezuela como en Argentina, es incierto. La fractura social avanza desde ambos extremos de Sudamérica y lo único que podemos reclamar con prudencia es que la otras naciones de la familia continental se prevengan contra el virus infeccioso de la antidemocracia que contamina al organismo social latino. El peligro no es externo sino, peor, interno. 


Barón Carlos Rigel

Copyright®2014 por Carlos Rigel

25 de febrero de 2014

Epístola a la narcopatria


Operativos y detenciones, corte de internet en vastas regiones del país, 
falta de diarios, de provisión de insumos, y mientras tanto las fuerzas armadas irrumpiendo en los hogares de gente común de protesta contra un fascismo alegre y eufórico. Y tras el secuestro de ciudadanos venezolanos, las torturas, el asesinato y la desaparición de personas y cuerpos. Todo esto santificado por nuestro gobierno y allegados famosos desde aquí. Esta historia ya la vimos.


Tal es el escenario de Venezuela hoy liderado por un hampón del narcotráfico de origen colombiano llamado Nicolás Maduro, amanecido presidente de Venezuela apadrinado por la venia de otro gran jefe narco y por un ardid con un millón de votos que en verdad eran de Capriles. Recordemos que siendo Ministro de Relaciones Exteriores mostró su poder de gestión cuando operó una venta de cocaína por cien millones de dólares de las FARC, fondos destinados a promover la elección del candidato a Presidente del Frente Farabundo Martí en el Salvador. Y es probable que no estuviera sólo en la operación, sino junto al apasionado Hugo Chávez. El sueño de Pablo Escobar hecho realidad: Una narcopatria unida, grande y soberana. 

Negocios son negocios, dicen tanto malandras como empresarios, de allí el favoritismo y la encarnizada defensa de Chávez, siendo Presidente de Venezuela, con las FARC cuando los operativos del ejército colombiano cruzaron las fronteras para tomarlos por asalto en tierras de Ecuador y durante el tiroteo mueren guerrilleros, lo que casi origina un conflicto armado entre Venezuela y Colombia. Sí, Venezuela, que ni siquiera era parte del binomio, ¿o si? Veamos, un gobierno no implicado en forma directa que reacciona desproporcionado por la muerte sorpresiva de narcos ocultos en la selva centroamericana de otro país.

Es que en América latina, narcotráfico, gobierno y empresas son lo mismo, tienen el mismo carril. Pagan los pibes, los adolescentes, los pueblos que comulgan con la fantasía de apostar a un futuro que no existe por ese camino. Maduro es el flamante Noriega aplaudido por un sector panameño mientras las tropas aprestan ejércitos en la invasión, de manera que delito y civilidad pasan a quedar contaminados en un mismo foro de defensa común, una misma trinchera. Ese fue el juego de Noriega frente a la CIA, y recordemos del general narco que cuando le falló el plan, abrió las cárceles y armó a los reos como última línea defensiva.

Durante la década menemista en Argentina fue inaugurado un corredor libre para el tráfico de armas por América latina, y con las reformas comerciales introducidas de los '90 se le brindó acceso a nuestro país a los carteles de drogas mexicanas bajo el formato de laboratorios y cadenas de farmacias como la del "Dr. Ahorro". Ahora, con el acercamiento a Venezuela, los carteles colombianos tienen puerto libre para acceder aquí y desde Argentina introducir embarques completos en Europa. De allí la enormidad de procedimientos detectados, por ejemplo, en los aeropuertos españoles. Todo eso garantizado por los gobiernos con una base legal pero que sólo nos sirve a nosotros.

Pero Maduro no está solo, nuestros pícaros gobernantes, nuestros políticos, lo acompañan con las vías de consumo. El acné de ellos deviene en un quiste para nosotros, porque nuestros jóvenes argentinos kirchneristas se tragaron el cuento de que lo que está en juego es la democracia, la paz, la libertad, todavía eufemismos de un sueño que es pesadilla regional, cuando el concepto de "democracia" es una cáscara del feudalismo de ultraderecha pintado de socialismo, la "paz" consiste en la impotencia para cambiar el rumbo, y la "libertad" se parece a un cómodo Estado de Sitio del delito, la marginalidad y el narcotráfico. Asesinar a un jefe narco ahora es desestabilizante de una burla llamada democracia

