Dicen que “el copo de nieve no se siente responsable de la avalancha”,
manera simple de pensar que una persona no responde por lo que hagan
los demás. ¿Y por qué siento que sí, que soy parte de un alud
inmenso que transforma al mundo?
Hoy entro con el turno de las 6. Tengo todo listo. Llevo las esperanzas
intactas y el plano de mi vida. Seré cientos de miles de personas de
un lugar a otro cada mañana o cada madrugada o cada noche rumbo al
trabajo. Cada día seré yo y seré todos, y cuando el reloj de la
señal, abriré la compuerta, encenderé las luces, alzaré la
persiana, prenderé la máquina, conectaré el horno, sesgaré la
caña, calentaré el motor, arrancaré el guinche, cargaré el carro,
trazaré el corte, calzaré el electrodo, hundiré la pala en la
tierra, bajaré la prensa, hornearé el pan. Seré todos ellos,
millones de manos poniendo la vida en movimiento en la única máquina
de movimiento perpetuo que existe.
La obra humana sienta sus bases sobre miles de años de labor, desde una
puente suspendido en el aire hasta una simple lapicera y desde el
árbol que custodia el camino hasta el satélite que derrama
comunicaciones instantáneas sobre mundo de la WEB, todo requiere de
un trabajador para materializarse de las ideas a las realizaciones.Y
a la hora señalada, ser yo y también ser todos ellos a la vez y
también seré uno solo. Uno multiplicado por todos los que trabajan.
Seré Julio e iré al taller de Floresta donde una collareta espera
mi mano experta para emprender la producción diaria, seré Romina
con las bolsas gordas de láminas decorativas camino a vestir la Sala
de 5, seré Fabricio para trepar a la altura y la soledad tirana del
guinche de estibado de 84 containers recién llegados al puerto, seré
Lucio listo en la cabecera para tomar el turno en punto a las 7:16
con pasaje lleno de Constitución a Longchamps, también seré
Lucrecia de guardia en Internación por 24 horas. Una avalancha diaria
urbana y rural para que todo ascienda.
Las 5 en punto. Es hora de salir al trabajo. Quizá progresarán las
condiciones, tal vez las generaciones futuras afinarán o mejorarán
los contratos laborales, quizá volverán menos agobiante las más
duras labores, pero de lo que no hay duda es que seguirá existiendo
el 1 de Mayo por siglos como una jornada de reposo y festejo en
homenaje a los hombres y las mujeres que en cada jornada transforman al mundo
con su labor. Cada día seré copo de nieve y avalancha a la vez,
pero siempre en ascenso al Paraíso del laburante.
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