29 de mayo de 2014

Diatriba contra un autor sentado




–Las papas subieron, ¿te enteraste?
–Bueno –digo perplejo–, pero fijate que el Fuido Manchester está de oferta.
Nada, silencio. Debo escapar a otra galaxia.


Barón Carlos Rigel



Copyright®2014 por Carlos Rigel

De manicura en el Olimpo



Por ese batido de rulos temporales que ni la humedad puede explicar, terminan de llegar a mis manos los ejemplares del Suplemento Cultural del diario Crítica de 1930 para intervenir y restaurar la edición primigenia de los sesenta y un ejemplares, y dejarlos listos para una nueva reimpresión y venta.

Se trata del primer suplemento a color impreso en Argentina en la primera máquina rotativa llegada al país. Destacan las ilustraciones a mano alzada y la pincelada, además de un diseño clásico. Aún no está resuelto si saldrá a distribución semanalmente para coleccionistas a través del alguno de los periódicos de mayor venta nacional o si será comercializado de manera individual en puestos de diarios y revistas, pero advierto el interés histórico de la crisis en una Buenos Aires de carros y abundancia de peringundines pero, además, el interés literario, pues allí publicaron sus primeras notas de autores reconocidos.

Se refiere mi tarea a un trabajo artesanal de restauración, es cierto, pero más allá de esa tarea meticulosa de pantalla están las cuestiones ontológicas del extra-texto, como por ejemplo, que el diario Crítica era lo análogo de nuestro actual Crónica, es decir, un diario popular con un target muy especial, ocupado, según la crítica de entonces, más de lo sangriento, delictivo y estridente de la actualidad que de la política o la economía.


Por eso es que la editorial decide incorporar una sección cultural que delega en manos de Ulyses Petit de Murat, y cuyo redactor y corrector fue nada menos que un joven Jorge Luis Borges de 26 años, quien operó como redactor, colaborador y traductor (un comienzo muy similar al de Manuel Mujica Lainez), y que incluye notas de autores norteamericanos e ingleses, de allí el interés histórico en el exterior, traducidas por el literato argentino, pero que también destaca a Murat, a Raúl González Tuñón y otros autores reconocidos en sus primeras letras.

La anécdota aditiva –y que acaso incrementa el valor histórico de la colección– es que muchas de las notas eran del mismo Borges pero oculto con distintos pseudónimos para expiar su protagonismo, y para lo cual los editores de hoy planean un índice aclaratorio que liga al nombre de fantasía con el autor real. Bien, pero del mismo Borges ya entreveo en su juventud el estilo seco y económico de su escritura y una potencia narrativa que también creo haber reconocido en autores contemporáneos como Nielsen o Castillo. Conste, no los comparo, no sea que alguno se moleste, pero observo esa pluma quirúrgica y por momentos brutal.
  • Barón Carlos Rigel



Copyrght®2014 por Carlos Rigel

28 de mayo de 2014

Carta cerrada






Si viera el mundo de las realizaciones del hombre, de los éxitos, de la equidad, de la Paz y la armonía, celebraría como un hombre satisfecho más, uno del montón, uno que alza la pancarta mientras besa una botella sin pensar que transita descalzo el pavimento. Detesto vivir exhausto de aturdimiento, avergonzado por gobiernos pueriles de una intachable ordinariez, odio tener que mirar con desconfianza las sonrisas populares. Pero para ver logros debo desver robos y estafas, para escuchar discursos debo desoír las trampas, para lanzar una bengala debo quitarle al plato a alguien, para vivir satisfecho de mi coima debo olvidar el reclamo de los justos, debo soportar que unos hagan negocio, sepultando a los siempre depositarios de la hambruna; renunciar a la realidad para llenarme con la actualidad, aceptar que los mejores, o los cercanos, destacan, y olvidar al resto como si nunca hubieran existido, renunciar a los radares de mi inteligencia, de mi intuición, de mi lucidez, que me vuelven un eterno ofuscado, para aceptar mirar la realidad por un tubo de dos pulgadas y sumarme a los festejos abiertos de no fijarme en los costos futuros cuando ya los vi antes. 

