30 de julio de 2017

Curvando la historia




Es una vergüenza que Argentina mantenga el silencio frente a crímenes documentados de Lesa Humanidad de una madrugada dictadura que no tiene ya ningún lazo comercial con nuestra economía pero que cree compartir objetivos continentales del madurismo con nuestra sociedad actual por el pasado gobierno kirchnerista.

El conflico que divide a la sociedad criolla se expresa dibujado en el iconológico Congreso y que lleva a pasar por alto los crímenes del chavismo con el mismo criterio que el sistema judicial garantista permite excarcelar y liberar a un violador, a un asesino serial. El fundamento resultante consiste en que “no son suficientes violaciones ni suficientes asesinatos como para privarlo de sus derechos a la libertad”.

En Argentina es importante que un delincuente siga libre y hasta que ejerza cargos representativos incluso en el Congreso. La misma burla jurídica que indaga a un violador serial con 49 violaciones consecutivas en la provincia de Córdoba y no apresado hasta la quincuagésima violación, llevada al Congreso, termina de respaldar a Julio De Vido, un delincuente famoso del pasado kirchnerato delictual.

Nadie habla de sus delitos ni defiende su inocencia: eso aquí no está en juego, sino sus derechos constitucionales de seguir ejerciendo el cargo político. Claramente representa a un montón de hijos de puta quienes saben que lo son y gozan de garantías. Si incluso hubiera participado en un asesinato, nos dirán: “es anterior a su cargo y no mancha su mandato. El pueblo no sabía que era un asesino… o ladrón… o mentiroso”. Todo bien.

Día del referendum por la Constituyente con fusiles y 14 muertos.
Tenemos un 40% de “vivos criollos” en el Congreso que celebran sus triunfos con abrazos, estrechar de manos y risas, porque saben que burlaron de nuevo en la cara a la sociedad y la fechoría les salió bien. Le hicieron pito-catalán a la justicia, a los padres de nuestra Constitución, y sobre todo, a la honestidad de tener la conciencia limpia y libre. Ese rumor orejeado por Cristina también llegó centelleando de las provincias. No quieren rutas ni cloacas ni gas, sino al dinero. “Somos leales a quien lo da”.

Es que ser un hijo de puta es constituyente del ser argentino. Esa parte de nuestra sociedad es la que no ve la necesidad de poner preso a un asesino serial en tanto no se expida un juezgado federal, luego apelado y ratificado por un juzgado de garantías. Mientras tanto, su “honorabilidad sigue inmaculada, garantizada y libre de sospechas”.

Pero con Venezuela es todavía peor, porque ven los asesinatos, miran los crímenes de Lesa Humanidad transmitidos en vivo, ven los atropellos a la Constitución, a sus legisladores y a la división de poderes, ven a una República inexistente, y los niegan para congraciarse con un proyecto pasado que todavía piensan que merece ser defendido. Entonces, la condena que debería fermentar por el repudio histórico, no depende del sentido común ni de la calidad del delito, sino de una decisión partidaria y, por ende, ideológica. “Es un traspié”, una piedra en el zapato bolivariano que luego reflotará victorioso. Sólo por eso la conciencia corporativa dice: “No veo”.


Hoy la GNB empleó el fusil de asalto Dragunov de origen 
ruso calibre 7.62  contra civiles.
Eso y una sociedad impávida de intachable inocencia, que no sale a tomar las calles porque no cree que su dignidad esté de lleno involucrada ni en la violación de la hija de alguien, ni en el asesinato de otro argentino, ni de los robos, las coimas y los desvíos de fondos de ningún legislador. Hacemos de cada acto pérfido una Venezuela lejana, espectral e inverificable.

Desde el inicio de la nueva oleada de protestas a comienzos de Abril de este año, llevan 3530 detenciones, 1200 siguen detenidos, más de 400 presos políticos, 120 muchachos muertos en su mayoría por disparo a quemarropa. y las métodos de tortura contra los estudiantes son peores que en 2014, van de la violación con el cañon del fusil o tubos de metal, obligados a entrar en camiones cerrados con gas lacrimógeno en su interior, hacerlos tragar nafta hasta desmayar y dejarlos tirados donde caen y el uso de gas pimienta en la capucha cerrada, son algunos de los empleados por la GNB y la PNB. Pero nada de esto parece conmover lo suficiente a nuestros diputados y senadores como para expedirse. 

Alguna vez, en las crónicas de la guerra que veía llegar –tal vez fragmentadas– pero editadas en mis libros, pregunté cómo hacíamos para diferenciar al Terrorismo de Estado bueno del malo, porque no hay verdad amordazada ni a punta de fusil que resista la razón. Pero tampoco hay que preguntarles allá cuál es la razón de tanta infamia, porque vociferarán como acostumbran, un diccionario completo de incoherencias, como aquí lo hace el kirchnerismo en nuestra propia tierra, y en ese catálogo de gritos encuentran la justificación para los asesinatos, el hambre y la miseria en nombre de la libertad, la democracia y la justicia social. No advierten que son lo opuesto, diagnóstico confirmado por el 88% de ausentismo al plebiscito por la Constituyente que deroga y anula la democracia venezolana, información horas más tarde corregida por el aparato oficialista y elevado al 41%. El valiente pueblo venezolano dijo que No y la dictadura lo arregló para que pareciera un Si. Pero ni eso nos alcanza para tomar partido del lado correcto. Y no lo hacen, no condenan los excesos de allá, porque aquí harían lo mismo. Por eso. El método les resulta posible.

