26 de septiembre de 2014

Culebrones eran los de antes



Damas y caballeros, 
Les informo que estaré presente en esta nueva edición de la feria, precisamente, en el stand que dice "Carlos Rigel. Autor de San Justo". 
Allí encontrarán mi proverbial cuño semántico y mi genio, pues estaré acompañado nada menos que por sus señorías monsieur Sartre, Mr. Bukowski, el Sr. Nielsen, Mr. Wilde, el malhumorado Sarmiento, Mr. Faulkner, don Monterroso, Mr. Poe y el Sr. Balzac, don misógeno Sábato, her Kafka, don Castillo, el Sr. Borges, Mr. Hawking y otras majestades de la pluma universal quienes saludarán desde las páginas y al cuidado, como siempre, de mis personajes predilectos, de ellos, el burlón y soberbio Lahret Satrapás, don Quijote de la Mancha, el marqués caudillo don "Chiroga" Tresmenes, el dragón Escarlata del Juicio Final, el Sr. Arcangio Virgilio Buonastella y King Kong, entre otros. 
A quien ponga en duda estas premisas audaces, pues lo invito a comprar decididamente los volúmenes de mi cáustica autoría. Como es sabido, no leo mis trabajos al público jamás pues, entonces, no hay otra para disfrutar plenamente de ellos que garparlos. 
Luego del culebrón protagonizado por los ilustres "Autores..." en torno a vuestro servidor, quienes se aventuren a asistir en la última hora del día 12, pues haberá (diría don Inodoro Pereyra) un aperitivo de clausura. Los espero a todos con los bolsillos urgentes.
Por siempre vuestro, 

el temido, amado y tan odiado, 
Barón Carlos Rigel

25 de septiembre de 2014

El derecho universal de equivocarse


Rastreaba una foto posteada a principios de año 
por muro de Facebook y encontré un descargo 
de mi autoría que al leerlo detenidamente
descubrí su traumática vigencia. Fue durante 
la introducción a la presentación de un poemario
a cargo de un invitado. Lo cito:

"Ayer fue un día extremo, una agenda saturada de actividades repartidas en pocas horas, llena de apuros y contratiempos. Bien, pero llegué presentable, como es mi costumbre –aunque con retrasos–, a un acontecimiento literario, el último al que asistiré en mi ciudad, en momentos del programa cuando un actor con vestimenta de payaso realizaba un monólogo. Una curiosidad pero aceptable. Pero quizás la parte desagradable fue la aparición de un poeta u orador mayor, Rodolfo Romero, con un acento conocido por mí, quien dijo ser paraguayo expulsado de la tierra guaraní en épocas del extinto dictador Stroessner, y luego haber errado por el globo hispano concluye en Argentina. Pero la anécdota no es su vida en sí misma ni su criterio poético ni su simiente ni las palabras emotivas sobre la autora, sino la valoración errada que hizo del bolivarismo y el llamado intento de golpe de Estado en Venezuela. Y aquí me detengo. Mi desagrado clausuró la jornada. 

Las convicciones pueden errar el camino cuando están inspiradas en ideales ajenos a la realidad y, peor, a la información; es lo análogo a la metáfora maquiavélica que nos vendían de oferta en los '90 en cuanto a que "el fin justifica los medios" con la adhesión actual y vigente de "a cualquier precio". Y aclaro: De poco le sirve citar a Bolivar cuando los que mueren allí, ahora, son estudiantes y civiles, cuando se detiene a civil sin orden de captura librada por la justicia, cuando se procede a extraer a alguien de su domicilio como si fuera un delincuente. Bolivar ya murió. La imposición de ningún movimiento, de ningún partido o régimen de la Tierra justifica el atropello ni la violación de Derechos Humanos. 

Ahora bien, si algo he observado de mi tiempo es que se puede vivir equivocado y hasta envejecer equivocado e incluso morir en la equivocación. Cumplir años y sumar décadas no vuelve sabias a las personas, y la premisa de haber visitado países de la tierra no es evidencia de acierto en la sabiduría, apenas suma fotos al álbum familiar. Pero, repito, se puede vivir errado, es constituyente del ser. El conocimiento no es erudición, así como la inteligencia no es sabiduría.

Si dicha persona se hubiera limitado a leer poemas me hubiera sentido satisfecho, pero introdujo una certeza ideológica anterior a la crisis venezolana –de allí proviene el error–, contaminando al arte de la escritura y la poesía con inclinaciones políticas existiendo allí una crisis social, cuando en mi caso, además de llevar adelante un ejercicio literario, soy representante de una organización mundial humanitaria. Me bastan los reportes diarios para ver la realidad sin ideologías ni próceres pretéritos. Para recordarlo, no nos sirve ni el discurso bolivariano ni el sarmatiniano, ya que esa premisa puede usarla un perfecto hijo de puta, a menos que reinaguremos el sueño de un hombre nuevo en el ideal hitleriano sin importar los millones de muertos que median en la limpieza étnica del tamizado social, homenajeado hace pocos años por Milosevic en Kosovo y la Serbia Herzegobina. Por suerte, para quienes exploramos el pensamiento universal, Hegel cierra la polémica frase de Maquiavelo, hiriéndola de muerte con la espada de la ética, cuando afirma "El medio debe ser digno del fin".

