18 de diciembre de 2020

Lo que deja atrás mi 2020

Tres títulos del ejercicio diario de escribir. Alrededor de 750 páginas escritas, listas para su publicación. Eso dejo atrás. Seguiré con otras cosas, con otros libros. Nunca deben faltar proyectos literarios ambiciosos.


18 de noviembre de 2020

Un mundo perfecto



Una madrugada cualquiera vuelvo a disfrutar esa metáfora paralela y hermosa que contiene el film de Clint Eastwood “Un mundo perfecto” (1993) y no me extraña que a la crítica le haya pasado por encima sin el análisis poético que le corresponde, quizá, como la pieza más importante filmada por Eastwood. Los elogios a veces no alcanzan porque no son suficientes frente a la crítica intelectual que requiere y merece una obra bien construida.


El escape de un prisionero y la fuga por Dallas con un pibe de 8 años como rehén. Se trata de Philip –el actor novel por esos años T.J. Lowther–, en la ficción, el único varón con dos hermanitas quienes viven con su madre, y que componen una familia de Testigos de Jehová, por ende, no disfrutan de Halloween ni de la Navidad, no conocen la playa o un simple copo de azúcar. Con él emprenderá el escape teniéndolo como copiloto en la aventura, atravesando rutas por praderas en uno de los estados más verdes en el país del norte.


El running es el viaje hacia la frontera con destino al Canadá, una fuga con delitos, risas y sorpresas, y que descubrirá la amistad y el apego afectivo entre ambos. Todo transcurre en 1963 a horas de la visita final de Kennedy a Dallas donde la muerte lo buscará con miras telescópicas. He allí la metáfora que encierra.


La segunda lectura es amplia, pero lo suficientemente detallada como para no ignorarla. Perseguido y cercado, Robert 'Butch' recibe dos disparos que le provocan la muerte aproximadamente a la misma hora que asesinan al presidente de EE.UU. y un francotirador del gobierno, un personaje sombrío y pedante, acierta el segundo para cerrar el episodio de una semiótica oculta e inteligente de una película bella, tensa y simpática por momentos, y con un espacio enternecedor sobre el final.


El pibe, Philip 'Buzz' simboliza al pueblo norteamericano, una actuación brillante, y el prófugo, al mismo presidente Kennedy. Incluso me divierte la alianza del comienzo con otro prófugo tras la fuga de la cárcel, porque simboliza el acuerdo pre-electoral con la mafia italiana y el clan Sinatra, al cual luego de ganar las elecciones le da la espalda, uno de los motivos del ajuste de cuentas, pero no el único.


No recuerdo ni una sola crítica sólida que haya resuelto la bella metáfora que encierra el argumento, pero a fin de cuentas se resuelve con simple análisis literario. Incluso la pieza musical que se escucha cerca del final recuerda los orígenes irlandeses de la familia presidencial. Todo muy emotivo. 