Lo que oculta la falta de condena de nuestra mayoría parlamentaria kirchnerista contra la dictadura y el terrorismo de Estado en Venezuela, excede a una medida ideológica de la líder asesina y ladrona Cristina Fernández, sino que se debe a que no desaprueban el método de Maduro para sostenerse en el gobierno. El mismo grupo humano de mierda que respalda a De Vido, a sabiendas que es un ladrón, un asesino y un garca, tiene preparadas las estrategias para resistir a cualquier precio. No es que no ven el régimen totalitario bolivariano, al contrario, lo consideran una alternativa posible para sustentarse en el gobierno. La dictadura que no proviene de un golpe militar sino que nace en las entrañas de la democracia. Ellos, de volver al poder, harían eso mismo: Allanar el camino, asesinando gente, alterando la Constitución, creando ejércitos sanguinarios para perseguir, capturar y corregir a los opositores con métodos orwellianos. Por eso mantienen latente el odio que nos regalaron en la espera del momento. Para eso ocupan los tres sectores institucionales de la República y el aparato del Estado, porque si vuelven no se irán jamás.

Nuestra palabra no vale ni un choripán. Somos argentinos. San Martín aceptó unos pesos de Bolivar y delegó la campaña libertadora en las manos al caraqueño, quien traficaba esclavos de África a Portugal y Cuba; conforme con la coima, nuestro libertador vendió el sable corvo por unos pesos a un coleccionista norteamericano y escapó a Europa; para  qué hacerse tanta malasangre. Belgrano desvió a su cuenta privada algunas partidas de dineros públicos destinados a la guerra, y luego se fugó con dos putas jóvenes a Costa Rica, donde vivió de alcoholizado de lujuria, como un bacán, organizando orgías abiertas y maltratando a esclavos. 

Los argentinos estamos reescribiendo la historia donde nuestros héroes son también unos cretinos hijos de puta que hoy explican las características del ser nacional actualizado.

CR


Copyrigh®2017 por Carlos Rigel

24 de julio de 2017

Gehenna del ADN



Comparto la reflexión que publiqué en Facebook 
el Domingo 23 de Julio de 2017.



La segunda parte de la Grieta quedará sellada con masilla plástica en Octubre. Las últimas amistades del silencio y de la tolerancia en las redes sociales sobrevivientes al 2015 amanecerán al enfrentamiento final con insultos, bloqueos, desaparecidos y extinciones, como me ocurrió a fines de Octubre de ese año electivo.

Pero ya no pienso en un país para mí. Mi tiempo pasó. La edad de la Patria que me correspondía se perdió en algún momento entre 1983 y 1990. Ya ni siquiera pienso en un país para mis hijas e hijos.

Superada la resignación que me atormentó durante años, pienso en un país para heredarle a mis nietos donde el populismo no sea la alternativa desagradable que los hipnotice con promesas en medio de la miseria, el delito y el narcotráfico.

Veo morir a esa juventud venezolana y me convenzo que vale la pena empujar las décadas soportando el peso sucio de las anteriores para que los nuestros no corran el mismo destino. El lastre de arrastrar a nuestras espaldas la trinchera de enojos de un año al siguiente debe terminar aquí con nosotros.

Orillé tantas veces el fracaso que hasta hoy creo que ese fue el éxito de nuestra generación: mandarnos al muere. Como si la Guerra del Atlántico Sur hubiera proyectado las esquirlas y el fuego de sus combates en el continente y todavía continuara. Cayeron más muertos en democracia que en el Proceso y en la guerra. Por eso tantos muertos y todos jóvenes. Es la sangre que lava el pavimento de nuestros errores.

Sólo así encuentro la explicación redentora que exonera las culpas sociales de no mirar dos veces antes de cruzar la calle. Porque un accidente social sedimentó a otro hasta formar una corteza de fósiles moldeados por el infortunio de vivir eufóricos entre sonrisas y lágrimas. Y los éxitos inexplicables nos trajeron, al fin, a la desdicha acumulada de la vergüenza y el odio. Porque trazamos ruta a París y terminamos en Nigeria, y más brutos y hambrientos que antes.

Porque ocurrió lo que no debía ocurrir: Padres enseñando a sus hijos a delinquir e hijos mintiendo para encubrir los delitos de sus padres, mientras otros miles de hijos caen anónimos en las calles del hambre, la incomprensión y el paco, con padres demasiado ocupados en sus finanzas o en sus miserias como para interesarse en los destinos futuros de los nietos que no llegarán jamás. Maldita generación.

Cada mentira, cada estafa, nos costará la sangre de mil hijos o sobrinos o nietos o bisnietos, porque la guerra continúa en las avenidas de la burla. Pero la guerra no se hizo para ganar, sino para morir. Y gana el indolente, el indiferente al clamor del ombligo, el que soporte a la Parca caminando entre los suyos con una sonrisa en la guadaña.

Bienaventurada la Grieta porque llegó para dividir, pero no a una generación de la otra, sino a la historia de muertos alegres separada de los nietos por llegar. Es mejor librar esa batalla hoy que heredársela a ellos.  Sólo así se limpia la simiente maldita de fracaso.



CR


Copyrigh®2017 por Carlos Rigel

17 de julio de 2017

Yo robo, tú robas, él roba... ¿Todos robamos?




La conjugación perfecta que intenta redimir las causas del robo reciente de nuestra ex Presidente se vuelve frecuente al leer en los comentarios de muros de periodístas y locutores amigos y allegados en la intervención de militantes kirchneristas que, a través de un furor que busca capitalizar con un dominio insolente o de una esperada sagacidad indiscutible, el argumento del derrotado con las evidencias de la siguiente premisa: “¿Quién les dijo que éste otro no roba también?”.

Y como se trata del alegato de la misma raza que se inspira en el ridículo y burlón Navarro de C5N, y se potencia con las imbecilidades de Brancatelli con sus muñequitas estúpidas, dos escarapelas bochornosamente pelotudas de la oposición, vamos a someter a análisis minucioso estas expresiones que los identifican, como el “roba pero hace”.

