28 de junio de 2011

Félix Díaz / Legítimo representante Qom de todos los argentinos


Cuesta creer que para liderar una mesa de diálogo que reclama tierras de propiedad privada usurpadas por el gobierno provincial para la siembra de soja, el gobierno nacional convoque a una votación y además creamos mantener nuestra vergüenza democrática intacta. 


Pero así ocurrió en Formosa con el resultado ya conocido: El cacique Félix días fue elegido para representar a nuestras voces (todas ellas) con el 62 por ciento de los votos cuando se presentó el 78 por ciento del padrón regional. Y aunque pensé alguna vez que la famosa "seguridad jurídica" estaba a punto de resolverse en nuestro país, volví a verificar que no es así. Pregunto: Si mañana una comunidad originaria ocupa territorios por ejemplo de Benetton o de cualquier empresario, digamos, para sembrar papas, el gobierno ¿convocará a elecciones de representantes para el diálogo, o los sacará a todos a los tiros?



Hay que recordarle al Estado que existen ya dos fallos ejemplares, uno en el sur y otro en el norte de nuestro país, que legitiman propiedades de comunidades precolombinas cuya posesión data de períodos anteriores al imperio de jurisprudencia vigente desde la creación del Estado Nacional. En otras palabras, no disponer de escrituras documentadas no es suficiente para quitarles las tierras a ninguna comunidad que la habite desde la antigüedad. Son propietarios "de hecho". Los "Ocupas" para ellos, somos nosotros. Cito uno de los casos:


"El fallo del Tribunal Contencioso Administrativo, condena al Estado Provincial a entregar en un plazo de 15 meses las tierras en propiedad, a las comunidades indígenas de Quebrada, Puna y Ramal. Confirma además la obligación de consultar a los pueblos indígenas en aquellos asuntos en los que se encuentren involucrados.
La Comisión de Participación Indígena (CPI) -órgano consultivo integrado por representantes de las comunidades aborígenes del Programa de Regularización y Entrega de Tierras a los Pueblos originarios de Jujuy- celebró el fallo del Tribunal Contencioso Administrativo, que condena al Estado Provincial a entregar en un plazo de 15 meses las tierras en propiedad según el nuevo derecho, a las comunidades indígenas de Quebrada, Puna y Ramal; y confirma disposiciones del Convenio 169 de la OIT, por el cual el Estado tiene la obligación de consultar a los pueblos indígenas en aquellos asuntos en los que se encuentren involucrados, como gestión de recursos naturales, explotación económica en sus territorios y cuestiones ambientales.
El anuncio del fallo fue efectuado este sábado en conferencia de prensa que contó con la participación de los dirigentes indígenas que iniciaron el amparo y los asesores letrados. En ese marco también se anunció que este jueves, a las 11:00 en la sede de la Asociación Warmis Sayajsunqo de la ciudad de Abra Pampa se celebrará una asamblea de todas las comunidades indígenas de la provincia quienes emitirán un documento respecto al valor de este fallo considerado ejemplar por los referentes aborígenes..."

Y para finalizar, le debo recordar tanto al periodismo como al Estado Nacional que etimológicamente la palabra "aborigen" fue creada por los españoles, es de raíz latina, y significa "sin origen". Destaco que ambos fallos jurídicos ratifican que sí lo tienen, además de ser ciudadanos argentinos. Y si son "indígenas", es decir "habitantes indigentes", es porque revela el tamaño de nuestra indiferencia cívica.




21 de junio de 2011

El surco en la mesa / Teatro Pinti





La inclemencia de los elementos, la tormenta, el granizo, incluso las impiedades de los medios –ya que el suplemento zonal de Clarín fallidamente anunció el evento para el día siguiente, es decir, el domingo–, aun todo eso, decía, no lograron frustrar el evento poético-musical: El Pinti de San Justo encendió reflectores a sala llena. 