Rigel


Copyright®2020

13 de noviembre de 2020

Protocolo de los sabios de Sión



Mantendremos sus vidas cortas y sus mentes débiles mientras pretendemos hacer lo contrario. Usaremos nuestro conocimiento de la ciencia y la tecnología de manera sutil para que nunca vean lo que está sucediendo. 
Usaremos metales blandos, aceleradores del envejecimiento y sedantes en alimentos y agua, así como en el aire, estarán cubiertos de veneno dondequiera que miren. 
Los metales pesados les harán perder la cabeza. Prometeremos encontrar una cura con nuestros muchos fondos y, sin embargo, les daremos más veneno. 
Los venenos químicos serán absorbidos por la piel de idiotas que creen que ciertos productos de higiene y belleza presentados por grandes actores y músicos, traerán la eterna juventud a sus rostros y cuerpos, y a través de sus bocas sedientas y hambrientas destruiremos sus mentes y sistemas de órganos internos y de reproducción. Sin embargo, sus hijos nacerán discapacitados y deformados y ocultaremos esta información. 
Los venenos estarán ocultos en todo lo que los rodea, en lo que beben, comen, respiran y usan. Tenemos que ser ingeniosos para distribuir los venenos porque pueden ver lejos. 
Les enseñaremos que los venenos son buenos, con imágenes divertidas y tonos musicales en la televisión. Aquellos que los estén buscando serán de gran ayuda. Los inscribiremos para impulsar nuestros venenos. 
Verán que nuestros productos se utilizan en películas y se acostumbrarán a ellos y nunca conocerán su verdadero efecto. Cuando den a luz, inyectaremos veneno en la sangre de sus hijos y los convenceremos de que los estamos ayudando. Empezaremos antes, cuando sus mentes sean jóvenes, apuntaremos a sus hijos con lo que más les gusta, las cosas dulces. 
Cuando sus dientes se deterioren, los llenaremos de metales que matarán sus mentes y les robarán el futuro. 
Cuando su capacidad de aprendizaje se ha visto afectada, hemos creado medicamentos que los enfermarán más y les causarán otras enfermedades, para lo cual crearemos aún más medicamentos. 
Los haremos dóciles y débiles ante nosotros, por nuestro poder.Se volverán deprimidos, lentos y obesos, y cuando acudan a nosotros en busca de ayuda, les daremos más veneno.Centraremos nuestra atención en el dinero y los bienes materiales para que nunca se conecten con su yo interior.Los distraeremos con fornicación, placeres externos y videojuegos, para que nunca sean uno con la unidad de todos.
Sus mentes nos pertenecerán y harán lo que les digamos. Si se niegan, encontraremos formas de implementar tecnología que altere la mente en sus vidas. 
Usaremos el miedo como nuestra arma. Estableceremos sus gobiernos y estableceremos oposición dentro de ellos. 
Seremos dueños de ambos lados. Siempre ocultaremos nuestro objetivo, pero continuaremos con nuestro plan. Ellos harán el trabajo por nosotros y prosperaremos con su trabajo. 
Nuestras familias nunca se mezclarán con las suyas. Nuestra sangre debe ser pura (porque lo es). Haremos que se maten entre sí cuando se opongan a nosotros. Los mantendremos separados de la unidad a través del dogma y la religión. 
Controlaremos todos los aspectos de sus vidas y les diremos qué pensar y cómo. 
Los guiaremos amablemente y les haremos creer que se están guiando a sí mismos. 
Instigaremos la animosidad entre ellos a través de nuestras facciones. 
Cuando una luz brille entre ellos, la apagaremos mediante la burla o la muerte, lo que más nos convenga. 
Haremos que destrocen sus corazones y maten a sus propios hijos. Lo lograremos usando el odio como nuestro aliado, la ira como nuestro amigo. El odio los cegará por completo y nunca verán que en sus conflictos seremos sus líderes. 
Estarán ocupados matándose unos a otros. Se bañarán en su propia sangre y matarán a sus vecinos, siempre que veamos que están en contra nuestra.Nos beneficiaremos mucho de esto, porque no nos verán, porque no pueden vernos. Continuaremos prosperando con sus guerras y sus muertes. 
Repetiremos esto hasta lograr nuestro objetivo final. Seguiremos haciéndoles vivir con miedo y rabia, les daremos imágenes y sonidos. Usaremos todas las herramientas que tenemos para lograrlo. 
Las herramientas serán proporcionadas por su trabajo. Haremos que se odien a sí mismos y a sus vecinos. 
Siempre les ocultaremos la verdad divina, que todos somos uno. ¡Eso nunca debe saberlo! 
Nunca deben saber que el color es una ilusión, siempre deben creer que no son iguales. Gota a gota, gota a gota, avanzaremos en nuestra meta. Nos apropiaremos de sus tierras, recursos y riquezas para ejercer control sobre ellos. 
Los engañaremos para que acepten leyes que les robarán la poca libertad que tienen. 
Estableceremos un sistema monetario que los cerrará para siempre, manteniéndolos a ellos y a sus hijos endeudados. 
Cuando los prohibamos juntos, los acusaremos de asesinato y presentaremos una historia diferente al mundo porque seremos dueños de todos los medios. 
Usaremos los medios de comunicación para controlar el flujo de información y sus sentimientos a nuestro favor. Cuando se levanten contra nosotros, los aplastaremos como insectos, porque son menos que eso. No podrán hacer nada al respecto". 