Resumiendo, entonces: una persona tiene el derecho de no ver los colores, de no saber la hora, el derecho de no mirar ni ver ni observar ni intuir ni suponer o deducir; incluso tiene el derecho de no creer, el de no saber, y hasta el derecho universal de no aprender y de exponer su error ante los demás sin censura previa, la cual he padecido por los idiotas Coordinadores de Autores de La Matanza de turno. Celebrar las ideologías es posible, es también un derecho universal, aunque promover el asesinato es abominable, además de un delito de apología del crimen. No es diferente a justificar las matanzas del Proceso en nuestro país sin juicio alguno bajo pretexto de una contaminación social de marximo cuando el Poder Ejecutivo tenía las herramientas y las había brindado al poder militar para su autodefensa y la defensa de la democracia. No necesitaban violar a la república como a una perra callejera. Y eso mismo ha ocurrido en Venezuela, un grupo de narcos se ha filtrado hasta el poder, el Cartel de los Soles, violando a la república como a una perra callejera. Y ahora su pueblo está en las calles.

Por suerte no hubo aplausos ni ovaciones particulares sobre el error de Rodolfo Romero, lo que hubiera promovido mi abandono inmediato de la sala. Pero como dije a todo el movimiento bolivariano de América, oportunamente, ¡váyanse a la puta que los parió!... Y aceptado el equívoco."



Barón Carlos Rigel

22 de septiembre de 2014

La nube transgénica


En la edad de los transgénicos, la patria
sojera –de nutrientes sospechosos– también 
ha llegado para ocupar segmentos de naturaleza 
esencialmente artísticos, confundiendo 
política con cultura y cultura con arte. 
Llega la confusa Feria del Libro de San Justo
donde una milanesa de soja se sueña bife de lomo.

Se acerca el acontecimiento desagregado y desmembrado por la misma corriente que la divide y se hiere a sí misma entre comerciantes de libros, editoriales y convidados al banquete público local, me refiero a la Feria del Libro de la Ciudad de San Justo, evento menos artítico que político. Más de la mitad de los expositores los origina el mismo municipio y sus dependencias convocadas a la difusión de sus actividades pero de poca o nula trascendencia artística, y las ONG vinculadas a actividades sociales. La Feria del libro local es una ventana política de discurso político de interacción política con la sociedad, más que un evento de exposición artístico-comercial de apertura anual. 

Es claro que no abunda el arte en el distrito excepto en solitarios desconocidos, casi anónimos por fuera del ambiente que los involucra. Eso revela un bajísimo reconocimiento del Estado municipal para con sus artistas, los poquitos que cuenta entre sus vecinos. Durante la feria no hay salones o carpas destinadas a la exposición de nuestros artistas plásticos, no hay programa permanente de eventos de dramaturgia abiertos al público local de entrada gratuita, tampoco ciclos de cine regional o videos de difusión de la historia, también local. Pero tampoco indaga las otras corrientes del pensamiento porque no hay ciclos de conferencias de intelectuales o pensadores o filósofos o periodistas invitados de la universidad cercana, hoy visitada en su mismo corazón. 

Sólo es una carpa y a llenarla se ha dicho, a llenarla de comedidos, de prendidos, de allegados, de colgados, de ruidosos, de propaganderos políticos. Veremos profilácticos y armas antiaéreas y no esculturas. Porque es la Feria de La Matanza y los libros son un agregado de última hora, o dependientes del comercio o pendientes de la audacia de los solitarios, una escarapela descolorida y sin alfiler cuya opción es, o la nada, o pagar un canon de 3 mil pesos en títulos cobrados el primer día, no el último. Por eso no veremos en ella a los destacados del arte que tampoco vimos durante el año, condenados como siempre a fosilizarse en el cuaternario del anonimato, sólo a una corte de servidores funcionales del gobierno municipal: Quienes merecerían un homenaje ocupan con suerte una butaca pero sólo si se enteran por accidente del evento. 

Como Secretaría de "Cultura" y Educación, nuestra Secretaría es un eufemismo con más disfemismos los que me atrevo a listar. Así recordaba hace poco de cuando en el Día de la bandera nacional, la jura a los estudiantes se la toma el mismo Intendente, cuando el reglamento de enseñanza dice claramente que debe tomarla la máxima autoridad de educación. Pero aquí no existe esa figura sino cadetes fotogénicos. Eso da la idea de que la Feria del Libro no es una feria de libros, sino una ventana política de la intendencia. Ni siquiera consta en el calendario de actividades en la página oficial del municipio, sección o link "Secretaría de Cultura y Educación", ni en el día 2 ni el 3 de Octubre, fecha que da inicio al evento.

Y los adulones aplauden, acomodan las mesas donde quizá repartan afiches o mala poesía, para el circo es lo mismo. Desde los "grupos locales terapéuticos y funcionales" del gobierno municipal –y los servidores de esa nulidad ruidosa– a las personalidades aisladas, distantes y solitarias del oeste iracundo, cuyos trabajos aún mezquinan de salir a la luz, la futilidad numeral de los grupos existentes no suma pero amplía sus horizontes como una gota de agua estallada contra el suelo, agregando ruido, no excelencia académica o idónea, pero que extiende su figura hasta que empieza a desvanecerse y evapora sin dejar rastro alguno de haber sido líquido alguna vez. No es difícil anticipar el desenlace de habitar años tras año un compartimiento sin recuerdos.

