29 de abril de 2014

Mensaje de un Capitán activo


Mensaje a la república venezolana del Capitán 
de la GNB Juan Carlos Cagüaripano Scott del 28 de Abril, 2014.
Un llamado a sus camaradas de armas a 
la reconciliación y al regreso a la institucionalidad.
Un valiente en épocas de caos.

Fue publicado por DTV Oficial en el sitio You Tube



Desde el comienzo del conflicto en Venezuela –si acaso listo como comienzo el estallido social luego de la represión de estudiantes tras la violación de una muchacha en la ciudad de San Cristobal, Tachira–, desde el inicio, decía, he tomado posición del lado del pueblo americano. Ni de las urnas, ni de los gobiernos de la Tierra involucrados en quitarle una tajada a una nación rica pero en estado de pobreza, ni de la aparente "institución" republicana bolivariana, ya que esta vez las herramientas sociales de la democracia han venido con trampa en su vientre. 

Mal haría en favorecer con mi pensamiento a un movimiento cuando son fugaces, a un gobierno cuando son turistas, a un resultado de comicios cuando pueden ser alterados. Pero ni aún la consideración de un resultado comicial favorable alcanza para justificar el atropello, el terrorismo de Estado y la supresión de Derechos Humanos. Me importa un cuerno el bolivarismo si es a costa de la sangre de los pueblos. Ya miraba a este movimiento con cierta desconfianza en el origen porque era llegado por la voz fervorosa de los caudillos, que no eran otros que los golpistas de otros tiempos. Y cuando escuche risas, calcularé las lágrimas.

Siendo autor de ficciones y pensamientos literarios, he postergado el análisis de lecturas y la continuación de mis escritos para asumir un compromiso superior, el rol social de observar y transmitir mis percepciones sobre los acontecimientos que despedazan a esa nación. Que nadie diga que mientras esos hermanos morían yo escribía ficciones, indiferente de sus sufrimientos y de sus muertes. Que otros lean poemas y cuentos y se jacten de los aplausos, cedo mi puesto jamás reclamado por mi pluma hasta que se resuelva el conflicto en favor de la población venezolana. Si hasta he ofrecido viajar para sumarme a las trincheras civiles de la resistencia anticastrista, porque el peligro se ha acercado a las Américas. La irrupción del castro-comunismo se ha asomado al continente con ambición desmedida y perversa por sus riquezas. No es difícil atacar, torturar y asesinar a un pueblo ajeno, pero lo terrible de este paradigma es hacerlo frente a las narices de quienes juraron defender a su pueblo frente a cualquier enemigo externo: Detrás del anacrónico Nicolás Maduro se encuentra el despiadado Raúl Castro.

"No confundirse, el gobierno de Venezuela no es socialista, es una vulgar dictadura militar", dijo desde Chile Isabel Allende Bussi, la hija del exPresidente chileno, pero dentro de esa conducta de arbitraria vulgaridad hay otro emblema nacido con la revolución industrial en el siglo XIX, trasvasada al indeciso siglo XX y heredada al XXI: La larga sucesión de gobiernos corruptos e inútiles que finalmente han dejado una huella profunda en las sociedades americanas, hoy postergadas y hambreadas, cuya ejemplaridad cotidiana del ejercicio del poder ha sido el delito, el enriquecimiento de los miembros de gobierno y la hambruna de los pueblos. Autos caros y lujos monárquicos para unos, y fideos y carbón para otros. Y ante la protesta, la represión bestial en la cual hasta una constitución es usada como un arma.

Y así, la violación de una muchacha en una provincia alejada del orbe, desata un resentimiento meteórico acumulado tras décadas de postración, de engaño y de asimetrías sociales vergonzosas. Es la realidad de América Latina. Las democracias no han comenzado aquí, recordando las palabras de don Roa Bastos. El estado republicano no es inmune a la peste de un capitalismo antropófago y, en el otro extremo, a los espejismos de un comunismo más dehumanizado todavía, algo así como elegir entre el SIDA y el cáncer, decía Vargas Llosa, ambos lados en cuya interpretación libre de nuestros políticos, en la traducción latina, es la oportunidad, el sueño, de "salvarse" para siempre en uno o dos años de poder y sin gran esfuerzo. Por ende, la herramienta republicana llega a manos o de caudillos rebeldes y contestatarios, o de restauradores peores que los caudillos salientes, pero nunca de servidores demócratas obedientes de las constituciones locales, sin sueños de potencias suprahumanas ni de ríos dorados. O monarcas o prófugos. Pero cuanto más ricos los países, más pobres los pueblos.

