5 de diciembre de 2015

Lector encontrado



Tantos reclamos de lectura masiva e
invitación al abordaje de textos no tienen 
utilidad directa en el mundo de la literatura. 
Dicha práctica no es elitista sino 
selectiva.


De nada sirve reclamar abiertamente un compromiso público con el placer leyente. El lector es lector genético, lo es sin que nadie se lo pida, sin que nadie se lo exija, sin que nadie se lo muestre ni lo guíe. Pasaron siglos desde que los presbíteros leían versículos de La Biblia a la congregación de analfabetos durante la misa dominical, única manera de escuchar la palabra escrita. Y siglos más, todavía, para que la lectura llegara a cada hogar como disciplina semanal del patriarca de cada clan familiar en épocas donde todavía no prosperaba sistema alguno de educación pública del Estado con los habitantes de la tierra en edades feudales. Apenas el 3 o 4 por ciento sabía leer. 

En el último siglo derramaron en el mundo los planes de alfabetización, los programas de estudio de una educación gratuita, fundamental y completa, incorporada como derecho universal, y sin embargo, aún la alfabetización masiva, ese porcentaje de leyentes no ha variado como lo esperado. Ahora es el 5 o 6 por ciento. Excluye esta medida a quienes leen por necesidad un prospecto medicinal o una guía de uso de un aparato doméstico que termina de comprar. Se trata de la escritura "práctica" cuya función es pragmática, de conocimiento directo de algo del mundo físico, y aquí no cuenta. Es un ejercicio y no un placer. Pero no tiene algo que ver con el fracaso o el acierto de los planes de estudio: La lectura buscada no está en la corriente sanguínea de toda la humanidad. 

Y en esa comunidad reducida a la veinte ava parte de la especie de lectores felices, una astilla de la humanidad, se manifiestan tanto lectores como autores, porque pertenecen a la misma raza de faunos, pero coincide, además, con el perfil de quienes también sienten aprecio por las artes y sus productores creativos, aprecio por la crítica y el análisis de las actividades ciudadanas trascendentes o influyentes de la edad.

De nada sirve reclamar lo que la mayoría de la humanidad no tiene: Es problemática de un nivel superior. Y aunque lean, no encontrarán nada significativo ni valioso en esas páginas que quieran conservar. A un individuo podemos enseñarle a leer y luego dejarle en la mesa cientos de libros bellos o atractivos, y no los abrirá porque no están en sus intereses. Tampoco puedo expresarle lo importante de las matemáticas a quien sólo necesita saber sumar o restar para controlar las compras cotidianas. Así, podemos brindarle un pincel y témperas u óleos a todos los habitantes del mundo, pero no obtendremos pintores, ni artistas y mucho menos críticos de arte por fuera de los que incluya individualmente ese porcentaje y acierten al interés. Y no serán la totalidad del 5 o 6 por ciento referido, sino, de ellos, apenas a quienes les guste la pintura por sobre la literatura, la dramaturgia, la música o las demás expresiones del ser. 

En el extremo del fenómeno de la lectura se encuentra George Steiner cuando compara el fenómeno que produce con la liberación de energía producto de la física. El goce manifiesto del lector frente a la maravilla de una metáfora, una alegoría, una rima, tan importante como un cuanto energético de la física.

¿Es elitista reconocer ese 5 por ciento de la humanidad? No, es sólo la naturaleza humana con su variedad selectiva. Nadie es igual a nadie. La mayoría no necesita leer ni admirar obras de arte, ni vive sensible a las expresiones musicales ni a la historia del arte o la dramaturgia. Claro que son menos aún si pensamos en el fenómeno social de la escritura, que está incluida –o debería estarlo– en la comunidad de lectores. Por supuesto que debemos asegurarnos de que todos los habitantes de una patria reciban iguales oportunidades, por eso la educación debe ser completa y obligatoria, pero en poco o nada afectará al resultado final. El placer de la lectura es posterior a las utilidades sociales con sus roles arquetípicos. Componen una rareza de esta edad los autores que escriben pero que no leen.

Pero cuál utilidad puede el tener que explicarle mis motivos de escribir cuentos o historias a quien luego me expresa: "Qué bien, ¿cuentos para niños?", porque así me revela que desde pibe jamás volvió a leer por fuera de los cuentos ilustrados con moralejas, y en su mente "escribir relatos es de gente infantil y divertida que quiere alegrarle el día a los pibes". Claro que esa persona desde entonces no volvió a leer, ni siquiera sabe que existen las novelas, por ende, no es un lector. Y dudo que luego lo sea. El ejercicio diario más comprometido de esa persona para con la escritura consiste en repasar los títulos del diario o la sección de deportes. No es un reproche, sería como recriminarle a alguien que no gusta del vino tinto, porque eso no se reclama. Está o no, porque no se trata de sembrar lectores sino primero de localizarlos. Un marqueting que ofrece planes de financiamiento de autos 0 km equivoca el procedimiento si incluye entre los posibles compradores a pibes de 8 a 10 años, pero también a personas con más de 90 años.

El lector de la palabra "apráctica", es decir, la poesía y la narrativa, es una raza dentro de la raza. Y dentro de esa sub-raza se encuentran extraviados los autores. Seducir al lector, invitarlo a la lectura –no siendo nosotros un horno a microondas o un MP4–, es un desafío que excede al procedimiento regular de la escritura, porque el lector no está obligado a leernos, por mucho o vasto que se escriba, no es suficiente, así como un poema o una metáfora establece un universo de comprensión diferente a la posología de un medicamento oncológico: No hay una dolencia que promueva su consumo imperioso. 