Pero una coincidencia acaso nefasta sobrevive de una feria a la siguiente: La Matanza no es culta, viaja como una nube inflamada hacia ningún lugar, peligrando de que un aliso temerario e invisible la desintegre en la altura y entonces no sea ni lluvia ni granizo ni humedad ni calor o presión atmosférica, y no sea nada al fin, apenas una variedad musculosa y blanca dibujada en la altura que ninguno ve y que viaja de un lado a otro, adornando el paisaje del momento, pero que nadie recuerde haberla visto ni mucho menos describir cómo era, porque sólo pobló un instante del día sin dejar recuerdos en la vida de nadie, especie de melancolía olvidada al fin. No quedan próceres por aquí.

Curiosamente, fulguran nombres inolvidables, claramente solares, pero siempre ausentes: Rubio, Cao, Dalter, Zapata, Chappa, Paredero, Boragno, Pérez Árias, Gino, incluso otros nombres más desaparecidos todavía; y también estudiosos y académicos de la universidad. En resumen, quienes están dejando una huella al tiempo desde las márgenes del ruido céntrico, no desde el epicentro, son los olvidados en un evento nacido para ellos. 

Pienso "por vuestros frutos sereis conocidos" pero me corrijo de inmediato e inauguro una frase nueva que nos aleja del eco mundanal cuando identifica a la colmena de barullo de pretensiones artísticas en la otra vereda: "la soja alimenta a muchos con transgénicos artificiales, pero no da miel". Claro, no tiene flor, es un yuyo urbanizado por la hambruna, por la eterna asimetría en la distribución de la pobreza sin riqueza y menos grandeza, el consuelo de una patria post-ganadera, cuando el paliativo que sobreviene a la falta de un buen bife de lomo es una milanesa de soja para clausurar la ilusión de simularnos satisfechos, y tan artificial como pasajera.

Estamos llenos, hartos, de milanesas terapéuticas de soja que caminan, hablan al micrófono, leen, aplauden, comandan, exponen, actúan, representan, polemizan en las redes y hasta reciben diplomas de dudoso prestigio y que piensan que por una cartulina firmada por un turista de gobierno igualan a los bifes de lomo; incluso parecen importantes vistos desde cien kilómetros de distancia. Son las milanesas de la soja funcionales en el plato del gobierno. 

Pero como si fuera poco, mi lucha no está dada en los términos de La Matanza, lo aclaro, allí no reside la trinchera que me desvela, ni siquiera la considero rival, sino que está dada contra los sellos españoles como Planeta, Alfaguara, Tusquets y los nombres aparatosos de figurones nacidos del márquetin editorial que les imponen al mercado. Desde la reducción de Emecé Editores a cenizas en los '90, ahí está dado el rango de mis adversarios. Y allí nada pueden hacer ni estos ni las muletas de la Secretaría de Cultura y Educación local, porque me enseñaron que para pescar una pieza grande hay que encarnar con una lombriz grande, donde un bicho pequeño no pueda ni siquiera morder la carnada. 

Entonces así debo pelear del lado de Orwell, de Burguess, de Bukowski, de Wilde, de Sarmiento, de Yourcenar, de Lispector, de Erigena, de Sade, de Pirandello, de Kafka, de Dante... al lado de Cervantes, y nada más que con una pluma. Ese puesto no se regala en una ni en dos Secretarías, hay que ganarlo en el Coliseo de la tinta y el arte; ese empleo pírrico, casi quijotesco de mi parte, de buscar un banquito en la mesa redonda de caballeros y damas de honor, aunque quede resumido en un sueño. Vale la pena intentarlo.

Acostumbrados a masticar pan de aire, una nube parece consistente pero sólo al principio. No es una burla en sí misma, no podría serla, sino un presagio tan inevitable como compartido: Después de la Feria no quedará nada, no habrá revelaciones artísticas, no quedarán figuras de trascendencia nacional ni provincial ni municipal. Los discursos serán olvidados, los micrófonos se apagarán y desarmarán el proscenio.

Las huellas en el camino están claras, los descampados también. No hay más que agregar. Lo mejor es quedarse a un costado hasta que la nube transgénica se disipe. Mientras tanto, algunas palomas sobrevuelan la plaza –aún en reparación y modelado–, la gente pasa, las milanesas de soja preparan el banquete, saludarán desde el atrio como césares de ninguna conquista, habrá aplausos, hurras y secretos abucheos; incluso burlas reprimidas. Ojalá este año regalen pitos y matracas para acompañar la comparsa.

Barón Carlos Rigel

Copyright®2014 por Carlos Rigel

21 de septiembre de 2014

"Diarios de autor" edición 2014




La edición 2014 de la trilogía Diarios de autor, frente a la anterior de 2012, no sólo cuenta con cubiertas nuevas sino, también, con una ampliación generosa de títulos. La idea que prima es siempre darle algo más al lector, aunque esto no invalida a la edición anterior porque la incluye.