Hasta tenemos derecho de pensar que el "aporte" de millones a la campaña de nuestra actual Presidente tuvo su origen en el tráfico de drogas centroamericanas, de manera que también somos responsables necesarios de cada muerte en aquella patria lejana. Nada es gratis y el pago en estas épocas suele ser con sangre, que es la divisa común entre países de morondanga. Total, el problema es tan amplio que las responsabilidades directas se diluyen, se mimetizan con el desempleo, la pobreza, la segregación. Y cuando se derrama sangre, lo fácil es echarle la culpa al imperio de EEUU para ocultar operaciones sucias propias, país de la Tierra por el que no siento afecto alguno, pero menos aún por la narcopatria latina. 

Recuerda cuando ex Ministro de Economía Domingo Cavallo cargaba la totalidad de las culpas de nuestros males durante casi una década al FMI. Luego descubrimos que eran 15 mil millones, menos del 10 por ciento de la deuda total, lo debido y refinanciado hasta el asco con el Fondo Monetario. En el origen fueron quizá 5 mil y el resto fueron intereses, acuerdos de pago, incumplimientos y refinanciamientos. El culpable de los males supremos siempre estaba fuera de nuestras fronteras, por ellos estamos mal, nunca adentro. Hasta que en la última década nacional comenzó a estar dentro, oculto en el pueblo. 

El paradigma de Venezuela es que encuentra equilibrio, ligando el factor enemigo externo con el interno para reprimir a discreción en toda dirección posible o necesaria. No se trata de gente descontenta con su gobierno, no, ahora son operativos de la CIA. A fin de cuentas nos dice que el "enemigo" vulneró las fronteras, que infiltró su gente, que es pobre, estudia y habita en barrios bajos de la periferia. Ese es ahora el nuevo modelo de enemigo, metáfora de Orwell nunca conjurada, al fin aplicada en la versión latina. Y cuando un pueblo se alza en protesta, la actitud nuestra frente al televisor es "¡Tírenles un bomba y terminen con esos rebeldes hijos de puta!". Eso es una "democracia latina". Porque lo otro, la indagación de los males y las miserias, implicaría poner en tela de juicio a nuestros gobiernos y concluir que no son tan buenos como parecen... Y aceptar que nos equivocamos de nuevo.  

La negación y la ceguera social son necesarias para avanzar con gobiernos de mierda, de eso sabemos mucho en nuestro país. Las cartas están en la mesa y la trampa lista oculta en la manga. El truco es buscar consensos, es encontrar quién le ponga el pecho a las balas. Siempre hay sangre barata y joven para disponer libremente como prueba de lealtad de masas con verdaderos hijos de puta simpáticos y bufones. No es este el Paraíso, es Latinoamérica. El futuro continental bolivariano yace asesinado, San Martín no puede creerlo.

A Venezuela no le queda otra alternativa que erigir una nueva Cuba, pero no nacida del enfrentamiento de dos modelos opuestos y la guerra fría, sino crecida en la edad dorada del narcotráfico, con detenciones, torturas, asesinatos y de nuevo con desapariciones de personas para sustentar un fascismo alegre y apasionado. En cuanto a su líder, Maduro, si todo sale mal, terminará exiliado en Argentina o en Cuba. Mientras tanto, el pretexto es EEUU, es el periodismo, es la oposición, los estudiantes, la mitad de un país.

Se terminó el sueño latino. Es lo que sigue: Dinero, armas, drogas y lavado de dinero en grandes consorcios y empresas. Y los discursos. Hemos elegido libremente volver al ocaso de la mano de Maradona y giles presentes. Y el correlato de esta historia, no es la democracia ni el futuro ni los pueblos, sino la anuencia de los Estados americanos en las rutas nuevas del narcotráfico.


Barón Carlos Rigel


Copyright@2014 por Carlos Rigel

19 de febrero de 2014

El asesinato de Kubrick fue en la Luna


Escribió un crítico de cine:
"En seis días Dios creo el Cielo y la Tierra. 
En el séptimo día, Stanley Kubrick devolvió
todo para hacer modificaciones".
¿Qué motivó a semejante cineasta a participar 
en una farsa de la Casa Blanca con el programa espacial 
clausurada al fin con una lista de asesinatos que llega 
hasta la Patagonia? 