Será, entonces, la busca del placer especular por los caminos tortuosos, extravagantes o divertidos de los símiles humanos creados en la mente y descendidos al papel, porque siendo ficticios emulan lo vivo con posibilidades insospechadas. La identificación del lector es la primera meta a alcanzar por el autor, por eso debemos cuidar a cada uno de nuestros lectores convirtiéndonos en él.

CR

Copyright®2015 por Carlos Rigel

17 de noviembre de 2015

Antígona, la piadosa, en el Barros de San Justo.









Doble función de Antígona, de Sófocles, por
"Los maldecidos de la Ensa", el Sábado 14 de Noviembre 
en el teatro Valentín Barros, de San Justo.




El tragedia descendió anoche en el Valentín Barros de San Justo de la mano de "Los maldecidos de Ensa", la compañia de actores noveles del Normal Almafuerte, la escuela pública. La puesta en escena de la segunda función, debido a fallas técnicas, comenzó una hora tarde y los actores resultaron sometidos a la doble presión de actuar y de no disponer de micrófonos individuales que aportaran al audio abierto, y así, cada escena, terminó en prueba de fuego para cada actor. Pero no se trata de memorizar lo que escribió Sófocles para Tiresias, sino de olvidar a Sófocles y convertirse en Tiresias. Improvisar.

Pero recordemos el drama. A la muerte de Edipo rey, sus dos hijos, Polinices y Eteocles, se enfrentan en disputa por el trono de Tebas. Eteocles reina cuando Polinices invade la ciudad con sus ejércitos. Ambos herederos mueren en combate y el trono sucede en Creonte, quien dispone la prohibición de ritos fúnebres con especial adversión por el invasor a quien titula de Traidor a la patria. El cuerpo de Polinices será entregado a los perros y los buitres del desierto, amaneciendo en Antígona el conflicto entre obedecer a la imposición de una ley rencorosa del rey, un hombre a fin de cuentas, o cumplir la ritualidad que exigen los dioses. El drama se vislumbra cuando Antígona, la prometida del hijo del rey, pide ayuda a su hermana, Ismene, para disuadir a Creonte de tan nefasto final; no la encuentra y procede al fin sola al entierro del cadáver de su hermano.

De la actuación destaco la irrupción de Hades detrás del público, sorpresa inicial, el coro estático que representa la voz del pueblo, y en la obra, sobresalen las caracterizaciones milagrosas de Agustina Morales (Antígona), la figura estelar de la noche, quien contaminará al público con sus clamores y la voz temblorosa, digna de una dramaturga avezada. La actriz acompañará con actitudes vivas de su cuerpo las intervenciones de la piedad proclamada. Allí de nuevo visitará la sala ese espíritu resonante y sagrado que una vez llamé "el metal de ser", de cuando la cuerda suena en el escenario y encuentra eco en el público inmóvil, estupefacto. Claro que los gritos del rey no ayudan, en exceso pierden eficacia. no hay que confundir energía con alteración. El otro actor a destacar es Nahuel Gomez Anes (Hemón), el prometido de Antígona quien cumplirá su papel casi sin defectos y con algunas virtudes. Habrá momentos memorables como la aparición sombría de Facundo Carabajal (Tiresias) de cuando en la tragedia nada promete terminar bien. El otro actor a destacar es Facundo Medina (el centinela), quien trae malas nuevas al rey. Su actuación es digna de un profesional. Y en él, la verdad es pronunciada: Polinices ha sido enterrado. Antígona será detenida y condenada a muerte por desobedecer una disposición real

Sófocles fue el Shakespeare de la edad de hierro, se lleva siempre la mitad del mérito, en sus dramas enfrentará al amor de cara al abismo, receta elemental que nuestros actuales poetas parecen desconocer o haber olvidado cuando al amor le agregan belleza y más amor para que resulte amoroso, que es cuando supera el paladar y se vuelve aguachento. Durante el confinamiento, Creonte pide a sus guardias dejarlo a solas con la condenada. Y allí le confiesa su amor: de ser éste correspondido perdonará su vida. Pero Antígona lo rechaza. El silencio fragua la sala, cuyo metal esta vez oprime. Antígona se ha convertido en el epicentro del universo; pero el "nunca te perteneceré" sella su destino. Y con rencor, con el corazón sucio de rabia y desaire, Creonte, rey, tío y futuro suegro de ella, procede al asesinato de la condenada con su propia daga, como poseído por Hades, cuya ausencia en el episodio final resulta inexplicable cuando la sombra de su reino debía eclipsar el imperio de la vida. Antígona, la piadosa, yace asesinada en el suelo. Clamores y revelaciones cesan. No hay redención aquí para el espectador

La historia es intensa, los actores de anacrónicos a comprometidos, con destellos muy merecidos y opacidades disculpables. El promedio general –si vale dicha apreciación–, es bueno; sin duda, 10 presentaciones después sería perfecta, menos declamatoria que pasional. Se trata de muchachos y chicas de 15 años, he allí lo promisorio. Lo antológico es revivir en escena la obra de un dramaturgo muerto hace 2400 años, casi la implícita derrota de Darwin y sus teorías. Luces y aplausos al fin: Antígona también murió en San Justo. 