Así, el diagrama actual de América Latina, tras siglos de cumplidos los procesos independentistas, en la mayoría de los casos, se parece más a las edades feudales europeas con reinos obscenos y palacios aislados, y a su alrededor la sumisión y la hambruna. Somos latinos. Conducen nuestras sociedades al abismo y los aplaudimos por eso. Dura poco el fervor. Se nos fue dado tanto y tan abundante que caímos con facilidad en el vicio y el despilfarro, y ahora con la totalidad de los problemas intactos, de nuevo pobres y además corruptos. Tanta efervescencia no sirvió para nada. América ha perdido la inocencia: No es el jardín del Edén prefigurado en los '70, sino un prostíbulo sobre un baldío radiactivo. 


Barón Carlos Rigel



Copyright®2014 por Carlos Rigel

27 de abril de 2014

El autógrafo del Mal




Galera, bastón y monóculo no son óbice
en esta edad para ocultar los destellos en medio 
de tinieblas, pues un artista es un artista, una nariz es una nariz, 
y un churrasco, ¡pues es un churrasco!


–¿Es usted el prestigioso y sorprendente autor Carlos Rigel?

–Aguardad a que prenda un faso... ¿Cómo dice, su señoría?

–¡Que si es usted el prestigioso autor Carlos Rigel!

–Pues... no, en verdad, no lo soy. ¿y por qué pensais que lo soy? ¿Acaso os adeudo alguna caja de fasos fiado?

–Pues creo reconocer su foto en este libro, pero si no es usted, entonces es una buena fotocopia.

–Permitidme ver el libelo de vuestro tan confuso episodio.

–Aquí... ¿no es usted?

–¡Opfst!... Pues creo ver la razones de vuestro tan inaudito fárrago.

–¿Qué?

–Pero vea, audaz ciudadano, que tan cierto es que cada vez creo parecerme más a la contrahecha naturaleza del mentor de vuestro embrollo.

–Pues, sí, tal parece que las fotocopias caminan.

–O ¿por qué piensa vuestra merced que envaino mis luciérnogos ojos con estas cautas gafas oscuras, y a veces sobre el mismo monóculo?

–Pues... ¿por el sol?

–¡Además!... además, digo, pues porque a diario soy confundido con tan extraordinaria personalidad de la escritura... Mas vea, su merced, qué sorprendente similitud, que si me levantara mal dormido, o acaso bajo los efectos embriagadores de la ginebra, y viera esta misma foto colgando de mi espejo, ¡por mi ósculo sacro, digo, que yo mismo dudaría quien soy!

–¡Ni Dios lo quiera!... ¡Que antes que promover tamaña tribulación del ser, pues prefiero echar este ejemplar sin autógrafo al fuego abrazador!

–Pero, aguarde vuestra merced, sosegad vuestras ansias reparadoras ¿dice su señoría que se trata de la busca de un legítimo autógrafo de su autor?

–Pues claro, qué más pudiera querer en mi abyecta vida que de tal personalidad de la escritura, como refieren vuestras caras palabras, la firma de pluma y cuño de su creador... Pero si no es vuestra merced, con mis justas disculpas, pues seguiré buscando a su mentor.

–Aguardad, aguardad... ¿Estais seguro que no os adeudo una caja de fasos?

–Pues, no, creo no tener en mi memoria dicho infortunado acontecimiento. O ¿acaso tiene usted conocimiento del paradero donde pudiera cumplir mi acometida con el legítimo Carlos Rigel?

–¡Guast!... Pues dudo que pudiera participar en tal acometida, pero creo conocer el parador de vuestro destinatario pues sabrá, su merced, que cambian erráticos, que tales espíritus artísticos deambulan sin rumbo, como perros vagabundos en la Navidad de la metrópoli, profiriendo aullidos desgarradores y esperpénticos, que tan pronto los vereis dormidos sobre un envase de guisqui volcado y goteando, otras saltando o cayendo en los charcos, a veces librando gritos explosivos en los rincones de un callejón oscuro, otras moviéndose como ánimas perdidas en el Paraíso alcohólico, como un escorpión en la sartén ardiente, o quizá orinando transeúntes desprevenidos desde la terrazas y luego huyendo, dándose a la fuga como verdaderos vándalos sorprendidos en sus fechorías y terrorismos ciudadanos, ¡que ni el mismísimo Rimbaud realizaría barbaridades mejor!, pues de haber una revolución sangrienta en las calles, pues en verdad que vieres encausadas las potencias creativas en los yerros del metal y el fuego, antes que la pluma y el pincel, pues por gobierno del mismo espíritu tenebroso que en épocas de paz promueven la asquérrima decadencia y la corrupción de sus mentes infortunadas y débiles, pues son cáusticos dioses chocados a tierra, como churrascos de plasma en plena tormenta, pero cuando las nubes del alcohol son disipadas por estrechos momentos lúcidos de tregua ácida, pues los vereis asomar tímidamente como Quijanos saliendo del imprevisible manchego andante, pues sus tibios y cándidos corazones, tan frágiles, conservan el mandato del Comienzo, lo sabreis acaso, ¡el pacto original de los ángeles de servir a la humanidad!