Y pienso, entonces, en un pibe, uno cualquiera, uno a quien no le di educación, ni alimento, ni abrigo al frío, y lo golpee, y lo insulté, y lo robé, y lo violé. Y ahora ese pibe creció y se dedica al robo, al paco, a la violación, al asesinato. Se abren dos caminos: Uno es expulsarlo, cuidarme de sus fechorías, observarlo, monstruizarlo y demonizarlo, despreciarlo, prevenirme contra el robo, amenazarlo de muerte; incluso asesinarlo previendo lo inevitable. Otro camino es, con adulaciones, pícaramente adornarlo, destacar el valor de sobrevivir a una vida dura, contratarlo, nombrarlo sobreviviente y héroe, y aprovechar sus cualidades en el delito antes que lo haga otro; decirle: "Sos ejemplo y maestro"; condecorarlo capitán de su camino y teniente de otros destinos. Y volverme rico en su marginalidad; ser su dios y él mi Cristo. Pero nunca pensar en la otra alternativa olvidada, que es comulgar en el fracaso y decirle "No es tu culpa, me equivoqué. Todo salió mal."



Donde hubo risas siempre quedan lágrimas. "Este es el camino, no hay otro", escuché una vez. "Es lo que merecemos", dicen otros, bajando los brazos, acaso completos de resignación, pero quiero pensar que conservamos una reserva de equidad en nuestros corazones, y que cuando nos piden un pan no damos una piedra. "En la vida hay que elegir", nos decía una campaña política de hace pocos meses. "Ellos", incluso, establecen qué debemos elegir, como quien dice: "Entre el SIDA y el cáncer terminal, ¿qué elegís?" o, igual de brutal, "entre perder una mano o un pie, elegí". Pero incluso, la ilusión de optar es una trampa, porque sabemos que tras la elección nada cambió. Sólo buscaba consenso para seguir, demostrándonos así que sin él también se puede, desobedeciendo el resultado de la consulta. No hubo cambios en el rumbo, sino confirmación por inercia.

Y no es que quiera libremente ser un retobado, pero no puedo celebrar mi jardín cuando crece cercado con alambres electrocutados. No es así. No es lo que quiero ver, pero no puedo optar con salud el absurdo alegre cotidiano para no ver donde mora la razón amarga de padecer una tectónica social de placas, todos desunidos, alegres pero enemigos, amargos, risueños o falaces. La vergüenza nos sienta bien. No pienso con mi bolsillo, no mido mis éxitos o fracasos ni los comparo con la desgracia o el mérito de nadie. Pero estamos rodeados de capitanes en el delito, de adulones, de festejos injustificados, donde para aceptar los logros de esta edad debemos mirar por el tubo indicado y regalado para no ver el revés de la moneda. Nos dan las instrucciones de adónde ver y cómo se debe mirar. Y sonreír. Aislarme holístico en la montaña a meditar la existencia y olvidar a quienes viven abajo con una hernia en el corazón. No mirar, y no mirar, y no mirar, hasta que no existan más.

A los argentinos no nos interesa la verdad, sino estar contentos. Quisiera mirar de otra manera, pero no puedo. Ver donde "ellos" esperan que yo vea, implica una renuncia a la moral, a la ética, a la estética, y es lo único que tengo, además de un par de zapatos gastados.

