Según me aclaran, en horas recientes se me ha relacionado con un acontecimiento de discriminación y censura contra la Sra. Perla Patrón, de Ramos Mejía, para la cual, como organizadora de un encuentro literario de su ciudad, fui uno de los invitados durante los eventos. Esa misma cortesía, a su vez, se le fue dispensada en los comienzos del Café Rincón de letras. Sin embargo, luego de acontecimientos confusos en relación a una publicación que realicé para el café que ella coordinaba con los autores de su grupo de allegados, simplemente me retiré para dedicar mis esfuerzos únicamente a los eventos de difusión cultural en San Justo.
Con posterioridad a mi alejamiento –de lo que podríamos llamar, el grupo Ramos Mejía–, es que comienzan los ataques en las redes contra mi persona –nada novedoso, por cierto–, la persecución, el seguimiento de mis movimientos diarios, la extracción de información de mis cuentas jaqueadas y el uso discrecional de la misma, la contratación o convenios con gente de baja calaña para el hostigamiento, las amenazas, los emails injuriantes, los cruces informativos y los reportes diarios de mis movimientos en un grupo de gente cuya finalidad cotidiana parecía ser la de hostigarme con advertencias, evaluaciones jamás pedidas y descalificaciones por completo impertinentes. De esa época tengo los emails, los partícipes, la revelación de información del origen de los sucesos narrados y hasta las cifras que fueron ofrecidas y cobradas por miembros de ese grupo por los servicios prestados cuya finalidad prefiero callar, algunos datos oportúnamente descritos en notas de mi blog inmediatas o posteriores al momento.
No obstante, la Sra. Perla Patrón se presentó libremente, como cualquier otro ciudadano, en uno de los últimos cafés literarios coordinados en el Centro Cultural Congett cuando las aguas estaban ya divididas y mi persona en el centro del huracán. Y durante mi última visita al programa de radio "Cultura desde el pie" también tuvo la completa libertad de llamar al programa, a sabiendas de que estaba yo presente, como también puede hacerlo cualquier otro ser libre de brindar su opinión sin censura previa ni restricciones sobre temas de interés general. Jamás se la privó ni de visitar los espacios públicos ni de hacer uso de sus libertades cívicas. Repito, jamás.
Sin embargo, tengo el derecho a reservarme de publicar mis escritos donde participa gente que en lo oculto y al amparo de las redes, me ataca. De allí la aclaración y la consulta de que si ella publicaba en el "Catálogo de Autores de La Matanza" del año 2012, editado por la Secretaría de Cultura y Educación del Partido de La Matanza, me abstenía de participar de la antología. Jamás la privé de su ejercicio individual de la libre expresión en igualdad de condiciones que cualquier otro. De allí que si ella participaba de algún evento, sin dar explicación alguna, me retiraba. No obstante, a nadie he privado de dispensarle los honores que cada uno crea conveniente. Mis causas son privadas y sólo me sirven a mí. Pero me reservo el derecho de participar donde quiero, yo también soy libre y destino mi interés en lo que quiero y me parece adecuado.
Pero así es que antiguos colaboradores, colaboradoras y con quienes yo colaboré en la promoción de la libre expresión, luego fueron ejecutores de tareas ocultas, llamadas ocultas, injurias, mentiras, insultos, calumnias aproximadas o contaminadas o alejadas de la verdad, y que se prolongan aisladamente hasta la fecha. Cada uno cuenta su versión según lo que tiene adentro, pero yo sólo tengo la mía y jamás me interesó saber cuál es la ajena. Lo que di, di y no tengo reclamos, lo que perdí, perdí y nada lamento, y lo que no obtuve, no obtuve y nunca añoro. Y cuando abandono algo es definitivo bajo una premisa que es axioma inamovible en mi vida y es que "no dará mañana lo que no dio ayer". Que cada quien exponga su obra al público y que el público juzgue, y quien no tenga obra que mostrar que exponga sus actos. Yo sólo escribo.
CR
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