–Pues cuanta noble palabra y cuanto agradezco tanta certera amabilidad pero, ¡vea usted, qué contrariedad!, pues se me ha hecho tarde, creo tener que dejarlo para otra oportunidad. Devuélvame el libro, innominado señor, pues conservaré la cal de su inmaculada portadilla para otra jornada.

–¿Cómo dice? Pero aguarde, su majestad, ¡si creo haberlo visto tomando un café aquí a la vuelta, hace un minuto!... Si aguarda su merced aquí, pues lo traeré firmado de puño y sangre por el mismo creador. ¡Creo yo que, sin dudar, se ofrecerá gustosamente a dedicaros unas gratas palabras a tan afanoso lector, incluso, no dudará en dedicaros otras a vuestra familia, doncellas, siervos y  especialmente a la princesa de vuestro hogar! ¡Que sin mucha insistencia os brindará hasta unas letras con rúbrica a vuestra mascota de preferencia, si así lo deseais!

–Pero... Os digo que debo partir, apresuraos y devolvedme....

–¡No, aguardad! ¡Os digo que sé dónde está!

–¡Pero...!

–¡No!

¡Juipt... Agh!... ¡Cht-tum!

–¡Ohhh! ¡Oh! 

–¡Habrase visto tan criminal atropello!


Barón Carlos Rigel


Copyright@2014 por Carlos Rigel

25 de abril de 2014

Ladran, Sancho...



Censura, discriminación, coerción, apriete, 
conventilleo y ataques ocultos, operativos y campañas
de desprestigio. Tales son las herramientas
al servicio de la literatura de identidad local en La Matanza.

Ni la técnica, ni la teoría literaria, ni el estilo,
ni el estudio comparativo, ni la experimentación, ni la alegoría,
ni el ensayo, ni el conocimiento, ni la exuberancia, ni...

Así es, una y otra vez, miembros bastante estúpidos de "Autores de La Matanza", sociedad espiritual regional a la que alguna vez serví en la promoción de la libre expresión literaria, vuelven a dejar burlas, amenazas, advertencias y desprecios en mi mensajero o en el muro de novedades. Son "La Camporita pseudo-ilustrada" y se supone que debo evadirlos, o quizá convocarme al silencio.

Anoche una profesora de un Magisterio local recomendó a los estudiantes de la división leer mi blog acerca de los reportes periódicos sobre el conflicto en Venezuela. Una de las estudiantes, miembro de la organización en cuestión (lo deduzco ahora), al escuchar mi nombre, se puso de pie y reclamó que, entonces, también debían escuchar sus poemas. Hubo un cruce de palabras entre la estudiante y la profesora, digamos, relativas a las comparaciones y lo inaceptable de la propuesta, una acción desproporcionada y rebelde o grosera, y la expulsión final de la alumna de clase. Incluso su impedimento de continuar asistiendo como estudiante regular.

Cualquiera puede advertir que nada tengo que ver en este asunto. Pero hoy amanecieron las quejas y los desprecios en mi Facebook. Termino de enterarme del episodio horas después. Y como verdaderos insectos nacidos del Proceso, luego huyen, bloquean, clausuran. Piensan que si no les debo respeto, al menos debo leerlos, escucharlos y hasta temerles. Dueños de la censura, la mediocridad extrema y la coerción, no los envidio, no los recuerdo y no les temo. Pero cuando atacan se parecen a los umbandistas, porque nunca dan la cara. Como las ratas, aparecen cuando se apaga la luz, muerden y escapan.