Analicemos este formato del pensamiento que, como dije, intenta redimir el delito pretérito insistiendo en que nada cambió en estilo con el delito actual, por ende, lo anterior queda eximido de toda prueba concreta cuando amplía la fechoría hasta volverla común y ordinaria, como decir: “Todos somos asesinos… todos somos estafadores.. todos somos mentirosos… etcétera”, dimensión que, se espera, determine inocencias del tipo: “Aquí no ha pasado nada nuevo”, ergo: “No pasó nada", y que al incorporarlo a la idiosincracia nacional, quedaría así: “Si todos somos culpables, es mejor declararnos todos inocentes. Y listo”.

De esta manera tan divertida como deductiva, podemos corregir la realidad, distorsionándola a gusto para acertarle a la construcción de un modelo individual libertino –algo similar a lo hecho por la psicología con los mitos del pasado, interpretados cómodamente para las explicaciones de nuestros facultados–, y donde una de las aplicaciones posibles es que no estamos educando a nuestros pibes en las buenas costumbres, sino formándolos en el robo, la mentira, el crimen y el paco. Y la impotencia para modificar las cosas nos dicta que no hay problema alguno –“Si no podés vencerlos, únete a ellos”– porque “la mayoría de los pibes hacen lo mismo”. Y cuando el paradigma es multiplicado por gran cantidad de gente, pasa de común a ser normal, de normativo.

Hay múltiples aplicaciones peligrosas de esta generalidad: “Si todas las minas se muestran en bolas en las redes es porque quieren cojer”, pero, “Si no quieren cojer, hay que forzarlas para que descubran su naturaleza pérfida y caliente”, lo que nos deja a los pies de la violación y el asesinato tan escandalosamente común en los diarios. ¿Acaso un día también será normal?

Pero, además, hay otra premisa que sí proviene del análisis contemporáneo y holístico, y que advierte otra característica del fenotipo criollo, el “Yo en su lugar haría lo mismo”. Así las respuestas que busco del otro las encuentro en mí, en mi propio comportamiento, lo que, a fin de cuentas, habla más de mí que del otro hipotético. Pero, en conclusión, “Aquel es igual a mi”, forma empírica de prejuzgarlo y definirlo sin siquiera conocerlo para luego descartarlo.

“Digo y pienso del otro lo que sé e impugno de mí mismo”. Doy vuelta el binomio y ataco con lo que sé de mí pero aplicado en el otro.  "Me deploro, pero agrediré al otro para no lastimarme a mí mismo”. Es decir: “Si fuera Presidente yo también me robaría todo”, porque allí completa el ecuación en el criterio de la generalidad. “El otro también debe ser capaz de hacer lo que yo haría”. La nueva forma de la ética también resulta dañada, porque “no ser sorprendidos mintiendo, es igual que decir la verdad” y que, precisamente, es la conducta del ladrón. “Robaré mientras nadie me descubra”.

De las variantes del método del simil llegamos al vivo criollo, ese fenotipo marca nacional que nos brinda un discurso genial para cagarnos, porque su engaño proviene de la picardía de enredarnos en ventajas ilusorias, de volvernos cómplices y socios, o de nuestra avaricia o de nuestra inocencia, porque nos compromete con su prosodia mágica y bella. De los creadores del “roba pero hace”, hay un diccionario de freases edificadas para ilustrar al vivo criollo, por ejemplo: “Y no quiero que me den, sino que me pongan donde hay”, “Te doy 50 firmame por 100”, y suilezas por el estilo.

“Macri roba”… ¿Por qué decís eso?... “Porque Cristina también robaba”. Y cuál es la evidencia que sustenta esta afirmación: “Yo lo haría”. Así funciona la certeza. Claro que aquí no aplica la confirmación del robo en cuestión, hay que suponerla, porque ellos no afirman “Cristina robaba”, apenas hoy no lo niegan con el mismo énfasis prolongado de 8 años más los 4 anteriores. Pero es seguro que el actual debe estar haciéndolo. Y  así evaden la cuestión con la “gran Martinez de Hoz”, cuando decía “Ya no hablemos del pasado”, porque quieren convocarnos de lleno al presente. “Dejemos lo anterior en paz y ocupémonos del hoy” –“Porque todos tienemos un muerto en nuestro haber”, como me respondió un militante del peronismo en mi muro–, reclamo de la conjugación temporal que puede esgrimirla hasta un criminal nazi prófugo de la Segunda Guerra. Proponen que, al menos, debemos reconciliarnos con el pasado dejándolo pasar por alto, aunque se trate de una etapa cerrada hace menos de dos años con un robo nacional que superó al del 1998-2001 valuado en 120 mil millones.

Entonces, nuestro problema parece que ya no es que antes nos robaron hasta los calzones de la soga, sino la sospecha del robo actual, del cual no hace falta prueba alguna y que opera por descarte porque, como decíamos, “todos somos ladrones”, y esta ex última queda exonerada de las causas de sus delitos porque el nuevo Presidente también debe estar robándonos. Lo probable anula lo específico así como lo empírico sustenta lo inductivo. El hecho concreto es que nos robaron miles de millones, pero como el actual Presidente también debe estar robándonos, lo otro resulta desgrasado y validado por la cotidianeidad del procedimiento y lo único que debemos evaluar es por quién queremos ser robados.

La practicidad de este razonamiento proviene de un criollismo naturalizado: “Entre que te robe un amigo y que lo haga un enemigo, es mejor que sea un amigo”. Ergo: “Nosotros somos tus amigos, nuestro robo es honesto e hidalgo, lo justo”. Por eso igualan en la misma balanza risueña a los miles de millones desviados, robados y encubiertos, con los Panamápapers. Es que de algo deben sustentarse. Equiparan a los millones no declarados en una cuenta offshore vacía del Presidente para tirar la pelota afuera de tener que responder qué hizo la ex Presidente salida en 2015 con nuestros dineros. Una cosa parece que exime de responder la otra.

Y el resultado de tanto delito aceptado, no declarado usado como campaña política del regreso quedaría así: “¡El problema no es la otra que con su banda de ladrones robó como una hija de puta desquiciada, sino que ahora este otro nos sigue robando! ¡Para eso, mejor, volvamos con lo anterior, porque estábamos más tranquilos, era un robo seguro y sin traumas sociales!”. 