1902

17 de mayo de 2020

Madrugada en el huerto del bien y del mal

Las tintascrudas de Rigel




No imaginan cuán liberador es este día para mí, gente. El camino está lejanísimo y hacia allí voy a paso lento, quizá con doscientas trabas por resolver todavía, pero seguro de donde voy. Cerrar puertas al pasado fue otro acto explosivo más de mi aguda y mínima fortaleza de esfinge olvidada. Asterión renacido todavía sin laberinto de pertenencia ni Ariadna de traición, acabó el tiempo de vacilar y me consterna no haber tenido nunca ni un suspiro de esperanza en la humanidad, porque vacié mis bolsillos y lo que único que había fue lo que tenía al llegar a la vida, las velas quemadas al ayer de una fe inamovible con el tamaño de un reino de que un día, para mi sorpresa encumbrada, al fin amanecería.

El cielo mismo empujará la rejas para abrirlas mientras camine ciego sin siquiera detenerme ni a tomar agua, aunque la sed me atormente y reseque hasta en las pesadillas, pero al fin me echaré a descansar con los grises del alba al pie de una montaña donde brillan tres monedas de oro enterradas en el suelo, y veré en ellas el cuño de los principados de mi propia simiente crecida en tierra amarilla hace milenios tras mi llamado a empezar la existencia, porque son señal, plano y destino de abandonar el triste peregrinaje sin rumbo por los milenios del alma y el dharma para detenerme no lejos de la montaña prometida, frente a una casita pequeña. pero llena de amor y que una vez soñé hace muchos años.

Agradezco a las sombras pretéritas transitadas y padecidas por el valle último de la medianoche en los huertos del bien y del mal, porque no me verán morir en el trueno sino extinguirme para siempre en los fuegos mansos de Dios, borrado por los vientos del toro y la arenisca del loco. A cada quien el cielo raso que le toque en esta vida, porque lo tiene ganado, nada llevaré conmigo excepto mi sombra de humanidad y no tendré lágrimas ni sudor en mi frente, tampoco olvido con penas en mi corazón nuevo de río viejo para enfrentar el final en el lugar merecido.

Esa fue la única medalla reclamada al cielo cuando las nubes se abrieron sobre mi cabeza. No necesito más. Todo fue cumplido, todo. Que el amor me mate donde yo quiera, como un Dante equivocado de final. El amor que di es el amor que recibí, lo sembré leal cuantas veces pude. Y que tras el lugar y fin elegidos sin fecha de vencimiento marcado en el libro del ángel que escribe, que el deudor sea Dios y no yo. Que él lamente mi ausencia y no yo.

Rigel

Copyright®2020 por Rigel

15 de mayo de 2020

El triunfo de los que pierden

Hyvon Ngetich, maratonista keniana, rechaza la silla de ruedas y 
llega a la meta gateando.






.


Exitistas, como pretendemos ser, celebramos del podio a los que llegan primeros a la meta final, los festejos con la medalla al ganador, el cinturón de las proezas, cuando agregarle un aplauso más no cuenta ni suma. Como en la carrera demencial de espermatozoides, uno le gana a cien mil que no llegan porque perdieron por tres cuadras el tranvía rumbo a un milagro llamado “existencia”. ¿Hubieran sido hermanos, símiles, diferentes? ¿Otros? 

