6 de mayo de 2016

Activación de fantasmas con auspicio


Lectura de poemas al mundo auspiciada 
por el gobierno de La Matanza.

Me alegro de no participar ni enterarme de los resultados de semejante herramienta capitalizada por el Estado. Ya veía el desarrollo de un lugar común que no es promovido por una fundación, como mis amigos de la costa atlántica con la "Marathónica de Poesía y Narrativa" y la Fundación René villar, sino de un evento con el logotipo del gobierno local. Con libertad puedo decir: "Son los artesanos del gobierno". Me doy el lujo de criticar con absoluta libertad, el funcionamiento de los gobiernos nacional, provincial y municipal, a las instituciones, a las empresas y los grupos, de no deberle lealtad y aún cuando participo en las ferias de libros locales, vehículo infaltable para promover mis escritos entre vecinos, he pagado el canon como expositor sin pedir jamás un descuento, gane o pierda. El Estado no dirá que le adeudo. En las ferias de mi propia ciudad, por cada libro de mi obra vendido al ciudadano matancero le he pagado otro al Estado. Claro que no es negocio pero no lo veo como tal.
Lo que ofrece un gobierno que no es cultural ni educativo, si no es el mérito máximo del gobierno central, público e insuperable, no sirve de mierda. Además de que nadie que pase por allí, una plaza pública, recordará una palabra escuchada, ni al mundo le interesará ni lo recordará. Quien tenga un destino destacado en letras no aceptará la dádiva con el logo de un municipio. El autor no crece así, por gauchadas ni facilidades, sino que vence límitaciones propias y se sobrepone a las penurias y al ninguneo, o acaso cae por ellas, pero no acepta la mano del Estado hasta el final de la línea, cuando se lo ha ganado indiscutible, más allá de la opinión de sus pares y de los vaivenes de la política. Imaginemos a Neruda hoy de saber que la lectura de poemas a los mineros en las catacumbas de cobre chilenas hubiera sido auspiciada por el gobierno; o que la botella de güisqui en la conferencia de Bukowski la brinde la Casa Blanca. Así tendremos una idea del despropósito de construir una palabra con ética frente al regalo de un espacio no ganado.
Si el Estado les paga el stand para promover su propia campaña política a la gobernación de una figura local –hoy probado más que nunca–, y auspicia encuentros particulares para meter el logotipo en los afiches, lo único que falta es que edite sus libros, entonces serán miembros del Estado, funcionarios y funcionales, ya no poetas, ni narradores o periodistas. Cuando los gobiernos destinen esos esfuerzos públicos en aliviar penurias de autores septuagenarios locales en situación de fragilidad extrema, de cuando los concejales, los maestros y hasta el pintaparedes tengan una pensión o una jubilación y el autor no tenga donde caer muerto sin reclamos, entonces se admitirá el alivio de haber cruzado las décadas sociales sin advertirlo ni diferenciar entre lo queda y lo que pasa fugaz: Intendentes tuvimos en cantidades aunque seguimos chapoteando en el barro, el delito y la merca. 
Es impertinente que la política allane las expectativas cuando son nuestro Calvario cotidiano. Así no se promueven artistas sino serviles del poder, son los otros "planes asistenciales" que crean fantasmas inválidos, y La Matanza tiene una larga lista de ellos. La misma oportunidad no la reciben los trabajadores artesanos desalojados de la Plaza de San Justo cuando, con una regulación e intervención sana del gobierno, podrían vestir la calle peatonal Dr. Arieta, hoy desolada y abrazada por el calor, la lluvia y el frío. Inventarán, acaso, tanto el gobierno como los poetas, los Café Literarios Verónica Magario, o los Balestrini, o los Espinoza, a falta de los sospechosos y cerrados Café Literario Néstor Kirchner, quien fuera un hampón muy famoso de nuestras tierras en la década pasada con una frase donde mencionó por única vez la palabra "cultura" y que los pendejos repetían en la recepción en ese centro homónimo de operaciones militantes. Ni me acuerdo cuál era la frase.
Si el Estado interviene y toma posición es porque el arte es débil o nulo y le cede espacio, sino el arte prescindiría de la coima o la intervención para expresar sus obras. Y no hace falta formar parte de un grupo para valer por sí mismo. Pero en este caso, habla más de ellos, los autores, quienes aceptan dádivas del gobierno sin haberse ganado antes los méritos sociales cada quien en su corriente "artística": buscar grandeza en el Estado es reconocer la verdadera pequeñez particular. Pero es correcto aclarar que ni siquiera al amateur le sirve el reconocimiento de quien no sabe escribir ni tiene mando o autoridad ni prestigio cultural; eso es nuestro gobierno local e ignorarlo no los hará mejores poetas. Y aunque lo fuera, el Estado no cubrirá mi falta de esfuerzo en la difusión de mi trabajo porque descansa en mis manos: cada autor está solo frente a sus lectores.

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