Hace tres décadas el Dr. Hawking enunció
un cualidad mágica de los agujeros negros que abrió
una polémica irresuelta hasta el momento;
nada hace pensar que tenga solución por ese camino.
El siguiente es apenas un fragmento del ensayo
La cicatriz paradojal, título por ahora sin volumen
que lo incluya. A fin de cuentas, los Agujeros Negros
ya no vienen como antes.
ya no vienen como antes.
Todo empieza cuando en los '80 el físico Stephen Hawking enuncia que el famoso objeto estelar conocido como agujero negro absorbe la totalidad de lo existente, cuyo fin llevará a la extinción de la materia hasta concluir en un universo frío, opaco e inerte, teoría que encuentra el primer obstáculo en otro físico, el Dr. Leonard Susskind, cuando refuta a su colega, aclarando que es improbable que junto con la materia desaparezca la totalidad que, en este caso, incluye a las memorias de la materia, es decir, que la información necesaria para la creación de sí misma también sea absorbida por el ogro estelar. Lo que propuso Hawking fue en extremo totalitario ya que desaparecería no sólo la materia del universo físico sino de la historia, vaciando la existencia de recuerdos; algo así como no haber existido nunca. En algún lugar del Cosmos deben conservarse los planos de la materia y los recuerdos, es decir, lo intangible.
Esto es conocido como La Paradoja de la información, refutación de un pensamiento menos espectacular que coherente nacido apenas del sentido común de Susskind, lo que lleva a Hawking a rectificar, años después, su enunciado anterior cuando agrega: "La información es conservada en otros universos donde no hay agujeros negros", lo que me suena a esas premisas divertidas del Dr. Farnsworth con la autoridad científica de Futurama.
Pero, como no se digna a presentar ecuaciones para verificar sus afirmaciones, y ante la presión de las masas gravitatorias humanas, ablanda su propia hipótesis anterior con algo así como fluido Manchester en el malabarismo que, hace años, ha dejado de ser una hipótesis académica para volverse un agujero negro en la feria de artesanos. Estamos al borde de otra medición de carbono14 con la orina del Quijote.
"Digo, entonces, que era por completo innecesario que don Stephen creara lúdicamente
una biblioteca cósmica de resguardo en otros universos desconocidos, y quien sabe si
probables, para conservar acaso menos la información que una salida de
emergencia a una refutación razonable del señor Susskind contra su disparate. Y
hasta me gustaría saber qué piensa de esta cicatriz
paradojal, tal vez nacida de un juego de la mente, un nazi de las ciencias duras
como nuestro epistemólogo estrella, el Dr. Mario Bunge.
Lo cierto es que explorar filosóficamente un agujero negro es menos posible
con la rigidez de la abstracción que con las herramientas intuitivas de una
mente simplemente despierta, sobretodo si aquellas parten de premisas totalitarias
como estas, sin ecuaciones atinentes para someterlas a prueba, y que promueven
la polémica tres décadas después y sin salida cercana.
Para desarmar el universo y buscar otro alternativo y posible, hay que
desarmarlo íntegro, total, y enfrentar con lucidez las explosiones caóticas de
repensarlo todo sin orden alguno, sin leyes físicas, sin átomos, sin materia
organizada ni estructura, incluso sin dimensiones, o masificada o acaso
compuesta por chorros de electrones, protones y neutrones primigenios, volando
sin rumbo. Partir del caos. Inclusive es probable que de la colisión de
estos componentes atómicos, erráticos, apenas tuviéramos hoy una oleada de partículas
subatómicas como muones, quarks y neutrinos, enfriándose para resultar en un universo oscuro e
inerte. Claro que de ser así, deberíamos hoy tener un universo de rayos gama en expansión, producto de la
colisión masiva de esas partículas. Pero, a fin de cuentas, los mismos
agujeros negros existen porque el Cosmos posee planos que los incluyen y los
prevén dentro de la mecánica celeste. No son una sorpresa.
Frente a las fallas en los modelos rígidos predictivos, tan
extravagantes, inaugurados por el señor Hawking, el mismo corrige más tarde el
absolutismo de su hipótesis cuando afirma que «nada aspirado en un
agujero negro se perdió para siempre» con lo que, observamos, se protege contra términos
absolutos, restándole otros términos quizá menos absolutos, algo así como decir
un poquitito menos que el infinito,
que hasta me siento tentado a preguntarle cómo diablos se expresa el término siempre en las ciencias abstractas. La
falta de soluciones sensatas con ecuaciones o pruebas verificables está
degenerando en modelos literarios de
agujeros negros perniciosos, entregados a las drogas y poco atractivos que viene a ser cuando se vuelven mimosos o promueven el reclamo a sus súbditos de bellas
doncellas vírgenes..."
Fragmento del ensayo La cicatriz paradojal
Copyright®2013 por Carlos Rigel
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