CR

Copyright®2015 por Carlos Rigel

12 de noviembre de 2015

Malloween, la fiesta del terror





La campaña del terror ha calado hondo en la ciudadanía, pero no de hoy o de ayer, esta sociedad vive quebrada y enfrentada desde hace más de una década. E intentan que esa fisura de agresividad y de calentamiento social sobrepase las elecciones y derrame el virus en el porvenir, ensuciando lo que sigue. No se trata de una elección más de las tantas que tuvimos a la fecha en un proceso democrático que elige autoridades cada 4 años... sino del abismo. Eso esperan que pensemos. Debemos creerles que vivimos en el Paraíso sin darnos cuenta, y que de pronto orillamos el despeñadero del terror. Como quien dice: "Soy un corrupto hijo de puta, pero menos que aquel otro imbécil. Por eso les convengo". Y así debemos elegir entre una devaluación como un hachazo eléctrico o permitir que sigan robándolo todo sin devaluación, ¿y cuál es la ventaja?

Pero la campaña de desprecio también ha llegado a mi familia: una de mis propias hijas reniega de mi porque dice que debería sentirme agradecido, no sé de quién, o de qué. Jamás recibí nada ni esperé nada de ningún gobierno. Antes el PJ vitoreó a Menem como si fuera el Principito, después a Néstor, como si fuera el libertador de América, y finalmente a la reina consorte del finado como si fuera la musa de Dios. La fiesta cambió de novios durante el casamiento pero sigue siendo fiesta.

Ni siquiera sé si iré a votar el 22, pero aunque fuera, aunque ese día me molestara en expresar mi voto, no favorecería al arlequín de Scioli. No creo que haya nada que recuperar de este período de mierda que he vivido. Pero ahora conoceremos en precio de cada choripán de la fiesta pasada a razón de 15 mil dólares cada uno. Y el temor se funda en el sushi venidero porque dicen que costará 50 mil o 100 mil el plato, porque será el sushi más los choripanes que olvidaron cobrarnos. 

Váyanse a la concha de sus madres: no comí ni el choripán de la enemistad ni probaré el sushi de la alianza eterna. Igual pagaré todo. Incluso los escarbadientes de oro de la monarquía local. Pero el verdadero temor es conocer el precio que tuvo la fiesta de 12 años, cuánto nos costó cada cubierto, cada servilleta, cada miga caída al suelo, y que nos revelen el plan de pagos de la deuda interna que produjo esa fiesta, sumado a los juicios externos por tribunales que el mismo finado Néstor firmó en 2003. Ese es el miedo. Conocer las consecuencias de lo que no quisimos ver y que negamos eufóricos. 

Están por reventar las 750 causas por corrupción, estafas, robos, sin contar las que no habrá por el incendio oportuno de la Secretaría de Hacienda, o del Centro Cultural de 3 mil millones y las que alcancen a fraguar los auditores kirchneristas antes que se acumulen 100 causas más. 


Pero votar a Scioli es indemnizar a Jaime por cada muerto en Once, es donarle nuestro sueldo a Lázaro Báez en la causa por robarnos, es pagarle de nuevo el avión presidencial a Máximo por una rodilla golpeada o por una descompostura hepática o por una mudanza, o regalarles otro complejo turístico tipo Hotesur, es comprarle de nuevo a Israel una flota de aviones que no sirve, o pagarle otra vez los trenes usados a España que nunca se usaron aquí, para de nuevo comprarlos a China y terminar haciéndolos otra vez aquí "Industria nacional", es comprar a China hasta los rieles de acero, como si la siderúrgica SOMISA nunca los hubiera echo en nuestro país, como aseguró hace poco un ex candidato. 

Votar a Scioli es santificar el asesinato de cada qom desamparado en el norte argentino, como si fueran enemigos, o decirle a Recalde "agregá a 4 mil empleados más, no hay problema", es volver a robar en nombre del Estado los ahorros de particulares para su jubilación confiscando las cuentas de las AFJP y hacerles pito-catalán a todos ellos, es pagarle en oro a Anibal cada embarque de estupefacientes acordado con el cartel de los Soles venezolanos –mediando las cortesías de las FARCS–, es pagarle tres veces a Venezuela el préstamo interminable a tasas delictivas, es seguir renunciando al 82 a los jubilados para mantener 18 millones de planes improductivos para que nadie crezca, sostenidos por 4 millones de trabajadores silenciosos sin gloria de ninguna conquista social, es pagarle otra mansión a Luis D'Elia y a sus hijos, o premiar que la AFIP sospechosamente no da informes de evasores desde hace años como si fuera este el país más honesto de la Tierra. Es prestarle nuestros dineros a Boudou para que compre otra Ciccone para su beneficio y nunca el nuestro, y que encima truche los documentos de la operación... 

Pero dicen que lo malo está por delante. Vote cada uno a quien se le antoje, pero premiarlos, aplaudirlos, no habla de ellos sino de nosotros. Eso es todo.


