31 de marzo de 2014

Los eufemismos en estos tiempos



Los operativos discursivos vienen acomodados 
a las situaciones, precisamente, para no cerrar nunca 
la ecuación por fuera de lo esperado, y lo mejor, 
en estas épocas medievales es mantenerse atento
y leer hasta con desconfianza la letra pequeña 
del oficialismo, cualquiera sea éste. 

Al hablar de una "Guerra civil", la potencia misma de la palabra nos refiere a una imagen del enfrentamiento armado de, cuando menos, dos sectores en disputa del poder. Quizá la mejor definición que recuerdo la brinda el escritor británico Arthur Clarke en su novela "Fuentes del paraíso" (1981) cuando escribe con precisión académica la situación táctica, y la resume con una pregunta inolvidable: "Qué ocurre cuando una fuerza irresistible se encuentra con un objeto inamovible". Claro que para equilibrar el binomio de la imagen citada, el conflicto debe ser parejo en algún sentido o estratégico o táctico o armamentista. 

A veces, la pasión, la bravura y la entrega a la causa de un bando equipara el despliegue operacional del otro bando en pugna. En Argentina se habló de "guerra sucia" por las tácticas violatorias de los Derechos Humanos desplegados en la urbanidad ciudadana de un país alterado, cuando la verdadera guerra civil, en el sentido clásico del término, se desenvolvió en nuestra provincia de Tucumán, cuando la tropa irregular del ERP, una milicia de cinco mil jóvenes de entre 18 y 25 o 26 años, recalentados en ideales por el discurso de quienes hoy son empresarios exitosos, y con alguna instrucción básica en combate, fueran a una pelea recta contra el ejército de la República Argentina, armados con fusiles de asalto, metrallas, pistolas y lanzagranadas, en busca de la independencia de una provincia tucumana emancipada e incontrolable por el gobierno central de la Nación. 

Esa gesta suicida, o valerosa o equivocada, se tituló: "Operativo Independencia". Recuerdo la frase de aquellos años que hablaba de una equiparación de fuerzas en conflicto: "De día patrulla el Ejército, de noche el ERP", asistidos los guerrilleros por motos, automóviles y camionetas. El sitio de nuestra provincia duró meses y la estrategia militar fue elemental, casi romana: Cortar las líneas de abastecimiento y suministros del ERP, cercarlos en los montes y esperar con paciencia a que salieran, y exterminarlos indefensos, sin municiones y hambrientos. 

El mapa de operaciones habla de la relevancia del adversario y hasta el peligro de enfrentarlos recto en el combate abierto o, acaso, la falta de certezas sobre el resultado del cuerpo a cuerpo. Luego de 1975, el teatro militar derrama en operativos de inteligencia en las provincias urbanas y allí adquiere otra cara, menos táctica que paramilitar, menos bélica que policial, que recuerdan los episodios de la Guerra de Argelia. Y tras el Golpe militar de 1976, ese aparato sigue bajo la forma de persecuciones en las bases sociales de todo ciudadano sospechoso de "enemigo del sistema", con el resultado conocido. Pero quizá, bordeando el límite, llegamos a la guerra civil española prolongada y feroz, y tan lógica como previsible con una monarquía en tiempos republicanos; la fractura de un país entero que arrojó la cifra escalofriante de un millón de muertos.

Acaso este largo prefacio me permite la antesala al análisis de los eufemismos en tiempos medievales, donde parece que lo aprendido durante el siglo XX se ha negado y aplastado fanáticamente durante el XXI. Incluso yo mismo erré esta mañana al listar una foto del movimiento de tropas en San Cristobal, Venezuela, y la llamé "Guerra civil". No hay tal cosa.
Veamos.

Lo que el gobierno madurista llama "oposición" se trata de ciudadanos venezolanos en desacuerdo con el gobierno. Y cuando Maduro reconoce la eficacia de los operativos de los llamados "colectivos", grupos motorizados, operando muchas veces de civil, y cuyo resultado son 35 muertos hasta la fecha –sin saber todavía la cifra de los "otros" no reconocidos–, no se trata de "contención de disturbios", sino que se llama "aparato represivo".