No vine a defender mi espacio de Libre Expresión, sino a ejercerlo, y al hacerlo, no les estoy pidiendo permiso. Yo veo texturas donde la mayoría de ustedes son ciegos. Mientras tanto, lean cuentitos y poemitas, siéntanse protegidos por las autoridades, reúnanse, discriminen, censuren, apláudanse o vitoréense, no pasa nada. Carlos Rigel no necesita ni de ustedes ni de las autoridades locales, ni de las provinciales, ni de las gubernamentales y ni siquiera de organismos como los medios, la locución de programas, o la OEA, o la ONU, algunos de cuyos miembros allegados más bien a menudo me aconsejan moderación y cautela con mis expresiones en la redes sociales sobre la crisis en Centroamérica. A todos les digo: Gánense mi silencio con nobleza y libertad, no con censura y amenazas.

La unión hace la fuerza, es cierto, pero no la conciencia y no mejora la inteligencia. Quien no es digno en soledad, tampoco lo será en comunidad. La multiplicidad tampoco establece promedios que luego se repartan entre sus componentes. No funciona así, el álgebra aquí no sirve: Guárdense sus marcas de calidad o expóngaselas a otros. La cantidad y variedad de hormigas no construye obras de arte, sino hormigueros. No me interesa la identidad buscada y ni siquiera trabajo para eso. Aplaudir no es difícil, regálense ustedes títulos de "escritor", yo sólo escribo. 

Ni la chusma ni las autoridades hacen a mi versión del relato, porque no acepto relatos oficiales ni vivo a la sombra de sus dádivas o beneficios. La conclusión de la Libertad de Expresión, es el Acceso Libre a la Información a la que todos tenemos derecho soberano, y frente a ella no respondo antes ustedes, sino ante mi conciencia. Pero quiero que sepan los "Autores de La Matanza", sobre todo los amateurs y noveles que se acercan a esa movida, que cuando voy a comer un asado, no cuento los mosquitos que pueden picarme.

Barón Carlos Rigel

22 de abril de 2014

El capitalismo ha muerto, ¡qué viva el capital!


Analicemos el contenido de 
"la lucha contra los grandes capitales" 
que lleva adelante este gobierno luego 
de 11 años en el poder.


Cuentan que Mitre partía a la batalla comandando sus tropas contra el Paraguay con el grito de guerra "¡Viva el capital inglés!". Como es sabido, la nación guaraní era la más adelantada y próspera de Sudamérica pero estaba construida con capitales franceses en detrimento de la banca inglesa. Poco falta agregar para definir una rivalidad histórica entre Francia e Inglaterra trasladada desde el viejo mundo con las corrientes atlánticas hasta el continente americano por el sagrado dominio del bienamado capital. Bien, las épocas cambiaron pero el eje sigue siendo el mismo. El capital manda y nadie cuestione lo que se necesita hacer para que su imperio siga vigente. Y como escucho seguido acerca de "la batalla heroica" de este gobierno contra los grandes capitales, veamos qué contiene en su vientre.

110 mil millones de dólares es lo que se estima que salieron del país desde 2008 a la fecha con el kirchnerismo, dineros nacionales cobrados por empresas radicadas en nuestro país pero con casas matrices en el exterior. Dinero y oro. Casi el único país del globo que permite la erogación de divisas sin canon alguno para el fisco o porcentaje de retención a la reserva federal por ganancias percibidas. Incluso economías pequeñas en países como la de Paraguay, el dinero es de las empresas mientras permanezcan dentro del territorio, pero ante el intento de transferirlas al exterior, opera el retención de la mitad. Nada menos que la mitad.

Y para cuantificar la cifra arriba citada, es equivalente a 20 planes espaciales, ya que la flota completa de Transbordadores Espaciales costó 5 mil millones al Estado norteamericano. Pero no tenemos 20 planes espaciales, tampoco 20 mil km. de vías férreas nuevas, ni 20 hospitales completos. Pero seguramente sí tenemos 20 nuevos multimillonarios entre los cadetes del gobierno. Y si a la cifra de 100 mil de capitales escapados le agregamos los 15 o 20 mil millones transferidos a las cuentas personales en el exterior de nuestros funcionarios de gobierno de los últimos 10 años, dineros desaparecidos en la pelambre burocrática para terminar enriqueciendo a ladrones y sinvergüenzas al costo funcional de entre el 10 y el 60 por ciento de cada operación, no hay nada por delante en la economía que un nuevo "corralito" con la captura de dineros privados de ahorristas y empleados, y al final de la lista, el pueblo, la gente, los que menos tienen; ellos también pagarán, como siempre, los platos rotos. Así como pagó la sociedad en la época del "trueque" mientras se modificaba la Ley de Terrorismo Económico que dejaba impunes a los directivos de los bancos que nos habían llevado al ocaso con la fuga de 100 mil millones de dólares en préstamos y créditos tomados desde 1998 al 2000, especialmente concientes de que el pueblo argentino pagaría la fiesta con hambre, con salubridad pública deficiente, con inseguridad y marginación social. Pagaría con sangre.