CR

10 de noviembre de 2015

Autor sin pertenencia


Otra aclaración pertinente

Recibía notificaciones y circulares frecuentes del perfil de Facebook de Autores de La Matanza sin saber el motivo, ya que NO soy miembro de esa comunidad desde 2012. Y como los rumores de radio-pasillo, dicen que fui expulsado, es pertinente aclarar que me fui por mi propia voluntad de una organización amateur a la que definí como "represora" y "censuradora". Pero termino de verificar para mi desagrado que fui incluido, listado, en ese grupo humano con posterioridad a mi retiro de esa organización; de allí los compartidos de novedades que me llegaban. Nadie pidió mi permiso ni me informó del evento y no me interesa conocer sus actividades ni individuales o grupales ni institucionales. 

Y es justo echar luz sobre algunos puntos que me autodefinen como creativo independiente: No recibo beneficios comunales u organizativos ni ventaja alguna por sobre cualquier otro vecino de los 2 millones de habitantes que tiene el distrito, no estoy incluido en stands de exposición o venta de ninguna feria o congreso de esa comunidad ni de ninguna comunidad que no sea nacida de mi propio y solitario esfuerzo, tampoco estoy incluido voluntariamente en la actualidad en catálogos de autores locales, ni los reclamo ni me interesan, y no exijo espacios ni compartimientos culturales ni estoy atenido a la voluntad de nadie que no sea yo, y no dependo de cambios en la administración política local, simplemente porque no me afectan. Eso me permite una labor ilimitada como "libre-pensador". 

Las obras de artistas incluidos en las cubiertas, ya sean nacionales o extranjeros, son citadas con autorización expresa de los propios artistas de esas obras en cada caso. Acuerdo espacios personalmente y pago los cánones como editor y autor independiente para exponer o promover mi labor como autor y también promover la nómina de autores que edito con mi propio sello editor. Para recordarlo, en fechas recientes y con motivo de la Feria Municipal de Libros de San Justo, pagué un canon de 4 mil pesos en libros a la Secretaría de Cultura y Educación por un stand, como lo establecen las autoridades para cualquier editor que quiera comerciar su material de venta al público, único autor local que paga y afronta esa cantidad para exponer sus propios libros y no exige descuento alguno, siendo yo un vecino más de esta ciudad. Aciertos o fracasos, mi trabajo como escritor –novelas, cuentos, ensayos, diarios de autor, promoción de escritores contemporáneos o universales–, pueden encontrarlos en librerías locales o pedirlos por mensajero. Carlos Rigel depende de Carlos Rigel y pertenece únicamente a Carlos Rigel.

Termino de desagregarme como miembro de esa comunidad, y sin interesarme quién es responsable o administrador de ese perfil, lo reitero.... ¡no pertenezco a "AUTORES DE LA MATANZA"!

CR

30 de octubre de 2015

Pireo, la novela en 2016



Pireo: el pacto.
La novela estará terminada 
a comienzos de 2016.

Meditada desde hace años cuando menos desde 2012, es una adaptación de Fausto, de Johann Wolfgang Von Goethe, cuyo personaje primario es un escritor en busca de asegurarse un empleo en una editorial. Se trata de Pireo: el pacto. una historia desarrollada en una Buenos Aires liberal, cruel e ilusoria. El perfil narrativo fue muy pensado antes de echar mano al escrito, es ágil y de capítulos cortos. Extraigo un paradigma esencial que propone como promotor de la idea: conocemos el concepto de plagio de un texto, la copia deliberada e intencional con fines de lucro, pero ¿qué ocurre si sabemos que el autor luego de escribirlo fallece? ¿A quién pertenece? 

Respecto a la historia, la reseño: Un corrector de prueba editorial desempleado recibe un escrito de setecientas páginas en prueba con la probabilidad de ser contratado por la editorial involucrada de acuerdo a los resultados de su labor de corrección. Se trata de una novela con un estilo inmejorable cuyo autor es un joven de 22 años recientemente fallecido. Es decir, el texto a revisar no tiene autor. La historia, entonces, explora los orígenes de un escrito brillante y la ambición desmedida de su poseedor pero que no es su autor legítimo, aunque anhela serlo. En un país donde los Derechos de Autor son atropellados como cosa corriente, resulta fácil adjudicarse un escrito. La duda intrínseca que justifica la presente historia mi novela—, es la indagación posterior acerca de la procedencia del escrito robado.

El arte de la cubierta fue diseñado especialmente para la presente novela y corresponde a los creativos Gustavo Nielsen y Alejandro Taliano, un modesto lujo que aún puedo darme, cuando sus trabajos artísticos, juntos o individuales, son admirables. Debo aclarar que como creación de tapa ya recibió elogios.

Comparto un fragmento del capítulo 24:

«Vuelvo a revisar cada carpeta virtual, como si hubiera pasado por alto alguno de los títulos. Algo no cierra. Los cuadros de diálogo se abren, muestran su contenido de íconos y los vuelvo a abrir uno a uno, todavía sin convencerme. Los documentos se despliegan, ocupan la pantalla y vuelven a revelar la mediocridad de un autor amateur. Algunos textos son tan ingenuos que no son salvables ni siquiera en las ideas elementales, ni aún con aditivos de redacción en manos de un genio.

—Pan amargo. 