Y a la detención de manifestantes primero marcados y luego extraídos de sus domicilios sin orden de captura ni procedimientos legales, y sin información acerca de sus lugares de detención, no se la llama "captura policial", se lo llama "terrorismo de Estado"

Y cuando a los detenidos se los tortura, o para conocer información o para "corregir el pensamiento opositor", no se lo llama "Mesa de diálogo de Paz", sino que se titula "Violación de Derechos Humanos". Y si mueren durante la tortura, no se lo llama "exceso contemplado por el gobierno bolivarista", sino que se llama "Crimen de Lesa Humanidad". Y a la muerte de manifestantes por francotiradores con fusiles automáticos y miras telescópicas, no se lo llama "Operativo contra desbordes sociales", sino que se llama "asesinato a mansalva".

No se despliega a un ejército contra su propio pueblo en tiempos republicanos bajo pretexto de que el sistema está en peligro, porque lo que está en peligro es "este gobierno", la cúpula militar castrista y madurista, y no la democracia que vive en el deseo del pueblo venezolano, porque entonces tiene otro nombre, se llama "Dictadura".

Pero sobre toda otra consideración dialéctica, a un estado que destina el ejército local y el cubano, mercenarios tupamaros y grupos paramilitares contra una sociedad opositora que protesta desarmada sin otra herramienta más que la ocupación de calles, no se la llama democracia, sino "Tiranía". Y no hay allí una "Guerra civil venezolana", porque del otro lado no hay un ejército del pueblo ni una guerrilla entrenada para el combate, no es eso, sino que se trata de un simple "genocidio".

El disfemismo para el narcotraficante colombiano Nicolás Maduro es que no piense que porque el gobierno argentino negocia con ellos por debajo de la mesa el enriquecimiento de uranio venezolano destinado luego al mercado negro del mejor postor mundial a cambio de armas y narcotráfico libre por Ezeiza, todos los argentinos hacemos que no vemos o que no sabemos de qué se trata la suciedad que contiene. No todos nos tragamos el sapo de los eufemismos de las bestias, ni de su gobierno ni del kirchnerismo.

Barón Carlos Rigel

Copyright®2014 por Carlos Rigel

23 de marzo de 2014

24 de Marzo: Día de la Vergüenza



Casi cuatro décadas de una infamia nacida en 
las entrañas del pueblo mismo.


Hace 38 años, y aún recuerdo el recalentamiento social contra Isabel Perón. Trabajaba en una fábrica metalúrgica de las 6 hasta las 15 hs., estudiaba de 18 a 22 y los Sábados trabajaba de acomodador en un autocine en Villa Martelli de 22 a 03 del Domingo. Todavía está fresca en mi memoria la carta de advertencia que le enviara el Gral. Videla a Isabel desde el interior del país con el ultimátum de 8 meses para recobrar el orden extraviado en algún momento entre 1973 y aquel presente. Y sumados a la burla y el desprecio civil por las instituciones, los atentados, las acciones de la Triple A, el asalto a los regimientos, las novedades de una milicia armada en Tucumán, los controles ruteros, el transporte de armamento oculto de maneras esperpénticas, los asaltos, los rumores.

El Golpe estaba en el aire, lo veía a diario en la TV, en mi casa, en la calle, en la fábrica. No entendía cómo se avanzaba recto hacia el abismo sin dar un volantazo de último momento. El Golpe era un trámite, nada más, una extensión del desorden civil, sindical, gremial, institucional, una posibilidad advertida: El Golpe de Estado llegaría y pondría orden, y luego convocaría a elecciones. Así se concluía, ingenuamente. La gente, el pueblo, sabía que debía necesariamente pasar por ahí. En el colegio nos convocaban semanalmente, y hasta dos veces por semana, a manifestaciones de marcha en reclamo de boletos diferenciales, mejoras en los establecimientos, mobiliario, útiles. Mientras tanto, el famoso y recordado "¡Yegua! ¡Yegua! ¡Yegua!" contra el techo a las paritarias que en algunos casos superaban el 45 por ciento de aumento salarial.

No es distinto al desprecio que veo hoy hacia la actual Presidente de los argentinos pero, mejor lo aclaro, es la única semejanza que encuentro con Cristina Fernández, ya que Isabel Perón, luego de un juicio agónico que duró años en los cuales estuvo detenida por "malversación de fondos públicos", sólo se descubrieron doscientos gramos de fiambre sin el comprobante de compra. Y no es broma, fue el único gasto de fondos públicos "no declarado". A eso se debió que, tras el juicio sin condena alguna, la invitaran a abandonar el país rumbo a Madrid. Pero de esa época recuerdo perfectamente las colas para conseguir querosén, aceite, azúcar, las vedas de carne. Pero había, además de la anarquía civil, el desabastecimiento, la especulación, la inflación y el espíritu de manifestación diario, un actor secundario y silencioso. No se trataba del Golpe anunciado en sí mismo, sino de lo que seguía después. El plan que traía en su vientre podrido: el "Proceso de reorganización nacional".

