27 de febrero de 2020

Raúl E. Paggi y el descenso de Ícaro


El año pasado dedicaba una reseña breve al fallecido Raúl Ernesto Paggi, director del sello editorial Hyspamérica Ediciones Argentina S.A. Lo que no supe, entonces, fue de la extinción de Hyspamérica como editorial.
Don Raúl, empresario destacado a quién conocí en sus oficinas de Avda. Corrientes, ciudad de Buenos Aires –el viejo tenía oficinas en Madrid y hasta un despacho en New York–, fue un líder visionario formidable de los libros. Recuerdo el juego de lupas que tenia en su escritorio para la lectura de cualquier documento mientras me hablaba de sus contactos empresarios, gestiones con editores y escritores por las ciudades del mundo, como quien visita los barrios de GBA para comprar verduras.

A él debemos la colección de la “Biblioteca Personal”, libros con prólogos que fueron famosos de tinta y letra de Jorge Luis Borges, y que originó el juicio posterior de María Kodama en reclamo de derechos de autor como apoderada. Pero don Raúl, viejo legalista de los que no hay entre nuestros políticos, tenía los documentos pagos y firmados por don Jorge Luis que acreditaban su pertenencia sobre los escritos, y ganó el juicio.

La crisis de 2001 fue el hachazo que le hizo tambalear las cuentas bancarias. En manos de empresarios españoles, la caída repentina de 4 a 1 de contratos en dólares mientras aquí cobraba sus libros en pesos, lo dejó sin un centavo. Pagó a cada uno lo que corresponde hasta agotar algunas de sus cuentas bancarias. Pero no fue que sufrió por el abismo cuadruplicado de nuestra moneda marcado por el default aplaudido en nuestro Congreso Nacional, sino por ser correcto y afrontar los reclamos y evitar los juicios que acaso mancharan la fama del sello editor.

Paggi tenía cuentas en varios países de Europa pero estaban a nombre de él y su esposa. Sólo porque ella enfermó de cáncer y para no afectar los resultados de la quimioterapia con un mensaje mortuorio, evitó pedirle la firma de cheques en blanco de cada cuenta. Sólo en Frankfurt quedaron detenidos U$S 2 millones ganados con labor en ventas de ediciones traducidas de autores universales. De manera que este líder de los negocios, terminó sus últimos años apenas mantenido mensualmente por unos imprenteros y editores amigos con préstamos de dinero, como un desempleado más, rico y pobre a la vez.

El año pasado murió este viejo estepario, Asterión con alas de Ícaro, y no encuentro una foto de él en las redes ni una nota a su deceso. No tuvo hijos, apenas sobrinos, pero ninguno continuará con la editorial. Todo, o a la basura o a la nada… e Hyspamérica, un sello editorial enorme, gente, desapareció de nuestra historia y aquí quedamos merced a los fenicios de los libros, los sellos españoles, ellos y sus premios fraudulentos.
Rigel

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