Semejante operativo de inteligencia para hacerme con la computadora de un pibe y el contenido, por fuera de la novela, es un fiasco. Veo las carpetas con fotos pero las obvio. No busco fotos, sino escritos con la misma dimensión de El pacto, el cual tengo copiado en mi propio disco rígido desde el primer momento. Es una suerte que todos los textos de la carpeta que titula «Escritura» tienen por igual al pie la firma de "Ciro" y la fecha de conclusión. La mayoría corresponden a los tres últimos años. Pero el que me interesa es prácticamente el último con apenas cuatro meses de terminado. Luego le sigue una prosa breve con fecha de hace unos setenta días. Sin duda allí se interrumpieron los escritos, lo que coincide con la fechas aproximadas de su muerte. El pacto tiene un error en la fecha de finalización que oscila con dos días de diferencia, dice "3/5 de Julio". Deduzco que los casi dos meses anteriores sin registros, sin textos, desde el 19 de Mayo más exactamente, corresponden al período hipotético de la realización de la novela. De cualquier manera, si lleno con redacción los días de Ciro, un muchacho de 22 años, desde el último texto fechado hasta la finalización de la novela, la cuenta dice que escribió un promedio de poco más catorce páginas diarias. La producción de un autor profesional.

Es decir, un pibe sin ninguna cualidad notable ni para pensar ni para escribir, un día de Mayo se acuesta a dormir y cuando despierta a comienzos de Julio es un genio de la novela con un título de setecientas páginas dignas de un Nobel. Y para demostrarlo, expone una historia metafísica que orilla lo filosófico con pasajes de una profundidad y una belleza digna de envidia destructiva, con técnicas sofisticadas en donde abundan los párrafos elegantes subordinados al remate en la última palabra de la última oración, y donde aplica la teoría del epicentro narrativo como llave de acceso para la memorización de los temas en la edificación de una idea superior. Eso dice que Ciro, el autor, no sólo escribió una historia fluida, sino que fue cuidadoso con caracteres secundarios inyectados en la mente del lector para la construcción de una metáfora amplia y oculta dentro de otra metáfora de superficie y atractiva.

Leo en el capítulo Jarilla ardiente: «...En el fondo de una mirada antigua, mi mirada intenta volver a izar edificios sumergidos bajo empedrados de granito, pero no consigue más que generalidades ganadas al río. ¿Percibo o recuerdo? Veo lo que sé, o, más bien, lo que otro ya sabe. Otra memoria posee la mía, me invade con añoranzas de carros coloniales y de caballos, los recuerdos de otro surgen frente a mí. He aquí un cuadro para los turistas: La Eternidad cercada por el devenir, o el mundo inteligible planeando por encima de la materia. Bruscamente, todo el cortejo mineral se ahoga; las sombras son como los sueños: no tienen lógica en las ideas. El aire se aplana, la pampa suspira, y yo me alzo sobre una espesura de embotamiento; se diría que ella envidia la rigidez cadavérica de los bloques urbanos que la incluyen...»

No cierra nada.
—¡Nada!...»


CR

Copyright®2015 por Carlos Rigel

17 de octubre de 2015

Crías de ilusión



Fervorosa decadencia sin debate:
se vienen las elecciones presidenciales. 
Está todo solucionado.

De nuevo elegiremos autoridades políticas entre candidatos sacados del tacho de basura civil. La oferta no es nada halagüeña: Denunciadores profesionales o fantásticos, narcotraficantes, ladrones de moño, obsecuentes de ida y vuelta, estafadores de corbata, organizadores de desfalcos públicos, garcas Giorgio Armani, pirómanos de asientos contables, cumplidores de cama, mentirosos reconocidos, alcahuetes leales, jefes de cadetes, mozos atentos, profesionales de títulos compra- dos, punteros y asesinos, rompedores de rodillas, contrabandistas, pro- xenetas, espías y criminales, putas gubernamentales, putas congresis- tas, swingeristas partidarios, homosexuales sorprendidos en videos porno, matones todoterreno, calumniadores asalariados...


Y compararlos. Advertir las ventajas que los destacan para el aplauso. Llegan como triunfantes generales romanos de campañas lejanas a exponernos sus méritos ganados en batallas históricas. Sus triunfos: "Fulano tiene 40 robos multimillonarios y nunca lo agarraron"... "Sutana garchó con medio mundo para llegar pero es una intocable y buena mujer"... "Mengano gerencia 60 prostíbulos pero tiene buenos abogados y el respaldo de arriba"... "Frugano controla el mercado negro de autopartes y es amigo del gobernador"... "Lentano tiene el manejo de los casinos y prostibulos, pero es un caballero"... "Tijuano fue secuestrador, represor y asesino, y una excelente persona"... "Zulana desvió fondos de cultura para hacer la campaña, es de ley"... "Luntana fue asesora en aquella estafa de 2 mil millones, por eso es de confianza"... "Majuano contrabandea por Aduana lo que pidas pero nunca se quedó con un centavo que no haya ganado con el sudor de su frente"... "Sufrano era el representante del Cartel colombiano, pero ahora es el fundador de Cartel nacional, merca propia para el mundo entero"... "Pingano creó una empresa fantasma para quedarse con la licitación que el mismo diseñó"... "Mentano se hizo de 200 millones por hacer bien los mandados"...