Y cuando llegó, cuando un 24 de Marzo amanecimos con la novedad y el "Comunicado Nro. 1" de la Junta Militar, no hubo manifestaciones de protesta, sino entrega y docilidad, no hubo furor o pillaje, sino silencio y hasta obsecuencia, no hubo una convocatoria a paralizar al país completo sino la autorreclusión en cada hogar. Era nuestra bienvenida civil al período más oscuro y siniestro de nuestra historia institucional y fue recibido con absoluta indiferencia y mansedumbre.

El "Trámite" había comenzado. El apriete a los secretarios gremiales del sindicalismo criollo produjo resultados rápidos: Nuestros amigos entregaron listas completas y legajos detallados de los obreros a detener. En la fábrica, empezaron las detenciones de los delegados gremiales y los obreros más protestones del cuerpo laboral. Algunos de ellos no aparecieron jamás con vida. Las pocas novedades de ellos llegaban a través de los sindicatos. Luego comencé a sospechar que era parte del operativo de distracción diseñado entre la cúpula sindical y el ahora llamado "Terrorismo de Estado" militar a cambio de salvarse cada uno su propio pellejo. Para confeccionar las listas de detenidos, fue necesaria la participación del sindicalismo. De allí el Pacto Sindical-Militar que denunció Alfonsín durante su presidencia.

Ellos fueron los entregadores, los "judas", los que ahora la juegan de "Pilatos" o de víctimas. No hizo falta tareas de inteligencia para revelar identidades ni operaciones de inteligencia para conocer los movimientos de las víctimas: sólo le apretaron el zapato al sindicalismo y los entregó a todos. Tampoco hubo millones de personas en las calles reclamando el regreso a la institucionalidad ni el reclamo de elecciones libres inmediatas. Hace pocos años, un sindicalista allegado me decía así: "Acá en San Justo, todavía trabajan o viven esos entregadores, pero hay miedo y los familiares de desaparecidos no se atreven a apuntarles con el dedo".

Y en el transcurso del Estado de Sitio, el sorteo de los conscriptos para servir a la patria bajo bandera. Me tocaba el ejército nada menos que en el período de 1976 a 1977. Tucumán cayó cercada por las tropas. Parte de la instrucción militar fue pasarnos a los soldados los videos con los planos y las tácticas del sitio del ejército a la provincia emancipada, ocupada por una milicia rebelde de muchachos armados y al borde de la independencia.

Odie a este país de mierda, odié a su pueblo, odié hasta el último maldito ladrillo de su historia, lo maldije desde el abismo de mi ser. Tardé años en superar el odio y el desprecio hacia un pueblo de mierda que no alzó una voz hasta que los muertos brotaron de las fosas, hasta que los cadáveres temblaron en sus féretros al paso de sus asesinos, como escribe Shakespeare. 

El dolor y el terror fueron privados de cada hogar. Y mientras se espiaba tras las cortinas, se escuchaba el rumor conocido: "No te metas, algo habrán hecho". Los mismos que hoy se ufanan y hasta se ofuscan como símbolos de un valor cívico de coraje, aquel día estaban mudos de pavor. Si hasta recuerdo el temor que trepaba las piernas de estos valientes "Juan Pueblo" en 1984 cuando todavía mantenían el temor; "Sh, callate, nunca sabés quién puede escucharte". Siempre es más seguro honrar una placa en el después que actuar en el durante. "Cuando veas sangre en las calles, comprá propiedades", dice una película reciente. Como los miembros de este gobierno insano, sucio, "los campeones de los DDHH" que ahora se comen un asadito donde quedaron estampados los gritos silenciados, como muestra de una hidalguía jamás tenida: ellos también se enriquecieron con los gritos ahogados en los sótanos de tortura; lo hicieron antes o lo hacen ahora. 


Tanto fervor ciudadano para derramar en la Copa mundial y en el San Galtieri, no estuvo ese día cuando hizo falta. Nadie convocó a paralizar una fábrica, una universidad, un Ministerio, una ciudad. Hoy veo al pueblo venezolano en sus calles, manifestando, cayendo, alzando a sus muertos y continuando adelante, y afirma mi pensamiento: Más que el "Día de la Memoria", en 24 de Marzo de 1976 vive en mí como el "Día Nacional de la Vergüenza".

Carlos Rigel

18 de marzo de 2014

¿Qué ha pasado con los intelectuales?