Barón Carlos Rigel

Cppyright@2014 por Carlos Rigel

24 de mayo de 2014

Pentagrama lastimador



Los cinco que avergüenzan

El país que dio al universo cinco premios Nobel, un Papa, uno de los mejores cirujanos cardiovasculares del mundo y, quizá, el literato políglota más destacado de la Tierra, hoy es representado por un ex jugador de fútbol identificado como "soldado de narcos", una actriz mediocre con bisoñé que amenaza cagar a trompadas a grupos ambientalistas, identificado por un operador del lavado de dineros robados a erario público procesado, un vicepresidente implicado en estafas públicas millonarias, y visitado por narcotraficantes criminales de Lesa Humanidad, no de turismo, aclaremos, sino de negocios con el gobierno de nuestro país. Esa parece ser nuestra realidad.
Carlos Saavedra Lamas (Nobel de Paz, 1936), Bernardo Houssay (Nobel de Medicina, 1947), Luis Leloir (Nobel de Química, 1970), Adolfo Pérez Esquivel (Nobel de Paz, 1980), César Milstein (Nobel de Medicina, 1984).
Kirchnerismo, no lo olviden: El país no es de ustedes, son turistas del gobierno.




Mañana, 25 de Mayo

No sólo nuestro país celebra el ducentésimo cuarto aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, sino que en Colombia hay elecciones a Presidente y cuyo resultado revelará la confección de la trama que sigue: Si hay resistencia o permisividad con la dictadura narco en Venezuela.
Es más importante de lo que parece ya que el finado Néstor y la actual presidente de los argentinos, Cristina Fernández, le abrieron las puertas al castrismo y al chavismo narcotraficante con inversiones en nuestro país, tan afecto al lavado de dinero en la banca nacional sin importarle el origen, lo que desbalanceado a las democracias republicanas, ensombreciéndolas con un socialismo tramposo y feudal que incluye acuerdos con las FARCs y al terrorismo de Estado como herramienta de aplastamiento de protestas y el debilitamiento de la vitalidad civil.
Mañana, mientras celebre la fecha patriótica, estaré pendiente de los resultados en la patria colombiana. Mi abrazo a todo su pueblo.




Fecundidad de los faunos

Ayer, Viernes previo al 25 de Mayo, visité al director del sello editor Hispamérica en la oficinas de Congreso, hombre mayor, enciclopedista y muy agradable. No sabía que, además, el sello famoso se subdivide en otros sellos editores con títulos que abundan en el mercado nacional y latino y que, en muchos casos, coinciden con ejemplares de literatura universal que habitan mi caótica biblioteca personal de clásicos de literatura y ensayos.
Así supe del sello y sus vertientes que todo el material en los idiomas del mundo es traducido aquí mismo con reservas de derechos de propiedad intelectual. También me enteré que las ediciones relativas a la historia nacional supervisadas por el historiador fallecido Félix Luna, y muy famosas en lustros recientes, tuvieron un equipo de 36 personas involucradas en la investigación y redacción.
Se trata de un fauno ilustrado, siempre con cincuenta proyectos por delante.




Librolución

En una época bastante estúpida, luego de un viaje durante cinco horas ida y vuelta, dos veces en tren, dos en ómnibus y dos en subte, he llegado a la conclusión que viajar con un libro abierto es un acto revolucionario.





Bandera de ciegos

Durante el último discurso de nuestra Presidente en la Casa Rosada, hace pocos días, un grupo de desubicados extrajo una bandera de Venezuela exhibiendo, de alguna manera, el triunfo del gobierno venezolano por sobre no sé qué diablos. Y la tapa desopilante al squech estuvo a cargo de nuestra propia Presidente cuando refirió a la relación de ambos países como "Argenzuela", acaso para despertar la ovación de los giles. 
Son artífices o miembros del "relato oficial".
Y como esas imágenes son difundidas por cadenas latinas diseñadas para ventilar el "éxito" de los modelos "socialistas" planificados en Cuba, del cual Argentina es parte activa, es mi deseo aclararle a los manifestantes venezolanos, a las víctimas y a sus familias, que no todos los argentinos somos parte ni de ese relato, ni de ese plan castrista y que de ninguna manera celebramos un golpe institucional ni los métodos de sustentarlo mediante el Terrorismo de Estado, ya que no hay un Terrorismo de Estado bueno y otro malo. Es uno solo. La única bandera venezolana que elevamos en nuestro silencio está de luto.