Cualquiera imagina al vencedor de una batalla pugilística, por ejemplo, volviendo a casa con fiesta, laureles y oro, pero, ¿quién piensa en el perdedor de esa misma lucha donde espera una familia apesadumbrada por la pérdida con algo más que fideos esa noche? ¿O quién ve llegar al último de una carrera agobiante, cuyo esfuerzo fue el máximo que su agotada humanidad podía brindar? No tendrá la medalla de oro ni de plata o bronce ni la mención, pero quizá fue el intento final de su vida deportiva en límite con lo inviable de la edad. Y entonces parte anónimo al olvido, desvanecido e inconforme de no haber dado un poco más del máximo que podía rendir, y como un jamás existido en las marcas, un nunca listado, acepta su derrota contra la línea o quizá contra la parte útil de su vida y de sus sueños.

Pero pensemos en ese último rezagado que arriba a la meta sin renunciar aún cuando sabe que perdió. La algarabía de adelante se lo indica. ¿Por quién sigue corriendo? ¿Por su familia o sus amigos? ¿Por una bandera? ¿Por nosotros, o por él? ¿Por qué no entregarse abatido al descanso del suelo y ahorrarse el último suspiro? A cada quién el umbral de su cielo raso.

No hay segundos ni terceros en nuestra cultura enferma de evasivo exitismo. Tal vez por ese mismo triunfalismo cultural tan fuertemente arraigado y que el éxito a diario se nos escapa de las palmas es que el fracaso reprimido estalla una y otra vez en nuestras vidas con un magnetismo ingobernable y febril que tironea inclemente hacia el último puesto. Sostenido en el cuenco de nuestras manos juntas es como el agua: hay sólo para uno por vez. 

Es que hay una metafísica criolla de la derrota. El tango es quizá la prueba evidente de ella, también el folclore y en muchos casos la literatura. Y allí, en el límite del contraluz con las sombras es que vivimos con gritos de fervor de creernos un país superior con derecho al éxito por prepotencia de nacionalidad, pero sin aplausos, porque nunca consumamos la llegada para atropellar la cinta del final. Hasta el Fierro del poema, símbolo gauchesco argentino, acepta el abatimiento y parte hacia el ocaso tan amargo como un cimarrón temprano. Es el cohete que se derrumba antes de alcanzar las nubes al iniciar la segunda etapa de propulsión y se viene abajo ahogado en llamas de hidrógeno, metáfora tristemente nacional de la que me ocupé alguna vez en otra reflexión.

En los EE.UU., Bartolomeo Vanzetti es condenado a muerte junto a Nicola Sacco por un crimen aberrante que no cometieron –más tarde se supo de la inocencia–, y en sus palabras finales rumbo al cadalso, nos regala una expiación libertadora cuando nos dice: “Esta agonía es nuestro triunfo”, donde subvierte el castigo letal que luego los redime a ambos, y declama una contrademanda abierta que condena a la humanidad por indolente impiedad frente a la verdad. Tal vez por sus muertes a pura injusticia es que sus nombres perduran.

Pero aquí los derrotados no tienen nombre, no suman en ninguna lista de intentos. No hay vítores, aunque a diario los vemos transitando los escombros de una caída cotidiana cuando caminan por las calles. No son necesarios los Idus de marzo porque condenados a un fracaso sin pausa continuamos gritando sin medalla fuera de carrera. Y sin ser la última nación de la Tierra seguimos siendo un país imperial de alegres perdedores.
Rigel

Copyright®2020 por Rigel

9 de marzo de 2020

La muerte roja nos visita




Veo inevitable la llegada de un cambio profundo en los hábitos sociales donde la condición fundamental será el mínimo o nulo contacto directo con las personas, la bajísima exposición al contagio donde hasta el saludo cordial será riesgoso; ni qué hablar de dar la mano, un abrazo afectuoso, un beso amable.

En Italia, la peste hace estragos. Su crecimiento alarmante es exponencial; se multiplica por sí misma cada 24 horas. Milán, sin ir lejos, está desaparecida del mapa. La cantidad de contagios es desconocida y cuando la cifra se conozca se habrá multiplicado de nuevo. Italia funciona por internet y entregas a domicilio.

