12 de septiembre de 2013

La estética de los siervos


Hace un año, exactamente, vivía un Infierno karmático
en la voz de los siervos, limpiadoras de inodoros y ladrones.
Debí sustentarme en el vacío. Pero aquí estoy.


Tal cual, así fue. Emails amenazantes, difamaciones en las redes sociales, calumnias internas y externas, chusmerío barrial o zonal, injurias grandes o pequeñas, notas burlonas por debajo de mi puerta, llamadas reclamatorias o incriminatorias por teléfono, amenazas de bomba, pintadas en la puerta de mi casa, supuestas "denuncias policiales" que me incluían o que me indicaban como su promotor, jackeo de mis cuentas privadas de email, todo esto combinado y usado por mis detractores, entre quienes se encontraban "señoras respetables" o colaboradores, por esa época, siervos de mi confianza. Incluso hasta el pago de hechizos a umbandistas y brujerías, y quienes se identificaron como familiares míos para el uso de mi nombre. Mis cuentas privadas de correo electrónico fueron jackeadas por quienes me odiaban y por quienes hipotéticamente me amaban o me respetaban. El resultado fue el mismo. No olvido que este calvario comenzó hace muchos años cuando eché de mi casa a una ayudante por robarnos. Era, precisamente, una umbandista. Esta misma persona fue el eje de la suciedad, pero no fue la única, ya que fue capitalizada por chusmas y gentuza de igual calaña.

Pero así llegaron insultos y amenazas a posibles clientes en operaciones de venta de libros. Curiosamente mi nombre fue usado frente a instituciones prestigiosas, fue difundido en las redes, se me fueron creados perfiles injuriosos y luego enviados por emails que me ligaban con estafas, engaños y operaciones comerciales ilícitas o fallidas. Es decir, creaban una novedad espinosa de mi vida o profesional o privada, y luego la difundían. Mentiras y más mentiras, de uno y otro lado. No termino de saber el alcance que tuvieron. Inventada una vida privada que quizás no tenía, se mintió a lo grande. Esta guerra cloacal tuvo como una de sus aristas la amenaza de mi familia y de mis hijos, y hasta el envenenamiento de mi mascota, Galatea, como prueba de que estaban dispuestos a cumplir lo prometido.

Mi vida se volvió ilusoria, fantástica, esperpéntica, repelente: Era yo el eje del Mal o del Bien, según unos u otros; cada cual tironeaba para su lado; en el centro del desgarro estaban mis libros y yo. Lo único verdadero. De manera que mi entorno era o muy exitoso o muy cáustico, pero nada real.

Así, mi vida, la vida de un creativo común y corriente, venía a quedar en manos de insectos, o con mayor o menor prestigio o actuación o dedicación o "amor" o rencor u odio o venganza, pero insectos, al fin. Los subalternos pasaban a ser los protagonistas destacados de mis días; gente con problemas emocionales o de pobreza mental y espiritual, o ausencia de reconocimiento o vengadores, pero todos subalternos, gente menor. Ninguno que haya producido una obra respetable, digna de mi admiración. Y porque fui objeto del odio, fui seguido en la vía pública, fui fotografiado, fui observado, fui espiado y hasta dudosamente "filmado". Una red diaria de información que tenía por finalidad saber con quién me reunía y adónde iba. Esto se sumó al conventillo de puteríos y rumores intencionados ya que mi vida debía pudrirse, fuera por dentro o por fuera

Finalmente, mucho de esto vino a quedar expuesto cuando, piadoso de mi acoso permanente, un allegado de mis enemigos hizo espionaje a hurtadillas y así se me fue revelado secretos de esa campaña difamatoria: Vi, al fin, mensajes de texto, confirmaciones, fechas, números de móviles, cifras pagadas (aunque resulte increíble), nombres, etcétera. El cruce de información, las calumnias y las amenazas dejaron resuelta la ecuación, al fin hubo luz sobre los componentes del grupo de tareas sucias y el entorno de serviles. Un mensaje de texto entre las zorras fue elocuente: "Te di (dinero) para el aborto pero no me cumpliste lo que te encargué".