Barón Carlos Rigel

15 de mayo de 2014

Zombis en la penumbra


Hace algunos años pregunté 
desde cuándo era que los gobiernos nos decían 
a los autores cómo debíamos interpretar la realidad. 
Hoy no hay pregunta, sino una alarma.

Quien haya leído el conjuro de George Orwell sabe cómo entender las señales de un tiempo nefasto. Se suponía que el mundo intelectual operaba como una trinchera estética y ética de preservación social frente a los abusos y los atropellos de los Estados y los gobiernos, una voz independiente y solitaria, una alarma crítica cuyo umbral de dolor civil estaba autodeterminado por su propia conciencia y no reglada por los regímenes de la Tierra. Y Orwell, precisamente, tras renunciar al marxirmo stalinista –luego de haber sido simpático con la revolución rusa–, dedicó su obra a explorar a ese Estado intolerante, inhumano y militarizado con una obra de ficción poderosa con títulos inolvidables como las novelas Rebelión en la granja (Reino Unido, 1945) y, quizá las más famosa, la distopía 1984 (Reino Unido, 1949), cuando idealiza al mundo resultante del stalinismo casi 40 años después de su presente –recurso también empleado por Hugo Gernsback con el nazismo, y cuyo nombre de pila hoy reviste un premio importante de la ficción-científica– para revelarnos el lado interno de un Estado policial llevado al extremo de la observación individual, persecutoria y restrictiva, y que la crítica literaria y hasta histórica o sociológica de la segunda mitad del siglo XX, concluyó en que con ella conjuraba, allanaba, la difusión del marxismo, impidiendo que se consumara en la sociedad humana por rechazo a una desproporción brutal pero posible. 

De esa historia de ficción ejemplar provienen los recursos literarios plasmados hábilmente como las "pantallas" de video internas para la vigilancia de cada hogar y de cada individuo por un Estado central invisible y casi anónimo, cuyo líder superior –real o ilusorio, aún dentro de la ficción– es el Gran Hermano o Hermano mayor. También la intervención directa del Estado en la supresión de términos y palabras en la confección de los diccionarios de uso público cada vez más reducidos y simplificados –porque filosóficamente su autor se inspiró en una premisa inductiva: Aquello que no se puede nombrar no puede ser pensado, y lo que no puede ser pensado no existe–, la eliminación de los sentimientos en favor de las relaciones mecánicas de procreación, el estado de guerra permanente como parte del "relato oficial" contra un enemigo del cual no se sabe si es real o inventado, las ejecuciones públicas de los enemigos del sistema y la promoción de eventos de asistencia obligatoria para la descarga regular del odio y el resentimiento acumulativos. 

Escena de la película Brazil (Terry Gilliam, 1985), versión libre inspirada
en la novela de Orwell.
Ese sistema le dice al individuo quién es el enemigo y quien el amigo, cuál es la matemática aceptada y cuál la perniciosa, cuál es la verdad y cuál la mentira, cuáles las formas de pensar y expresarse, y cuales las condenables (llamadas crimental), cuáles son los sueños aceptados y cuáles los delictivos, cuál es el lenguaje, el idioma, y cómo proceder en la intimidad como un miembro afiliado "sano" de un partido único y absoluto llamado INGSOC, herramienta de un estado totalitario. Incluso ese régimen posee el atributo de cambiar el relato histórico sin necesidad de dar explicaciones y cuya aceptación social debe ser inmediata y sin objeciones particulares: "Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado". Cualquier transgresión de las normas establecidas por el sistema merece la detención, la interrogación, la tortura y luego de una confesión pública de reparación, el asesinato, la eliminación total del cuerpo físico, de la historia y de los registros individuales y comunales. Algo así como no haber existido nunca.