La propia casa es el refugio de puertas cerradas, no hay visitas, poca gente en las calles, los estadios clausurados, los recitales, toda concentración masiva de público es evitada. Los trabajadores salen camino a sus ocupaciones diarias vestidos de astronauta. En las escuelas no hay pibes asistiendo a clase, permanecen cerradas hasta nuevo aviso, las oficinas de atención al público hoy son simbólicas.

Los mercados yacen vacíos de gente y es un recurso de emergencia el delivery, la entrega en puerta que evite asistir a los comercios. Lo complementario, por otra parte, es que los pocos productos que sobreviven en las góndolas de origen chino son vistos con horror. Hay embarques suspendidos, aduanas cerradas. Y muy probablemente el comerciante erradique toda manufactura proveniente de Asia del este. China es mala palabra, su nombre despierta un rumor helado de muerte silenciosa e invisible. La muerte roja. Sólo allí suman 470 muertos y la cifra de contagios es siempre provisoria; en 15 días se sabrá cuantos fueron hoy y cuántos no.

Alemania con 70.000 personas en cuarentena y 1.200 infectados. En Francia es el mismo panorama, como en la película reciente “Guerra Mundial Z”. Sea dicho que nuestra primera víctima del COVID-19 provino de Francia e ingresó al país el 25 de febrero. Y si le agregamos los métodos extremos del gobierno chino con los contagios confirmados, a quienes entierran vivos en pozos bio-digestores para taparlos de tierra y apisonarlos con palas mecánicas sin siquiera gastar de piedad una bala de gracia en cada uno, entonces China es el Kraken de los piratas, los zombis de la película, los extraterrestres infecciosos, las ánimas del film “Jaulas” (Bird Box).

Pero no es la primera pandemia en la historia de la humanidad. Hubo otras pestes letales como la del año 1000, llamada “Los fuegos de San Antonio”, que diezmó a la población de Europa. Digo que el 90% de la gente desapareció en poco años. Hace 1000 años, los pozos fueron habilitados para la quema de cuerpos, pero eran tantos cadáveres que formaban avenidas y montañas mortuorias a la espera del fuego terminal cuando, además, faltaban manos para ocuparse de la labor. La iconológica carta XIII de los arcanos mayores del tarot “La muerte” refleja la memoria social de una huella todavía imborrable a los siglos.

Los síntomas registrados por un cronista del bajo medioevo fueron aterradores. Los gritos desgarrados junto al olor a cadáveres podridos fueron el aire a respirar. Cada noche era de fierro caliente en una oscuridad de espanto. A las pocas horas del contagio –que era inmediato– se observaban ronchas febriles y el crecimiento de pelotas moradas en la piel del cuerpo en los contaminados. Y luego, según cuenta, la carne se desprendía de los huesos, como en un hervor de los tejidos abiertos y descascarados, más la sangre... 

Esperpéntico todo. El propio cronista que registra los sucesos se despide antes de salir a recorrer la ciudad la noche ultima de su vida y su relato. Y allí interrumpe su recopilación, lo que nos advierte el destino final encontrado en las calles. En esa edad de ánimas y sombras comienza el uso de máscaras de ojos calados de picos largos, para evitar las asfixias, las capas provistas de capuchas sobre una vestimenta ya de por sí densa, compuesta de prendas sobre prendas, los guantes dobles para evitar todo contacto con los enfermos.

Europa de nuevo se ha vuelto el catalizador de la peste COVID-19. Pero el derrumbe del gigante asiático del este, cuna del virus con prácticas alimenticias repugnantes, no bastará para contenerla. Es inevitable un cambio de conductas preventivas sociales de proximidad que evada el contacto físico o cercano y aún indirecto.