Hubo alianzas de gente rancia e inútil con gente más sucia y baja, supuestas señoras de Ramos Mejía aliadas con ladronas de colectivos, o de quienes jamás hicieron algo por sus vidas propias. Y hasta fueron convocadas "cenas" de supuesta "camaradería" organizadas que –me lo anticipaban por email–, tenían como finalidad combinar campañas de desprestigio. Sumado a esto, las mentiras internas que intentaban compensar las presión de las externas, se trataba de sacar alguna ventaja cuyo fin aún hoy es dudoso, aunque pudiera entenderlo como la necesidad de protagonismo sobre mi destino. Pero así quienes esperaban mi éxito vinieron a quedar en la misma vereda que quienes deseaban mi fracaso.

La suma total de desencantos y frustraciones me llevó a escribir Epifania como una manera de aislarme, conjurando la suciedad y la ignorancia de mi vida, pero lo cierto es que debido a los alcances de esta guerra fecal renuncié a participar de eventos públicos. Si había trabajado para el éxito de mi carrera, todo eso vino a quedar incluido en un tacho de excrementos de múltiples partícipes. Esto también me llevó, como una manera de protegerme, a cambiar mis números de teléfono y mi móvil privado. Amistades y gente de mi afecto fue injuriada o fui desprestigiado ante ellos. Pero como si no fuera suficiente, durante la Feria del Libro de San Justo, de la cual fui expositor, fui víctima de la censura de los ineptos, los incapaces, los subalternos, quienes normalmente llevarían las valijas de un secretario, ahora me quitaban el micrófono en un espectáculo tétrico y ausente de prolijidad, para clausurar un ciclo definitivamente anacrónico. 

Cerraba la etapa de un año ilusorio e infernal cuando fui designado, por méritos en servicio a la defensa de la Libre Expresión –tan cara para mí–, como Embajador Cultural de una organización internacional. Y más tarde se me otorgaba el título nobiliario de Barón de una casa real. Pero incluso después de mi retiro, seguían penetrando mis cuentas, por ejemplo del blog. Muchos "amigos" dieron un paso al costado, preservándose de las salpicaduras; otros quizá esperaban algo y simplemente se retiraron al no obtenerlo. Lo perdido, perdido está y no niego que, como tal, las pérdidas sufridas fueron importantes; hasta hay libros teóricamente entregados en consignación que yacen hoy desaparecidos, o quizás jamás entregados a sus destinatarios, no lo sé, en verdad, no sé cuánto más perdí pero lo mejor siempre está por delante, nunca en lo pasado.

"Siéntate en el umbral de tu puerta y verás pasar el cadáver de tu enemigo", dice un proverbio chino. Algunos de mis otrora detractores, sé que ahora agonizan y destinan menos tiempo a la campaña difamatoria que a la atención médica oncológica. Otros de nuevo me buscan, alegando inocencia o desconocimiento de lo ocurrido. Pero algo es seguro, ninguno de ellos hoy es más grande. Cada uno se ha revelado como lo que es: Basura al costado del camino, aficionados cascoteadores de la obra ajena desde el gallinero anónimo. Ninguno dejará huella excepto en la cloaca pública.

Debí sustentarme en mi propio vacío pero, desde entonces, fui lobo estepario un tiempo, llovió catorce veces, edité dos textos nuevos, hubo un día de cincuenta grados y otro de un grado, terminé tres capítulos de mi Quijote, no llegó la nieve esperada, descubrí en mi mente una novela inspirada en el Fausto de Goethe y redacté su imagen final (en otro tiempo escribiré la novela), me reencontré con mis hijas, y fui feliz tres veces. No tengo padre o mentor: Mi éxito o mi fracaso no está en manos de ninguno. Me inventé a mi mismo y mi vida es mía, no le pertenece a nadie.



Copyright@2013 por Carlos Rigel

6 de septiembre de 2013

Geología de la memoria


En breve estaré nuevamente en la Feria del Libro de San Justo con un stand de venta y presentaré, además de un capítulo del Quijote en las Indias, un libro de ensayos y pensamientos más alguna ficción atinada, como es mi costumbre. Se trata de "Una metáfora tóxica" con la obra del artista argentino Guillermo Didiego como motivo de tapa (Pescador de ilusiones, 2013) que, según me dice, el modelo está inspirado en mí, lo que ha originado sinergias y debates públicos en las redes sociales. Tendrá precio promocional ya que la edición es, también, limitada en ejemplares aunque siempre con sueños de reedición.

