Viendo que prosperan las calumnias
de poco o nulo peso específico contra mis títulos
en secreto o por muro público en las redes sociales
es que propongo una mejora sustancial de valor
para una insuperable y bien fundada difamación.
En la observación sucinta del seguimiento de las tapas de mis libros que realizan mis secretos y ocultos detractores frente a otros escritores, empleadas las cubiertas como argumento de descalificación de su autor, es decir yo, debo aclarar que no es suficiente listar ni parcialmente ni totalmente el resumen de mi obra literaria editada a la fecha –apenas nueve títulos–, sino que, además, se deben agregar los motivos intrínsecos de la impugnación y la erradicación social de los mismos, de manera tal que la campaña de desprestigio sea eficaz, como seguramente esperan con el cometido y que promueven con insistencia, y así cumplir exitosamente con el objetivo publicitario.
Y yo, pensado, como siempre, en el rol didáctico y social que me corresponde
como autor, es que me detengo a elaborar algunos puntos a tener en consideración
para recomendarles gentílmente, pero apenas como una guía rudimentaria de aplicación
práctica consistente y atinente con la circunstancia, como seguramente vuestras señorías deben tener presente. Algunos de éstos puntos a tener
cuenta son:
Primero: deben comprar el libro o libros en los comercios
listados oportúnamente a precio de mercado. De estar imposibilitados de acceder a la totalidad de ellos, para el
motivo que los convoca puedo facilitarles un descuento por la totalidad, una bonificación, digamos, de
un 15 %. No, mejor un 20.
Segundo: tras adquirirlos, deben leerlos completos para tomar
conocimiento del contenido o contenidos, pues no sea cosa que la grata sorpresa de leer tan sorprendentes y variados episodios pueda distraerlos del objetivo primario.
Tercero: volver a leerlos para eliminar cualquier sorpresa o metáfora oculta del texto y dedicarse al análisis de los contenidos conceptuales. Este paso es
indispensable para una correcta fundamentación literaria sólida y ejemplar.
Cuarto: anotar o subrayar cada oración, párrafo y la hoja sospechosa de falacia –en ese orden para no pasar por alto ninguna–, dejando
adecuadamente marcada la página con un señalador provisto por AstroRey Ediciones, y las afirmaciones sujetas a refutación ya sean empíricas, dialécticas o simplemente semánticas.
Quinto: comenzar la tarea de refutación, propiamente dicha, registrando los momentos, frases o premisas claves por donde filtrar el ataque destructivo. Por ejemplo:
Si en el ensayo La anomalía de Jerusalén (2012) relativizo la legitimidad del documento de propiedad titular que exhibe Silvestre, obispo de Roma, donde afirma que el emperador Constantino le donó el eje del imperio muy gratuitamente, documento sospechado siglos después por el epicúreo Lorenzo Valla, ustedes pueden afirmar: ¡Miente!... ¡Mentira-mentira-mentira! ¡Oh Dios, maldito Rigel!, tras lo cual deben exponer los motivos y la documentación pertinente que descalifica la afirmación y prueba que es, o lo contrario u otra la versión de los hechos en la historia. Incluso si saben que Lorenzo Valla no era tan epicúreo sino que tienen evidencias de que era penitente o hasta devoto de las Carmelitas descalzas.
O si afirmo, otro ejemplo, que los discípulos de Jesús estaban todos dormidos de ebriedad en el huerto la noche de la captura de Cristo, como consta en el sección XIV Isramérica del mismo ensayo, manifestar: "¡Mentira, oh, canalla infame, era Speed, un energizante de venta pública, yo los vi! ¡Muera Rigel, muera, oh Dios mío!", y luego avanzar con la refutación necesaria de vuestras evaluaciones precisas.
Y así con cada punto flaco y previsible de ser rebatido fácilmente que encuentren en cada uno de los nueve títulos de mi autoría que se exponen al mercado, y que aunque pudieran estar agotados en el comercio, bien pueden encargarlos y hasta realizar tareas de expionaje para conseguirlos, aunque al mismo precio del mercado, es claro. De esa manera la impugnación es completa, avasalladora, fundada y adecuada, porque expone al libro como un libelo menor –y que no me molestaré en explicarles qué es, ya que pueden encontrarlo en un diccionario común– y a su autor, pudiendo con absoluta autoridad expresar de viva voz: ¡No lo compren, es falso... falso! ¡Oh, Dios, basta-basta-basta!
Sexto:
en un gran acto de repudio a la literatura, al autor y su obra, convocar al
incendio de cuantos ejemplares consigan de este autor nefasto en un acto solemne y público a pleno mediodía –que hasta sospecho quien puede ser la proveedora de los ejemplares–, buscando
dejar una huella en la memoria genética del inconciente colectivo que relaciona
al autor con el terror y los incendios.
Séptimo:
organizar escraches, pintadas, autodesgarros de vestiduras, desmayos públicos, asaltos, quema de vehículos y
mujeres violadas, como medida de protesta. Les recomiendo leer Los funerales de
King Kong, cuento tercero del volumen REM (2012), como modelo de manifestación cívica y ejemplar.
Es la intención de este autor iluminar vuestras mentes con métodos adecuados para una extraordinaria campaña de desprestigio como corresponde a la dignidad, no de este autor menor y fugaz, sino de su obra cuyos códigos, como ya dije, se autodefinen a sí mismos. Y no deben preocuparse por el atropello previsible de ser juzgado por la Ley 11.723 de citar mis tapas sin previa autorización expresa como consta en la primera página de los textos que corresponden a los ISBN da cada título registrado en la Cámara Argentina del Libro de los libelos difamados por tan notables intelectos, como lo establece la ley nacional, incurriendo en un delito cuando claramente la letra dice:
"Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Incluido en los Derechos de Propiedad Intelectual del autor en forma parcial por cada obra publicada y total por cada volumen recopilado. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio gráfico o electrónico sin previa autorización por escrito del autor."
con lo cual no les estoy diciendo que sean de naturaleza estúpida o que nada tiene que ver con la literatura lo que ustedes hacen y producen, no, sólo digo que son de una torpeza a destacar que tiene que ver con la "literatura" en el planeta de los simios. Próximamente les indicaré otros detalles a tener en cuenta para una correcta e impecable campaña de difamación. A vuestros servicios, como siempre...
Barón Carlos Rigel
Copyright®2014 por Carlos Rigel
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