Educaron a una generación con este sistema de valores desfigurados a la que llamaron "la década ganada", cuyos índices son más que evidentes en las estadísticas de delito callejero seguido de muerte y de consumo de drogas. La flamante competencia no trata del mejor deportista ni el mejor calificado en matemáticas o informática, sino quien se hace de una fortuna más rápido y quien tiene más muertes en su cosecha. Y así quedaría la realidad corregida en manos de la militancia y sus dirigentes para el regreso defendida a capa y espada hoy tanto como ayer.

Bien, no soy parte. Yo no.
CR




Copyrigh®2017 por Carlos Rigel

12 de julio de 2017

Cosmonauta de la Creación





Autor de la frase "El hombre existe para llenar el universo 
de arte", nuestro artista plástico Guillermo Carlos Didiego 
comparte unas reflexiones reveladoras donde examina el arte en 
la corriente contínua de la creatividad universal y que ayudan 
a definirlo como un ser incontenible y tridimensional en una Creación 
vasta y ecléctica que, a menudo, se expresa conforme con la 
euclidiana bidimensionalidad de estar.

"Hay pintores que construyen su color en un extenso camino de esclavitud pictórico plástica. Tanto lo ideológico, como las experiencias personales, los sentimientos o las emociones integran la construcción de la obra de arte, ejerciendo una afortunada o desafortunada dominación sobre una estética de la que es imposible escapar, por ser nosotros mismos parte de lo que creamos en ese instante. Otros eligen el camino del afinamiento personal. Podríamos decir que el lienzo blanco sobre la que se plasma su estética, son ellos mismos, apoyando su creación en una ejecución estricta y exclusiva del oficio Es un propósito difícil y hasta riesgoso, no hay posibilidad de subterfugio ni distanciamiento.

La teoría del “extrañamiento” de la que habla Viktor Shklovski, así como buscó un modelo que permitiera explicar cómo los mecanismos literarios producen efectos estéticos, los artistas visuales también buscaron como recrear algo, rever la realidad de otra forma, extraña o diferente a su propia naturaleza, alterando la mirada de los observadores, creando en ellos de este modo un sentimiento de alienación o, mejor dicho, de descubrir que usualmente están alienados, al darles una perspectiva de la habitual visión de la realidad al presentarla en imágenes diversas a las acostumbradas, o al representarlas de un modo en el cual se nota que la idea es una ficción, por ejemplo mediante la exageración, el grotesco, la parodia o el absurdo, etc.

"El propósito del arte es el de comunicar la sensación de las cosas como son percibidas y no como son sabidas o concebidas. La técnica del arte de ’extrañar’ a los objetos, de hacer difíciles las formas, de incrementar la dificultad y magnitud de la idea encuentra su razón en que el proceso de percepción no es estético como un fin en sí mismo y debe ser prolongado. El arte es una manera de experimentar la cualidad o esencia artística de un objeto; no siendo el objeto lo importante."

Dicho de otro modo, el arte presenta a los objetos desde otra óptica. Los arranca de su percepción automatizada y cotidiana dándoles vida en sí mismos y en su reflejo en el arte.

Todo Yo del pintor pasa a ser instrumento del decir iconográfico del arte. El hombre, artista en esos casos, intenta ser color, órgano catedrático o quizás melancolía luz humana, enriquecidas por el temblor de sus humanísimas manos guiadas por sus dislocadas emociones.

Si tuviera que autodefinirme, diría: ‘’Soy aquel que asume todos los riesgos de mostrar sentimientos y situaciones, exponiendo mi sensibilidad al desnudo, sin adorno de conclusiones morales, ni de falsas alturas políticas, religiosas o éticas. En mi pintura humanísima, sincera, verdadera, aparece la cotidianidad sin arrogancia ni agregados épicos, simplemente la verdad de lo consuetudinario y lo simple, pero tamizados por una sensibilidad atenta, de pintor atemporal, exagerando una percepción profunda y significativa que transformará esos hechos simples de cada día, en una experiencia trascendente.’’

Purgatorio (2017), obra en 3D, Guillermo Didiego.

Somos los artistas los más encumbrados constructores de una conciencia social reflexiva, de un arduo trabajo, los únicos seres incompletos de la naturaleza y por ello, imperfectos de la creación. Somos estos únicos, hombres espectadores obligados a tomar conciencia.

Toman conciencia el ingeniero, el científico, el periodista, el que medita sobre su situación y sus conflictos, pero el artista es el más alto exponente de esa necesidad, porque su toma de conciencia es la más universal y completa. Opta por captar, luchar o por capturar el sentimiento del existir. Puede intentar hacerlo con un Himno holderliniano o con un ciclo terrenal y celeste como el de la dantesca cúpula de la Capilla Sixtina o el trozo de montaña marmóreo que contiene al potente David, pero también puede hacerlo a través de lo mínimo, de las cosas de nuestro entorno, del aquí y del ahora.

Si es verdaderamente pintor, comprenderemos y sentiremos que es su imagen, que al mostrar lo que vemos y sentimos todos los días, como arte mágico, esa realidad aparentemente inmediata, es devuelta a una profundidad que se nos escapa antes de la pincelada que plasma su esencia.

Si es sociólogo explica; el político y el filósofo interpretan, el pintor nos da en cambio, algo total; el sentimiento de vida como conciencia del existir. Ni la piedra, ni el animal ni el vegetal, necesitan sentirse vivir, pero sí el hombre. Y entre todos corresponde al artista entregar la expresión de ese sentimiento total.

A lo largo las generaciones de artistas, son pura y simplemente nuestra conciencia humana.