Publico el texto de Prólogo que inicia la lectura

«La trilogía anterior de Diarios de autor tuvo su génesis en tres volúmenes abundantes escritos entre 2001 y 2010, prácticamente una década de narrativa, a veces furiosa, a veces orgánica o meditativa, de los cuales extraje partes inconexas entre sí para conformar los tres tomos breves y sin formato fijo conocidos como La piedra de BabelLa hipotenusa perniciosa y El Verbo tangente, los tres editados durante 2011 y 2012. Claro que para armarlos y editarlos debí desguasar nada menos que Fragmentos del Cielo, de la Tierra y del Infierno (2002), El libro de las Almas (2006) y La metáfora tóxica (2010) mientras esperaban ser editados. Debí destruirlos como organismos para armar otros objetos con sus pedazos. Incluso el ensayo La anomalía de Jerusalén corresponde al fluido sanguíneo de El libro de las Almas, justamente, porque en él intentaba explorar los comportamientos y límites del alma humana. De allí su título. Y una de esas almas era la de Cristo. Así nació La anomalía de..., acaso de buscar señales de su alma. Y buscarla era encontrarla oculta en escritos antiguos, en reflexiones, en un armado nuevo y una forma distinta de observar la tragedia bíblica. Redunda decir que el tema no nació en esas fechas, sino que venía sumando masa crítica en mí desde hacía años.  
No tengo reproches por lo decidido y hecho, pero el camino quedó allanado para editar estos poderosos textos de casi 1150 páginas entre los tres volúmenes ya que hoy resultan incompletos, precisamente, por las partes extraídas y publicadas. Pero nunca olvidaré el placer cotidiano que viví mientras aportaba cada uno de los 57 títulos que llegó a tener Fragmentos… Por primera vez presentía al lector, no como una responsabilidad, sino como un partícipe, un testigo, de esa felicidad. Y hasta diría que El libro de las Almas fue un vector, una continuidad de ese gozo diario de agotarme, de buscar la frontera cotidiana de narrar, de pensar y divertirme escribiendo. Escribir como un destino retroalimentado por sí mismo.  
Así, El libro de… alcanzó un índice de 150 títulos que van desde microreflexiones, cuentos y hasta ensayos, y con una extensa variedad de registros, ya que me propuse, por ejemplo, desde el microrrelato de una línea hasta unir los extremos, ligando en un mismo razonamiento La divina comedia de Dante y sus diecisiete mil versos­ con un aforismo breve de seis renglones de Antonio Porchia. Recuerdo que ese estudio comparativo me obligó a traducir al español el texto original en italiano del soneto de La vita nuova de Dante, porque la traducción del lingüista español Dámaso Alonso no me gustó; era precisa pero con el barroquismo asesinado, porque imperó en el ejercicio del erudito la traducción del soneto palabra a palabra y no la rima especular, concéntrica y cadenciosa. Por eso traté de respetar el pensamiento romántico del poeta italiano adecuado a nuestro idioma, tarea que produjo el asombro en otro lingüista y traductor, el panameño Martín Jamieson, porque implicó recusar y corregir, de alguna manera, a uno de sus ídolos. ¿Cómo me atrevía a descalificar la traducción del magistral Dámaso Alonso? La idea no fue impugnar la traducción ni mucho menos corregirla o mejorar la tarea de un sabio lingüista, sino que frente al soneto en italiano medieval simplemente pensé en Dante y en mis lectores hipotéticos. Y en nadie más. Y al terminar la traducción me sentí satisfecho porque había conservado la cadencia sonora. Yo desaparecía y sólo brillaba Dante, como debe ser. 
Pero a El libro de las Almas también corresponde un cuento con una buena idea original pero de desarrollo caótico, el mismo que años más tarde llegó a manifestarse como  una novela de 450 páginas, conservando apenas su título original de Diario del fin (2010), precisamente, porque exploraba a la humanidad sin el atributo superior del alma. Y la única manera de eliminar el alma del ser humano, era extraerla por completo de la biósfera, dar la misión por cumplida, retirarla, retornarla a las fuentes originales. Como en los conceptos de Shaw, al terminar la obra los personajes vuelven al origen, regresan al sueño en las fuentes primarias, especie de Big-Bang de la prosa y la dramaturgia: Ha concluído la creación.