Es bellamente tétrico el documental El lado oscuro de la luna: Stanley Kubrick del cineasta William Karel realizada por el Centro National de la Cinématographie francés y que podemos ver hoy en You Tube (http://www.youtube.com/watch?v=W5wntLsZFKE) publicado por EBRGlobal, cuando revela la intervención del espectral Stanley Kubrick durante el rodaje de las escenas que supuestamente los astronautas transmitieron desde la Luna tras el ilusorio descenso de la Apolo 11 en suelo selenita. La imposibilidad tecnológica por esa época de transmitir y de recibir esas imágenes de cara a la carrera espacial y la guerra de Vietnam llevan al presidente Nixon a ordenar el poner en marcha el Plan B de una filmación supervisada por el cineasta de 2001: Una odisea espacial, escenas rodadas en los estudios de MGM de Inglaterra, para entregarle al público norteamericano y mundial la ilusión de un alunizaje que no podía mostrarle, imágenes televisivas que aún constan en mi memoria fantástica y crédula de pibe.

La gestión a cargo del tristemente recordado (sobre todo para los argentinos) Gral. Haig, de Henry Kissinger, de Donald Rumsfeld, responsables directos frente al exPresidente norteamericano en el pedido de disponer de las escenografías preparadas por Kubrick para el rodaje de la odisea espacial –todavía en la etapa de la edición–, y también de los actores empleados en el engaño y que fueron agentes de la CIA, bajo declaración jurada de silencio perpetuo, en un montaje de imágenes que primero Kubrick rechazó de realizar pero que frente al mamarracho en curso, pergeñado con burda precariedad y conocida su obsesión aberrante por los detalles, optó por tomar las riendas del episodio y llevar el proyecto hasta el final para deshacerse rápido del asunto bajo juramento de jamás volver a saber de ellos. El plan incluía identidades nuevas para los miembros de la estafa fílmica y consideraba también sumas fuertes de dinero en retribución y establecía la salida para siempre del suelo americano a todos ellos. El documento incluye la toma fotográfica selenita finalmente suprimida donde aparecen dos reflectores en el cielo y otra toma de exterior con sombras de dos astronautas perfectamente opuestas en la misma placa.



Meses más tarde, el mismo Nixon, atormentado por las sospechas de filtraciones que descubrieran la trampa, ordena a la CIA preparar la misión de busca en distintos países de la Tierra donde se ocultaban los protegidos y el asesinato de todos ellos, partícipes en las escenas y el material fotográfico fraudulento que brindaron al mundo entero en 1969. La película de Karel anexa la filmación –cedida tan amablemente por la CIA– del asesinato ejecutado por la agencia norteamericana de uno de los técnicos de la farsa, mientras que otro de los prófugos, oculto en nuestra Patagonia, fue descuartizado aunque el informe policial tituló misteriosamente "Suicidio". Faltó que nuestra policía regional ampliara "por autodescuartizamiento hecho por sí mismo" para cerrar la parte mínima que nos toca en el asunto.

Subjetivamente, habita el documental un espíritu burlón, casi festivo, que describe con absoluta frescura desde el diseño de la fantasía hasta de los asesinatos encargados por la Sala Oval para el Sagrado Silencio Nacional de los EEUU frente a una carrera espacial perdida contra un alfiler en el sillón presidencial que era el cosmonauta Yuri Gagarín, héroe de la ex Unión Soviética.

Finalmente aparecen los motivos de la reciprocidad con el extinto Kubrick, el compromiso de la Casa Blanca con el director a quien le debían la gauchada por el asunto Apolo 11 cuando le conceden en préstamo una cámara especial de uso restrictivo del Pentágono y que sin embargo don Stanley utilizó durante el rodaje de la película Barry Lyndon (1975). Y así, Kubrick, años después del episodio nefasto, se revela como el último testigo viviente de la farsa quien, advertido del programa de asesinatos en marcha, se refugia hasta la muerte en su casa de Hertfordshire en el Reino Unido, donde vivía desde 1963, para no trasponer sus muros jamás. Es revelador el plan del Gral. Vernon Walters, Director de la CIA, a cargo de la operación de eliminarlo, declaración misma ante las cámaras de Karel y que probablemente promueve su muerte, la de Walters, antes de 24 horas y de completar una declaración sujeta a pena capital. Y así fue.