La careta del bolivarismo parece haber dejado 
mudos a nuestros mejores intelectuales. 
¿Cómo logran olvidar tan rápido la irritada 
ofuscación del Proceso? ¿Cuándo fue que aprendieron 
a dividir entre el Terrorismo de Estado malo 
y el bueno?

Qué ha pasado con ellos, los intelectuales del discurso fervoroso, cuando lo común hasta hace pocas décadas era tomar posición ideológica de inmediato frente a los grandes conflictos sociales con derramamiento de sangre civil, de pronto nos hemos quedado sin relato oficial. A qué se debe el silencio cómplice, el mutismo permisivo, frente a la lucha del pueblo venezolano que hoy cae, alza a sus muertos y sigue. Dónde están las voces de protesta, o moderadas o iracundas, cuando por algo similar Octavio Paz renuncia a una Embajada en rechazo al gobierno de Díaz Ordáz que reprimió a estudiantes en la Totlelolcho de 1968. Dónde ha quedado nuestra dignidad, la integridad de "debatientes" permanentes, algo así como decir "combatientes", de todos los temas, bueno, para sabernos polémicos, ¿eh? 

¿Presumiremos acaso de nuestra neutralidad para leer cuentitos y poemas en las ruinas?, ¿en verdad nos alcanzará para sabernos justos? Dónde ha quedado el espíritu de Lorca, de Robespierre, de Dantón o Diderot, la insolencia de Rimbaud, la obstinación de Roa Bastos o la osadía de Wilde, qué pasó con la resistencia de Neruda y la cachetada de Orwell, el espionaje de Pasternak y las denuncias de Sábato, o la mordacidad de Goitisolo y la rebeldía de Alberti, ¿de veras aceptaremos no abrir los ojos para no mirar? No es Vietnam ni la guerra civil española o el Chad o Granada o Nicaragua, tampoco el FMI ni el presidente de EEUU o el Papa, es Venezuela, ¡su pueblo está en las calles!

¿De veras creen que luego honrarán memorias de ilustres con palabras huecas? ¿O sólo compartiremos la vereda donde calienta el sol con palabras de amor? ¿Envolveremos el silencio con himnos de gloria? ¿Cuándo fue que aceptamos el papelito con la canción que debíamos cantar? ¿Desde cuándo los gobiernos nos sugieren qué canal debemos ver o nos dicen cómo debemos pensar o cuál relato debemos repetir o qué decir? ¿Cuándo fue que olvidaron de cuál lado está lo correcto? ¿De veras se han quedado sin palabras? 

No habrá versos después de Venezuela.


Barón Carlos Rigel

17 de marzo de 2014

Gangrena desde el corazón




No es Lázaro quien se ha levantado de la tierra, 
tampoco un Golem de la tradición hebrea, 
sino el mismo Frankenstein. 
La variedad de uno a otro es que éste no tiene Alma 
y ni siquiera tierra; él sembrará y cosechará.


El pacto. El pacto y la siembra. La siembra de una semilla insana, como un virus de zombis. Y los ciclos de la naturaleza social, los pulsos del crecimiento de algo podrido de nacimiento. Como en un rito secreto celebrado en un sótano perdido de algún palacio de Centroamérica, con la concurrencia nutrida de un consorcio de autoridades máximas y representativas del continente de hace pocos años, qué otra novedad podían traernos más que la oscuridad. Los brotes de la peste han emergido a la superficie latina. El cuerpo social de América muestra los síntomas de la fiebre: es el rechazo de los anticuerpos, el interferón celular que advierte al tejido circundante. 

La asunción de extinto Néstor Kirchner fue la marca, el motivo del encuentro, y la propuesta del ALCA fue el disparador en épocas del nefasto G. Bush hijo. Más tarde viene el encuentro de jerarcas latinos, el pacto, el cáliz compartido, la copa desbordante de cocaína, de armas, de uranio, los juramentos sobre la espada de un Bolivar que, mudo, se retuerce en la tumba: la pluma estoica de metal ahora yace en manos de Fidel. Al libertador no le ahorran justificativos para el disgusto: le faltan las manos que fueron molidas, pulverizadas y mezcladas con el vino y la sangre del pacto. Y a sabiendas, los convenios con el Cartel del Sol, además de armarse para la guerra que viene. Claro que para llegar a Argentina y volver a Venezuela hay que cruzar por Brasil. Y todo eso observado por ojos electrónicos. 

