4 de abril de 2016

Motivos de mi aislamiento


Con el quiebre de la Patria Grande y tras el aislamiento del
bolivarismo, la ceguera oprimente del castrismo y la extinción 
del kirchnerismo local, es mejor definir lo que han dejado en 
mí esos "ismo" como autor solitario frente a la comunidad 
de autores.


Debo aclararlo, mi retiro y alejamiento de mis "pares", la comunidad local y hasta nacional de autores y escritores, no obedece a cuestiones políticas o ideológicas, convivo con las preferencias personales de cada uno sin conflicto, el adversario no es un enemigo y respeto toda elección de conciencia libre.
Pero no así con las organizaciones, lo que es una particularidad respetable del ciudadano se vuelve asquérrima e insoportable cuando se trata de una institución social que se autodefine como "popular" o "pública" o "social", aunque sea "sin fines de lucro", porque al mostrar sus inclinaciones ideológicas y favoritismos políticos, discrimina, soslaya, desagrega, prejuzga. Dejan de ser una obra del altruismo comunal para convertirse en reductos, en cofradías ideológicas, o contestatarias o concupiscentes, que olvidan sus principios elementales y que es recibir a todos por igual. Se vuelven unidades básicas funcionales de los gobiernos y cuyos servicios fluctúan según los vaivenes institucionales, por ende, son herramienta de los Estados, células encubiertas de partidos políticos, oficinas públicas de clasificación civil.
Una organización social que cuelga un cartel de campaña partidario, que postea una placa en favor de un candidato, ha perdido la imparcialidad, ha dejado de ser social o popular y ha revelado su naturaleza política: es una unidad básica encubierta o casa de adoctrinamiento o mesa de análisis político, y como tal, célula de difusión sectaria. Nos anticipa que no tolerará a miembros de una ideología diferente y sugiere abstenerse antes de preguntar. Así fueron creados los café literarios "Néstor Kirchner" en mi distrito, ahora, por suerte, cerrados por abandono. Exponer algo allí era mostrarse kirchnerista por defecto. Por eso la limpieza brutal en mi lista de contactos en las redes, en su mayoría organizaciones, grupos, comunidades: no por enemigos, sino por engañosa contradicción de fines.
Mostrar mi naturaleza política es uno de mis beneficios civiles y sólo descargo mis decisiones o errores en mi conciencia. Ha quedado claro, nada oculto: yo, apenas un individuo, puedo expresar mis ideas y anhelos políticos. Quien quiera eliminarme en desacuerdo con mis ideas puede hacerlo, nada tengo para reprocharle. Muchos ya lo hicieron. Pero no acepto esas mismas inclinaciones partidarias e ideológicas cuando hablo de instituciones que no sean partidos políticos, entonces elimino yo. Cuando una organización muestra una bandera ella misma se vuelve demagógica, sectaria, desagrega, divide y no suma, cuando la diversidad debería ser uno de sus principios elementales. Luego de dicha revelación viene la certeza que me lleva a la renuncia de incluirme en esa comunión parcial. Una organización pública y popular debe abstraerse de participar en contiendas políticas. Imaginemos una sala de votación en una escuela pública donde hay una única boleta y, además, afiches pegados en las paredes que nos proclaman los beneficios del mismo candidato. Es un atentado contra la democracia cuando dirige una decisión o pretende alterarla o influirla.
La trampa de las redes sociales para con esas organizaciones –que son una tentación fácil al traspié panfletario porque detrás se expresa un individuo pasional y no un grupo–, cuando además toman partido, quedan expuestas al error del cual no se vuelve. Además, una agrupación en Argentina que erige la bandera de los Derechos Humanos y que, por motivos ideológicos, toma partido por un lado –encima el equivocado– y se abstrae de opinar o de tomar posición frente al despliegue de los ejércitos, la represión brutal y las matanzas de civiles en Venezuela durante los alzamientos populares en 2014 y 2015, o peor, que santifica o promueve o calla frente el uso de francotiradores que apuntan al cráneo de los manifestantes en la contención de las protestas –y reconocido por su propio Embajador en la OEA, Roy Chaderton–, que encarcela sin juicio, que secuestra civiles en la vía pública en verdaderas cacerías humanas, que hambrea y sume en la desesperanza a su propio pueblo y desobedece las voz de una nación expresada a través del único poder que lo representa, el congreso, no es una organización social ni pública ni popular, sino una unidad básica servil, una herramienta del nuevo Terrorismo de Estado, siervos del otro "Proceso de reorganización" que ahora castiga a otras naciones de América. El mensaje que estos comités tienen para darles a esos Estados salvajes, no es "Cuidado, no violen los Derechos Humanos", sino "¡Maten más, sigan adelante, estamos ganando!".
No tengo nada que ver o hacer con esas organizaciones, sean culturales, artísticas, sanitarias, educativas o de asistencia social, con esas unidades básicas, con esas células de difusión ideológica, pero tampoco con los miembros que componen sus filas. La burla de estos comités refuerzo de campaña es que luego convocan a conferencias, a presentaciones, a programas de eventos de difusión y concientización, cuando lo que pretenden conjurar es lo que impulsan por otro lado, lo que ensucia sus cimientos ellos lo santifican cuando recuperan los nombres de los muertos pasados para desoir los gritos de los nuevos desaparecidos, los nuevos detenidos, los nuevos torturados. Homenajean a personalidades universales como estandartes de libertad y luego visten los ropajes del Terrorismo de Estado "bueno", así con el bolivarismo, por ejemplo, el mismo que lucha contra un enemigo que siendo externo en su prédica luego es interno, como decir "Todos son nuestros enemigos, adentro y afuera", porque los conspiradores están en todas partes, y eso justifica, para mantener la felicidad de un régimen, reprimir a un pueblo sin preguntar.

Una institución social, artística, educativa o cultural que no es humanitaria, por decisión y posicionamiento ideológico, sólo puede ser extraterrestre. No me busquen, no los quiero, no me necesitan, no les sirvo.



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