8 de enero de 2011

Hemorroides de la Relatividad Constipada

Post dedicado a nuestro winner "Gus" Nielsen


La Teoría de la Relatividad es tan relativa que permite
el acceso de pulsiones interpretativas amparadas
por la Teoría de la Evolución de las Especies:
Hasta un simio puede darnos su interpretación.
Fuera de joda, posteo un capítulo completo de El libro de las Almas
(2007), volumen de ensayos y pensamientos de vuestro bloger.



"...Recaliente, entonces, cuando aún pienso en términos pretendidamente científicos (no lo son), veamos cómo funciona una historia finalmente del "realismo disparatado" luego de fracasar estrepitosamente en la ficción científica cuando adopta una mala interpretación de las ciencias especulativas. No se trata de un Bradbury poético y soñador sino de un pelotudo famoso jugando a la física".


"Recordemos la saga —que al comienzo no era tal— de Terminator en manos de un técnico mediocre como Cameron, y que no fue resuelta tras dos intentos más, aunque muy taquilleros por cierto, lo cual nos revela que no es un pensador refinado dentro de la ficción científica, y para comprender también que la cosa no es tan simple. En las tres películas conocidas, Terminator I, II y III, el director repite el mismo paradigma sin resolver la ecuación. Su impotencia intelectual no podría quedar más expuesta.

Veamos este asuntillo de tomar la Relatividad del Tiempo y del Espacio cuando no se sabe muy bien qué hacer con ella. En la primera película, establece un círculo o bucle temporal a partir del momento en que los acontecimientos ya están determinados por los sucesos del porvenir. Es decir, cuando el T-100 arriba al mundo pasado debería saber que no tiene forma de alterar los acontecimientos, porque él existe y lucha contra la guerrilla liderada por quien no murió en el pasado. Eso significa que antes de salir del futuro, en guerra entre máquinas y hombres –y rumbo al pretérito pacífico–, él sabía que su misión había fracasado; o debería haberlo sabido.
Este bucle nos dice que una máquina será programada en algún momento futuro para retornar al pasado en misión asesina, pero que Sarah Connors no será asesinada producto del adiestramiento y la protección que recibe de otro buen señor que viene del futuro —pero que no hubiera venido si las máquinas no se hubieran metido con el pasado— cuando ya saben, o deberían saber, que el atentado ha fracasado porque ellas, las máquinas despiadadas, existen en el futuro y deben luchar contra la resistencia humana. Como podemos observar, el bucle tiene una tamaño determinado por el tipo y la cantidad de acontecimientos cronológicos. Y estará siempre encerrado en sí mismo. Es decir, el Terminator regresará desde tal año a tal otro año sin solucionar nunca la misión, pero en cada situación veremos a Sara Connors con cara de pánico porque no sabe que la máquina no logra asesinarla. Por eso era una película clase B, digamos, para gente poco afecta a las ciencias y sí a la fantasía.



Formación
del primer bucle
temporal cerrado.



Ahora bien, en la segunda película el bucle temporal se vuelve fantásticamente más grande como producto del fracaso de la primera misión. En el futuro —de pasado irreversible— programan otro tipo de máquina amorfa, o multiforme, el T-1000 para asesinar al hijo que esta señora tuvo con el enviado humano del futuro para protegerla del ataque de la primera máquina, porque ya saben, o deberían saber, que en el pasado ni la señora Sara Connors, ni su hijo, John Connors, fueron asesinados, porque John Connors inevitablemente nacerá y liderará la guerrilla humana contra las máquinas que comparten el mismo tiempo, porque ellas siguen luchando en el futuro contra los humanos liderados por un John Connors adulto y no bien humorado, entonces deberían tener en claro que ambas misiones fracasaron antes de enviarlas. Y aun cuando lograran asesinarla, eso abriría una historia alternativa cuyos acontecimientos comenzarían a alejarse angularmente rumbo a otro futuro diferente pero sin modificar sus propios pasados y futuros de la presente historia, la que ellos protagonizan. Es decir, no importa lo que pase, ellos seguirían encerrados en un bucle determinado por los dos extremos de mayor alejamiento temporal, porque así está determinado en el tiempo que ellos mismos reconocen. Pero como observamos, el bucle temporal sin salida se ha agrandado notoriamente respecto del primero con nuevos hechos pero que no alteran los sucesos finales. Todo sigue igual.
Distinto hubiera sido en la fantasía, si las máquinas del futuro hubieran propuesto asesinar a la abuelita de Sarah Connors en el pasado más lejano porque no habrían sido tan torpes, con lo cual, muy probablemente, ellas dejarían de existir en sus propios futuros, igual que Sara Connors respecto de la abuelita. Para el caso, la historia hubiera sido otra.