Hitler en su mística satánica buscaba las señales terrestres del Hombre Nuevo, paradigma de una raza aria encontrada en la ficción de Flik, justificación final que cerró la tapa al frasco del holocausto. No es distinto al Frankenstein latino que persigue el pacto cubo-bolivariano, una especie de mercenario nuevo, nervioso, asesino y leal, dispuesto a todo. Pero el pacto no alcanza, también hay que conducir a los pueblos camino o al triunfo o al abismo. Ahora el enemigo es tanto interno como externo. Y en medio del pacto y la ceguera, sociedades por completo postergadas, hambreadas, de reclamos casi primitivos. Demasiados frentes abiertos para resistir; demasiada descomposición para vivir, demasiada indolencia para andar.

No sabemos si Cuba entendió el mensaje aunque obstina por estas horas en no mirar ni escuchar. Mientras mantuvo sus términos en la isla, e iluminada parcialmente como subproducto de un declamado "bloqueo" y de los contraluces de un siglo XX que aún no termina, incluso teníamos derecho a mirarla románticamente, nacida en una zona de clivaje con dos severos padres fecundadores, aunque sin madre conocida. Crecía entre la duda social de un deseo y una certeza equitativa que aterra. Pero desde que invade el continente y promueve el aplastamiento de la protesta civil por el control del petróleo, las armas, las drogas, y hasta el uranio administrado por la cúpula militar de Venezuela, la máscara de Cuba ha caído y ahora nos muestra, nos revela, su verdadera naturaleza ruin, inhumana y ambiciosa. Cuba rompió su impuesto autobloqueo, y como un violador prófugo causa estragos en las calles continentales. No hay vuelta atrás. Ahora surge la pregunta largamente evitada: ¿Cómo se llama una revolución 50 años después de cumplidos los objetivos? 

El corazón putrefacto dividido en dos hemisferios, el cubano y el venezolano, amenaza pudrir al organismo latino. Nuestro gobierno, con la inconciente Cristina Fernández al mando, ha buscado a los peores aliados, ha continuado los pulsos de una liturgia de los secretos sucios; cree acaso que los embarques de intercambio entre Venezuela y Argentina no son detectados por la inteligencia de la comunidad internacional; ambos gobiernos piensan que los buques de doble fondo que vienen con estupefacientes y uranio crudo, y van con uranio enriquecido y armas no son detectados desde el cielo por los radares espías electrónicos de potencias extranjeras; creen acaso que los despachos de toneladas anuales de cocaína que amablemente las FARCS le envían a la ETA a través de Ezeiza no están intelectualmente descubiertos en sus fines, que no hay conclusión a tanta señal. Tampoco a la asistencia de personal militar chino, cubano y ruso detectado en las filas de la GNB; incluso argentino; o que nuestras armas también matan venezolanos en estos días, sobre todo para quienes piensan que debemos mantenernos ajenos al conflicto.

Qué misterio que el Papa sea argentino, nacido en estas comunidades hambrientas de verdad, de honestidad y de justicia, como parido por un rayo separador en el Valle de las Sombras que cruza el jardín de las delicias tenebrosas. Es una suerte que ahora more en el Vaticano, sino estaría expuesto en un féretro de álamo, rodeado de calas con una ráfaga bajo la sotana. Es el Dalai Lama del nuevo siglo, el refugiado de Dios. Tanto dictador común no tiene derecho a presentarse erguido frente a él, cuantos sean tienen la obligación de quebrarse como es debido ante su presencia, o de llegar con un tutor en la pierna. Es la señal de la impureza pública en el altar. 

Las calles de Venezuela drenan sangre, es cierto, pero si pensábamos que Hitler fue lo peor de la humanidad del siglo XX, quedémonos a observar; seremos espectadores víctimas de la quietud del XXI. Así comenzó la Segunda Guerra. Curiosamente, la respuesta al paradigma sanguíneo de la infección, el mecanismo biológico de defensa, viene a quedar en manos de la resistencia venezolana. La gangrena avanza esta vez desde el corazón, quizá salvemos los brazos y las piernas y, con suerte, estaremos listos para armar un frankenstein perfectamente latino pero, a fin de cuentas, sin latidos.

Barón Carlos Rigel

Copyright®2014 por Carlos Rigel

8 de marzo de 2014

La señal

Se define una nueva presencia en América Latina: Cubania. 
Es la flamante Pantalla de Hierro, un bloque de países
al estilo de la Cortina de Hierro de la ex URSS.