Constará en las anécdotas del público, quizás, la corrida de toros de último momento que retrasó el inicio del espectáculo cuando las piedras comenzaron a ametrallar el techo, primero unas pocas recibidas con perplejidad hasta que se desató el infierno sobre el teatro y los propietarios de autos en segundos abandonaron la sala para regresar luego gradualmente a sus lugares.
La besana de sueños dio comienzo al ritmo de las introducciones cíclicas que propuso Edgardo Alberro, primero estático en el escenario, después transitando la sala con su locución heráldica, luego en oasis semánticos de José Paredero que terminaron de integrar la noche en un reino de música, piezas poéticas y folclóricas entonadas a menudo con acompañamiento de la sala, a veces liderada por Julián Nicolao a vigoroso golpe de cuerda y voz, otras por Hernán Albornoz llevadas con alegría y a fervor abierto, simiente al fin de un teatro primitivo renacido y otra vez nuevo. 

Ileana Paradero –la hija del poeta– por instantes mansa con el palo de lluvia o las pezuñas, o telúrica a fuerza de bombo o cajón peruano en otros, fue ninfa y crisálida en la noche temprana. Hambre de palabra y el pan de la alianza, hubo episodios emotivos de color sonoro, incluso lágrimas del público. A cada uno su fibra: A veces la poesía duele, pero no es atributo de la palabra sino de las resonancias que provocan en el metal del ser. He allí la majestad de la letra que siendo espíritu sin materia nace como alma encarnada en una reunión. No hace falta un dios cuando la palabra comulga con el sustento. También el pan que fue cortado en el escenario durante el espectáculo y luego compartido con la sala por los actores en una comunión de sal y tierra viva –y que sólo puede darse en un teatro cálido y familiar–, remembraron una inagotable última cena medular y casi sagrada.

Por suerte la pasión del público, inspirada a su vez en la pasión de la compañía de juglares, compensó detalles técnicos menores de una única presentación que sueña ser más. Cada quien aplaque su cuerda: Hubo quien protestó por el tono doloroso de la obra, pero quienes transitamos este suelo cruel y fértil sabemos que en el surco no sólo va la semilla, sino también el sudor y la esperanza. El cierre del evento fue destinado a García Lorca quien estuvo presente en el escenario y nos recuerda que aún es posible reclamar su liberación y retornarlo sano y salvo a nuestra edad. En poesía y música todo es posible cuando el corazón está abierto.




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13 de junio de 2011

Balada del seno desnudo / Rogelio Sinán


La escuché por primera vez durante la conferencia que dictó mi amigo, el panameño Martín Jamieson, en la 29ª Feria del Libro en Buenos Aires, en 2003. Sus fulgores me trajeron al presente la infancia con guardapolvos blancos, en calles de tierra y zanjas llenas de lluvia, de juncos y de ranas; y también a juegos de escondidas mixtos en viveros densos de eucaliptos y plantas salvajes, con escondites resistentes contra cualquier piedralibre. La Balada del seno desnudo de Rogelio Sinán, vuelve a brillar desde Panamá hacia el sur, 75 años después.




—¡Mangos...! ¡Mira...! ¡Tantos...!
¡Oh...! ¡Uno maduro...!
(Dio un salto... ¡y salióse
su seno, desnudo!)

¡Yo salté del árbol!
¡Upa...! ¡Tan...! (¡Qué rudo!)
¡Por mirar de cerca
su seno desnudo!

¡Me miró asustada!
Cubrió... lo que pudo
y... ¡huyó...! ¿Qué robaba?
¡Su seno desnudo!

Lejana... lejana...
me envió su saludo.
(¡Yo seguía mirando
su seno desnudo!)

Perfume silvestre
de mangos maduros,
¿Por qué me recuerdas
su seno desnudo?


Rogelio Sinán, Panamá (1929)





Aún perdura en los estantes de mi memoria el perfume inhumano de las pasturas y los bosques. El de los senos virginales creo recordarlo, pero apenas puedo imaginar el perfume de los mangos maduros en la siesta centroamericana. ¿Será como duraznos o como ciruelas? ¿Será dulce como los senos de una muchacha morena?

Mayo de 2003
Fragmentos del Cielo, de la Tierra y del Infierno.