Formación del segundo
bucle temporal cerrado,
incluyendo al primero.





Pero sigamos. En la tercer película, ya un fracaso cansador, el bucle temporal vuelve a agrandarse injustificadamente en tipo y cantidad de hechos cronológicos, cuando envían a una máquina claramente atractiva —ya que las computadoras son asesinas pero muy estéticas— a intentar nuevamente extermi-
nar a un John Connors ingenuo y temeroso, cuando ya saben, o deberían saber, que las dos misiones anteriores fracasaron en los sucesivos intentos de asesinar en el pasado a Sara Connors y a John Connors adolescente, porque ellas en el presente futuro luchan descar-
nadamente contra la guerrilla liderada por un John Connors adulto y malhumorado producto de numerosos atentados prenativos, en su niñez y adolescencia, a cargo de máquinas que fracasaron mucho antes de haber planificado las operaciones. Pero entonces, el propio John Connors del futuro reprograma otro T-100 y lo envía al pasado para protegerse a sí mismo, cuando debería saber que no murió en el pasado, porque está vivo en el presente futuro, claro, a tiempo que comienza la guerra entre máquinas y humanos, inspirada en los adelantos que las mismas máquinas introdujeron en el pasado de los humanos de Cyberdine, en los fallidos intentos de asesinato de esta madre y su hijo, John Connors, el líder malhumorado de la resistencia, resultado de un romance de su madre con el buen señor del futuro enviado al principio por el propio John Connors adulto para protegerse a sí mismo en el pasado y que pudiera nacer, además de asegurarse un perfil militar en el porvenir pero que él ya sabe que tiene en ese mismo presente futuro. A fin de cuentas, las propias máquinas del futuro le dan las herramientas defensivas a la guerrilla humana del pasado en la resistencia armada que les opondrán más adelante cuando llegue el futuro y que ellas mismas generaron al enviar a tres torpes máquinas a hacer el trabajo de un hombre, y que en su torpeza obligaron al propio John Connors a planificar la contrastucia de enviar protectores a proteger a su madre y además, asegurarse un lugar en el futuro —donde ya está—, primero, para que exista el embarazo del cual él pueda nacer más adelante —como sabe que seguramente debió ocurrir cuando nació, de lo contrario no estaría— y también para liderar a la guerrilla que él sabe, o debería saber, que ya lidera, y luego para poder nacer, algo que frecuentemente se produce luego del embarazo y que tampoco debería dudar en su presente futuro, porque sería muy salame que alguien se pregunte a sí mismo si ha nacido cuando nació o si todavía no, ya que ese pasado está corroborado por el presente de ese mismo pasado que el susodicho vive en el presente futuro, y segundo, para entregarse a sí mismo el entrenamiento militar que él ya sabe que tiene en la adultez, cuando despacha al protector de su madre —con el cual lo concebirá más tarde—, pero que se envía a sí mismo como por correo a través de la madre, Sarah Connors, a fin de sortear la llegada de las máquinas asesinas, aun cuando sabe que éstas fallaron, de lo contrario no estaría en el futuro, porque las máquinas fueron tan boludas que no sólo fracasaron en los sucesivos atentados, sino que estimularon el desarrollo tecnológico en Cyberdine y luego en Skynet en los pedazos del primer T-100 con lo que produjo armas nuevas, y también gestaron al propio John Connors, un subproducto temporal de la primera misión —de quien no me asombraría que padeciera algún tipo de desorden edípico—, quien se aseguró a sí mismo de nacer al enviarse un padre al pasado para estar bien seguro sobre este punto, claro está, en el primer protector de su madre contra el T-100, el que termina en pedazos, y para asegurarse de nacer y recibir el entrenamiento militar que necesitará en el futuro para liderar a la resistencia —lo que ya hace, por cierto— y fraguar a tiempo el intento de las máquinas, a su vez, de asesinarlo nonato, hecho que efectivamente impide enviando al protector arriba mencionado del cual él mismo será concebido, seguro seguro, con Sarah Connors, es decir, el nacimiento del mismo humano contra el cual las máquinas luchan en el presente futuro y que intentan impedir con atentados que no hacen más que propiciar la gestación en el pasado del mismo líder de la resistencia futura, John Connors, contra el que ellas luchan en su presente, y todo por cancherear con el tiempo, porque si se hubieran quedado en el molde y no hubieran enviado al pasado al T-100 para matar a Sarah Connors, la resistencia no hubiera enviado al buen señor que la embaraza, y entonces, John Connors no hubiera existido en el futuro, ni tampoco en Cyberdine hubieran desarrollado el tipo de armas que desarrollaron a partir de los pedazos del T-100, así que la historia no existiría, porque ni siquiera habría una guerra futura, pero no sólo envían al T-100, para que quede claro, sino que encima le dan al siglo XX la tecnología para defenderse de ellas mismas en el futuro, cuando es lo que trataban de impedir al enviar máquinas asesinas al pasado a socavar las bases de la resistencia del futuro, y uno piensa entonces que merecen perder porque, repito, las máquinas fueron tan ingenuas que ellas mismas crearon la resistencia liderada por John Connors al afectar el pasado, porque, contradictoriamente, terminan por prevenir a la guerrilla, a fin de cuentas, en el intento de alterar lo que ya saben que no fue alterado porque nada cambió en el presente futuro que ellos viven como prueba de que el pasado no sufrió cambios, ya que los hechos cronológicos y adhesivos del pasado determinaron de manera concluyente los sucesos en que desenlaza el presente que todos ellos viven en el futuro, sin alteraciones luego de seis envíos, y hubiera sido mejor si se arreglaban en una partida de truco sin manosear el pasado, porque ahora están encerrados cagándose a tiros para siempre en un bucle temporal pero dudando si no hay una forma de cagarse a tiros sin cagarse a tiros, aunque igual lo hagan por las dudas. ¡Opffft... Y pensar que recibió el Oscar!