De lo que observo en este tiempo se me vienen dos citas literarias que habitan mis recuerdos, por un lado, "Los blandistas" del pensamiento fantástico del autor polaco Stanislav Lem, la identificación biológica de seres informes –o multiformes–, volubles o blandos, sin huesos, acaso por insatisfacción con las estéticas sociales de un mundo ilusorio y genéticamente libre. Y por otro lado "el fin de la historia", según el doctor Fukuyama, epígrafe que intentaron vendernos tras la caída del muro de Berlín y la disgregación de la ex URSS en los '90, el fin de la Guerra Fría, a través de un libro con un aparente "extraordinario" éxito de ventas de un autor norteamericano en su etiqueta del imperio del capitalismo como vencedor resultante. Pero hay una Nueva Guerra Fría. El eje viajó a América.

Cebados por la recepción inaudita de América Latina en el tercer milenio, y tras el asesinato de Chávez planificado en la isla, los hermanos Castro gravitan para depositar el poder en una marioneta, un representante, de los intereses cubanos en Centroamérica, Nicolás Maduro. Chávez les abrió las puertas a los hermanos Castro, les ofreció una salida lateral al conflicto frontal, al cerco económico, con EEUU. Pero Maduro le abre las fronteras al ejército cubano en el acceso al país; desde entonces los hermanos Castro potencian la presencia militar en el continente.

Venezuela termina de estallar. En aquel país, donde nuestra Presidente termina de bailar ante las cámaras del periodismo (otra señal del eterno carnaval político latino), se dirime la apertura total al dominio, o cuando menos, la influencia táctica de Cuba sobre las Américas. Si el esqueleto del bolivarismo se mantiene en el poder en Venezuela, si el pueblo decae en la lucha, el triunfo de los planes castristas será inminente, el "jaque mate" estará a una jugada de distancia. Cuba tendrá las puertas abiertas para irradiar hacia América Latina la doctrina marxista, implementando un estado militar y policial sobre la sociedad latina; el método extorsivo que ejercerá sobre los estados americanos será el mismo que utiliza aquí, en Argentina, el kirchnerismo tanto sobre las gobernaciones como sobre los municipios: La administración de fondos federales como premio o como castigo cuando la lealtad es firme o mengua, que en el caso de Venezuela, será la de ejercer una influencia feudal sobre los embarques del crudo continental: es el eje de la cuestión. Los países que puedan autoabastecerse de combustibles serán cercados e invadidos con narcotráfico. De una u otra manera penetrarán el corazón continental.

Todo esto ocurre allí por ese motivo, el petróleo. La misma necesidad que lleva a EEUU a invadir a Oriente Medio, es importada aquí por los sueños cubanos pero sin necesidad de importarla; ya estaba, sólo que Chávez les tiró una soga desde el continente. Cuba hasta ahora no mostró las uñas, pero eso no quita que las tiene. La Guerra Fría sigue vigente, se trata de jugadas nuevas de ajedrez planificadas con la inclusión de improvisaciones para sortear obstáculos. Cuba tiene una estrategia y lo que ahora vemos allí, en las calles venezolanas, son las tácticas necesarias para cumplir el objetivo. Para eso los hermanos Castro requieren sacrificar al pueblo venezolano, quienes parecen no haber entendido que su país y sus riquezas serán el centro trascendental de gravedad, la capital del poder latino, a través del dólar negro administrado desde la Habana. Lo mismo que EEUU en Irak: "Porque te quiero, te aporreo. Porque no querés ser libre, te asesino. Hasta que entiendas".

El objeto de preocupación tanto en Washington como en la Habana no es Venezuela, sino el crudo de Venezuela, el crudo y el vínculo directo con la cocaína colombiana. Para ambos Estados el pueblo venezolano es un trámite colateral. Y en lo observado hasta la fecha, así lo están resolviendo. La jugada de Cuba es a todo o nada. La nada existe en la isla, mantenida militarizada desde hace medio siglo. La participación civil y política del ciudadano común en Cuba no existe, más allá de una pantalla de operaciones, prácticamente sin influencia final en el poder político central. Y eso mismo ahora está en conflicto en Venezuela. A los hermanos Castro sólo le resta avanzar, la oportunidad de tener a un Maduro en el poder no se repetirá en la historia institucional de los Estados centroamericanos. Es ahora o nunca.