El desde y el hasta. Por ejemplo, pagamos desde el 2 o 3 por ciento de comisión por las "molestias ocasionadas" por cada préstamo pedido a la banca internacional, modesto número que puede resultar en 50 o 60 millones, por ejemplo, repartido entre los "gestores" de turno de cada Ministerio o Secretaría involucrada en la gestión; eso, más el préstamo en sí, y luego, más los intereses; y cuando los vencimientos expiren, también hasta a los abogados, los juicios, el refinanciamiento, los nuevos intereses... El fin, todo. En resumen, la nación no creció un milímetro en 25 años, sólo hubo un cambio de manos en los mismos negocios pero que nunca fueron de nuestro beneficio. Y siempre en favor de unos pocos turistas de paso por el poder. De alguna manera nos dicen "El dinero es nuestro y de nuestros amigos, ustedes sean buenos argentinos".

A esa práctica llamada "Redistribución de la riqueza" debemos los nuevos multimillonarios del kirchnerismo. Pongamos otro ejemplo, por caso a Papelera Massuh y su doble y sospechosa quiebra, empresa listada como proveedora de papel prensa con inversión estatal pero que nunca cumplió ni con la producción ni con la provisión, primero vaciada por los empresarios mientras recibía partidas de dinero y sin auditorias del Estado, y ante la segunda quiebra operó el llamado a Convocatoria de Acreedores, y luego intervino de nuevo el gobierno con el famoso y temido Guillermo Moreno, quien al fin del camino se quedó con 16 millones de dólares nuestros en concepto de "salvataje" destinados a la compañía. Él y su equipo técnico de asesores. Todo ese dinero desapareció: la inversión, la empresa y el salvataje de la empresa; no quedó nada. Pero ¿qué son 16 millones sobre las espaldas de 40 millones de argentinos? Nada, apenas 40 centavos per capita. Nadie lo notará, es la presunción. Moreno ahora ventila sus riquezas en Italia como premio por su gestión.

Pero los obedientes giles de turno nos traen la frescura del discurso de la lucha contra los grandes capitales y los grupos multimedios cuando el negocio pasa por detrás de las noticias y los slogans del oficialismo con los gigantescos consorcios explotadores de recursos, porque la gilada popular se compra el discurso de la semana, cuando en verdad éstos son los mismos de antes pero blanqueados con una mano de cal.

Y porque se supone que no entendemos de "macroeconomía" por el ventiluz de los discursos se nos filtran estos detalles menores. Así, los kirchner tienen el 25 por ciento del capital de Aerolíneas Argentinas. No sólo tienen el dinero, sino también parte del capital –por si sobrevive al saqueo– como coto de caza, porque teniendo el doble de personal rinde la mitad que otras empresas, es decir, rinde un cuarto de lo que cuesta, porque aguanta una dote de imbéciles y amigos sin lugar en el sistema pero con la gracia de la Casa Rosada. Y así con otras empresas en manos de la familia. El capital es de ellos y de quien ofrezca mejor comisión. Eso también soportan nuestros bolsillos y nuestras espaldas. Y si alguna vez temimos que hubiera algo peor que Menem y su década maldita, ese conjuro se convirtió perversamente en realidad: el ocaso del 2000 no nos protegió. A prepararnos, es lo que sigue, este o el otro año, pero avanzamos en línea recta hacia el abismo tan temido del acorralamiento de ahorros.

Barón Carlos Rigel


Copyright@2014 por Carlos Rigel

16 de abril de 2014

La nube de metal


Comparto con mis seguidores el texto 
que precede e introduce a la lectura del volumen 
que aún mengua su aparición en el mercado.


"Prólogo maldito

Alguna vez confesé mi frustración al no haber podido establecer los nuevos mitos urbanos como anhelaba por esa época. En mi defensa, digo que es cierto que por esos años no tenía aún la perspectiva que brinda el paso recto del tiempo porque más tarde descubrí que era precisamente eso lo que venía haciendo desde hacía años. 