Stanley se las compuso para continuar su obra totalizada en 13 películas y cuando menos una inconclusa –al fin terminada por Spielberg–, a pesar de estar en la mira de un verdugo de la CIA. Se ha dicho de él tanto y tan halagador como falaz, que sólo rescataré las palabras de Martin Scorsese para establecer una dimensión precisa: "Cada año que Kubrick no filma es una pérdida para todos nosotros". Caramba, qué halago. Pero imagino que mayores ínfulas debieron ser para él, el haber sido promotor de la transformación de un programa espacial estadounidense por esos años todavía cavernícola, ya que impulsó cambios fundamentales a partir de los diseños preparados para la película 2001... cuyos avances tuvieron un estreno preliminar en los sótanos de la Casa Blanca poco más de un año antes de la misión Apolo 11. 

La muerte natural de Kubrick en 1999 le permitió al director William Karel en 2002 reunir las confesiones divertidas de los asesores del exPresidente Nixon arriba listados, abordando un tema en verdad escalofriante. Lo interesante es que muchos de esos asesores aún siguen brindando servicios a la Casa Blanca. Ni Lovecraft hubiera mejorado la historia pero, caray, no es una ficción, ¡es un documental!


Copyright®2014 por Carlos Rigel

18 de febrero de 2014

Ingrávido

Vampiros, dinosaurios o naves espaciales, 
el cine viene cada vez más visual y menos reflexivo. 
En esta no hay nada para analizar pero sí mucho para describir 
o enumerar.



Ajeno, como es mi costumbre, a la dimensión de los estrenos, termino de ver el film Gravedad (Cuarón, 2013) y digo que la propuesta es interesante y hasta adquiere por momentos cierta tensión psicológica pero sin espectacularidad. No hay planteos ni filosóficos ni especulativos, apenas una experiencia extrema y posible en órbita; es el desafío tecnológico como tema y como guión. Tampoco se requirió de actuaciones destacadas de los profesionales: El papel de George Clooney sólo obedece a cuestiones de promoción y publicidad, y pudo ser caracterizado por cualquier actor masculino sin cambios notorios.

La destrucción de un satélite ruso en momentos en que tres astronautas realizan una misión regular de mantenimiento del telescopio espacial –en órbita geoestacionaria– origina una catástrofe silenciosa en la que mueren los tripulantes e incluso uno de los técnicos de la reparación en el exterior, y así dos astronautas quedan merced a sus habilidades para sobrevivir y sortear el obstáculo de perder en el accidente el Transbordador Espacial. El resto de la historia consistirá en alcanzar distintas estaciones espaciales que les permitan el reingreso a la Tierra. Una observación: Lo que parecía un error conceptual de la era prelunar (recordando a la dupla Kubrick-Clarke en 2001: Una odisea espacial) termina siendo, aceptablemente, diría, un momento de delirio producto de la asfixia y el solitarismo.

El film es recto, sin alteraciones temporales ni complejidades o tridimensionalidades. La subjetividad queda resumida al trauma de su vida pasada que describe la protagonista femenina mientras transita la soledad frente al mundo a, quizás, cien kilómetros de altura, la franja de la alta atmósfera poblada por satélites activos y pecios abandonados. En un tiempo en que el concepto de traveling, la persecución continua del director y cameraman tras el actor (sin cortes en la edición), es alterado y retocado por el animatronic de video, rescato una escena: El pasaje desde el espacio exterior, donde yace perdida la ingeniera Dra. Ryan Stone (la actriz Sandra Bullock), hacia el interior del casco de la astronauta, y que nos revela en primera persona la desesperación de tener un rumbo incierto y cada vez más alejado del rescate.

Las escenas son largas y, por lo observado, muy ensayadas, del tipo caída libre que imita los efectos de la ausencia de gravedad en el vacío, técnica fílmica utilizada anteriormente en Apolo XIII (1995), y mucho antes, creo yo, que en una toma inaugural de Barbarella (1968), y que aquí son llevadas al extremo. Recordemos que la fuerza gravitatoria existe a esa altura, en el exterior, pero compensada por la velocidad de escape: Aunque parezcan inmóviles todos ellos viajan a miles de kilómetros por hora alrededor de la Tierra. No hay que confundir vacío con ingravidez.