Voy a recordar los diarios nacieron conceptualmente casi como "revistas" de pocas páginas y que reunían algunas de mis vivencias y reflexiones con autores conocidos, análisis y memorias acumuladas durante décadas de ejercicio literario, por eso mismo no responden a un género comercial o clásico sino a un recopilación personal de estilo cuasi bíblico con epístolas, conclusiones, ficciones y críticas del diario vivir y pensar, ya que el mero acto de asistir a los acontecimientos no es suficiente sino están rectificados por nuestra subjetividad, de allí el neúmeno de Kant, la diferencia entre el fenómeno en sí mismo con y sin el ser humano. 

Allí convergen escritores con quienes compartí algún momento de mi vida, como el poeta paraguayo Elvio Romero, Ramiro Domínguez, ex Agregado cultural de una embajada en nuestro país, el Premio Cervantes Augusto Roa Bastos, el frondoso Enrique Jaramillo-Levi y el ensayista y lingüista Martin Jamieson, ambos panameños, el guatemalteco Augusto Monterroso, Gustavo Nielsen, Juan Forn, Abelardo Castillo, el mitológico Otto Miller, Edgardo Lois y otros autores exuberantes de quienes creo tener algo o vivido o compartido, pero también de otros autores jamás vistos pero igualmente recordados con intensidad y que pertenecen a la Memoria universal, diría Shaw, porque radican para siempre en las bibliotecas de la humanidad. Todos ellos me dejaron una huella y, lo que es más importante, se la dejaron al tiempo. Algunos pasaron y otros quedaron, pero encontrar sus reflejos dispersos en los títulos es tarea del lector.

Pero al agotar la primera edición y renovar la publicación de los volúmenes, de nuevo me encuentro frente al dilema de dejarlos como están o ampliarlos con el agregado de otros textos. Y prevalece entonces el compromiso de pensar en un lector nuevo, y como tal merece más. "Hoy elegir es un acto revolucionario" decía hace poco en un prólogo, paradigma que también me incluye. De allí la ampliación del índice con más títulos.

Esta práctica no es novedosa ya que fue inaugurada por Walt Whitman hace casi 200 años, quien corregía, actualizaba y hasta incluía las críticas de sus lectores, extremo al que no he llegado todavía. Más que libros clausurados por su autor, a partir de hoy serán "libros olvidados". Calamum clausa.


CR


20 de septiembre de 2014

Quijote en América



Se suman los amigos del país y del exterior que expresan un compromiso ejemplar por la compra del capítulo de anticipo de la novela "Las aventuras del conquistador don Quijote de la Mancha en el reino de las Indias" publicado en Buenos Aires en 2013 y que salió a la venta como una edición especial de pocos ejemplares producidos de manera artesanal. Por ese motivo operó el depósito que marca la ley argentina 11.723 al quedar incluido como registro anual de obras escritas de propiedad intelectual pero sin ISBN, como establece la Cámara Argentina del Libro ya que era una edición especial sin sueños posteriores. Hoy va por la segunda edición.

Fue prueba y consuelo, ya que pensé que podría terminar a tiempo el primer tomo de la novela para su pronta edición, estimando el tiempo de concluir el segundo tomo, todo esto aún hoy en fase de escritura. Por eso tomé un capítulo cerrado cuyo personaje central, el misterioso marqués caudillo "Chiroga" Tresmenes, aparecía una única vez, relato cerrado e independiente del personaje, al cual le adosé la parte que le corresponde de la conclusión de la novela, ya escrita desde 2010. No imaginé republicarlo. Pero no engaño: es un capítulo de los cincuenta escritos a la fecha, y fue prueba.

Es un texto complejo y divertido, y digo que fue prueba porque no sabía si el humor de caballería seguía vigente por estas épocas del ciberespacio. Tantas señales gratas me invitan a seguir tras la huella del manchego y el sueño cumplido de traerlo a las Américas hasta la patagonia misma. Tengo presente el consejo del amigo Ricardo Montarte de editarla como una saga de cuantas partes sean necesarias pero, además, recuerdo la sentencia de Saramago y adhiero: "el Quijote no ha muerto". También concluyo: El humor no ha muerto, es una necesidad. Un abrazo a todos los amigos.

CR

19 de septiembre de 2014

Convocatoria



"No te des por vencido ni aun vencido"

Concientes del momento crítico que vive la sociedad nacional, el recrudecimiento de la censura y la condena a la libre expresión del ser, sumado a la necesidad continua de expresarnos con mayor libertad, nace el Grupo Almafuerte como entidad de trabajo para la difusión y promoción de las expresiones artísticas y académicas, cuyas vertientes abrevan tanto en artistas y pensadores locales y nacionales como invitados del exterior con una convocatoria de amplitud expresiva interdisciplinaria, un selló que ampara a músicos, a escritores, a escultores, pintores, historiadores, ensayistas, fotógrafos, periodistas, académicos, pensadores, dramaturgos, filósofos, actores, etcétera, ya que no prima lo discriminatorio ni lo sectorial o lo político, tampoco lo religioso o lo étnico, sino la tolerancia, el respeto al conocimiento, la libertad de pensamiento, la excelencia académica, el estudio, la calidad artística y cultural, el esfuerzo y la preocupación permanente por la difusión de las artes y el pensamiento libre.