Quizás el equívoco angular provino de imaginar medusas, argonautas y minotauros en nuestra ciudad. De cualquier manera, incluso esta visión que termino de confesar, sigue siendo tentadora, ya que ofrece texturas imaginarias que si bien en principio no auguran nada bueno, sé que son cascadas de pensamientos cuyo destino final son siempre inquietantes al comienzo. 

Pero reconozco que suprimí a esos seres fabulosos en favor del humor, la crítica pretendidamente analítica, la prosa suelta, libre, la confección diaria de un cuaderno de apuntes acechado por incertidumbres, dudas, absurdos e imágenes que, tal vez, nutrirán un volumen de textos o serán desafíos narrativos o intelectuales bajo el formato de novelas o ensayos, dos géneros tan opuestos como influyentes en mi vida narrativa. Pero los mitos cada tanto reaparecen, es imposible suprimirlos, estallan perversamente como alegorías o metáforas vivientes, como recursos o apenas elementos de una historia. Los mitos anidan mis ideas.

Y de tantos escritos aún veo textos inconclusos pero atractivos que me recuerdan que la tarea no está ni siquiera promediada. Como un laboratorio biológico, hay una montaña de organismos en espera, debidamente clasificados, algunos como Frankesteins mal cosidos, otros con faltantes de órganos esenciales y también los hay apenas esqueletos. 

Sin embargo, luego de más de tres décadas de ejercicio literario cotidiano, finalmente confieso que aún no he descubierto cuál es la esencia que promueve la escritura; no sé por qué el lector sintoniza un rumor de signos a través del escrito que lo liga con el autor en la misma frecuencia, por qué el leyente se divierte con una sátira que produjo risas en su creador, por qué continúa leyendo un ensayo sobre temas que nunca supo que le interesaban. Dónde está el secreto. No lo sé. 

Quizás el descubrimiento más importante de mi vida es una sospecha abonada por la probabilidad. Sospecho que en un texto hay algo más que palabras, oraciones y estructuras discursivas. Es una hipótesis inductiva y pragmática, posterior al suceso, pero sospecho que el estado de ánimo del autor resultó incluido mientras cada imagen crecía bajo su mano, como una cadena del ADN, no del idioma sino de los sentimientos, como un espíritu del escrito o, acaso más atrevido, un alma de la semántica y la dialéctica. Hipotéticamente, eso le brindaría una vida individual y propia a cada texto, un latir majestuoso. Quizás el corazón del autor, dimensionado por el acontecimiento de proyectarse sobre el escrito, migró y quedó contenido allí, como un soplo de vida primaria. No son palabras, sino frases, o desesperadas o burlonas, meditativas o melodiosas, depresivas o divertidas, y ahora perviven más allá de los deseos primigenios del autor; o quizás por ellos mismos, no lo sé. Qué es lo que verdad existe en el universo real, ¿el autor o su obra? 

Cada libro es un evangelio, escribí una vez, por ende, como cualquier otro autor menor, simplemente escribiré lo que siento, lo que sueño, lo que padezco, lo que me divierte y lo que anhelo. He allí la escritura desnuda, maldita y soberana que acaso me condene".


Barón Carlos Rigel



Copyright®2014 por Carlos Rigel

8 de abril de 2014

Enfermedades según las clases sociales


¿Quién quiere ser pobre y sano, pudiendo 
ser rico y enfermo?

Muchos años de mi vida he venido observando el detalle de las enfermedades y padecimientos de los ricos, y en la otra vereda social, las de las clases bajas. Pero luego de unos años de ejercicio nuestros médicos alegremente descienden a la clase media y baja las de la clase alta, para ver si prenden o no, acaso pensando tanto en el reflujo permanente de la fuente de trabajo como honrando acuerdos preexistentes con los laboratorios cuando aportan unos pesitos al presupuesto mensual.

Por ejemplo, en las clases bajas es común el resfrío, la gripe, la tos convulsa, la rubeola, apendicitis, faringitis, etcétera, cuya medicación es moderadamente accesible y cubierta por las obras sociales. Mientras que en las clases altas, estos padecimientos comunes se convierten en Síndrome de Pephsington de Desdoblamiento Endovascularístide Rectilíneoinferior, con una medicación de 8 mil dólares las 12 dosis necesarias para sobrevivir un mes hasta el siguiente exámen. O también Microalteración Bipolar con descarga Glandulovertoide Correntosanguíneo del Círculo de Willis, con una prescripción de 12 mil dólares las 4 grageas, bueno, para que el Círculo de Willis funcione correctamente y no se salga de lugar cada vez que visitan al médico de cabecera una vez al mes, con análisis clínicos frecuentes como para darle de comer también a los laboratorios, si alcanza para todos.