Escena en la versión del cineasta Michael Radford, Inglaterra, 1984.

Hasta me sentí agradecido con la obra y su autor, un agradecimiento superior al literario. Era la voz que vociferaba advertencias desde las márgenes urbanas de un siglo anacrónico y de múltiples engaños; él junto a Huxley y Bradbury en la confección de una trilogía ficcional inquietante que debíamos tener sembrada en la profundidad de nuestra conciencia civil. Ahora sabemos que para completar el paradigma de la utopía en el pensamiento de Montaigne, recobrado anteriormente por Tomás Moro cuando se inspira a su vez en los escritos de Platón, debe existir la distopía como una alarma que arruine la fantasía de habitar una sociedad perfecta e idílica sin saber quién nos ofrece la panacea; acaso para poner los pies en la tierra y leer entrelíneas los discursos. Y cuando pensábamos que la tapa conceptual estaba puesta, segura, no lo estaba. Y el frasco se dio vuelta.


Hoy la voz en el desierto no clama: Toca la flauta por monedas. Es el flautista de Hamelin y acaso la parte menos contada de la historia, la segunda parte, cuando lleva niños al río y no ratas. Es el nuevo báculo "Made in China" de Moisés, pero sin tierra prometida, sino de camino al abismo. Las aguas se abren para recibirnos; la trampa se halla en el medio, cuando el punto de partida esté demasiado lejos para regresar y la otra orilla parezca inalcanzable. Sigamos adelante mientras tanto con los ojos bien cerrados, a ver qué pasa.

Casi 90 días después de comenzadas las protestas en Venezuela tenemos el deber de preguntarnos qué es en verdad lo que ocurre allí, por qué están muriendo, por qué, aún con temor de la captura, la tortura y la muerte, siguen saliendo a las calles, arriesgando sus vidas y a sus familias. "Chavez fue para Venezuela lo que Hitler para Alemania", dijo Vargas Llosa, con quien jamás creí tener un tilde de acuerdo, ni como hombre político ni como estilo narrativo. Pero es tiempo de meditarlo.


Hugo Chávez y las FARCs, durante la planificación del
golpe de Estado al ex Presidente Carlos Andrés Pérez

Es mi última nota sobre el alzamiento popular de Venezuela, que tanta mala sangre me ha traido. Yo sé que acepté un camino solitario y hasta repelente para la mayoría de mis lectores, con pérdida de compañeros en las redes sociales, pero no todos somos zombis ni de uno u otro sistema. Huir del capitalismo descontrolado en el que vivimos hacia los brazos del marxismo feudal, es como huir del SIDA en dirección al cáncer terminal. Mientras tanto, luego de mandar oportunamente a la putísima que los parió a todo el movimiento bolivariano de América, el mismo que nos ha traído al castrismo oculto en sus bolsillos, vuelvo a preguntar ¿cuándo fue que nos enseñaron a separar al Terrorismo de Estado malo del bueno?


"Periodismo es publicar lo que alguien 
no quiere que publiques, todo lo demás 
son relaciones públicas".
                                             George Orwell

Barón Carlos Rigel


Copyright@2014 por Carlos Rigel

14 de mayo de 2014

Afinando la puntería

La represión de estudiantes en Los Palos Grandes,
Venezuela, Miércoles 14 de Mayo.

Los planes, luego del descenso en el continente,
fueron delineados durante el Foro de Sao Paolo y
son de conocimiento público, pero es bueno 
conocer algunos detalles de las tácticas que contiene 
la estrategia del comunismo en la versión cubana.


Publicado el 1 de Mayo de 2014 por el Frente Patriótico de Venezuela

"Espeluznante y aterrador resulta el Plan del Foro de Sao Paulo para la implantación del comunismo en países de América, no tanto por el planteamiento estratégico, que es de acceso libre por Internet, sino por el avanzado estado de penetración en que se encuentra dicho proceso, por ejemplo, en Venezuela. 