Mi obra es ecléctica, y esto perecería ser en un artista un defecto, casi un pecado. Sin embargo, contrariamente, el declive de la arquitectura clasicista se inició en la primera mitad del siglo XIX debido a que el Neoclasicismo del siglo XVIII, impuesto por la Academia, limitaba la creatividad del arquitecto a las normas clásicas. La mayor ambición del siglo fue la de crear un estilo. Será el eclecticismo historicista el que rompa el rígido esquema académico permitiendo la creatividad y libertad compositiva. Mi obra se centra en una serie de temas excluyentes Mi conciencia artística libre y emocionada, se posa en el más variado paisaje, desde lo humano, hasta lo animal, abordando también objetos, sujetos y paisajes, a veces oníricos o casi mágicos. Esta libertad me permite abusar de mi paleta y elevar mi obra a una celebración verdadera, a una afirmación, diría, religiosa final, que nada tiene que ver con las facilidades fideístas. Creo que éste es el aspecto que más me satisface de mi persona, de mi obra. Yo formalmente plasmo mis pensamientos con entusiasmo, al haber encontrado en estos tiempos de falaces, cosmografías y quejas plañideras, que mi pintura es una ciencia conjetural, que permite trasmutar los sentimientos de un tiempo sin tiempo."

Publicado en Facebook, Junio de 2017
Un abrazo, querido Guille.
CR

9 de julio de 2017

Maduro ad portas





Resulta que los espectadores alteran el escenario y el factor económico-financiero tiene algunas respuestas del estilo de la obra en marcha. 

La liberación del líder opositor al madurismo Leopoldo López no obedece a causas humanitarias ni ideológicas ni de respeto por los Derechos Humanos, cuando hace apenas horas colectivos chavistas paramilitares asaltaban a golpes la Asamblea Nacional, dejando inconcientes y sangrantes diputados venezolanos, sino a razones de divisas. Mientras Obama fue el Presidente de EEUU no fue difícil para los mentores de la Patria Grande mantener un estilo revolucionario de enfrentamiento con un comercio asegurado. Pero en EEUU hubo elecciones y cambio de gobierno hace 100 días.

Es que luego del pedido de entrevista de Lilian Tintori, la esposa de López, con Trump, quien goza del asesoramiento espinoso del Senador de Miami, Marco Rubio, el régimen de Maduro teme el bloqueo económico final con la pérdida de la venta de crudo a EEUU como una advertencia del norte contra los excesos de creerse libre e independiente de toda influencia externa.

Recordemos que Venezuela tiene como mayor comprador de petróleo a EEUU, único sustento del régimen bolivariano en la actualidad, y para la economía norteamericana, el crudo venezolano representa el tercero en la lista de proveedores. Anotemos que la “revolución bolivariana” fue posible con un barril de crudo a 120 dólares, mientras que hoy cotiza a 39 dólares. EEUU puede suplantarlo fácilmente renegociando con los países árabes que termina de visitar de gira hace pocas semanas. Y el régimen chavista, sin el sustento del norte, no podría ni pagarles el sueldo a sus propias fuerzas represivas, además de mayor hambre en la población con desbordes sociales multiplicados por 10 en una tierra rica que ha destruido el aparato productivo y comercial y que no puede autoabastecer de lo básico a su propio pueblo.

Es decir, se llenan la boca vociferenado contra el imperio “genocida”, pero dependen de sus dineros para respirar. Si América Latina bloqueara el comercio total con Venezuela, hasta el armamento para reprimir que exporta de Brasil y Ecuador, como de la China del capitalismo marxista, la “revolución bolivariana” no soportaría en pie ni 24 horas.

La obra revela destellos y fulgores atípicos. En Nicaragua hay movilizaciones sociales contra la revolución de Ortega. Como la revolución cubana, fue hace años y la parpetuación de líderes habla más de una monarquía sustitutiva de la democracia que, como en Venezuela, merece ahora una contrarrevolución que corrija la revolución, ya que bajo el pretexto de cuidar que el pasado no vuelva, sacrifican el futuro, esa parte que algunos líderes olvidaron contarles a sus pueblos. 

Ortega hace malavarismos con el asesoramiento endeble de Raúl Castro, vetereano represor quien, por su lado, ajusta los cinturones porque los calzones se le caen. Fidel no está, la política blanda de Obama terminó. Teme el regreso al bloqueo económico de EEUU en la era Trump con nuevos desbordes sociales en Cuba, más represión y más Terrorismo de Estado que desnude otra dictadura de hambre tolerada hasta ahora por su insignificancia continental hasta que salió de la isla y cruzó a tierra firme, régimen que acostumbra a desaparecer en el aire a los obreros opositores que protagonizan alzamientos contra el régimen. Un día terminará realmente mal. Cuba respira por el aire ajeno.

Es que ya no está al mando el mago de la palabra, don Fidel, para conseguir algunos millones de barrilles de petróleo gratis y unos buques llenos de alimentos a cambio de un discurso proverbial e ilusionista, como en épocas de la dorada URSS, entonces don Raúl ahora debe exponerse en el continente como consejero familiar y a la vista de Trump quien lo observa con el matacucarachas listo en la mano. Mientras Maduro le destine algunos barriles de crudo a Cuba a cambio de personal militar y asesoramiento represivo, don Raúl estará satisfecho y tranquilo con sus objeticos inmediatos de mantener una paz tensa en la isla.



Pero para Castro también peligran los planificados beneficios del acuerdo Santos-FARCs por el control de la guerrila y los embarques de cocaina en Colombia, acostumbrado a asesorar a los países de su interés en momentos de crisis siempre por los dividendos retornables, ya sean en dólares o en poder, mientras la OEA festeja a los saltos, como idiotas, el triunfo de una gestión engañosa con la entrega de armas comunes y fusiles rotos de las FARCs mientras Ecuador lava sus manos estilo Pilato y dice "Yo no fui, no tengo nada que ver con la guerrilla" aunque solían refugiarse en sus territorios cuando el ejército colombiano los empujaba hasta la frontera, a tiempo que Trump, de visita en Polonia, acaba de homenajear en un discurso fervoroso los alzamientos de Varsovia, honrando a un pueblo polaco castigado de ambos lados por nazis y soviéticos –facsistas y marxistas–, palabras aplaudidas por el pueblo presente de pie.