Y así, lo que comúnmente en la clase baja se resuelve con un par de lentes, en la clase alta requiere de exámenes y pruebas clínicas con lentillas especiales traídas desde Italia y marco de Platino u Oricalco importado de la Atlántida.

Lo interesante es que cuando los médicos prueban de aplicar estos llamados "padecimientos" en las clases bajas, estos pobres diablos hasta se sienten honrados de padecer algo tan complejo, como si de pronto se hubieran recibido de ricos o de profundos, acaso sin entender un cuerno de qué carajos es lo que padecen. Algo parecido a lo ocurrido en los últimos 20 años con la telefonía móvil en su descenso de la clase media, trabajadora y pudiente a las clases bajas, desempleadas y menesterosas.

Pero me imagino el cuento para quienes la fortuna los favorece con la lotería y cambian de la noche a la mañana de posición social: "Amigo, usted padeció siempre de Rengotaralaitodea Gastrocongénita Ulcerosa Leve del Miocardio, ventrículo derecho, pero jamás se la descubrieron. Y no es operable... pero se medica". 

De manera tal que este buen señor bendecido por la azarosa veleidad de la suerte, sale del consultorio médico como un Woody Allen espectral pero con la relativa tranquilidad de saber que dispone con una cuenta banacaria para solventar los gastos de lo que sea, sin saber que se trata de lo inverso, es decir, justamente, que por tener una cuenta bancaria es que sus padecimientos ahora son caros. Y claro, pero de pronto, la felicidad no es tan feliz, pero sí segura. 

Pero lo cierto es que el agraciado con la extraña enfermedad, quizá padecida por tres personas en todo el mundo –según dice el facultado–, ahora ingresa en ese campeonato abierto que busca saber quién tiene más enfermedades, quién las operación con más puntos, o el dolor más inaguantable, o quien se desmayó más veces de cólicos, es decir, ese torneo obsceno de padecimientos comparados, tan común en la tertulia social, para ver quién ha sufrido más que quién, buscando, naturalmente, la compasión ajena, cosa vulgar que detesto. Prefiero ser saludable aunque me odien.

¡Y después quieren que crea en la medicina!

Rigel

Copyright®2014 por Carlos Rigel

4 de abril de 2014

Tectónica de placas



Jamás me hubiera imaginado escribir en estas épocas
de mi vida sobre política internacional allegado, como vengo, 
del ejercicio de la escritura y la lectura de ficciones y literatura universal. 
Sin embargo, la movida de piezas de ajedrez en el escenario 
centroamericano anuncia conflictos en puerta y el movimiento 
de los continentes dejará una nueva configuración mundial. 
Y es posible que cuando nos disguste la lista de invitados 
al banquete, sea demasiado tarde para echarse atrás.


