14 de marzo de 2011

La muerte del sabio tribal


Félix de Guarania
1924 - 2011

Lo vi por primera vez en el barrio Los Manzanares, en un club de la comunidad paraguaya, invitado por gente amiga. Era como una edad quieta, tenía siglos de antigüedad. De la disertación entendí poco ya que en su mayoría era en idioma guaraní. Sin embargo, comprendí que se trataba de la defensa de una de las lenguas sobrevivientes precolombinas. La generosa ventaja de combinar una oración completa en una palabra. No era un académico de biblioteca, sino un sabio de aldea venido a la urbanidad. Al cierre de su conferencia me acerqué al stand de libros de su autoría y he aquí que allí tuve en mis manos por primera y única vez un ejemplar de La Biblia traducida al guaraní, tamaña proeza que debió agotarle años de trabajo. Examiné sus partes, sus libros interiores, sus secciones. Profetas y reyes de nombres claramente reconocibles permitían seguirla para mi asombro en una lengua vocal, seca y fuerte. Había elegido para su traducción nada menos que la Edición Reina-Valera de Cassiodoro de Reina de 1612. "Claro", pensé, "la Nacar Colunga no sirve como base, ya que caduca cada tres años modificada por el Vaticano para desencanto y obediencia de los creyentes". Y como siempre ando sin un centavo en el bolsillo, me privé de agregar un ejemplar a mi colección privada de Biblias.

La última vez que lo vi fue durante una edición pasada de la Feria del Libro, una de esas perfectamente olvidables a no ser porque homenajeaban al premio Cervantes recién fallecido Augusto Roa Basto. Las Ferias jamás dejan nada. Iba de bastón, avanzando como una estatua pálida por Sarmiento rumbo a Santa Fe. Apenas le faltaba un farol en la mano para reconocerlo como a un ícono del tarot. Luego del homenaje la embajada le había asignado un dinero para regresar en taxi pero el hijo del sabio prefirió quedarse con esos billetes y hacerlo caminar y subir micros, motivo de mi queja –injustificada por cierto–, al Agregado Cultural de la Embajada. Es un viejo tribal pero en nuestra versión deshumanizada de la urbanidad.

De alguna manera la partida del sabio guaraní me recuerda a la salida de ese otro sabio de la tierra, nuestro Atahualpa, el cacique poeta. Es la matria precolombina que aún estaqueada y rota sigue latiendo. Cuando quiera lo recibiremos en la Nave de los locos y diferentes de nuestros tehuelches.



...ehendumína Rejónpe mba'eichaitépa opurahéi.
(...escucha al Rejón como canta.)



Traducción cortesía de la Lic. Paola Giménez

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