Es otra advertencia inductiva de Trump a Maduro y amigos sobre la cantidad de tolerancia que le resta para con ellos. Parodiando a Fukuyama hay un fin de la historia cada día. Pero la cosa no viene nada bien desde que cambió el comisario en el pueblo.

CR

Copyrigh®2017 por Carlos Rigel

7 de julio de 2017

Provocador del fin





El director del Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona, 
José Manuel Infiesta, es un provocador de las artes y en este reportaje 
extenso revela una visión definida del “arte contemporáneo” que nos 
ayuda a clausurar una etapa de expresiones caprichosas y confusiones 
tan coloridas como libertinas. El fin que anuncia de una estética 
magra de técnica y oficio es extensivo a otras disciplinas del arte y la literatura.

Entrevista de Guillermo Altarriba para el Diario Prisma de España

El MEAM no es un museo corriente. ¿De qué va?
El MEAM lo que pretende es un planteamiento filosófico. Este consiste en que el arte del siglo XX se ha caracterizado por la destrucción de la forma, por elevar la abstracción y la experimentación a algo sagrado, así como por la destrucción de los valores tradicionales. Pero ahora con el final del siglo vemos que el ciclo se da por satisfecho, la destrucción de la forma ya no da para más.

¿No queda camino por recorrer en esta dirección?
Cuando ya has destruido la forma, ya no hay más camino: está destruida y punto. Entonces la vida continúa, el siglo XXI sucede al XX y creemos que el arte se encuentra en una situación de esterilidad absoluta. Se está ahora en una situación poco menos que dictatorial en la que los poderes públicos mantienen este status quo de destrucción de la forma, de promoción de artistas absolutamente experimentales, de negación de las grandes generaciones de artistas jóvenes que hay que están buscando un retorno a los cánones clásicos, o a lo que ha sido siempre el arte: la figuración. En posturas más o menos revolucionarias, pero es ver que la destrucción del pasado no lleva a ninguna parte.

En este punto, me ha soprendido que muchos de los cuadros que hay aquí en el MEAM son revisiones de temas antiguos.
Sorprende mucho cuando hablas con estos artistas –que muchos tienen veinticinco años-, porque parecía que tenían que ser gente mentalmente muy joven y en cambio sus grandes maestros son Rembrandt o Velázquez. Son artistas que valoran lo que era la pintura de verdad y dicen “chico, es que no se ha vuelto a pintar como pintaban estos maestros”. Hay que reconocer lo que vale y crear a partir de ahí un arte nuevo, un lenguaje nuestro. Es decir, no hay que copiar a los grandes maestros, pero lo que no se puede hacer es negarlos. Es una postura absurda.
Al final, Tristan Tzara quería destruir los museos, pero Tristan Tzara está muerto y los museos están más visitados que nunca. Es una irrealidad, es una fantasía del siglo XX que se sigue manteniendo pero en la que el gran público ya no cree. El arte contemporáneo se está encerrando en sí mismo y adoptando una postura de represión. Es decir, tú no puedes ir a ARCO y llevar cualquiera de los cuadros que hay en el MEAM porque no te dejan, está prohibido. El jurado de ARCO no te acepta que tú lleves esta obra ahí. Todo esto es un montaje que se va aguantando pero que poco a poco se va resquebrajando. Si algo hemos descubierto nosotros es que la generación de artistas jóvenes es brutal. Se ha dicho que asistimos al final de un oficio, al final de la pintura… Y como has podido ver en las salas del museo, esto es mentira, hay cantidad de gente que pinta extraordinariamente. Precisamente en el último concurso de arte figurativo que organizamos desde la Fundación, Antonio López –que era miembro del jurado– dijo que “aquí hay unos 30 cuadros que podrían estar expuestos con toda dignidad en cualquier museo del mundo”, y eso no había pasado nunca hasta ahora: que artistas jóvenes pudieran volver a estar a la altura de los grandes clásicos. Son los pioneros en recuperar esa noción del Arte con mayúscula.

¿El arte contemporáneo tiene algún valor entonces?
Bueno, eso depende del valor que le dé cada uno… Para mí no tiene ningún valor. Aunque hemos de matizar eso de “arte contemporáneo”: hoy en día aún se considera a Picasso o Miró arte contemporáneo y han pasado ya más de cien años… Para mí esa ruptura de la forma queda ya como un hecho histórico que no da más de sí. Es decir, para mí un váter puesto en la sala de exposiciones como hizo Duchamp no tiene ningún valor. O más bien tiene valor artístico el hecho rompedor de colocar un váter en la sala de exposiciones, pero una vez acabada la exposición, esa pieza no deja de ser un váter corriente. ¿Por qué ha de seguir costando una millonada si ya no tiene ese sentido artístico? El que le quiera dar valor, se lo da, y el que no, pues no. Es una cosa totalmente subjetiva. Un cuadro tiene valor de por sí, un váter, no.

Vate (o mingitorio) de Duchamp, expuesto como arte contemporáneo.
¿Lo que le da valor al arte es la técnica entonces?
No, lo que le da valor al arte es el efecto subjetivo del que le quiera dar valor. Hay muchas fundaciones de grandes entidades que en los 70 y 80 compraron grandes construcciones como un montón de arena con unas sillas y una pala, o unas cajas… Eran construcciones que valían medio millón de euros o un millón, que estaban en la Bienal de Venecia y estas ferias… Hoy en día estas entidades tienen estas construcciones en un almacén contabilizadas por un millón, o medio millón… Pero lo que hay allí es un montón de arena, unas sillas y una pala. ¿Realmente qué es lo que vale un montón de arena con sillas y pala, si lo quisieran vender? Pues valdrá diez euros, pero en sus libros de contabilidad consta quinientos mil. ¿Vale quinientos mil o vale diez? Para mí es evidentemente y descaradamente un montaje, una gran manipulación del arte que ha servido para que una gran clase financiera y una gran clase poderosa se hiciese millonaria manipulando el arte contemporáneo.

