23 de junio de 2017

Muerte en silencio








David Vallenilla, 22 años, tras recibir tres disparos y uno de ellos que le destruye el corazón y que le provoca la muerte 15 minutos después, a tiempo que Evo Morales, Presidente de Bolivia, expresa: “¡Maduro, dales más duro!” cuando prioriza la afinidad ideológica por sobre el respeto a los Derechos Humanos, mientras que Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo miran para otro lado, actitud similar al silencio del bloque kirchnerista de Diputados y Senadores de la Nación Argentina cuando no dan quorum suficiente para emitir un comunicado de repudio a la represión salvaje del régimen venezolano e invitar a la dictadura bolivariana a llamar al diálogo con la oposición sin represión ni disparos, anulando la Constituyente impuesta sin debate parlamentario alguno y el llamado a elecciones libres. ¿Pero qué nos han hecho a los argentinos para desoir el clamor de los pueblos sin representantes legítmos? 

Luego de 3 años vuelvo a ocuparme del caso Venezuela cuando nunca la abandoné, sólo dejé de escribir en mi blog en 2014 por la impotencia para prevenir lo que acercaba. Y en medio, Bergoglio fue Papa, aquí ganó Macri el gobierno y Trump en Estados Unidos de Norteamérica, Macrón en Francia, y allí sigue la represión bestial y los asesinatos a sangre fría de manifestantes. Después, mis sinodales, arquetipos de ecuanimidad, me hablan de “cultura”, de “justicia social”, de “literatura”, de “demagogia”, de "marxismo", de "Derechos Humanos", de "imperios genocidas", y yo los miro a los ojos como a cómplices de crímenes filmados, transmitidos en vivo y aceptados con una naturalidad que aterra por indolencia humana mínima. Lo que ISIS hace en Siria, en América Latina lo hace una régimen militar llegado a través de una democracia tramposa.

La lucha diaria contra las injusticias, los ricos de antes y los de ahora, los pobres de antes y los de ahora, la lucha entre sistemas, los mata la CIA, las ejércitos o la guerrilla, apenas si ha cambiado en el tablero el color de las piezas, los números son los mismos. Aquí los organismos de Derechos Humanos le rinden homenaje a los muertos del pasado de hace 50 años para no ver los muertos del presente. Defienden la muerte para no defender la vida ahora, ya, aquí, hoy. Estoy del lado correcto cuando mando a la mierda a las ideologías de grandes títulos que proclaman el "avance en materia de DDHH" para quedarme solitario en un rincón de una resistencia estética y ética intransigente frente a la infamia obsecuente indigerible y hueca de contenido. 



Ya entreví hace años con desconfianza la llegada de la Patria Grande y el bolivarismo de manos del castrismo invasor que africanizaba a los países de América Latina en el descenso a una trinchera de clases bajas y medias para inaugurar una nueva oligarquía más desalmada que la anterior. No trajeron grandeza sino una guerrilla de odios y burlas con atropellos y enfrentamientos internos que no conlleva el crecimiento de nadie sino la afirmación de sectores con poder jamás legitimado sino asaltado. Preguntemos a Colombia si con el terrorismo diario se crece en alguna dirección.

Y luego pregunté al mundillo intelectual criollo cómo hacían para diferenciar a un Terrorismo de Estado bueno de otro que es malo, cuando yo aprendí que todos son malos si sostienen una idea a punta de arma. Váyanse a la mierda con sus discursos de ogros filantrópicos y de abnegados criminales libertarios, no escucho palabras sino que veo resultados y calculo el devenir. Y no es difícil cuando veo tanta sonrisa y aplauso: sé lo que sigue.

De todas las porquerías que podría intentar tolerarle al kirchnerato residual, esta es una imposible de soportar u olvidar. Los 93 muchachos muertos por la dictadura narco-militar chavista no merece más que repugnancia de mi parte, no se tratan de delincuentes callejeros, sino de pibes de la oposición que reclaman elecciones libres y menos hambre. 

Bienvenida la grieta argentina si me diferencia de quienes alientan estos asesinatos y se tienen por justos, hidalgos y buenos frente la afonía del Papa Francisco y a los ojos de Dios. Los parta un rayo y caigan en la grieta profunda e infernal por siempre, porque reservo para el final la novedad infame que abruma de incomprensión al cerrar el capítulo de hoy para establecer la dimensión total del absurdo: Los padres de David Vallenilla son chavistas.

CR


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