El cine lo vio antes; de pronto adquieren relevancia “12 monos”, “Pandemia”, y la preocupante “Extermino”, que hoy resuenan como algo más que una ficción para adolescentes fantasiosos, sino una presencia temeraria sin brújula ni fecha de contención y erradicación. Pero podemos ya afirmar que abandonó el reino de la ficción para habitar en nuestra biósfera.

Costa Rica, Colombia, Chile, Brasil y ahora Argentina registran casos. La muerte roja ha expandido dominios en América, aunque aquí seguimos durmiendo al abrigo del fanatismo. Nuestro país reacciona tarde al terror. Al primer muerto de ayer, le descubrieron el COVID-19 por un hisopado post mortem. Imaginemos nuestras posibilidades de prevención. Hoy son 12 infectados y 70 en cuarentena. Mañana serán cientos y antes de un mes, miles y cientos de miles, quién sabe, antes que se tome conciencia real del peligro que subestiman en los accesos al país. 

Con estos ineptos alegres que nos gobiernan, quiero decirles, estamos re cagados.

Rigel

Copyright®2020 por Rigel

27 de febrero de 2020

Raúl E. Paggi y el descenso de Ícaro


El año pasado dedicaba una reseña breve al fallecido Raúl Ernesto Paggi, director del sello editorial Hyspamérica Ediciones Argentina S.A. Lo que no supe, entonces, fue de la extinción de Hyspamérica como editorial.
Don Raúl, empresario destacado a quién conocí en sus oficinas de Avda. Corrientes, ciudad de Buenos Aires –el viejo tenía oficinas en Madrid y hasta un despacho en New York–, fue un líder visionario formidable de los libros. Recuerdo el juego de lupas que tenia en su escritorio para la lectura de cualquier documento mientras me hablaba de sus contactos empresarios, gestiones con editores y escritores por las ciudades del mundo, como quien visita los barrios de GBA para comprar verduras.

A él debemos la colección de la “Biblioteca Personal”, libros con prólogos que fueron famosos de tinta y letra de Jorge Luis Borges, y que originó el juicio posterior de María Kodama en reclamo de derechos de autor como apoderada. Pero don Raúl, viejo legalista de los que no hay entre nuestros políticos, tenía los documentos pagos y firmados por don Jorge Luis que acreditaban su pertenencia sobre los escritos, y ganó el juicio.

La crisis de 2001 fue el hachazo que le hizo tambalear las cuentas bancarias. En manos de empresarios españoles, la caída repentina de 4 a 1 de contratos en dólares mientras aquí cobraba sus libros en pesos, lo dejó sin un centavo. Pagó a cada uno lo que corresponde hasta agotar algunas de sus cuentas bancarias. Pero no fue que sufrió por el abismo cuadruplicado de nuestra moneda marcado por el default aplaudido en nuestro Congreso Nacional, sino por ser correcto y afrontar los reclamos y evitar los juicios que acaso mancharan la fama del sello editor.

Paggi tenía cuentas en varios países de Europa pero estaban a nombre de él y su esposa. Sólo porque ella enfermó de cáncer y para no afectar los resultados de la quimioterapia con un mensaje mortuorio, evitó pedirle la firma de cheques en blanco de cada cuenta. Sólo en Frankfurt quedaron detenidos U$S 2 millones ganados con labor en ventas de ediciones traducidas de autores universales. De manera que este líder de los negocios, terminó sus últimos años apenas mantenido mensualmente por unos imprenteros y editores amigos con préstamos de dinero, como un desempleado más, rico y pobre a la vez.

El año pasado murió este viejo estepario, Asterión con alas de Ícaro, y no encuentro una foto de él en las redes ni una nota a su deceso. No tuvo hijos, apenas sobrinos, pero ninguno continuará con la editorial. Todo, o a la basura o a la nada… e Hyspamérica, un sello editorial enorme, gente, desapareció de nuestra historia y aquí quedamos merced a los fenicios de los libros, los sellos españoles, ellos y sus premios fraudulentos.
Rigel

Copyright®2020 por Rigel