¿Pero es arte o no es arte?
Yo no soy quién para decir si esto es arte o no es arte: yo sé que a mí una obra de ese tipo no me dice nada. Lo que digo es que hay un agravio comparativo entre, por ejemplo, un cuadro de Jackson Pollock –que vale fortunas– y alguno de los que tenemos por aquí en el museo, que valen poquísimo y que para mí tienen una carga artística brutal. Se está pagando un nombre, no una obra de arte. Se está pagando una firma. Un cuadro de Jackson Pollock si en vez de hacerlo él lo hiciese Jacobo Alcalde valdría 3000 euros, y el cuadro sería el mismo. Un cuadro de Jacobo Alcalde vale 5000 euros y para mí es extraordinariamente mejor que cualquiera de Pollock. Aún así, yo no soy quien para decir si lo de Pollock es arte o no es arte, pero lo que sí que puedo decir es que no vale lo que cuesta. Pero esto son juicios apriorísticos, en el momento en el que yo quisiese imponer mi criterio cometería el mismo error que han cometido ellos: imponer una dictadura formal en el arte y decir qué vale y qué no vale. Es terrible pero es lo que han hecho: un Henry Moore vale cien mil veces más que un Despío o un Burdel, y estos eran escultores extraordinarios del siglo XX. ¿Quién decide esto? Evidentemente, no es el gran público, porque al gran público le sigue gustando más un Despío, un Burdel o un Rodin que no un Henry Moore.

Ahora que habla de Rodin, visitando el museo he visto la escultura “Bye Bye Rodin” y no acabo de entender su título…
El autor es un escultor andaluz de 27 años –un gran escultor– y ha desarrollado su obra influido por Rodin. Tiene quince o veinte piezas extraordinarias influenciadas por Rodin, y ha llegado a un punto en que él se da cuenta de que no puede seguir por este camino y esta es la última obra que hace. De ahí el título: “Bye Bye Rodin”, porque quiere iniciar un camino nuevo, pero él no sabe cuál será. Lo que sí que sabe es que no puede seguir imitando a Rodin, tiene que hacer su propia andadura.



Esta es en realidad la filosofía del MEAM, ¿cierto?
Exactamente. Es todo un ejemplo de cómo un chaval de 27 años que es muy bueno –que no se cotiza, por supuesto, pero que para mí es extraordinario- está empezando a hacer su propio camino. Lo que es brutal es que al mundo del arte oficial esto no le interese para nada. En este sentido, la reacción del público es muy significativa. Cuando la gente sale del MEAM se queda asombrada. La gran pregunta siempre es “¿Y de dónde sale todo esto? ¿Y por qué no lo hemos visto en otras partes?” Y eso es un hecho real, ¿por qué a la gente esto le encanta, por qué no lo hemos visto en otras partes y por qué esto no puede estar en otras partes? Si son artistas de Madrid, de Sevilla… ¿Por qué no pueden estar en museos de Madrid o en Sevilla?

¿Este es el único museo de este tipo en España?
En España y te diría que también en Europa. Porque todo lo que es arte contemporáneo se identifica con lo que es experimentación, como en el MACBA –el Museu d’Art Contemporani de Barcelona–. El MACBA para mí es una gran caja vacía. El hall de ese museo es el doble de grande que todo el MEAM y no hay ni una sola obra de arte… Es decir, con la mitad de su hall nosotros hacíamos un museo y ellos hacen una caja de aire. Ellos tienen un presupuesto de un millón de euros al mes para poder sobrevivir, nosotros tenemos entre treinta mil, cuarenta mil euros al mes y nuestra actividad es mayor que la del MACBA. Las comparaciones son terribles, porque además nosotros no tenemos ningún apoyo, ninguna ayuda ni ninguna subvención. Para mí, es la dictadura de la forma.

¿Y le queda futuro a esta dictadura de la forma?
Hombre, yo espero que no. Si creyese lo contrario, sería mi desesperación. La prueba es que no hay público: si tú vas a la Fundación Tàpies, por las mañanas verás a dos o tres colegios que van, y si vas a horas que no haya colegios, estarás solo en ese lugar. El público no va. Ahora, el día que haya que hacer una gran ceremonia, habrá allí un cuadro de Tàpies; el día que el gobierno catalán se reúna, estará presidido por un cuadro de Tàpies; el día que se nombre hijo ilustre a un gran artista del país, estará el señor Tàpies… pero el día que haya que hablar de lo que a la gente, al público, le gusta, no estará Tàpies.

En este sentido, podemos hablar de una desconexión entre el arte oficial y la percepción del público…
Totalmente. Desde mi punto de vista, hay una gran desconexión entre los intereses creados por los poderes políticos y los poderes financieros y la realidad del gusto de la gente. Pero esto no solo pasa en artes plásticas, en música ha pasado también.


Entonces, la pregunta que surge es ¿por qué? ¿por qué se sigue manteniendo esto en contra del gusto del público?
Bueno, habrá que ver el valor de la obra que hay, el valor del montaje que se ha hecho cuánto vale, habrá que ver las grandes fortunas que se han hecho con estas obras… Supongo que hay que conservar un status quo, y no solo a nivel español, sino mundial. EEUU es el gran centro del mundo de estas obras. También, por contra, EEUU es el gran centro de la renovación a nivel artístico, de la vuelta a la figuración.