Formación
del tercer bucle
temporal cerrado de la tercera película,
incluyendo
a la primera y la segunda.



A través de las pobres evidencias que nos brinda la historia, podemos deducir que John Connors no existe en el futuro lineal que corresponde al tiempo de ese mundo fantástico planteado en la película, por lo tanto, que las máquinas planean asesinar a la madre de alguien que no existe entre ellas, pero que sí existirá a partir del momento en que envíen al T-100 al pasado, obligando a la resistencia a diseñar una estrategia con el envío de un rebelde como guardaespaldas de una señora, Sarah Connors, que hasta ese momento no tiene influencia alguna en los acontecimientos futuros. Pero al alterar el pasado, ahora sí existirá un líder en los años venideros.

Aquí la historia existe a partir del error conceptual y subordinada al mismo, y no a la inversa. En lo que al tiempo lineal concierne —el único que conocemos—, Sarah Connors pudo haber muerto sin hijos a no ser por un rebelde que llega del futuro. Y en cuanto a la guerra futura, no existiría si no enviaran al T-100 al pasado, nuestro presente. Pero tenemos derecho intelectual a preguntarnos cómo John Connors hubiera sorteado el obstáculo si efectivamente el T-100 hubiera asesinado a su madre antes que él naciera. Imaginemos el tormento psicológico de saber que no nació y que no tuvo madre, porque lo que no debemos dudar, es que él ¡existe en ese universo!

¡Qué joder!, como vemos, lo que Cameron no resuelve en la primera ni en la segunda, tampoco lo resuelve en la tercera. Pregunto: ¿No hubiera sido mejor que luego de la primera película pasara directamente a la guerra futura entre máquinas y humanos dividida en dos capítulos con algún desenlace inquietante, y que se dejara de joder las pelotas engordando bucles temporales para los que no tiene solución académica, eh?"


Capítulo de El libro de las Almas
Septiembre de 2007

Copyright®2011 por Carlos Rigel


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