Nuestro país ha vivido etapas represivas y restrictivas, dolorosamente aprendimos de ellas; tampoco las artes o las expresiones del ser piden permiso para manifestarse, y la intención no es desagregar al partido de La Matanza del resto del país ni del mundo, crear una isla inconexa autosuficiente, sino injertarla en una corriente contemporánea de artistas y pensadores, concientes en que las diferencias étnicas, regionales, políticas, religiosas y de clase, son fuente de conflictos sociales discriminatorios permanentes y que los habitantes del distrito padecemos con frecuencia. Como tal, la convocatoria está abierta a todos los ciudadanos del mundo que deseen promover sus obras en nuestras ciudades con presentaciones públicas amplias con el respaldo intelectual y académico correspondiente. Si nuestro distrito no será un corazón abierto entonces que duerma en la barbarie.

17 de septiembre de 2014

Dicho por Gus Niel...



Felicitaciones por los diseños de las cubiertas nuevas de mis libros nada menos que del novelista poderoso y arquitecto más que exitoso, Gustavo Nielsen... ¡pero si estoy como pandereta rabiosa en una murga! Promete ocuparse él mismo de la cubierta de mi siguiente libro con regalo del original, un honor total para mí de un amigo, es decir que en el haber tendré un original Gus Niel, el primero de mi carrera narrativa... No, mejor, pandereta rabiosa con matraca sorda. Así estoy. Abrazo con rosca, Gus.


Nada menos que el "güiner" de mi generación. Un honor para mí.





13 de septiembre de 2014

Modelo de crítica y campaña de desprestigio para noveles




Viendo que prosperan las calumnias 
de poco o nulo peso específico contra mis títulos 
en secreto o por muro público en las redes sociales 
es que propongo una mejora sustancial de valor
para una insuperable y bien fundada difamación.


En la observación sucinta del seguimiento de las tapas de mis libros que realizan mis secretos y ocultos detractores frente a otros escritores, empleadas las cubiertas como argumento de descalificación de su autor, es decir yo, debo aclarar que no es suficiente listar ni parcialmente ni totalmente el resumen de mi obra literaria editada a la fecha –apenas nueve títulos–, sino que, además, se deben agregar los motivos intrínsecos de la impugnación y la erradicación social de los mismos, de manera tal que la campaña de desprestigio sea eficaz, como seguramente esperan con el cometido y que promueven con insistencia, y así cumplir exitosamente con el objetivo publicitario. 

Y yo, pensado, como siempre, en el rol didáctico y social que me corresponde como autor, es que me detengo a elaborar algunos puntos a tener en consideración para recomendarles gentílmente, pero apenas como una guía rudimentaria de aplicación práctica consistente y atinente con la circunstancia, como seguramente vuestras señorías deben tener presente. Algunos de éstos puntos a tener cuenta son:

Primero: deben comprar el libro o libros en los comercios listados oportúnamente a precio de mercado. De estar imposibilitados de acceder a la totalidad de ellos, para el motivo que los convoca puedo facilitarles un descuento por la totalidad, una bonificación, digamos, de un 15 %. No, mejor un 20.

Segundo: tras adquirirlos, deben leerlos completos para tomar conocimiento del contenido o contenidos, pues no sea cosa que la grata sorpresa de leer tan sorprendentes y variados episodios pueda distraerlos del objetivo primario.

Tercero: volver a leerlos para eliminar cualquier sorpresa o metáfora oculta del texto y dedicarse al análisis de los contenidos conceptuales. Este paso es indispensable para una correcta fundamentación literaria sólida y ejemplar.

Cuarto: anotar o subrayar cada oración, párrafo y la hoja sospechosa de falacia –en ese orden para no pasar por alto ninguna–, dejando adecuadamente marcada la página con un señalador provisto por AstroRey Ediciones, y las afirmaciones sujetas a refutación ya sean empíricas, dialécticas o simplemente semánticas.

Quinto: comenzar la tarea de refutación, propiamente dicha, registrando los momentos, frases o premisas claves por donde filtrar el ataque destructivo. Por ejemplo:

Si en el ensayo La anomalía de Jerusalén (2012) relativizo la legitimidad del documento de propiedad titular que exhibe Silvestre, obispo de Roma, donde afirma que el emperador Constantino le donó el eje del imperio muy gratuitamente, documento sospechado siglos después por el epicúreo Lorenzo Valla, ustedes pueden afirmar: ¡Miente!... ¡Mentira-mentira-mentira! ¡Oh Dios, maldito Rigel!, tras lo cual deben exponer los motivos y la documentación pertinente que descalifica la afirmación y prueba que es, o lo contrario u otra la versión de los hechos en la historia. Incluso si saben que Lorenzo Valla no era tan epicúreo sino que tienen evidencias de que era penitente o hasta devoto de las Carmelitas descalzas. 
O si afirmo, otro ejemplo, que los discípulos de Jesús estaban todos dormidos de ebriedad en el huerto la noche de la captura de Cristo, como consta en el sección XIV Isramérica del mismo ensayo, manifestar: "¡Mentira, oh, canalla infame, era Speed, un energizante de venta pública, yo los vi! ¡Muera Rigel, muera, oh Dios mío!", y luego avanzar con la refutación necesaria de vuestras evaluaciones precisas. 
Y así con cada punto flaco y previsible de ser rebatido fácilmente que encuentren en cada uno de los nueve títulos de mi autoría que se exponen al mercado, y que aunque pudieran estar agotados en el comercio, bien pueden encargarlos y hasta realizar tareas de expionaje para conseguirlos, aunque al mismo precio del mercado, es claro. De esa manera la impugnación es completa, avasalladora, fundada y adecuada, porque expone al libro como un libelo menor –y que no me molestaré en explicarles qué es, ya que pueden encontrarlo en un diccionario común– y a su autor, pudiendo con absoluta autoridad expresar de viva voz: ¡No lo compren, es falso... falso! ¡Oh, Dios, basta-basta-basta!