De esta última premisa desprende el único error "conceptual" del film que –a quienes alguna vez nos interesamos en los temas de la astronáutica y la cohetería, o también las leyes de la mecánica celeste–, nos resulta increíble por inverosímil, y se trata del momento en que ambos astronautas sobrevivientes, la ingeniera Ryan Stone y el veterano Matt Kowalsky, luego de un largo y solitario viaje por el vacío, colisionan contra una estación internacional en la que ambos buscan salvarse de quedar varados en la nada. Más precisamente el instante en que la Dra. Stone manotea una correa en cuyo extremo se encuentra su compañero, y ella a su vez enredada en unos cables, sujetos ambos aún a una fuerza de empuje inexplicable cuando ambos ya están detenidos y suspendidos en el errático derivar que los dos traían.

Expliquemos esto, una vez frenados en una caída sin rumbo, se supone que no hay ya fuerza de empuje o ejercicio de ningún poder gravitatorio adicional que los atraiga a Tierra por fuera del destino que corre la masa mayor, la estación misma, pues es correcto pensar que los tres cuerpos, es decir, la estación orbital y los dos astronautas, están parejos y equilibrados, viajando todos ellos a 11,2 kilómetros por segundo sin perder sus posiciones relativas. No cuelgan ellos de un edificio que justifique semejante atracción gravitatoria lineal desde la Tierra. 

Veamos, es el efecto de atar una piedra a un hilo y comenzar a girarlo como a las hélices de un helicóptero. La piedra "olvida" caer al suelo porque ha vencido a la gravedad con una fuerza superior: la fuerza centrípeta. Eso es la velocidad de escape. Y lo único que impide que salga volando en una gran curva, es el hilo. Pero si mientras gira, a la piedra le atamos un insecto, por ejemplo, éste también estará sujeto a la misma fuerza que gobierna la piedra. Incluso si el hilo se corta cumplirán el mismo destino. Entonces, los astronautas no tienen por qué caer o alejarse en ninguna dirección diferente a lo que indica la masa de la estación orbital de la cual dependen en esos instantes dramáticos. Y si ella no cae, bueno, ellos tampoco. Una vez detenidos o sujeto a la estación no hay gravedad. Nadie dice que detener unos 240 kilogramos (120 kgs. de cada astronauta multiplicados por la inercia) sea fácil, pero una vez apresados, allí quedan en suspenso hasta que la fricción de la atmósfera superior diga otra cosa.

En resumen, no debería costarle mucho a la ingeniera Stone traer de regreso a su compañero. Así como cuando, una vez abordada la nave, intenta alejarse de la estación internacional y las correas se lo impiden: de inmediato se produce acertadamente el efecto de "rebote" y que casi la lleva a colisionarla de frente. Allí sí vemos operando la singularidad de la velocidad de escape, anulando la gravedad terrestre. De eso se trata: Ambos debieron rebotar. La emulación de la ingravidez por la velocidad de escape es tan misteriosa que un simple matafuegos usado como propulsor, la modifica.

Es apenas un detalle menor pero, en otras palabras, la escena en la cual los dos sobrevivientes dependen de cuerdas tensas atraídos o tironeados por la fuerza de gravedad terrestre, es un recurso mecánico resuelto a la ligera y con poco bagaje intelectual del director. Naturalmente que todo film requiere de una cuota adicional de tensión y dramatismo para resultar taquillero, como tal, la escena es eficaz, pero fue un error resolverlo de esa manera disponiendo de otros recursos conceptualmente acertados, porque sacrificó rigor técnico y científico. Claro que en ese momento táctico, la historia cambia el eje de interés, y enfrenta a una mujer sola y con poco entrenamiento operacional, a resolver el dilema de regresar a Tierra por sus propios medios, acaso la verdadera atracción.