Son los próceres que nos salvarán, por eso hay que aplaudirlos y vitorearlos. Las escrituras se han cumplido, el cosmos de la ciencia-ficción nos ha alcanzado: Nos hemos tinellizado. O peor, nos hemos 'granhermanizado'. Es el continente de Goldstein, el Gran Hermano, pero con sonrisas en las pantallas. El mundo frívolo de Fahrenheit con la 'Sra. Montag' de Bradbury, multiplicado en la casta de los beta-gamma de Huxley: aquí no cayó alcohol en ningún frasco de embriones para torcer el destino. Pero Fritz Lang tampoco erró en la tesis de 'Metrópolis': la traición al movimiento obrero provino del propio movimiento obrero, diseñada por una burguesía menos gremial que aristocrática. Cuando en los '80 reestrenaron Metropolis, pensaba con mis amigos que Lang a comienzos de siglo había errado el contenido de la metáfora: una traición mecánica con forma femenina para quebrar la revolución obrera; ahora sé que acertó. No reniego del movimiento en sí, sino de la serpiente que traía en su vientre. Lo que hace 50 o 100 años nos hubiera avergonzado hoy nos llena de esperanza. La serpiente puso huevos de ilusión.


Y de nuevo a votar, como si algo cambiara. Y al día siguiente, unos de festejo y otros a levantar los huesos para continuar. Es como elegir entre la lepra, el SIDA, el cáncer terminal, o morir en un incendio, ahogado en un pantano o de hambre y sed. ¿Qué nos ha pasado a los argentinos? Incluso Dios ahora se parece a ellos. La mentira hoy es la verdad, el engaño es el pan, la indolencia la virtud y el hermano el enemigo. Nos roban mil y sonreímos cuando nos devuelven diez. Tontamente creemos que luego llegarán los 990 que faltan. Industrializaron el fervor sin motivo, en eso advierto el encuadre orwelliano clonado en los frascos de Huxley radiado a las pantallas interactivas de Bradbury. Nada nos falta para alcanzar un mundo feliz por fin tinellizado. 


Nos vendieron las entradas a esta farsa con un balde de pochoclo y una Beach cola en la fuente. Nos eligieron el cine, el show, nos indicaron cuál pantalla debíamos ver. Y mientras tanto nos compraban los sueños, traficaban nuestros ideales, negociaban las conquistas, envenenaban nuestra soberanía, subastaban nuestros próceres, ofertaban nuestros muertos, prostituían los emblemas... Y los hemos celebrado por eso. La rebelión de las masas cayó herida de muerte en la misma manifestación que la sustentó. La pisotearon tanto que hoy es mosaico de paseo. Y por ello nadie hizo un dios de Ortega y Gasset, sino una burla al testamento de la ignorancia en un país de sordos. Pero ocurrió  lo impensado: la serpiente mecánica de la traición tuvo crías. Y ahora hay que "elegir" cuál de ellas es la mejor. Escribió un pensador callejero en una pared de Longchamps "Nuestros sueños no caben en sus urnas". Al menos los míos no. Del resto no sé; tal vez sí.


CR

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14 de octubre de 2015

La ilustre cachetada

"La ruta de los ángeles rebeldes" ilustración de
W. Blake para El paraíso perdido de John Milton.
Para recordar a la señora Milton, en los días de la feria
del libro de San Justo, cuando me dejó abrumado 
con su pregunta, siendo yo menos un autor que 
un librero común de vidriera.

Y mientras preparo las bolsas plásticas con logotipo autoadhesivo y moño para un día de ventas promisorio que recién comienza, de pronto, una señora mayor, de unos 67 a 70, de cabello falto de peluquería y de tintura, sujeto con una bincha común, unos lentes cuadrados con marco de carey poco elegantes, aparece como cualquier otra visita de la feria de libros y se detiene ante las tapas coloridas. Revisa de pie uno a uno los libros en las mesadas de mi stand. Miro la campera ocre muy corriente con la moda de los '90, un pantalón de yin insípido, neutro, y unos mocasines bastante comunes, y no imagino una venta. 

Yo sigo aplicando moños en las bolsas para dejarlas listas, como haría cualquier vendedor optimista simulando estar demasiado ocupado como para dispensarle mi atención. Elijo los colores de los rulos, pretendiendo combinarlos con el color de la bolsa mientras la veo inquieta y solícita pero no me hago ilusiones de nada. Imagino que, de animarse a hablar, me pedirá a Bucay, o quizá Galeano, dificilmente algo más complejo que Coelho. Precisamente lo que no tengo.

Cansada de mirar las tapas y leer los títulos, de pronto me habla.
–¿Tiene "El paraíso perdido"?
Aunque estupefacto, me repito en título como una manera de protegerme contra semejante e inesperada agresión. Mi biblioteca mental vuela entre ayer y los siglos hasta detenerse en una imagen de Doré. Quizá yo... se me ocurre que... no sé... o por ahí sí. 
Digo:
–¿De Milton?
–Si... de John Milton.
Ya sépienso, me la manda el enemigo. Siempre hay un enemigo agazapado en algún lugar. Casi con vergüenza, le respondo:
–No.

Veamos, me está pidiendo un libro de un autor del 1650 como si fueran broches para la ropa en un bazar. Trato de reponerme con elegancia y sobriedad al hachazo universal como si esa mañana, habiendo visto precisamente ese libro entre las cajas de material nuevo de reposición, me lo hubiera olvidado antes de salir. 
–Es que me gusta leer –agrega la señora, como si fuera el tiro de gracia.
–Ah... Qué bien –no se me ocurre qué mingas decirle.

