4 de mayo de 2014

Realidad o actualidad

Desnudos duele más: Patio de castigos físicos
para estudiantes detenidos por la GNB.

Se ha vuelto común tomar partido antes de informarse 
o adquirir el relato oficial por comodidad, 
que es una manera de afirmar unas novedades y negar otras. 
La actualidad viene pre-digerida y no es necesario pensar.
Así, la realidad pasa a ser algo inconexo, incierto y aburrido,
sólo reservado para gente amargada e irreal.


Si en algo ha sido hábil el kirchnerismo y los grupos multimedios ha sido en imponer la fugacidad como origen, como destino y como herramienta de análisis. Así, nos dicen que despejando el ruido y los bocinazos de la actualidad encontraremos una sinfonía de belleza digna de los dioses. Entonces, nuestra tarea cotidiana debe ser la de destinar las potencias a esa labor altruista porque allí se encuentra su majestad, la Verdad. Pero para el ahorro de nuestras energías nos brindan entonces el método breve, es decir, el discurso semanal, el registro de éxitos. Con eso parece que alcanza. Lo demás es complejo o no existe.

De allí proviene esa "verdad voluble" según la cual, si el gobierno dice tal cosa, no importa que hace apenas 4 o 5 años era otra, ahora es así, y eso es lo que hay que repetir. O si el noticiero afirma algo en un flash de 20 segundos, eso es lo que ocurre y no hay otras lecturas. De manera tal que la "actualidad" pasa a ser la "realidad". Y encima, este criterio es defendido mordazmente por veedores de TV, el target de Tinelli, los que abren el diario para "informarse", o acaso menos, y observan las punzadas de la actualidad desde twiter o Facebook, y se piensan los filósofos del día a día. Son quienes por estar "conectados" piensan que están "comunicados".

Algo análogo sucede con la información. Están quienes originan una investigación, y del otro lado, quienes critican a quienes originan esas investigaciones. Por ejemplo, nuestro periodista Lanata ve una señal sospechosa y destina cronistas de "Periodismo para todos" para indagar el asunto, y después nos muestra los resultados en una especie de show mediático. Pero del otro lado están los críticos de escritorio, analistas de bajas calorías, quienes están convocados a dudar de lo expuesto con burlas, pero no de lo revelado, sino de la propiedad objetiva, relativa u objetable, del personaje Lanata. Y así quitan la certeza y la trasladan al rango de la duda "razonable" y a un paso del tacho de lo no-existido. Por ejemplo, el programa de chistes llamado "678". 

Es decir, uno investiga, indaga, se expone y muestra lo que tiene, mientras que el otro critica desde una posición de relativa comodidad. De alguna manera, estos últimos nos dicen cómo deben ser interpretadas esas señales y dónde debemos ponerlas. Misteriosamente, el público nacional –bastante mediocre–, ubica a ambos a la misma altura. Así, el investigador viene a quedar expuesto en la misma vidriera que el opinador. De esa manera, también, un locutor o animador de espacios es tenido por periodista. 

Ese diagrama sinóptico incluso viene para inocular el debate nuestro de cada día, entre quienes ficharon toda vida sin jamás atreverse a pensar, protegidos y a puertas cerradas, con quienes llevan 20 o 30 años informándose y exponiéndose a los zarpazos de pensar libremente en una sociedad de ovejas. Sábato sintetiza este fenómeno frecuente cuando advierte: "Un crítico de tercer o cuarto nivel, critica a un artista de primer nivel". Peor aún con el acceso a las redes, todos el mundo parece un filósofo destacado no descubierto. Pero así, un penacho social tiene el micrófono al lado de un especialista. Entonces no se debate si algo es así o si es aún peor, sino que se duda que exista, porque no está en la lista semanal de éxitos. El "mérito" de esta edad es ese catálogo de certezas oficiales y todo lo que lo rodea es dudoso, o peor, no existe. Y como paradigma hasta nos resulta razonable. 

Claro que yo no soy una personalidad de primer nivel, pero tampoco de tercero o cuarto, y me toca pelearla en otra categoría y en el lugar inadecuado. Bien podría dedicarme a escribir cuentitos o poemitas, y leerlos para el aplauso del público, quizás 10 o 12 personas presentes en cada oportunidad, y nadie me reclamaría nada. Pero no elegí ese camino. 

Ningún gobierno me dicta el relato, pienso por mí mismo. La información que posteo acerca de Venezuela viene signada o compartida por informantes de la OEA radicados en Caracas y a su vez asesores de la ONU, militares de alto rango tanto de Venezuela como de Colombia, asesores de Derechos Humanos también en Colombia en posiciones próximas al senador Álvaro Uribe, veedores o espías ocultos en Cuba, y enfrentada esa variada fuente, además, con la versión de compatriotas argentinos en cargos directivos en áreas de seguridad de EEUU, el cuerpo diplomático de Paz en Centroamérica y Organizaciones Internacionales de Derechos Humanos asociadas a la ONU. Y para cerrar, proviene también de la ciudadanía venezolana, es decir, familias, gente, estudiantes, padres, amigos que viven allí, o tienen familiares allí, o padecen allí.

Ni de Clarín, ni de Noticiero Trece, ni de resúmenes de 20 segundos, ni de informativos nacionales o cadenas o agencias de noticias afectadas por la censura del kirchnerismo o formas de autocensura por cautela porque, lo sabemos, cada agencia introduce sus recortes, o atenuantes o agravantes, y yo prefiero la información cruda por brutal que pueda ser. Yo también he limitado videos y fotos bestiales en mi muro. Pero no estoy aquí para defender a los gobiernos.

Vuelvo a repetir, puedo pensar por mi mismo. Quien quiera dudar de todo eso, está en su derecho. Pero quien quiera negarlo o burlarse, puede hacerlo, aunque me reservo el derecho de admisión en mi sitio. 


Barón Carlos Rigel

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