Se requiere la continuidad mínima de tres presidencias del mismo gobierno, cambiar la Constitución, apoderarse democráticamente de todos los poderes, en especial, del judicial y electoral. Implantar, mediante misiones sociales, el reparto a la población para sembrar votos. 

Aumentar los cargos públicos (se estima cuatro votos familiares por cada nuevo cargo), los empleados de las empresas privadas cerradas son absorbidos por el Estado. Aumentar salarios y jubilaciones (sin aportes previos) para mantener a trabajadores y sindicatos contentos y votando aunque así colapse la economía. 

Acabar con los medios de comunicación de la oposición para que reciban solo propaganda oficial. Crear enemigos inexistentes para ponderarse como única opción posible de gobierno. Los delincuentes ganan la calle y el gobierno desarma a la población civil. Expropiaciones y amenazas para acabar con la empresa privada cuyos capitales abandonan el país. Los centros comerciales irán desapareciendo. Dejar al país sin inventario, sólo los enchufados con el gobierno importarán. 

Creación de grupos de choque para neutralizar actos públicos de la oposición. Creación de la milicia armada, desmoralizar y comprar las Fuerzas Armadas. Creación de medios de educación y becas indiscriminadas que serán semillero del socialismo. Quebrar el sistema de salud privado. Quebrar la clase media haciéndola culpable de la pobreza de los demás, estigmatizarla y atomizarla. 

Apresar corruptos menores para demostrar la honradez del Gobierno y para que los otros se asusten y no roben. Los boliburgueses manejarán los millones para favorecer al pueblo. Pechar con impuestos los salarios medios y bajos y todo lo que sea privado. Poner trabas para conseguir dólares viajeros y acosar económicamente a las líneas aéreas para aislar a Venezuela. El comunismo se propone esclavizar a los hombres por la fuerza que comienza con el socialismo, por el voto".

Que nadie diga: "No los vi llegar".

Barón Carlos Rigel

11 de mayo de 2014

Apóstoles de Freud



La raza nueva, 
los mismos apóstoles de siempre


Hace apenas horas un amigo novelista premiado y reconocido, contó en su muro, con detalles bastante inquietantes, un sueño incómodo y estridente que tuvo. Y preguntó si alguien sabía algo acerca de sus símbolos. Reconociendo yo algunos de los detalles, inspirado acaso en Jung, discípulo de Freud, hice mi comentario junto a otras amistades del escritor. E hizo su aparición una apóstol del psicoanálisis, burlándose de la totalidad de los comentarios en un acto de superioridad relajante y hasta insolente. 

Y así, ida y vuelta, se dio un debate laxo y harto innecesario, un mano a mano, entre ella y yo. La rareza es que de todos los comentarios, el más coqueto, el más "académico" y hueco, era el de ella, ya que no aventuró conclusión alguna sobre el sueño en cuestión y se limitó, luego de expresar la burla hacia los demás, a exponer sus conocimientos facultados en un barullo acostumbrado y perfectamente hueco. No tiene nada nuevo para aportar, sino la actitud soberbia de tirarnos con un título encima, avalado por el dios Freud, y revelada en su consejo final al dueño del sueño de que utilizara esos símbolos oníricos en una nueva novela, cosa también fútil cuando es dicha a un escritor premiado con 20 títulos inmejorables. Nada al fin que merezca rescatarse, sólo el desagrado de su soberbia entrando como un hacha de bajeza facultada entre los allegados del escritor.

La otra inferencia parabólica de este tiempo que completa el binomio es que semanalmente visito yo a una parapsicóloga amiga familiar de muchos años, una vidente quien me dispensa el trato y los cuidados de un hermano menor. Nunca hay predicciones hacia a mí, tampoco consultas de mi parte, pero sí un café amable y el encuentro ecléctico y hasta errático con la hermana mayor que nunca tuve. Pero no soy su paciente, apenas un amigo. 