Sexto: en un gran acto de repudio a la literatura, al autor y su obra, convocar al incendio de cuantos ejemplares consigan de este autor nefasto en un acto solemne y público a pleno mediodía –que hasta sospecho quien puede ser la proveedora de los ejemplares–, buscando dejar una huella en la memoria genética del inconciente colectivo que relaciona al autor con el terror y los incendios.

Séptimo: organizar escraches, pintadas, autodesgarros de vestiduras, desmayos públicos, asaltos, quema de vehículos y mujeres violadas, como medida de protesta. Les recomiendo leer Los funerales de King Kong, cuento tercero del volumen REM (2012), como modelo de manifestación cívica y ejemplar. 

Es la intención de este autor iluminar vuestras mentes con métodos adecuados para una extraordinaria campaña de desprestigio como corresponde a la dignidad, no de este autor menor y fugaz, sino de su obra cuyos códigos, como ya dije, se autodefinen a sí mismos. Y no deben preocuparse por el atropello previsible de ser juzgado por la Ley 11.723 de citar mis tapas sin previa autorización expresa como consta en la primera página de los textos que corresponden a los ISBN da cada título registrado en la Cámara Argentina del Libro de los libelos difamados por tan notables intelectos, como lo establece la ley nacional, incurriendo en un delito cuando claramente la letra dice:  

"Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Incluido en los Derechos de Propiedad Intelectual del autor en forma parcial por cada obra publicada y total por cada volumen recopilado. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio gráfico o electrónico sin previa autorización por escrito del autor."

con lo cual no les estoy diciendo que sean de naturaleza estúpida o que nada tiene que ver con la literatura lo que ustedes hacen y producen, no, sólo digo que son de una torpeza a destacar que tiene que ver con la "literatura" en el planeta de los simios. Próximamente les indicaré otros detalles a tener en cuenta para una correcta e impecable campaña de difamación. A vuestros servicios, como siempre...


Barón Carlos Rigel


Copyright®2014 por Carlos Rigel

10 de septiembre de 2014

Censura y represión

No es necesario portar una metralla para convertirse en represor, tampoco conducir un Falcon o un Jeep ni levantar ciudadanos de las calles, se es represor en el amor a la arbitrariedad, cuando se reprimen las ideas, pero sobre todo cuando no agradan sus contenidos o cuando son diferentes a la campana comúnmente aceptada y se las reprime. 

Existe un segmento cultural, un componente social, que acompaña a la humanidad desde épocas inmemoriales: El represor. En edades crudas usaban las armas pero en tiempos de paz subliman sus potencias y las vuelven palabras, muchas veces sin argumentos, pero palabras al fin, y acciones cuyo objetivo es evitar la difusión pública de las ideas, anular los debates abiertos, bajo la premisa orweliana de que "malos pensamientos promueven malas acciones" incurriendo torpemente en lo opuesto, que es cuando "malas acciones promueven malas conductas sociales" aunque, finalmente, sólo atrasan lo inevitable y sobran ejemplos culturales transitados por nuestra sociedad como, por ejemplo, los debates sobre el divorcio, el destape, etcétera, en los '80. Pero si no alcanzan los argumentos y las palabras encuentran otros métodos accesibles. Veamos algunos de los recursos y el comportamiento de estas figuras selváticas que habitan y comparten nuestra biósfera.

Siendo represor se reprimen las palabras cuando se condena a quien las pronuncia, pero si se impide la pronunciación de las mismas ahí adquiere el nombre de censura, que viene de la voz latina censor y tiene su origen en Roma, eso nos dice que como tarea es antigua. En tiempos de libertades cívicas el primer paso es la censura, es decir, el impedimento de las ideas por supresión o anulación, pero de intentarlo de nuevo, de obstinar en lo mismo y de porfiar en los argumentos, sobreviene entonces la represión que es cuando incluso las palabras son usadas como un arma para allanar, detener e impedir una manifestación individual, no para educar ni iluminar, sino como amenaza, como agresión disuasiva.

En la edad Media, incluso Shakespeare debió sortear los obstáculos de la censura ejercida por los Comisarios reales cuando llegaban con sus soldados a clausurar las obras públicas si se juzgaban nocivas a los valores de la sociedad de aquel momento, o tal vez una idea o un concepto de la dramaturgia que pudiera afectar la moral pública. Eran los "representantes del poder" en esos tiempos. Aún lo son. Siempre hay representantes del poder, a veces ocultos en la sociedad para ejercer la censura y nos recuerdan que si tuvieran una metralla, regresarían como represores. 