La falta de hipótesis de conflictos continentales en los Estados latinoamericanos, sumadas a las caricias que América le dispensó a Castro desde comenzado el milenio, le han asignado una cuota de poder que los isleños utilizarán sin desperdicios. Los líderes de carnaval nacidos de nuestras propias sociedades, nuestros risueños presidentes, nos han conducido al abismo de perder la identidad, a debilitar la vitalidad y el potencial propio de cada país. Con el discurso ligero y alegre nos han dejado merced a una guerra satánica entre dos grupos de criminales, o EEUU o Cuba, pero lo cierto es que para nosotros no habrá diferencia alguna. Seremos esclavos frente a la misma tiranía. 



Con la irrupción del marxismo en el control del petróleo americano la distribución del poder económico de los dos sistemas resultará de nuevo en equilibrio. Y explorando el futuro alternativo, tendremos mejores planes educativos, quizá, pero será la renuncia absoluta a los derechos civiles. La distribución de bienes será pareja, tal vez, pero el narcotráfico será administrado para toda América por el Estado como un bien del Estado, además de convertirse en la hipodérmica infecciosa que necesita Cuba para atacar a su viejo adversario del capitalismo, los EEUU, y desquitarse 50 años de cerco económico. También para atacar a Europa alimentando a facciones guerrilleras y emancipadoras. Y si a la tesis le agregamos el nuevo marxismo capitalista de China, el mundo definitivamente será otro.

Y cuál es el paradigma abierto en el principio: Los "blandistas" somos nosotros, el resto de América, en el pensamiento castrista, los Estados indefinidos y alegremente irresponsables, ventaja fortuita a su favor. Y "el fin de la historia" que no fue tal, quedó ceñido a la Cortina de Hierro, la corteza de países que escudaban a la URSS de occidente, porque en lo que a América se refiere, Nicaragua, Ecuador y Venezuela son la Nueva Cortina de Hierro de la vieja Cuba, una pantalla adolescente a la que llamaré Cubania. 

Llega el momento en que América Latina debe elegir entre ser proletaria o propietaria, depositar nuestros sueños en el verso del capitalismo, con sus contraluces, o entregarlos al marxismo, con sus sombras. El petróleo no toma rehenes y no habrá puntos intermedios, para la Venezuela cubana habrá amigos, como Bolivia, Brasil y Argentina, y el resto serán enemigos, como lo son ahora Panamá, Chile y Uruguay.

Barón Carlos Rigel


Copyright@2014 por Carlos Rigel

2 de marzo de 2014

M14


Lo que se dirime en Centroamérica no es ni la democracia 
ni la libertad, sino el tironeo de dos viejos adversarios por 
el control de los millones en petróleo y drogas: 
Cuba y EEUU. Pero la ecuación mantiene una incógnita 
y es el pueblo venezolano.


Los idus de Marzo le llegan a Maduro en Venezuela. O es el fin de su gestión o el fin del gobierno de Venezuela. No sabemos si morirá o escapará o si permanecerá, pero será el final del algo. El sueño bolivariano murió en Marzo de 2013 cuando en un quirófano del CEMIC los médicos cubanos cumplían la instrucción de abandonar la vida de Hugo Chávez "sin dolor", tal cual como la cúpula castrista había planificado al tomar conocimiento del cáncer del líder venezolano: Llevarlo a la isla y terminarlo allí, como en un acto de gran piedad pero sin piedad. Maduro estaba en los planes cubanos de sucesión, pero no Capriles, quien por poco arruina el destino cuando echa todo a tierra con una elección que muy pocos saben que, a pesar de los controles internacionales, él ganó.

Con el asesinato programado del venezolano finalizaba una etapa, concluyendo así, el enfrentamiento de dos proyectos inclusivos pero opuestos: el de la Gran Colombia bolivariana de Chávez, y el de la Gran Cuba castrista de los hermanos líderes marxistas de la isla, y que resulta de controlar a Nicaragua y a Venezuela desde la Habana. La triangulación necesaria en el acceso al continente, a fin de cuentas, los beneficios de tener participación en el control del petróleo venezolano y el acceso al corredor libre continental del tráfico multimillonario de estupefacientes y armas, cuya principal salida al mundo europeo es Argentina, ese colador del sur con trampolín libre incluido que es el aeropuerto de Ezeiza. 

En efecto, nuestro país no ofrece resistencia alguna al tráfico de drogas que a diario ingresan por toneladas por la frontera norte con Bolivia y la Triple frontera con Ciudad de Este. Se puede cruzar a lomo de burro, a mano o con avioneta. Incluso un Boeing puede cruzar nuestra frontera que no será detectado por el simple motivo de que no hay radares allí. Cualquier país de América Central o Sudamérica puede acceder generosamente al circuito. Hay Ministros famosos del gobierno kirchnerista que operan como garantes y capitalistas del corredor libre. De allí la fortuna desmedida que amasaron en los últimos años. No todo viene de saquear las arcas públicas, también se nutren de la narcopatria.