Sin embargo, cíclicamente reconozco entre ellos, sus pacientes, a un médico, un técnico en comunicaciones, dos abogados y, he aquí el misterio, a tres psicoanalistas, cuando menos, quienes le dejan "la cabeza a la miseria", en palabras de mi amiga; de allí, quizá, el motivo de mis distentidas visitas, más próximas a la amistad que a la indagación del tiempo y sus vaivenes. 

Ellos, los psicoanalistas, son el nuevo apostolado y son parte del problema, no de la solución de nuestras malformaciones, sino un componente más de la deformidad social que vivimos. Antes la humanidad venía observado a quienes intentan sobresalir por encima del orden humano y desde ese púlpito ceñestial, nos observan a su vez, como bichos de estudio. Sólo ellos tienen la explicación justa y exacta, y mientras nos dispensan sus recetas, debemos convocarnos al silencio porque son los obispos y cardenales del nuevo reino, que a fin de cuentas es el mismo de antes. Únicos representantes del dios Freud, sus apostolados están verificados por nuestras facultades como para agregarle solemnidad de clase. No son parte de la sociedad deforme en la que vivimos y trabajamos, sino que son visitantes inmaculados de galaxias lejanas llegados para iluminarnos. Tan risueños son.

A bajar los humos porque nadie sobresale por encima de la biosfera donde vivimos: pocos superan los dos metros de altura, aunque dicha estatura no se mide en centímetros.

"Un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar una ventaja de su posición, aunque ésta por tanto le sea reconocida como tal: la de recordar con Freud, que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera, y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino."

Jacques Lacan, 
durante el homenaje a Marguerite Duras 


Barón Carlos Rigel

Copyright@2014 por Carlos Rigel

4 de mayo de 2014

Realidad o actualidad

Desnudos duele más: Patio de castigos físicos
para estudiantes detenidos por la GNB.

Se ha vuelto común tomar partido antes de informarse 
o adquirir el relato oficial por comodidad, 
que es una manera de afirmar unas novedades y negar otras. 
La actualidad viene pre-digerida y no es necesario pensar.
Así, la realidad pasa a ser algo inconexo, incierto y aburrido,
sólo reservado para gente amargada e irreal.


Si en algo ha sido hábil el kirchnerismo y los grupos multimedios ha sido en imponer la fugacidad como origen, como destino y como herramienta de análisis. Así, nos dicen que despejando el ruido y los bocinazos de la actualidad encontraremos una sinfonía de belleza digna de los dioses. Entonces, nuestra tarea cotidiana debe ser la de destinar las potencias a esa labor altruista porque allí se encuentra su majestad, la Verdad. Pero para el ahorro de nuestras energías nos brindan entonces el método breve, es decir, el discurso semanal, el registro de éxitos. Con eso parece que alcanza. Lo demás es complejo o no existe.

De allí proviene esa "verdad voluble" según la cual, si el gobierno dice tal cosa, no importa que hace apenas 4 o 5 años era otra, ahora es así, y eso es lo que hay que repetir. O si el noticiero afirma algo en un flash de 20 segundos, eso es lo que ocurre y no hay otras lecturas. De manera tal que la "actualidad" pasa a ser la "realidad". Y encima, este criterio es defendido mordazmente por veedores de TV, el target de Tinelli, los que abren el diario para "informarse", o acaso menos, y observan las punzadas de la actualidad desde twiter o Facebook, y se piensan los filósofos del día a día. Son quienes por estar "conectados" piensan que están "comunicados".