Es por entero visual y no hay nada que pensar. En estos tiempos fílmicos, los detalles, las circularidades, las acciones (universo grilletiano de los objetos), son el destino y sustentan la trama en un desafío más mecánico que fílmico. A menudo, los silencios prolongados construyen una expresión y en eso debemos contentarnos con el juego menos analítico que óptico. No fue para mí un detalle menor verificar que el guión fue realizado por un adolescente porque eso es, precisamente, una película para adolescentes. Un reproche mínimo: Enfrentan muchas veces la radiación del Sol sin los conocidos protectores espejados lo que taparía, por cierto, la expresiones de los profesionales. Pero las radiaciones allí son bastante fuertes. Es entretenida, una buena historia aunque no brillante, vale la pena verla dos veces, pero quizá no tres. 



Barón Carlos Rigel

Copyright®2014 por Carlos Rigel

14 de febrero de 2014

San Valentín: Conquista asegurada.



En una época tan poco galante, es mejor recordar 
a los caballeros algunas ideas seductoras para aplicar 


-¡Oh, qué contrariedad, mi bigote se ha enredado con su collar!
-Podría abrir su ombligo, pues creo haber perdido mi reloj.
-Se levantaría usted de la silla, pues debajo dejé secándose el diario de hoy.
-Vea usted, creo que mi monóculo ha resbalado dentro de su blusa.
-No soy Bill Clinton, jovencita, pero quisiera compartir este habano con usted.
-Disculpará, su merced, creo que se ha sentado sobre mi bastón.
-Permítame quitarle ese caracol que se ha perdido bajo su pollera.
-Con gusto le ofrecería mi corazón para un transplante si me devuelve el suyo.
-Una flor conquista, pues por eso le traigo esta planta de mi abuela.
-Puede emplear mi galera para subir y alcanzar ese libro tan alto.
-Me ayudaría usted con esta polenta en mi plato, que es tan abundante.
-Permítame limpiarle esa gota de salsa que ha desaparecido dentro de su blusa.
-Con su permiso, pruebe este panqueque que chorrea tanto dulce de leche. 
-Este choripán con tanto chimichurri simboliza mi ardor por usted.
-Sería un honor para mí que utilizara los beneficios de mi inodoro.


Copyright@2014 por Carlos Rigel

9 de febrero de 2014

La Felipera en la estratósfera


Un fragmento del Quijote en las Indias. El tan famoso discurso del marqués caudillo Chiroga Tresmenes, gobernador de la tribu de los Taluets, a la indiada precordillerana de la aldea Ciudad Católica Real, La Rioja, Sudamérica, 1619.