Como quien dice: "Azúcar no tengo.. ¿quiere miel?", le muestro en reemplazo a su pedido la edición bilingüe que hice hace poco de uno de los discípulos de Milton, el inglés William Bake, El matrimonio del Cielo y el Infierno, con la obra atractiva de Didiego en la tapa. Le cuento los pormenores que lo llevaron al joven William a refutar a su propio maestro con el poema-ensayo-prosa. Le hablo también de Blake como si fuera su amigo de toda la vida, y de su otro maestro hemisférico, don Emanuel Swedonborg, de cómo ambos influenciaron su pensamiento y le dieron impulso a una refutación que corrió las eras de lugar del neoclasicismo al romanticismo, afectando incluso las maneras de leer poesía. Le gusta, al final lo compra, pero me dice: 
–Están hasta el 20, ¿no?, lo llevo, pero trate de conseguirme El paraíso de Milton... ¿eh?

Le sonrío los más ameno que puedo aunque el gesto me sale como de animal prehistórico, y le doy el adiós Se va con la bolsita recticular con moño dorado y olvido preguntarle el nombre, pero quedará en mi memoria como 'La Sra. Milton'. 

Pienso en Diario de un librero, el éxito de Luis Mey... tendría yo que escribir Las cachetadas ilustres de un escritor en apuros. Siento que don Jorge Luis Borges orina en mis zapatos, viejo cínico, y Gustavo Doré se burla de mí mientras me dibuja noqueado por una señora común de barrio: Cortala, prefería a Fontanarrosa.
CR



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11 de octubre de 2015

Los zombis existen



Patria naciente


Claro que sí, los hay, pero estos gritan; es más, votan; y más, presiden empresas; y aún más, ocupan puestos congresistas; y secretarías; y ministerios; invaden partidos políticos, los inoculan de zombismo, y luego se festejan entre ellos, se transmutan en gritones fervorosos. Dicen luchar por un reino zombi unificado, por un continente zombi, un mundo zombi. La edad del Zombi Patricio. No saben que están muertos; murieron hace mucho. Pero el virus contiene la anfetamina del fervor, por eso cantan. No hay Zorro para esta raza de usurpadores de cuerpos, pero si lo hubiera no pueden morir dos veces; tampoco vacunas. Y serán candidatos. O estos u otros zombis, pero tendremos que votar por ellos como si fuéramos felices y quisiéramos serlo aún más. O zombis, o yetis, o vampiros u hombreslobo. No ser nosotros sino ellos. Semejarnos, multiplicarnos, ocultarnos y dividirnos entre ellos. Una película de Hollywood. Habitar un féretro con esperanza, blanquear una lápida con cal o harina, el cementerio es la nueva Sociedad de Fomento. No es lucha de vida contra muerte, sino competencia por ser muertos mejores; muertos con ilusiones. Pronto verás la nueva generación de Zombis, vienen con USB, pantalla incorporada y MP4, pero nunca verás el cartel que dice "Partido de Zombis Libertadores Patricios" o "Unidad de Zombis del Nuevo Amanecer"; tampoco "Centro Asistencial de Zombis de la Tercera Edad", pero allí estarán. Cuando veas las estatuas erigidas a la Muerte Sonriente sabrás que el tiempo nos ha alcanzado. Esta raza no tendrá Purgatorio porque perdieron el Paraíso. "Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano" dice Orwell pero lo temible de ser Lázaros occidentales es descubrir que no tienen alma, que únicamente se mueven, que gritan, que votan, que reclaman un puesto, una empresa, un auto, pero que no sienten. "Levántate y anda, querido Frankenstein... a nadie interesa adonde vas".


CR

Copyright®2015 por Carlos Rigel

27 de septiembre de 2015

Yo... celebrando con el FPV




Cena y fiesta en la ciudad de Merlo 
con la militancia de la agrupación
"Menéndez 2015", y la caída de la bestia.


Si digo Merlo no digo FPV, asi como antes no pude decir menemista, ni frepasista, ni ahora kirchnerista, sino un tirano llamado Othacehe con esposa y hijos del mismo cuño podrido cuyo feudo incluye represión, apriete, golpizas, amenazas, acomodo y asesinatos, donde todo es podrido y la democracia ha sido menos una palabra que un ideal civil en ejercicio. Entonces la cosa cambia. Es que don Raúl desde su llegada al poder ha repelido de sus áreas a sus adversarios rompiendo rodillas, ahuyentando sabios, artistas y trabajadores, vigilando vecinos y haciéndoles saber que están vigilados. El espectro de tácticas disuasivas incluyen hasta el apriete emocional como cuando semanalmente paga servicios de brujeria, con matanza de animales –también algo más que animales– y esas bostas atemorizantes contra todo aquél que ose molestar su condado con protestas clínicas de una república que allí no flamea y de una democracia que es menos que un recuerdo anhelado en la memoria civil post-proceso. Es que tampoco temo a los servidores de la bestia, porque ya enfrenté otras veces al umbandismo barrial y no les temo, sino que los enfrento. Ante las amenazas de los brujos de poca monta, redoblo la apuesta: "Tirá con lo tengas... después me toca a mí". Y eso es aquí, en Brasil, en Uruguay, Nigeria o Cuba. A la puta que los parió con todos ellos.