Algo análogo sucede con la información. Están quienes originan una investigación, y del otro lado, quienes critican a quienes originan esas investigaciones. Por ejemplo, nuestro periodista Lanata ve una señal sospechosa y destina cronistas de "Periodismo para todos" para indagar el asunto, y después nos muestra los resultados en una especie de show mediático. Pero del otro lado están los críticos de escritorio, analistas de bajas calorías, quienes están convocados a dudar de lo expuesto con burlas, pero no de lo revelado, sino de la propiedad objetiva, relativa u objetable, del personaje Lanata. Y así quitan la certeza y la trasladan al rango de la duda "razonable" y a un paso del tacho de lo no-existido. Por ejemplo, el programa de chistes llamado "678". 

Es decir, uno investiga, indaga, se expone y muestra lo que tiene, mientras que el otro critica desde una posición de relativa comodidad. De alguna manera, estos últimos nos dicen cómo deben ser interpretadas esas señales y dónde debemos ponerlas. Misteriosamente, el público nacional –bastante mediocre–, ubica a ambos a la misma altura. Así, el investigador viene a quedar expuesto en la misma vidriera que el opinador. De esa manera, también, un locutor o animador de espacios es tenido por periodista. 

Ese diagrama sinóptico incluso viene para inocular el debate nuestro de cada día, entre quienes ficharon toda vida sin jamás atreverse a pensar, protegidos y a puertas cerradas, con quienes llevan 20 o 30 años informándose y exponiéndose a los zarpazos de pensar libremente en una sociedad de ovejas. Sábato sintetiza este fenómeno frecuente cuando advierte: "Un crítico de tercer o cuarto nivel, critica a un artista de primer nivel". Peor aún con el acceso a las redes, todos el mundo parece un filósofo destacado no descubierto. Pero así, un penacho social tiene el micrófono al lado de un especialista. Entonces no se debate si algo es así o si es aún peor, sino que se duda que exista, porque no está en la lista semanal de éxitos. El "mérito" de esta edad es ese catálogo de certezas oficiales y todo lo que lo rodea es dudoso, o peor, no existe. Y como paradigma hasta nos resulta razonable. 

Claro que yo no soy una personalidad de primer nivel, pero tampoco de tercero o cuarto, y me toca pelearla en otra categoría y en el lugar inadecuado. Bien podría dedicarme a escribir cuentitos o poemitas, y leerlos para el aplauso del público, quizás 10 o 12 personas presentes en cada oportunidad, y nadie me reclamaría nada. Pero no elegí ese camino. 

Ningún gobierno me dicta el relato, pienso por mí mismo. La información que posteo acerca de Venezuela viene signada o compartida por informantes de la OEA radicados en Caracas y a su vez asesores de la ONU, militares de alto rango tanto de Venezuela como de Colombia, asesores de Derechos Humanos también en Colombia en posiciones próximas al senador Álvaro Uribe, veedores o espías ocultos en Cuba, y enfrentada esa variada fuente, además, con la versión de compatriotas argentinos en cargos directivos en áreas de seguridad de EEUU, el cuerpo diplomático de Paz en Centroamérica y Organizaciones Internacionales de Derechos Humanos asociadas a la ONU. Y para cerrar, proviene también de la ciudadanía venezolana, es decir, familias, gente, estudiantes, padres, amigos que viven allí, o tienen familiares allí, o padecen allí.

Ni de Clarín, ni de Noticiero Trece, ni de resúmenes de 20 segundos, ni de informativos nacionales o cadenas o agencias de noticias afectadas por la censura del kirchnerismo o formas de autocensura por cautela porque, lo sabemos, cada agencia introduce sus recortes, o atenuantes o agravantes, y yo prefiero la información cruda por brutal que pueda ser. Yo también he limitado videos y fotos bestiales en mi muro. Pero no estoy aquí para defender a los gobiernos.

Vuelvo a repetir, puedo pensar por mi mismo. Quien quiera dudar de todo eso, está en su derecho. Pero quien quiera negarlo o burlarse, puede hacerlo, aunque me reservo el derecho de admisión en mi sitio. 


Barón Carlos Rigel