"Dijo así:
—¿Están todo?, ¿sí? Bien —y luego de aclararse la garganta, comenzó diciendo—… Queridos coterráneos de mi aldea, que Dios los bendiga, Viracocha los proteja y el rey los ilumine hasta chamuscar… vine hoy a decirles que «la monarquía es el arte de lo posible», y puesto que no hay genio sin disparate es por eso que les traigo una esselente novedad que ni el mismísimo tano Da Vinci la hubiera imaginado mejor, ¡La Felipera!... ¡La catapulta más grande jamás construida por el hombre! Sí, aquí mismo, al pie de la cordiyiera. Una catapulta tan inmensa que ni el propio mago Merlino pudiera concebir en la peor fiebre de muerte. Ustede dirán, ¿y para qué diablos queremos una catapulta tan descomunal? Pero yio les digo que es nessario, sí, es muy nessario pues nuestras rutas con el rey están comprometidas por piratas y saqueadores furtivos, y esta será nuestra vía legítima de comunicación con el reino de Su Majestad, el esselentísimo Felipe, sabrán ustede que al rey Fernando lo mataron como a un animal rabioso. Ahora, imaginen tamaña catapulta con lanzamiento aéreos de galeones entero, con ancla y velas, muy por encima de las nube, de aquí a España en tres hora, ida y vuelta. Así que, yia ven ustede, ¿qué indígena no aprovecharía semejante ventaja de la modernidad?
Tras un breve respiro para beber un traguito de agua y que aprovechó el caudillo Chiroga para disponer mejor las ideas, la indiada lo ovacionó con una cañonada de gritos y aplausos fervorosos. Luego, siguiendo los pasos predeterminados de la función, continuó:
—Como un arco iris pero entre el palacio del rey y vuestra aldea, aquí mismo, para el crecimiento de nuestra colonia cordillerana y en detrimento de la Ciudad de los Reyes, en el Alto Perú, ustedes saben bien de las ínfulas de los chalacos peruanos del Cuzco y del Callao, pues ya veo que Su Majestad muy pronto establecerá capitales y virreinatos, ¿y nos quedaremo mirando de afuera?, que si no nos entregamos afanosamente a «La Felipera» de que les hablo, y si entráramos en guerra con el reino incañol del Perú, ¿con qué pertrechos los atacaremo para defender las tierras de Su Majestad?
El malón de indígenas ovacionaba al caudillo como parte de un programa comunal y cotidiano, y no porque siguieran en detalle los anuncios del líder, sólo respondían a un programa. La prédica de las ovaciones era bien novedosa pero desprolija, Unos pocos gritaban «¡Chiroga y Colón, un solo corazón!, ¡Chiroga y Colón, un solo corazón!». Otros vociferaban «¡El que no salta es portugués, el que no salta es portugués!» y arengaban a los demás a continuar saltando y cantando.
Sin embargo, observó el manchego que la comunidad no estaba completa en la totalidad de miembros. Precisamente, al menos un tercio de los ausentes de la manifestación se mantenía distante de las ovaciones y en absoluto silencio, pétreos y hasta con la mirada iracunda cuando seguían los ademanes de Chiroga. Algunos, incluso, le dispensaban cada tanto al insigne caballero alguna mirada entre confusa, inerte o desafiante.
—Y se preguntarán ustede —retomó el marqués para distender y acallar los ardores de la tribu—, se preguntarán quién es este ilustre cabayiero que nos acompaña recién allegado de las cortes reales. Recurrentemente les diré que, siendo emisario y heraldo, Su Majestad nos envía gratas novedades a través del ilustre don Quijote, así como les digo, pues en la capital del reino mismo ha comenzado la construcción de «La Virreinal», la otra catapulta hermana melliza de «la Felipera», así que, yia ven ustede. Una orientada al reino, y otra orientada a vuestra aldea riojana.
De nuevo se produjo un estallido de aplausos.
—…Imaginen la cara del rey… ¡Guas!, Je, je, je, recibiéndonos en su propio patio con nuestro cargamento de cardos, aceitunas y cueros de bestias —y gesticulando leer un documento imaginario, agregó—. Su Majestad, aquí le mando este cuero carneado ayier mismo que estrechamente vos me demandaste y muy temprano por la mañana. Déjelo estaqueado al sol, no sea que agusane, y… ¿cómo dice vuestra merced?, ¿que necesita un atado de esclavos para la servidumbre?, ¡lo tendrá hoy mismo por la noche! A ver, che, vos, vos y vos, ¡a la catapulta!… Su Majestad, cuente siempre con los súcditos del sur, y véngase a tomar un vino cuando guste,  y ¿cómo dice…? ¿una tira de bestias para el rey de Nápoles? ¡Ya mismo sale para allá! —hizo un ademán de reajustar en el aire la dirección de un disparo elevado, y agregó—… alineamos el tiro y listo, Nápoles, ¡allí va!  ¡Fium!... Je, je, ya entreveo que esta aldea será el eje de una nueva civilización continental de indios, la más importante de las provincias de ultramar. Y quién les dice si un día no seré yio el mismísimo virrey de La Riojana, en línea con los grandes reinos de la tierra; o quizá rey. Pero, hora, ¡acabemos con el transporte a lomo de burro o a lomo de brutos indígena!, ¡acabemos con océanos peligroso plagados de monstruos apóstata y enemigos del rey! Un día, los marinos del Atlántico verán sobre sus cabeza el tráfico incesante de envíos entre España y Las India, ¡allí va una tira de bueyes, aquí viene un costal de granos!, ¡allí pasa un saco de tabaco, aquí vuelve una silla de tortura! ¡Ahí va un barril de aceitunas, venga ese obispo! Ya ven que ni la Luna del tano Galileo está lejos con semejante artificio. ¡Reputo…! no, perdón, repito, repito, ¡la Catapulta «La Felipera, La Rioja-España 1700» a toda velocidad ¡es una realidad! indígenas amigo…! ¡Y está en marcha!... ¡Mano a la obras! Que Dios los bendiga y Viracocha los acompañe."



Copyright@2014 por Carlos Rigel