9 de junio de 2011

ORSAI / Quizás la ficha que salte la banca




La industria editorial, una industria zángano, vive de autores y creativos capturando el ciento por ciento de los resultados; la inercia es tal que evaden derechos de autor, trampean tiradas, justifican exiguas ventas, versean, convocan a premios fraudulentos, roban ideas con algún interés y luego se las pasan a autores poco escrupulosos quienes aceptan el robo como método legítimo. 
El complejo mundo editor mueve millones al estilo de un cartel de drogas y, como tal, dispone de servicios de asesoría legal, lo que les permite un amplio margen de operaciones al amparo de los contraluces institucionales de la ley a la hora de la firma de contratos leoninos y en detrimento de autores desorientados.

No todo el que escribe es escritor; ni siquiera quien lo hace en cantidad, ya que un estudiante llena cuadernos y carpetas y tampoco es un autor. La sociedad está saturada de escribidores de poca o mucha monta, eso es cierto, pero no lo es menos que los pocos que cruzan los filtros para alcanzar la fijación del nombre o pseudónimo en la conciencia social enfrentan luego, parte ya de una editorial, el fraude y la estafa como moneda corriente. Nada se puede hacer hasta disponer de un cierto prestigio, una conducta de autor, pero incluso traspuestas esas barreras, la inercia es tal que el novel es incluido en una corriente de agachadas, escondidas y mentiras que actúan como una ley inexorable: O desaparece fagocitado en esa corriente o encuentra un compartimiento en ella, pero nunca hallará el éxito por ese camino.

Frente a la complejidad editorial, aparecen las "imprentas" que permiten lo que se ha dado a llamar la autogestión del autor, es decir, la edición del material por bolsillo propio. Se hacen llamar editoriales pero en verdad son imprentas; no disponen de correctores, no cumplen las etapas de revisión del material ni el análisis del mercado, no hay estudios de tapa ni de títulos oportunistas, no hay pruebas de galera ni soporte publicitario. La impresión sale como está, sin cambios ni mejoras. Y acerca de la distribución opera el "arreglate como puedas" porque son imprentas y se inspiran en la idea de que el autor del material quiere ver su nombre impreso en la tapa y, aunque se trate de una abominación impresentable –a menudo lo es–, él mismo se ocupará de la venta, que casi siempre termina en un fracaso agónico.

No es distinto a estampar una foto personal en una remera de nuestro uso, pero muy lejos de soportar una edición pública. Naturalmente que esto no habla de calidad narrativa ni del perfil de autor ni de estilo personal ni del estudio del idioma como herramienta de evolución. Nada de esto parece necesario para el novel, aunque lo sea.
Y así, los autores –con o sin calidad narrativa– salen al complejo mundo del comercio o mediante el gran mercado fenicio o el menudeo anónimo, en cualquiera de ambos casos, más semejante a una selva carcelaria que a un circuito nacido del arte. Piensan, por un lado, que sólo es necesario escribir, y por el otro, vender camino al estrellato. En resumen, o una mafia inaccesible o vivir encriptado en una ostra de ilusiones. Los bordes son intangibles: Recibe muy semejante trato un creativo exitoso que un delincuente marginal; un confundido que un clarificado. En todo caso, se socializan las pérdidas pero si hay ganancias, rápidamente son individualizadas y coptadas. Más tarde, los autores noveles con algún resultado de caja favorable pasan a formar parte del esquema por lo tanto también son vehículos del silencio y el fraude.

Editorial Orsai de Hernán Casciari termina de inaugurar un formato de distribución y ventas de la revista también de nombre Orsai. Con esto, aprovecha además para difundir su propia obra literaria. Yo no sé si su director es un clarificado, un cuentista con demanda (dice ser el autor de habla hispana más leído, que es como decir que es el mejor de todos) pero avanza en un compartimiento editorial inexplorado: La venta directa, y se la gestiona a través de suscripción. 
Esto no augura un material feliz, ni de calidad literaria coleccionable, pero es conveniente considerar la alternativa. A no engañarnos, Casciari crea una editorial para vender sus propios libros y revistas y, quizás, la obra de algún allegado de su simpatía. Con esto digo que tampoco resuelve el problema autor-editor-lector, sólo demuestra que hay otras vertientes para probar suerte. El problema que debe enfrentar, además, es lo mismo que reune a los autores de la autogestión en la vereda de las imprentas: el financiamiento. 
No digo que sea simple de resolver ni que sus detalles sean menores, pero es una alternativa para aunar al catálogo de autores solitarios que viven en el limbo urbano del anonimato.