1 de mayo de 2017

La clase laburante llega al Paraíso




Dicen que “el copo de nieve no se siente responsable de la avalancha”, manera simple de pensar que una persona no responde por lo que hagan los demás. ¿Y por qué siento que sí, que soy parte de un alud inmenso que transforma al mundo?

Hoy entro con el turno de las 6. Tengo todo listo. Llevo las esperanzas intactas y el plano de mi vida. Seré cientos de miles de personas de un lugar a otro cada mañana o cada madrugada o cada noche rumbo al trabajo. Cada día seré yo y seré todos, y cuando el reloj de la señal, abriré la compuerta, encenderé las luces, alzaré la persiana, prenderé la máquina, conectaré el horno, sesgaré la caña, calentaré el motor, arrancaré el guinche, cargaré el carro, trazaré el corte, calzaré el electrodo, hundiré la pala en la tierra, bajaré la prensa, hornearé el pan. Seré todos ellos, millones de manos poniendo la vida en movimiento en la única máquina de movimiento perpetuo que existe.

La obra humana sienta sus bases sobre miles de años de labor, desde una puente suspendido en el aire hasta una simple lapicera y desde el árbol que custodia el camino hasta el satélite que derrama comunicaciones instantáneas sobre mundo de la WEB, todo requiere de un trabajador para materializarse de las ideas a las realizaciones.Y a la hora señalada, ser yo y también ser todos ellos a la vez y también seré uno solo. Uno multiplicado por todos los que trabajan. 

Seré Julio e iré al taller de Floresta donde una collareta espera mi mano experta para emprender la producción diaria, seré Romina con las bolsas gordas de láminas decorativas camino a vestir la Sala de 5, seré Fabricio para trepar a la altura y la soledad tirana del guinche de estibado de 84 containers recién llegados al puerto, seré Lucio listo en la cabecera para tomar el turno en punto a las 7:16 con pasaje lleno de Constitución a Longchamps, también seré Lucrecia de guardia en Internación por 24 horas. Una avalancha diaria urbana y rural para que todo ascienda.

Las 5 en punto. Es hora de salir al trabajo. Quizá progresarán las condiciones, tal vez las generaciones futuras afinarán o mejorarán los contratos laborales, quizá volverán menos agobiante las más duras labores, pero de lo que no hay duda es que seguirá existiendo el 1 de Mayo por siglos como una jornada de reposo y festejo en homenaje a los hombres y las mujeres que en cada jornada transforman al mundo con su labor. Cada día seré copo de nieve y avalancha a la vez, pero siempre en ascenso al Paraíso del laburante.

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