Acerca de América, desde la Cuba post-revolucionaria, dijo Fidel Castro: "Pudiendo ser todo, no somos nada". Y aunque nunca aclaró que contenía la imagen abarcadora, una cascada de imágenes cruzaba los hemisferios cerebrales de América Latina en ese contraluz del terminator mental que va de la fantasía a la realidad, de la frustración a la potencia, todas ellas inconclusas posibilidades de un Génesis diferente americano y latino. 50 años después estamos al borde de saber qué contenía esa expresión melancólica, porque ese todo empieza a manifestarse.
Venía anunciado que la crisis en Venezuela traería cola, porque no es Venezuela quien conduce los cambios, sino Cuba. Ahora, los planes castristas están en la mesa y comienzan a revelar los condimentos en la preparación de un menú poco o nada agradable en la mesa continental. La confirmación del Ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, no podría ser más inoportuna pero, a decir verdad, no es una sorpresa: Rusia negocia la suscripción de acuerdos sobre la instalación de bases militares en Cuba, Venezuela, Nicaragua –los tres países bajo el control de los hermanos Castro–, entre otras naciones americanas.
Y aunque colateralmente justifica y confirma la presencia de buques rusos en las costas de Aragua y el agregado de tropas entre la Guardia Nacional Bolivariana que ahora combate a la emancipación de ciudadanos venezolanos, no deja de revelar la naturaleza ambiciosa y vengativa que justifica aplastar al pueblo venezolano para disponer el control total. Se vuelve evidente que si por algún motivo el gobierno de Maduro fuera derrocado, en otras palabras, si los destinos de Venezuela cambiaran de manos a un gobierno nuevo, es probable que la influencia de Cuba cerraría el capítulo de su intervención en el continente y, como un elefante moribundo en busca del cementerio, debería iniciar el regreso al claustro autoimpuesto de su isla, por ende, esos acuerdos por las bases rusas estarían en riesgo de anularse o ceñirse a Cuba y a Nicaragua solamente.
Tal es la estrategia del uranio en manos castristas para fijar su venganza sobre el lado capitalista de occidente y herir al imperio de EEUU. Repito mis palabras anteriores: el petróleo, el narcotráfico, las armas y el uranio enriquecido con tecnología argentina. De allí también proviene el peligro que representa para países como Colombia en palabras de Uribe, que limita ocho mil kilómetros de frontera con un hervidero en manos de grupos narcos bajo en control de los Castro y en contacto con las FARCS; también peligra Panamá desde la ruptura de relaciones con Venezuela y el resto de los países de América cuando frente al ultimatum de los tiempos que vienen mengüen su respaldo al bloque comunista ya definido. Y si pensábamos que el ALCA a comienzos del milenio era lo peor, simbolizada por George Bush hijo con los beneficios pre-crisis de EEUU, veamos lo que sigue cuando la propuesta provenga del grupo Cubania y no se acepte un "no" por respuesta. Muy pronto veremos los nuevos Muros, al estilo de Berlín y la Cortina de Hierro –o mejor dicho, el Portón de Uranio– en Cubania, porque la concepción del mundo según el marxismo no cambió.
Y ahora Cuba con dos hermanos mayores por si hubiera amenazas de un EEUU quien todavía observa la estrategia y estudia la situación sin reaccionar. Dije dos hermanos, porque aún resta la aparición del otro ogro comunista y es la novedad que falta, acaso menos grata todavía que la anterior: Los intereses y la intervención de China en Venezuela, también con presencia militar en el país centroamericano y buques anclados a pocos kilómetros de Caracas. En resumen, Cuba, Venezuela y Nicaragua con respaldo numeral de Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay, entre otros países, y el respaldo estratégico de Rusia y China.
Mientras EEUU irradió sus operaciones a Oriente Medio por el control del petróleo, Cuba delineó sus planes tanto con el petróleo venezolano como con el uranio, y los hermanos Castro no tienen reservas ni reparos en negociar con la cúpula narco del gobierno madurista mientras tengan el control del mineral y el hidrocarburo para delinear una nueva confección del mapa político mundial. Veremos entonces, el corrimiento de los continentes en una tectónica global nueva pero esperpéntica, liderada por hampones nostálgicos en acuerdo con bandas narco en el poder. De allí proviene el asesinato pacífico de Chávez planificado en la isla. El cáncer fue el anillo al dedo para llevarlo so pretexto de sanarlo para retirarlo de escena. Eso disparó el fusil del plan castrista. Fue el fin del discurso bolivarista con las puertas abiertas para Rusia y China, y un cadete cubano, un maestranza, por presidente para recibirlos en América. Argentina ha elegido el peor de los lados, el más efímero y árido.
La enorme, esa ciclópea, responsabilidad de allanar el camino a ese futuro nefasto ha venido a quedar en manos de los ciudadanos venezolanos, hoy en las calles, contra el gobierno de Nicolás Maduro, un intruso colombiano allegado al poder por un deseo expreso de un Chávez moribundo, un líder con menos monedas en el tarro de las que suponíamos, pasando por alto la ciudadanía colombiana del sucesor elegido para el golpe institucional de su propia república, y reconocido como ciudadano colombiano por el mismo Presidente de Colombia en ejercicio Juan Manuel Santos. Finalmente, el bolivarismo terminó asesinado por el castrismo y alentado por una venganza rencorosa acumulada durante 50 años de rumiar huesos por los rincones cubanos contra el adversario del norte. Desde el acceso y la bienvenida al continente, América es rehén de un par de locos sueltos en Centroamérica a punto de tomar el control operacional de los miles de millones de dólares anuales de tres productos que desequilibran a la Tierra.
Ahora sí podemos ser todo, en palabras de Fidel Castro, pero quizá no nos guste lo que contenga ese todo ni el lugar que nos tocará en la mesa de comensales. Pero tal parece que el almuerzo terminó, los platos se retiran de la mesa y extienden un mapamundi.

Barón Carlos Rigel

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