Pero veamos un simple y mínimo acto de censura con evolución: La primera vez se allana una idea es censura, clara y recta, pero si se ejerce nuevamente con conocimiento de lo que se quiere censurar, es decir, una confirmación de la supresión de una idea o un sentimiento, dejó de ser censura y ahora se llama represión y el diccionario se refiere a una acción del poder para contener, detener o castigar, y cuyo territorio de actuación es bastante amplio y por completo discrecional. Por eso tanto el censor como su correlato, el represor, son paradigmas reveladores del primitivismo que busca impedir y retrasar la evolución social a períodos oscurantistas y brutales. Prueba de ellos son el destape de la sociedad española que luego de 40 años de censura, supresión y represión, que dejaron huellas profundas en las costumbres de dos generaciones, explota hacia una libertad expresiva irrestricta, prueba visible de la invalidez de los métodos represores para erradicar una concepción social o individual; con todo el despliegue de coerciones apenas logran retrasar los procesos.

Pero lo cierto es que para ejercer dicha represión se necesita una cuota básica de poder y naturalmente que es nacida del propio Estado. Finalmente, hablamos de un agente, un funcionario regular o de oficio secular del organismo. El mismo Trotsky inspirado en el pensamiento de Max Weber estaría de acuerdo en que para ejercer esa cuota de poder no sólo se requiere de funcionarios acreditados como parte del Estado, sino de externos creyentes en la validez de sus métodos. La institución en sí misma no alcanza para penetrar a la sociedad completa, sino que requiere y se nutre del reflujo permanente de servidores nacidos en la propia sociedad que reprime.


La censura fue ejercida en obras musicales, obras literarias e incluso en mapas. La idea es que algo no salga a conocimiento público y trata de los estilos empleados para el objetivo. Por eso es característica de tiempos o monárquicos o militares o de imperio religioso, con cortes marciales o tribunales inquisidores. Para eso antes se nombraban a los Comisarios Reales o Delegados Papales o Interventores, y se les otorgaba poder y el comando de agentes o soldados pero también, a su vez, se designaban a espías para observar a los peligrosos y prevenir las protestas, las reuniones sospechosas. El extremo final de esta medida de sospecha conspirativa del Estado para con una sociedad completa la conocemos: El Estado de sitio, que es cuando la reunión de más de dos personas presupone una conspiración.

La humanidad tuvo a grandes sospechosos miembros de las artes, Shakespeare fue un peligroso, Cyrano también lo fue, Pasternak, Cabrera Infante, Roa Bastos, Wilde, Monterroso, Neruda, todos ellos y muchos otros, fueron peligrosos para el Estado. Hubo y hay tantos peligrosos que el ejercicio de la censura se mantiene vigente por los cultores y moderadores, los representantes o servidores del Poder y del Estado, porque también subyace en épocas republicanas oculta de manera latente, siempre hay quien nos advierte que de no ser obedecida la palabra imperante, y ante la respuesta contestataria, entonces se ejerce la represión como medida terminal. Ellos administran las voces, las califican, las clasifican, las desagregan, las verifican en sus contenidos. Y si es necesario, las censuran. Y si se obstina, entonces se reprime. Para esto se emplean las armas o las palabras o los gritos. En efecto, cuando no alcanzan las voces, entonces se suman muchas voces hasta conformar gritos y barullo que aplaquen al fin las voces solitarias, porque el objetivo es que no sean escuchadas. Basta con impedir el conocimiento del concepto. Wilde podría darnos una clase magistral de cuando los ladridos de la jauría se suman para tapar una voz.

Uno de los grupos de choque y censura reconocidos y ocultos en la actualidad de nuestra sociedad, por ejemplo, pertenece a la misma iglesia católica. Como institución dispone de su jauría de censores y represores quienes allanan el debate de temas sensibles como el aborto; así es, ellos son quienes reciben las instrucciones de acallar las voces nocivas en sus argumentos en los debates abiertos, y así administran los motivos y las justificaciones de la demagogia católica. A veces, los veremos asomar en las mesas periodísticas con la levadura conocida pero, como parodia, sólo persigue el fin de impedir el desarrollo del debate, no se trata de la razón ni los motivos. Pero cuando esos "grupos de tareas" no son escuchados por la sociedad, o son superados en los argumentos básicos, entonces pierden la compostura y aplican el recurso extremo de las amenazas de bomba en edificios públicos, en hospitales, en juzgados, en salas de debate, en estudios de televisión. Allí vemos que el censor llevado al extremo es represor.


El implemento de la censura represiva la vemos aplicada de manera siniestra en lo individual cuando se elimina a un testigo clave en un juicio, allí también vemos que la censura es represión. Y por supuesto que estos ejecutores cobran por esos servicios, o dineros o regalías o beneficios. Tanto represores como censores reciben una paga por los servicios cumplidos, la idea es mantenerlos conformes y dichosos con sus funciones. Los Estados e instituciones siempre encuentran un cifra tentadora para los verdugos porque siempre tienen un precio accesible.

Se reprime cuando se permite el ejercicio de la represión y de su hermana menor, la censura, ya sea pacífica o ejercida por la fuerza, y es común entre los represores y censores en tiempos de luz, el gran acto de cobardía suprema que viene luego, tras la acusación, cuando se la niega; cuando se buscan justificativos para exculparse de haberse sumado anteriormente a la condena, cuando tras haberla implementado se la quita de la acción y se la traslada a la ambigüedad, cuando se la niega o se miente o se calla frente a las evidencias que es cuando luego de haber tirado la piedra se oculta la mano, no sea que los descubran en su verdadera naturaleza risueña y nefasta: Son represores en épocas de paz. 