Pero cómo no darle una manito a la militancia, si cuando vi las fotos de don Raúl Othacehe de visita en La Matanza con nuestro Fernando Espinoza, creí ver el encuentro de Satanás con Lucifer en el séptimo círculo del Infierno, recordando a Dante. Por suerte ya venía diseñando acciones y tácticas desde mi modesto lugar de vecino matancero de aquella isla de muerte, acomodo, estafa, crimen y robo, la misma donde la muchachada de La Cámpora también vio los beneficios de acuñarse algunas dependencias sin protesta ninguna contra el tirano a cambio de disponer del control de fondos comunales y provinciales. Como bien sabemos, La Cámpora tampoco es trigo limpio, existen para acomodar a su gente al estilo criollo con los amigos con "gauchadas" a los "allegados" de una causa que sólo sirve a ellos. Nadie confunda el reino corrupto de Cristina con los feudos todoterreno que hoy gritan su nombre desde los distritos o desde las provincias, porque son peores que ella, y porque antes gritaban otros nombres y, si algo nos sale mal y a ellos bien, planean luego gritar por otros.

Pero don Raúl era un bicho, definido así por sus atemorizados vecinos y dicho en la reserva, no sea que alguien, un miembro de su gente, escuche una categoría que le queda chica. Othacehe es una bestia menos que un bicho. No fueron menores los pedidos intelectuales y estratégicos de la militancia joven de mi aporte durante la campaña, de cuando Menéndez va al enfrentamiento en las internas contra don Raúl Othacehe en el mes de Agosto. Y el monstruo cayó herido.

Anoche, esa agrupación de muchachos me invitó a celebrar el cumpleaños de la militancia que trabajó con fervor hasta el agotamiento para el triunfo contra la bestia, como si cada uno tuviera tres brazos, volanteando, pegando afiches, operando en la ruralidad desprotegida que rodea a esa imponente ciudad que hoy es Merlo pero cercada de villas de emergencia y de postergación. Sé de lo arduo que ha sido para ellos llegar por derecha, sin fraude, sin fierrazos en las rodillas, sin amenazas, sin aprietes, sin brujerías ni temores o amenazas. Pero no soy militante. Por eso le desconfío a Scioli, porque le daba igual un salvaje hijo de puta que un honesto mientras sirva a los fines de ganar. Nadie equivoque la conclusión: no se trataba don Raúl de un adversario político, sino de un enemigo de la democracia.


Pero no soy un ángel sino creativo publicitario. Soy hegeliano hasta que soy machiavélico. No me verán con miedo cuando enfrento a la Bestia. Y aún cuando no soy Diderot o Robespierre en épocas trascendentes de la humanidad, tengo algunas en mi haber: es la hora de mi champan privado y solitario. Veo a estos pibes de mi ciudad, leyendo poemitas y cuentitos en las plazas, funcionales de los gobiernos turistas sin saber el empleo poderoso de cuando la pluma entinta en sangre, y no puedo menos que sonreír; ni saben las aplicaciones que tiene la palabra cuando sirve a fines altruistas y civiles; que sigan escribiendo poemitas y cuentitos. Lo mío no es pegar carteles pero tampoco leer poemas, sino en tiempos de abismos cívicos diseñar campañas, redactar artículos explosivos, preparar afiches cuya composición recuerda el terror de seguir mirando para otro lado y de no animarse a dar un paso atrás frente al abismo; prefiero pensarme en un servidor republicano de extremos. 

Y no fue una sorpresa tomar conocimiento de las llamadas de amenazas que recibieron durante la madrugada los dueños del Club Laureles Argentinos, donde la agrupación celebró su cumpleaños, táctica última, en el intento de frustrar el episodio. El temor a las represalias de las patotas de don Raúl operó hasta la repugnancia pero no la sobrevivió. Antes nadie en esa comuna quiso preguntar cómo un hombre sin secundario terminado de pronto fue doctor, y menos cómo llegó a rector de la universidad del oeste, porque fue parte de la misma porquería. Son los príncipes del tirano, los feudos son así. Pero se terminó. La comuna de Merlo vuelve a sujetar sus destinos. Perderán el camino de nuevo o tal vez no y asumirán la democracia perdida, pero ahora saben lo que cuesta un voto, y nadie sabe lo que hay por delante; esa es la parte buena. 

Compartí la mesa con un rabino, un profesor de piano, un militante y una profesora de Cábala, escarapela de un eclesticismo que advierte la diversidad de criterios, pero no identificaré al miembro de la agrupación que nos reunió en esa cena por los aprietes que aún puedan quedar por delante. Sí me asombró, debo confesarlo, ser reconocido entre los militantes, entre lectores, entre la purretada de gente joven que hoy me llena de ilusión, ser saludado, escuchar mi nombre: "¡Sr. Rigel... aquí!". No soy kirchnerista pero me presentaron a Menéndez, y aunque creo que él tampoco es kirchnerista, lo escuché; no sé si cumplirá todo lo que dice y afirma haber entendido, pero la comuna vuelve a ser la protagonista, quizá comprendieron el precio extremo de tolerar a un monstruo que cita a Dios y se escuda en él; y aún las amenazas, como último recuerdo de la infamia vivida durante casi 25 años, ayer fue fiesta: la Bestia cayó.


Lo que resta no es menor, deben decapitar a La Cámpora, correr los ejes, iniciar la persecución de los sobrantes y servidores del feudo que intentará regresar. Le deseo lo mejor al pueblo de Merlo. Nunca más posterguen la sagrada patada en el culo a tiempo que un corrupto y sucio se merece. Quizá nos enseñen algo. Hoy soy merlense. 

CR