10 de mayo de 2015

¡Y que sigan cosechando éxitos!


"Siempre es bueno tener palenque ande ir 
a rascarse" dice el Fierro. Y finalmente se revela 
el gran misterioLos motivos del compromiso 
que lleva a los Autores de La Matanza a tener 
un stand en la Feria Internacional del Libro de 
Buenos Aires y que originó las burlas a quienes
quedaron afuera del evento. Por suerte, ahora todo 
viene tinellizado para una rápida y cómoda
visualización.

Claro que nunca pensé que nuestro intendente, don Fernando Espinoza, era hombre culto ni afecto a los ensayos, la historia ni la narrativa o la poesía, nunca visitó los stands anteriores de ninguna Feria por ningún libro ni por ningún autor, por eso nunca fue visto revisando en las estanterías el material narrativo, poético ni intelectual de sus vecinos. Ni siquiera formalizó antes una visita protocolar cuando la Feria era en sus propios territorios excepto para la foto y casi siempre en los stands comerciales; ni editoriales ni tampoco de autores independientes. Sin duda no es tan peronista como cristinista "¡y a mucha honra!", nos diría, don Fernando, por eso adquirió rápido los métodos K y ahora es parte del "relato", y sin mediar trámites echó mano al asunto. Vio la oportunidad de Autores de La Matanza como vehículo de acceso y calculó la respuesta de los "escritores"... porque 2015 es un año electoral.

A veces pienso que el primer libro que lee es su propio volumen biográfico pero, mas allá de la especulación, necesita una ventana pública donde exponerlo y exponerse como miembro obediente del FPV. Es que don Fernando no ahorra gastos cuando se trata de su campaña y de su éxito. Él también ahora pertenece a su manera a Autores de La Matanza y participa casi como un autor más. Si incluso hoy el ex menemista Daniel Scioli también muestra los calzoncillos inquietos y urgentes de las pantallas y las notas y los posteos de  las redes públicas; la idea es aparecer, no importa el cómo. Todo sirve a la hora de estar, de inundar el inconciente colectivo, de penetrar el organismo social como un virus colonizador de simpatías y sonrisas. El stand de la Feria del Libro de Buenos Aires como las cuadrillas de bacheo, Tinelli y el Club San Lorenzo como las inauguraciones, todo vale. No hay inundados, ni asaltos domiciliarios, ni enfrentamientos a tiros entre barras narco o hinchadas futboleras con muerte de pibes y pibas inocentes que quedan en medio del fuego cruzado, no hay bandas narcos a las salidas de las escuelas ni desarmaderos clandestinos que promueven los asaltos y el asesinato de vecinos desprotegidos. Nada de es eso real. Es que narcos, reducidores de autos, pungas y asaltantes también votan, y aunque ellos no necesitan del stand de la Feria Internacional del Libros de Buenos Aires son también parte del triunfo anticipado. A celebrar se ha dicho.

El verdadero y único motivo del stand en Buenos Aires.
Nadie recordará que hace un año la realidad era diferente, era otra frente a los autores del vecindario. Nadie debe tener presente cuando hace pocas semanas la barra de Laferrere asotó las calles de un barrio a la salida de la cancha, no hubo medida alguna, ningún tipo de protección ni resguardo contra los destrozos y los robos a los vecinos, como es frecuente cuando juega el equipo del rioba, ellos mismos debieron defenderse como pudieron contra la ola de furia, destrucción y saqueo. Allí no hubo fotos con la presencia de nuestro intendente al lado de los damnificados, ni visitando la zona de desastre, cuyas imágenes nos recordaron al territorio de Kosovo en plena guerra. Debió salir el gobernador Scioli a poner la cara en representación pero no de un barrio de La Matanza, sino de las sanciones al deportivo y en ausencia de nuestro "alcalde", como ahora algunos comienzan a decirle, quien apareció a la cola de las declaraciones con su frase resumida y muy pensada –aunque nunca profunda– y siempre para el periodismo local, digamos, como para cumplir con el episodio. Esa personalidad política al que ahora le dicen "caballero", pensando yo y recordando a don Jorge Luis Borges cuando le dispensa ese mismo título al Gral. Rafael Videla tras la cortés invitación del famoso golpista y asesino a compartir su mesa, cuando también era para la fotografía, como quien dice "los argentinos no sólo somos derechos y humanos, sino también cultos y caballeros". 

Antes también mostraban el pedacito que querían y tapaban el que no se debía ver, como ahora, sólo que el "pueblo" de estas épocas participa gustosamente de la parodia. El paradigma no cambió, el pueblo es el mismo, hoy tan hipócrita e iluso como el de antes. El mismo espíritu de don Rogelio Polesello, el falso artista plástico –ya fallecido, por suerte– que se codeaba con el Proceso militar porque su fama "estaba más allá del Golpe", puede darnos amplio testimonio de lo que dura la fama artística cuando el origen no es ganado legítimamente por el arte: no duró dos días después de muerto. A veces pienso que no duró uno.

