Mensaje a la república venezolana del Capitán
de la GNB Juan Carlos Cagüaripano Scott del 28 de Abril, 2014.
Un llamado a sus camaradas de armas a
la reconciliación y al regreso a la institucionalidad.
Un valiente en épocas de caos.
Fue publicado por DTV Oficial en el sitio You Tube
Desde el comienzo del conflicto en Venezuela –si acaso listo como comienzo el estallido social luego de la represión de estudiantes tras la violación de una muchacha en la ciudad de San Cristobal, Tachira–, desde el inicio, decía, he tomado posición del lado del pueblo americano. Ni de las urnas, ni de los gobiernos de la Tierra involucrados en quitarle una tajada a una nación rica pero en estado de pobreza, ni de la aparente "institución" republicana bolivariana, ya que esta vez las herramientas sociales de la democracia han venido con trampa en su vientre.
Mal haría en favorecer con mi pensamiento a un movimiento cuando son fugaces, a un gobierno cuando son turistas, a un resultado de comicios cuando pueden ser alterados. Pero ni aún la consideración de un resultado comicial favorable alcanza para justificar el atropello, el terrorismo de Estado y la supresión de Derechos Humanos. Me importa un cuerno el bolivarismo si es a costa de la sangre de los pueblos. Ya miraba a este movimiento con cierta desconfianza en el origen porque era llegado por la voz fervorosa de los caudillos, que no eran otros que los golpistas de otros tiempos. Y cuando escuche risas, calcularé las lágrimas.
Siendo autor de ficciones y pensamientos literarios, he postergado el análisis de lecturas y la continuación de mis escritos para asumir un compromiso superior, el rol social de observar y transmitir mis percepciones sobre los acontecimientos que despedazan a esa nación. Que nadie diga que mientras esos hermanos morían yo escribía ficciones, indiferente de sus sufrimientos y de sus muertes. Que otros lean poemas y cuentos y se jacten de los aplausos, cedo mi puesto jamás reclamado por mi pluma hasta que se resuelva el conflicto en favor de la población venezolana. Si hasta he ofrecido viajar para sumarme a las trincheras civiles de la resistencia anticastrista, porque el peligro se ha acercado a las Américas. La irrupción del castro-comunismo se ha asomado al continente con ambición desmedida y perversa por sus riquezas. No es difícil atacar, torturar y asesinar a un pueblo ajeno, pero lo terrible de este paradigma es hacerlo frente a las narices de quienes juraron defender a su pueblo frente a cualquier enemigo externo: Detrás del anacrónico Nicolás Maduro se encuentra el despiadado Raúl Castro.
"No confundirse, el gobierno de Venezuela no es socialista, es una vulgar dictadura militar", dijo desde Chile Isabel Allende Bussi, la hija del exPresidente chileno, pero dentro de esa conducta de arbitraria vulgaridad hay otro emblema nacido con la revolución industrial en el siglo XIX, trasvasada al indeciso siglo XX y heredada al XXI: La larga sucesión de gobiernos corruptos e inútiles que finalmente han dejado una huella profunda en las sociedades americanas, hoy postergadas y hambreadas, cuya ejemplaridad cotidiana del ejercicio del poder ha sido el delito, el enriquecimiento de los miembros de gobierno y la hambruna de los pueblos. Autos caros y lujos monárquicos para unos, y fideos y carbón para otros. Y ante la protesta, la represión bestial en la cual hasta una constitución es usada como un arma.
Y así, la violación de una muchacha en una provincia alejada del orbe, desata un resentimiento meteórico acumulado tras décadas de postración, de engaño y de asimetrías sociales vergonzosas. Es la realidad de América Latina. Las democracias no han comenzado aquí, recordando las palabras de don Roa Bastos. El estado republicano no es inmune a la peste de un capitalismo antropófago y, en el otro extremo, a los espejismos de un comunismo más dehumanizado todavía, algo así como elegir entre el SIDA y el cáncer, decía Vargas Llosa, ambos lados en cuya interpretación libre de nuestros políticos, en la traducción latina, es la oportunidad, el sueño, de "salvarse" para siempre en uno o dos años de poder y sin gran esfuerzo. Por ende, la herramienta republicana llega a manos o de caudillos rebeldes y contestatarios, o de restauradores peores que los caudillos salientes, pero nunca de servidores demócratas obedientes de las constituciones locales, sin sueños de potencias suprahumanas ni de ríos dorados. O monarcas o prófugos. Pero cuanto más ricos los países, más pobres los pueblos.
Así, el diagrama actual de América Latina, tras siglos de cumplidos los procesos independentistas, en la mayoría de los casos, se parece más a las edades feudales europeas con reinos obscenos y palacios aislados, y a su alrededor la sumisión y la hambruna. Somos latinos. Conducen nuestras sociedades al abismo y los aplaudimos por eso. Dura poco el fervor. Se nos fue dado tanto y tan abundante que caímos con facilidad en el vicio y el despilfarro, y ahora con la totalidad de los problemas intactos, de nuevo pobres y además corruptos. Tanta efervescencia no sirvió para nada. América ha perdido la inocencia: No es el jardín del Edén prefigurado en los '70, sino un prostíbulo sobre un baldío radiactivo.
Copyright®2014 por Carlos Rigel
Y así, la violación de una muchacha en una provincia alejada del orbe, desata un resentimiento meteórico acumulado tras décadas de postración, de engaño y de asimetrías sociales vergonzosas. Es la realidad de América Latina. Las democracias no han comenzado aquí, recordando las palabras de don Roa Bastos. El estado republicano no es inmune a la peste de un capitalismo antropófago y, en el otro extremo, a los espejismos de un comunismo más dehumanizado todavía, algo así como elegir entre el SIDA y el cáncer, decía Vargas Llosa, ambos lados en cuya interpretación libre de nuestros políticos, en la traducción latina, es la oportunidad, el sueño, de "salvarse" para siempre en uno o dos años de poder y sin gran esfuerzo. Por ende, la herramienta republicana llega a manos o de caudillos rebeldes y contestatarios, o de restauradores peores que los caudillos salientes, pero nunca de servidores demócratas obedientes de las constituciones locales, sin sueños de potencias suprahumanas ni de ríos dorados. O monarcas o prófugos. Pero cuanto más ricos los países, más pobres los pueblos.
Así, el diagrama actual de América Latina, tras siglos de cumplidos los procesos independentistas, en la mayoría de los casos, se parece más a las edades feudales europeas con reinos obscenos y palacios aislados, y a su alrededor la sumisión y la hambruna. Somos latinos. Conducen nuestras sociedades al abismo y los aplaudimos por eso. Dura poco el fervor. Se nos fue dado tanto y tan abundante que caímos con facilidad en el vicio y el despilfarro, y ahora con la totalidad de los problemas intactos, de nuevo pobres y además corruptos. Tanta efervescencia no sirvió para nada. América ha perdido la inocencia: No es el jardín del Edén prefigurado en los '70, sino un prostíbulo sobre un baldío radiactivo.
Barón Carlos Rigel
Copyright®2014 por Carlos Rigel
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