Peleas online, insultos, acoso, difamación, indirectas,
perfiles falsos. Las cortinas fantásticas de las redes sociales
también translucen un vedetismo subnormal que yace
en lo interno de cada ser: Los miembros de
una cultura deforme también se expresan.
Por supuesto que las redes sociales han ayudado a revelar la esencia de gente que antes permanecía oculta; también los desórdenes y deformaciones de la personalidad que contienen; después de todo se visten y a simple vista son como cualquier otro y casi siempre pasan desapercibidos como gente común, gente normal. Pero lo cierto es que, a pesar de la medianía promedio que los caracteriza, esta fauna del corral ciudadano se expone en la vidriera social como una joya sofisticada sólo para reservada para entendidos. El problema comienza cuando, elegidos como 'entendidos' nos rehusamos a comprar dicha joya.
Es una de las constantes que la sociedad humana mantiene en las catacumbas de la actualidad, y que las redes capitalizan con particular perversión. Son la gente del tipo "Si yo te quiero, tengo derecho a apropiarme de tu persona", y que ante nuestra negativa a continuar el contacto, comienza el acoso, el hostigamiento, bajo las formas conocidas de la revisión minuciosa de nuestros muros y el análisis obsesivo de nuestros seguidores, de indagar con quién nos conectamos, de saber quién nos escribe y qué nos dicen. Y por otro lado, las indirectas, las hiperbólicas bastante mediocres que publican y casi siempre copiadas de otros muros –nunca de mano propia– que acompañan a la solitaria pasión agresora de quienes no tuvieron la respuesta esperada. "¿Ah, sí, me cortás? ¡Ahora vas a ver, hijo de puta!"
Así comienza la segunda parte del paseo patológico "Si no sos mio/a, entonces no serás de nadie" que es cuando se convierten en verdaderos peligros. Sobrevienen la difamación, el ataque, los insultos, y que ante el bloqueo y la eliminación, abren cuentas nuevas y ocultas con nombres y perfiles falsos y el fin de perseguir. Y todo resuelto y al amparo de las redes, y sólo allí. Las redes sociales crean héroes, sabios y valientes de lauchas marginales, convierten a un piojo resucitado en un Enemigo Público Nro. 1. De poco sirve agregar que los ataques confirman los motivos de la evasión primaria
Solistas avinagrados, voladores o reptantes, decepcionados, separados o divorciados, involucionados y gente prehistórica, pero ¿qué les pasa?, ¿por qué no intentan comprarse una vida mejor o, al menos, fotocopiar una ajena? Le diré a toda esa gente que insiste y exige una muleta ajena para disimular la renquera propia que, por más que denigren o se glorifiquen, quien no aprendió a caminar con una sola pierna, vivió la vida siempre apoyado en otros. Y es tarde ahora para aprender. Acepten su soledad.
CR
Copyright®2015 por Carlos Rigel