Es lo que sería Don Eddy, ¿no? La exposición temporal que tienen ahora mismo en el MEAM.
Exacto. Don Eddy es uno, pero también está Lisa Harper o cantidad de artistas americanos que están teniendo un éxito brutal. Don Eddy pertenece a la generación de los hiperrealistas americanos, la de los años 70 u 80 que hoy en día son un clásico. Fueron como una reacción a la situación de caos del arte y fue una cosa divertida, bonita, simpática… Fue querer convertir la fotografía en arte, y es que en ese momento la fotografía no se consideraba como tal. Fueron unos de los que lograron eso, y lo hicieron no a través de la fotografía en sí, sino utilizándola para crear la obra de arte. De esa generación quedaron unos cánones que han servido para el arte de finales del siglo XX, para el hiperrealismo con pintura y utilizando métodos que entonces eran nuevos, como los aerógrafos.

Pero cuando vemos un cuadro hiperrealista que es indistinguible de una foto, ¿qué sentido tiene? ¿No sería lo mismo ampliar la fotografía e imprimirla?
De hecho, a mí el término “hiperrealista” no me gusta: mi museo no es de “arte realista”, mi museo es de “arte figurativo”. Dentro de la figuración, sí que es cierto que hay una parte que es –un poco como reacción a la abstracción– que consiste en una exageración de la figuración hasta términos fotográficos. Yo creo que es una reacción humana, natural, es como decir “¿Nos han obligado a destruir la forma? Pues vamos a demostrar que se puede pintar la figura mejor de lo que se ha pintado nunca”. La fotografía, en este sentido, es un medio para llegar a este extremo. Obviamente, si el cuadro pintado es igual que la foto, ¿para qué quieres el cuadro?, pero estos artistas buscan superar la fotografía, no imitarla. Se busca que el resultado sea menos frío que una foto, que sea más expresivo, más brillante…

Paseando por el MEAM, he visto algunos cuadros que me han llamado la atención. Por ejemplo, en este sentido que apuntas, hay uno que se llama “La crisis” bastante interesante…
Este cuadro es de Mikel Olazábal, un pintor muy subyugado justamente por toda la mística española de la conquista y todo eso. Pero fíjate que ese cuadro –que representa a unos conquistadores españoles del siglo XVI– se llama “La crisis”. ¿Qué quiere decir con eso? Él te está explicando que “crisis” era aquello, no lo que tenemos ahora. Ahora nos quejamos de que hay crisis y tienes un coche, y gasolina, y comiendo pollo a l’ast, y yendo al cine o a bailar con tu novia. No, la crisis era estar con una armadura en medio de la selva sin nada que comer, sin nada de qué vivir, avanzando durante siete años… Aquello era crisis. Entonces la propia pintura te está planteando un problema filosófico, que es que te estás quejando, porque somos unos mierda en comparación con aquellos hombres. Aquellos hombres, aunque su crisis era mayor, tenían unos ideales: estaban conquistando el mundo. La pintura, con el propio título te lleva a toda esta serie de divagaciones.

Ahora que hablas de ideales, sí que me he dado cuenta mientras pasaba por las salas de que no hay nada de arte sacro…
Sí, aunque aquí hay una cierta influencia de mi ideología personal, ya que al fin y al cabo soy quién ha hecho el museo. A mí el tema sacro, el tema religioso, simplemente no me interesa, lo considero superado. Otro te podrá decir lo contrario, pero yo creo que el mundo moderno ha superado el concepto religioso. Aunque yo creo que el arte en sí ya es un tema sacro. Al hombre contemporáneo yo creo que se la ha quedado pequeña la religión, pero el que tiene sensibilidad, el que tiene un concepto de la ética, sustituye la religión por el arte. Ya dijo Wagner que el arte puede ser la religión de los nuevos tiempos. El arte del MEAM puede llegar a ser sacro, aunque no sea religioso, ni católico, porque hay artistas aquí que están dando la vida por unos ideales, y esto me parece igual de sacro que el que da su vida por unos dogmas. El concepto de ética creo que está muy presente en nuestro museo y en el comportamiento de nuestros artistas, porque a ellos les sería más fácil hacer otro tipo de arte, el arte oficial, en el que serían maestros.

Su trabajo va en este sentido…
Sí, mira, hacemos un concurso de arte figurativo que ya va por su 7a edición en el que más del 60% de los participantes no son españoles. Esto significa que estamos creando una gran corriente internacional. Es un proyecto muy potente: tenemos una fundación, hemos abierto un museo, hay un concurso internacional, el año pasado abrimos una academia: la Barcelona Academy of Arts, que es la primera vez en España que una academia enseña pintura y dibujo con los cánones del siglo XVIII, con los modelos y las formas de trabajar de esa época, y que está vinculada a las otras cuatro únicas academias de este tipo que hay en todo el mundo: Florencia, Nueva York, Toronto y Los Ángeles. Tenemos otros proyectos en marcha de abrirnos a exposiciones itinerantes en museos europeos.


Sin embargo, toda esta corriente de arte formalista del que se quejaba surgió en su inicio como reacción al arte de las academias. ¿Abrir una academia es como una contrarreacción a la reacción?
A ver, yo personalmente soy muy antiacadémico, considero que el arte no ha de ser académico, pero eso no quiere decir que no haya que saber la técnica. Es decir, antiguamente un escultor tenía su taller con aprendices que trabajaban allí y aprendían el oficio. Eso era la academia: aprender el oficio. Cuando ya lo dominaban, se independizaban y montaban su propio taller. Ser enemigo de la Academia en tanto que enemigo de la rigidez, del formalismo, no significa que no hayas de aprender el oficio. El gran error del siglo XX es que ha querido destruir la técnica y el oficio. Lo que es un error es pretender pintar sin saber pintar: eso es una petulancia y una arrogancia increíbles. Aunque el concepto de academia no me interesa, es necesario. Sin eso, no hay arte.

Por tanto, como conclusión, ¿qué diría? 
Que hay falsos revolucionarios que niegan la academia, pero lo que están demostrando es que son unos ignorantes: los verdaderos revolucionarios han respetado el pasado. Han respetado a los grandes hombres del pasado, han respetado la estética y la ética. Y sobre esa base, han sabido volar. Han sabido construir, no destruir; construir desde una base. Si no tienes base, eres una barca en el océano que no sabe adónde va.