Atentos posteadores y repetidores de pelotudeces en Facebook: Hay novedades sobre el derecho de admisión al Cielo. Ajeno al rango de los sabios (que menguan en nuestras costas), el debate está caliente por eso es necesario recordar para el resto de los casos algunas variantes a tener en cuenta "de indumentaria" del alma entre la ética y la estética. Pero es mejor siempre ser pícaro e inteligente que santo e imbécil.
En efecto, los valores de la salvación quedaron en principio establecidos por Cristo cuando dijo: "benditos los pobres de espíritu porque de ellos será el reino de los cielos", es decir, insistió en la conducta ética como autoahorro en el acceso al cielo. Pero más tarde llega el sueco Emanuel Swedenborg quien dice que también se debe ser intelectual en la salvación, en otras palabras, la salvación es también estética, y crea aquella espléndida parábola del hombre que quería llegar al cielo, y en vida se somete al despojo y las privaciones, y renuncia a los placeres y posesiones, e incluso a la intelectualidad por creerla pecaminosa, y finalmente llega al cielo, ya que no hay que creer que no la merece, pero he aquí que al entrar en las altas esferas celestiales se encuentra con que los ángeles superiores y la comunidad angélica se dedican al debate de temas intelectuales y discusiones superiores, todas mundanas, para las cuales él no está preparado. Y sufre una gran frustración. Es entonces que las autoridades analizan el tema y concluyen en que deben solucionarlo, de lo contrario condenarían al pobre hombre a la frustración eterna. Y crean una tebaida, un desierto pacífico, donde el pobre puede seguir rezando y esperando la salvación eternamente.
Más tarde llega el señor William Blake quien resume el concepto, menos grato que justo, en "Matrimonio del Cielo y la Tierra" cuando enuncia "el tonto no entrará en el cielo" lo que augura un paraíso libre de tonterías, un estado que conserva y se reserva el derecho de libre admisión. Más tarde confirma: "Despójese de la santidad y sea inteligente".
Finalmente, arriba nuestro caricaturista Altuna y una de sus tiras más famosas, "Las puertitas del Sr. López", cuando en uno de sus escapes de la realidad, el Sr. López se encuentra en presencia de Dios y le confiesa sus frustraciones de no haber besado jamás a una mujer con amor, de estar insatisfecho con su trabajo, de vivir sometido a la voluntad de su esposa, de no haber hecho jamás el amor en un campito, etcétera. Y luego de escucharlo, Dios le dice: "¿Y eso hiciste con la vida que te di? Pero salí de acá, andate al Infierno".
Es decir, es beneficioso tener una lista de pecados a confesar que no tener ninguna y pasar por gil. En conclusión, siempre es mejor ser pícaro e inteligente que santo e imbécil.
Copyright@2013 por Carlos Rigel
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