Diario del fin era mi manera de probar, mediante una tesis brutal y novelada, el momento de la historia humana cuando las almas se retiran del orbe y vuelven a Dios. Por ende, el Hombre tridimensional regresa al estado de Cromagnon y finalmente de Neanderthal. El modelo de narrativa fue de experimentación permanente; de allí la comparación con «Henry James, pero modelo criollo». Diario del fin devolvió comentarios destacados en el concurso Clarín de novela 2010, porque la participé del certamen, aunque no ganó. Nielsen justamente se llevó el mérito, como lo merecía. No fue un desencanto sino una alegría para mí. Por eso escribí que «perder contra Nielsen no es ninguna deshonra». Es el mejor narrador de mi generación.
La presente edición cuenta con las tres partes del personaje mitológico y burlón, Lahret Satrapás, recurso que me permite satirizar la realidad literaria, y suma escritos ocultos que jamás vieron la luz de ninguno de mis lectores, como por ejemplo, la experiencia mística que tuve en 2002 y que aquí apenas consta como En presencia inspirada en una visión que con los años he comenzado a olvidar. Quizás el cambio en mi narrativa opera desde que me reconocí como autor creyente; aceptarme como tal y jamás volver a ocultarlo provocó un estallido de escritos, menos cuidadosos en la prosa, lo advierto, pero de una pluma finalmente liberada. Años más tarde descubrí al artista Guillermo Didiego con quien exploré la idea de que los creativos creyentes somos más audaces en la propuesta que los ateos, aunque esto no conlleve éxito adicional alguno por sobre aquellos. En un sentido, el universo a descubrir es más amplio que lo observado, nada más.
Pero, volviendo al origen, a veces pienso que aún hoy vivo iluminado por esos tres volúmenes primordiales, radiadores de colores primarios, y que modulando y combinando frecuencias se vuelven a revelar vivos, como texturas cromáticas antes impensadas, tres lagos geológicos que establecen la fauna y flora en reflujo constante en cada volumen que lo sucede, fuentes que fueron minerales básicos de ensayos, novelas, estudios, poemas, críticas y prosas que aún mudan el vestuario para salir de nuevo a escena y que me recuerdan que escribir no basta, también hay que llevar a cuestas la prefiguración del Cielo y el Infierno en el pértigo de cada palabra, como un alma secreta que es espíritu encantado y ánima atormentada, metáfora de un hachazo de silencio que es sombra transmutada en suspiro sagrado.»

Copyright®2013 por Carlos Rigel

4 de septiembre de 2013

Don Quijote de La Mancha y el caudillo "Chiroga" Tresmenes


Está próximo a salir un capítulo de anticipo 
del Segundo Tomo de mi versión del Quijote en las Indias 
que presentaré en breve en la Feria del Libro de San Justo, aunque fue pensado para exponer en el Festival Cervantino de la ciudad Azul, no he tenido novedades de sus organizadores. 

El conquistador don Quijote de La Mancha en el reino de las Indias de Carlos Rigel

Se trata de una historia dividida en dos volúmenes, Tomo I y Tomo II, cuya extensión oscilará aproximadamente las 900 páginas en total. La primera parte concluye en las tierras de Bolivia cuando el binomio se divide. Sancho a parte a comandar tropas rebeldes mientras que el manchego continúa solitario su marcha al sur. La segunda parte, precisamente, inicia con la despedida y el abordaje del Caballero de la Triste Figura de un galeón, cada vez más cerca del origen de su busca.
La presente edición es limitada y su precio será promocional ya que sólo es un capítulo de la segunda parte. 

Publico, entonces, el texto de contratapa. 

"Vencido en las costas del Barcelona el poderoso Caballero de la Blanca Luna –el bachiller Sansón Carrasco–, don Quijote de La Mancha emprende un camino de intrigas y andanzas rumbo al Puerto de Indias de Sevilla. Allí, con cédulas reales y junto a su escudero, el imprevisible Sancho Panza, aborda un galeón rumbo a la provincia de ultramar llamada Panamá, en el continente salvaje y misterioso de las Indias, más tarde llamadas las Américas. Es movido a la aventura por un rumor creciente en el reino español acerca de la existencia en el sur del continente americano de una tribu de gigantes insolentes: Los temidos y jamás vencidos Patagones.
En el capítulo presente, el fiel Sancho ha quedado comandando las tropas rebeldes bolivianas del guerrillero rioplatense, don Armado “Chi” de la Serna, planificando el asalto a Potosí; el hidalgo, en soledad, ha cruzado la cordillera desde el Pacífico por el sur de los Andes, y arriba a una tierra extraña llamada La Riojana cuyos habitantes, los Taluets, son gobernados por un marqués tirano de origen moro. Se trata de un sobreviviente de las primeras expediciones españolas: El temerario caudillo riojano Chiroga Tresmenes."




Copyright®2013 por Carlos Rigel