Hasta en los medios televisivos nacionales se ventiló que en el stand de Autores de La Matanza lo que menos había, precisamente, eran autores de La Matanza. Las estanterías fueron pobladas por literatura de autores jóvenes, ajenos a cualquier crítica, y a falta de oferta mejor, rellenas con material editorial anexo de sellos cercanos o quizá lejanos al distrito, pero revestidas de una atracción erudita que jamás le interesó al gobierno comunal. Y aunque el ardid surtió su efecto para la foto, no todos creyeron la pantalla ideada por nuestro flamante protagonista de las letras, don Fernando Espinoza, y aceptado concusiscentes por la comunidad de zombies de las letras locales, hoy más dividida que antes. Por creerse más grandes y por encima de lo obtenido, cayeron en el embudo de la campaña 2015. Es que cuando se dice muchas veces que "Si", o se ha sido permisivo y condescendiente, es difícil anteponer un "No". Ahora hay que bajarse los pantalones o subirse la pollera y callarse. Y seguir aplaudiendo.

Esfuerzo hubiera sido reunir el material narrativo de Pedro Chapa y editarlo, gozando de su presencia; esfuerzo hubiera sido sacar a Daniel Cao de su ostracismo y traerlo; esfuerzo hubiera sido pedirle una obra especial a Alfredo Zapata para el stand; esfuerzo hubiera sido... Se trata de gente que trabaja desde los '70. Pero lo mejor volvió a quedar afuera. Es algo más que leer poemas que nadie escucha o cuentitos que a nadie interesan, deslumbrados por el momento. No conocen otro método. Además del conocido premio al presentismo que esgrimen y de la tan mentada militancia –que cada vez me suena peor–, el hecho a destacar durante las jornadas fue la presencia del protagonista literario Fernando Espinoza. Lo único y más importante. Algunos advirtieron la jugada y se retiraron a tiempo, otros la conocían y siguieron adelante por el éxito colateral, y alguno cayó en la zancadilla y quedó abrochado. 

Porque la otra parte del binomio en la misma ecuación ha transformado su imagen: el objetivo de Espinoza no es ya la reelección por la intendencia de La Matanza, sino que es ahora la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Por eso algunas fotos de su actuación civil y erudita están en las redes, existen, son muy recientes y todas festivas, porque debió abandonar el cetro matancero con custodia y bajar a la arena. Las otras fotos nunca se hicieron. Las del "éxito" serán mostradas anticipando los laureles junto a las declaraciones de los momentos traumáticos, como para quedar bien; las del infortunio y las calamidades no se mostrarán porque no existen. Olvidaron hacerlas.


Y Autores de La Matanza es consistente con el objetivo político de nuestro intendente y posible candidato a gobernador, se sirven mutuamente, uno porque necesita mostrarse en la foto camino a la gloria de la gobernación, y el otro porque espera la majestad del reconocimiento social que, dicho al pasar, únicamente se gana construyendo público lector y no como los piqueteros de otro Delía pero de las letras. Ocurre que ellos, los autores, tampoco tienen el compromiso social, les importa un rábano los tiroteos, los inundados, los asesinatos diarios de un distrito con altísimo índice de crímenes, violencia, secuestros, desaparecidos, tragedias y accidentes. A nuestros intelectuales tampoco les interesa Venezuela, Siria, Gaza o Ucrania, están más allá de eso, pero también de las estafas públicas que traen miseria y vergüenza al habitante de aquí como al de allá. Siempre es más fácil escribir un poema o un cuento que mirar la realidad tan dolorosa como está y decirlo.

Aquí no llegan al stand intérpretes sociales como Vargas Llosa pero tampoco periodistas como García Márquez y menos un renegado como Roa Bastos o un paria y peregrino como Neruda. Y los tenemos. Entre ellos no hay un Manuel Scorza que suba al escenario a pedir el micrófono. Sólo les interesa el stand anual en donde sea que se los ofrezcan porque piensan y creen firmemente que ganaron el imperio jamás existido de los aplausos. Sus dignidades así parecen merecerlo, el binomio funciona perfecto y en un año electoral aún mejor. "Este es mi éxito" me dijo una vez uno de sus coordinadores actuales del grupo, porque el podio es un tragaluz de exposición pública para el flash y no en sí mismo el lector. Sólo quieren la ventana digna jamás ganada aunque sea compartida con nuestro intendente de camino a la gobernación. ¿Llegarán juntos?

Hasta en los stands de las embajadas amigas se habla del episodio sombrío que enluta a las letras del oeste. Lo que en otras ciudades del mundo sería visto como una vergüenza aquí es aceptado con gusto por nuestros intelectuales del motivo ilustrado. Así funciona La Matanza. Unos y otros se merecen. Y de ello están las fotos que prueban, más allá de toda duda, que hubo una transfiguración personal con fotógrafo incluido: Quien aquí antes pasaba con custodia, ahora allí se sienta a tomar mate e intercambiar ejemplares, como gaucho de ley y típico político amanecido a las letras. Y los Autores se prestan para la foto. Y lo otro, "lo otro no existe porque no lo veo". El tubo de ochenta pulgadas útil para vivir y mirar la vida aquí también funciona, por fuera nada existe. La ventana sigue abierta, el público saluda desde el atrio junto al capellán de turno. El tubo personal con el binomio marcha de maravillas.

La política es así, ya lo sabemos, pero Autores de La Matanza, como el periodismo local, ahora es parte del gobierno y no por la anuencia, la foto o la visita de las autoridades, a no equivocarnos, sino entre ellos y cada uno con sus motivos privados: por lamerse las manos unos a otros. Fíjense que más que Autores de La Matanza quizá les convenga el título de Verdugos de la Dignidad Literaria.


CR
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