Armas, drogas y contrabando de lo que sea. Incluso ese corredor alimenta a los etarras de España. ¿EEUU lo sabe?, claro que sí, naturalmente, los informes de contrainteligencia desde hace años que vienen advirtiendo la operación castrista, la docilidad de Maduro, la compulsión del pueblo venezolano. No alcanza con tener puerto de acceso seguro con provisión de armamentos a Colombia en el combate contra la producción y el comercio de cocaína. EEUU tiene emplazamientos militares en Colombia, también en el norte argentino y hasta en la selva paraguaya. El jaque puede llegar en cualquier momento, cuando así lo quieran, para eso les abrimos las puertas en el sur por unos pocos pesos. Pero ahora necesitan controlar a Venezuela. Para los informes de la CIA, ¿importa el pueblo venezolano?, claro que no. En cualquiera de los planos sobrevivientes salen desfavorecidos.

La incógnita es, precisamente, ese pueblo convulsionado. Qué forma adquirirá después de Marzo, qué camino elegirá transitar, por ejemplo, la cúpula militar, cuando sabemos que 173 oficiales fueron pasados a retiro por el descontento con la presencia militar cubana como asesores de Maduro en la crisis. Cuba cumple con sus planes y avanza, pero se mantiene en la incógnita saber si el estado militar que sobreviene convocará a elecciones pronto tras la salida de Maduro o si comenzará una represión histórica de la GNB al estilo argentino, o si entrarán en operaciones extremas las fuerzas cubanas, gravitando en la futura cúpula del poder de facto venezolano, o incluso la expulsión de consejeros militares cubanos del país, y ese signo también depende del pueblo ciego, sordo y mudo de información que ahora mismo toma las calles, a pesar de las torturas, los asesinatos y las persecuciones. 

Es la tapa a un proceso de integración regional que parte con pueblos divididos y enfrentados entre eufóricos e irritados, algo así como reparar la calle cuando el techo de nuestra casa se nos ha venido encima. Pero la relación del pueblo venezolano con el ejército está herida de muerte. No tiene regreso y el pase de facturas es inminente. López probablemente está muerto, así se rumorea aún sin confirmación, pero Capriles, ¿pacificará?, ¿cortará relaciones con Argentina, acaso el peor influyente después de Cuba?, ¿cómo resolverá el plan de la Gran Cuba en los planes castristas? ¿qué pasará con el corredor latino de tráfico libre? 

La presencia del ECO, Ejército Cubano de Ocupación en tierra venezolana, cierra cualquier capítulo de diálogo con el gobierno y hasta promueve la protesta. Asesoran y hasta participan en los operativos urbanos, detienen, torturan y toman decisiones críticas que casi siempre implican violaciones de derechos, tanto civiles como humanos. Así concluye el proyecto de integración continental inspirado en próceres pretéritos, interpretado por figuras menores y vengadores de los "malos tiempos" llegados sonrientes para enfrentar las crisis sociales, utilizando el ambiguo método de la democracia como una palanca de fuerza y no como una convicción de bien público, y para quienes el asesinato y la tortura son posibles en la busca de bienes superiores. 

Para ellos y para los nuestros, no ser descubiertos mintiendo es lo mismo que decir la verdad, y no ser sorpendidos asesinando es igual que ser inocente. Se piensan caudillos nacidos del pueblo cuando son tiranos vestidos de democracia, por eso les duran tan poco los disfraces, los pierden ante el primer reclamo social. Nunca darán un paso al costado porque ellos son los mejores, y los que nos cabe como sociedades libres es aceptar sus reinados irresponsables o derramar nuestra sangre en las calles. Tan demócratas son.

En cualquiera de los casos, el sueño bolivariano cerró las puertas; el movimiento concluyó. Lo que queda es un cadáver infeccioso que deben quemar cuanto antes. Luego, la mirada se dirigirá al sur, al corredor libre de Argentina. Los idus de Marzo, previo al asesinato de Julio César en la historia romana, anuncian el fin de una edad, la sentencia está en marcha. "La hora de los pueblos", citando al extinto líder bolivariano, se acerca, pero el derramamiento de sangre no concluirá ni en Marzo ni en Abril. Allí comenzará.



Barón Carlos Rigel


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