Pero no hay censores ni represores famosos en la historia de la humanidad, sólo cuando exceden sus propias marcas y se vuelven déspotas, tiranos o asesinos, de allí el fascismo exteriorizado en pleno siglo XX y lo que va del actual, ciudadanos comunes que ante un estímulo adecuado ven en un adversario al enemigo digno de muerte. No se trata de cuál es más sabio ni mejor argumentado, sino de impedir la imposición de una idea, retrasarla; pero de no cruzar esa marca que orilla el crimen social, por suerte, la sociedad los olvida. Nadie recuerda el nombre del verdugo de Juan el Bautista. Ninguno de ellos le dejó una huella perdurable al tiempo, ninguno es recordado en alguna biblioteca por fuera del registro de remesas y pagos a funcionarios y siervos pasajeros del Estado. Pero no hay que temerles, por el momento sólo son los idiotas de turno.


Si no comprendieron qué contiene 
el ejercicio irrestricto de la Libertad de expresión, 
están a años luz de comprender el costo que 
tiene el derecho de Acceso libre a la información.



Barón Carlos Rigel


Copyright®2014 por Carlos Rigel

7 de septiembre de 2014

Una rectificación pertinente



Según me aclaran, en horas recientes se me ha relacionado con un acontecimiento de discriminación y censura contra la Sra. Perla Patrón, de Ramos Mejía, para la cual, como organizadora de un encuentro literario de su ciudad, fui uno de los invitados durante los eventos. Esa misma cortesía, a su vez, se le fue dispensada en los comienzos del Café Rincón de letras. Sin embargo, luego de acontecimientos confusos en relación a una publicación que realicé para el café que ella coordinaba con los autores de su grupo de allegados, simplemente me retiré para dedicar mis esfuerzos únicamente a los eventos de difusión cultural en San Justo.

Con posterioridad a mi alejamiento –de lo que podríamos llamar, el grupo Ramos Mejía–, es que comienzan los ataques en las redes contra mi persona –nada novedoso, por cierto–, la persecución, el seguimiento de mis movimientos diarios, la extracción de información de mis cuentas jaqueadas y el uso discrecional de la misma, la contratación o convenios con gente de baja calaña para el hostigamiento, las amenazas, los emails injuriantes, los cruces informativos y los reportes diarios de mis movimientos en un grupo de gente cuya finalidad cotidiana parecía ser la de hostigarme con advertencias, evaluaciones jamás pedidas y descalificaciones por completo impertinentes. De esa época tengo los emails, los partícipes, la revelación de información del origen de los sucesos narrados y hasta las cifras que fueron ofrecidas y cobradas por miembros de ese grupo por los servicios prestados cuya finalidad prefiero callar, algunos datos oportúnamente descritos en notas de mi blog inmediatas o posteriores al momento.

No obstante, la Sra. Perla Patrón se presentó libremente, como cualquier otro ciudadano, en uno de los últimos cafés literarios coordinados en el Centro Cultural Congett cuando las aguas estaban ya divididas y mi persona en el centro del huracán. Y durante mi última visita al programa de radio "Cultura desde el pie" también tuvo la completa libertad de llamar al programa, a sabiendas de que estaba yo presente, como también puede hacerlo cualquier otro ser libre de brindar su opinión sin censura previa ni restricciones sobre temas de interés general. Jamás se la privó ni de visitar los espacios públicos ni de hacer uso de sus libertades cívicas. Repito, jamás.

Sin embargo, tengo el derecho a reservarme de publicar mis escritos donde participa gente que en lo oculto y al amparo de las redes, me ataca. De allí la aclaración y la consulta de que si ella publicaba en el "Catálogo de Autores de La Matanza" del año 2012, editado por la Secretaría de Cultura y Educación del Partido de La Matanza, me abstenía de participar de la antología. Jamás la privé de su ejercicio individual de la libre expresión en igualdad de condiciones que cualquier otro. De allí que si ella participaba de algún evento, sin dar explicación alguna, me retiraba. No obstante, a nadie he privado de dispensarle los honores que cada uno crea conveniente. Mis causas son privadas y sólo me sirven a mí. Pero me reservo el derecho de participar donde quiero, yo también soy libre y destino mi interés en lo que quiero y me parece adecuado.

Pero así es que antiguos colaboradores, colaboradoras y con quienes yo colaboré en la promoción de la libre expresión, luego fueron ejecutores de tareas ocultas, llamadas ocultas, injurias, mentiras, insultos, calumnias aproximadas o contaminadas o alejadas de la verdad, y que se prolongan aisladamente hasta la fecha. Cada uno cuenta su versión según lo que tiene adentro, pero yo sólo tengo la mía y jamás me interesó saber cuál es la ajena. Lo que di, di y no tengo reclamos, lo que perdí, perdí y nada lamento, y lo que no obtuve, no obtuve y nunca añoro. Y cuando abandono algo es definitivo bajo una premisa que es axioma inamovible en mi vida y es que "no dará mañana lo que no dio ayer". Que cada quien exponga su obra al público y que el público juzgue, y quien no tenga obra que mostrar que exponga sus actos. Yo sólo escribo.


CR