25 de marzo de 2011

El solitarismo de Crusoe


Hablaba en una oportunidad con el panameño Martin Jamieson quien resumía y dividía el fenómeno de la llamada literatura en, por un lado, escritura "práctica" (aquella que nos informa, nos educa y nos guía) en oposición a la escritura "apráctica" (aquella que no tiene aplicación directa pero que nos complace o nos invita a la vivencia ajena). Sin embargo hay un momento –para acercarme a los términos de la física– en que ambas contaminan sus fronteras, derraman sus clasificaciones atropellando postes y límites. Pierden la identidad de raza dentro del reino de la palabra para descubrir finalmente la buscada condición humana, ese destello que irrumpe en la Creación como un hachazo unificador. El arte sucede, es cierto.
Escribe la Titular de Cátedra de Pensamiento Científico de la UBA en su último artículo:

"La conducta paramétrica puede parecer “irracional” y así es como se la considera en los modelos de interacción estratégica. Actuar unilateralmente, a espaldas de las consecuencias de la acción y sin recurrir a cálculos de utilidades, implica asumir mayores riesgos y mirar de frente la incertidumbre. A despecho de esta característica, si pensamos en ejemplos concretos, vamos a encontrar que las grandes decisiones, aquellas que modelan nuestras vidas, se parecen más a un “salto al vacío” que a la fría evaluación de argumentos calculatorios. Como Robinson Crusoe, frente a las grandes decisiones, estamos solos".

Cristina Ambrosini
Robinson Crusoe antes y después de Viernes


Aquí, la precisión de estilo opera como una cachetada, pero finalmente aparece el pétalo en el suelo. A sabiendas o inconciente, la pensadora hizo epicentro perfecto en las dos últimas palabras con un remate elegante, digno de una poeta elaborada. Transitar al borde del pozo es inevitable, detrás de cada decisión espera un éxito pero también un fracaso. La vida en cada suspiro. Por eso caemos a diario, mi estimada doctora, en los abismos de la creación y del amor que, a menudo, conllevan o al esplendor o al derrumbe y el delito. Y ese "mirar de frente la incertidumbre", tan secamente escrito, revela que en cada ser que existe hay un náufrago explorando la isla de su propia tragedia, cautiverio o prueba, descubrimiento o promesa, porque incluso para llegar a ella, a nuestra isla, debimos primero saltar al vacío cuando la nave estaba en llamas, evidencia de que también las pequeñas decisiones transmutan la vida de maneras imprevisibles y caprichosas. Nadie piensa que detrás de un boleto de micro hay o una tragedia final o un amor largamente esperado.
Celebro el artículo de la académica y su liberadora conclusión. Y digo, recordando a Marco Aurelio: También puede haber belleza en la facultad.


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