10 de marzo de 2016

Alzarse contra los molinos


En su discurso, el poeta español Antonio Gamoneda, 
padre de la nueva poesía, propone la "insurgencia poética 
contra la injusticia”, Pienso, entonces, que es como 
el alzamiento en la subversión narrativa perdida y ahora 
reclamada en nuestra patria y de la que escribía hace 
un tiempo en una de mis notas. 

El conformismo nos ha llevado al aburguesamiento 
la pérdida del arte. Tendremos que ir contra los molinos. 
Pero debemos cuidarnos de los Caballeros de la Blanca Luna 
que traen el engaño, la traición y la derrota. Cuando nos 
pidan bajar las armas porque la justicia ha llegado, 
es señal de mantenerla firme y ponernos el yelmo 
dispuestos al ataque.

"Saludo afectuosamente a las dignísimas autoridades civiles y académicas, con mención llena de gratitud de las que son regidoras de esta noble y tricentenaria Institución, y a vosotros, queridos y admirados compañeros en la distinción que nos congrega, y a todos ustedes, señoras, señores, amigas y amigos:
Toda significación cervantina es significación de nuestro amor y nuestro respeto a la persona y la obra de don Miguel de Cervantes. Don Miguel fue un español genial, tristemente viviente en una España polarizada en el poder económico, fuese éste monárquico, eclesial o feudal, y en la pobreza, propietaria ésta tan solo de la indefensión, el analfabetismo y el hambre.
Algo, poco, he dicho ya de la persona. Voy a decir también de la obra. Sin rehuir el tópico. Y voy a auxiliarme citando a Nazim Hitmet, el gran poeta tueco del pasado siglo. Decía Nazim en unos versos de su poema Don Quijote:

El caballero de la Eterna Juventud
obedeció, hacia la cincuentena,
a la verdad que latía en su corazón.
Partió una bella mañana de julio
para conquistar lo bello, lo verdadero y lo justo.
Delante de él estaba el mundo
con sus gigantes abyectos,
y bajo él, Rocinante,
triste y heroico.
Yo sé
que una vez que se cae en esta pasión
y se tiene un corazón de un peso respetable,
no hay nada que hacer, Don Quijote,
nada que hacer: 
hay que luchar con los molinos de viento.

Está claro: los molinos son gigantes, los gigantes son poderosos, su ejercicio es la maldad, y el Caballero de la Eterna Juventud, el abatido, debe comprender y comprende, que su infortunada verdad sigue consistiendo en la causa necesaria de luchar contra esa maldad.
En Don Quijote, en su bella locura, hay un trasunto, una creación autorreferente de Cervantes. Incluso en el caso de que fuese inconscientemente activada, es una proyección de su vida. Don Miguel, para vivir, tenía que ofrecerse a la muerte; vender su sangre en el mercado de las batallas originadas por el enfrentamiento de intereses entre los poderosos.

Los escritores amamos la paz. Y todos ustedes. Pues bien, históricamente ahora mismo, ante el dolor español y planetario de una pobreza que comporta hambre, enfermedad y muerte, nuestro lenguaje (naturalmente, no hablo solo de la escritura poemática), ha de ser poética y moralmente subversivo. Y nuestra conducta. El sufrimiento de causa social es nuestro sufrimiento y penetra nuestra conciencia, que creación literaria que no lleve consigo conciencia no es creación.
Incruentos como Don Quijote, numantinamente resistentes, pacíficamente revolucionarios, queridos escritores cervantinos todos: “hay que luchar contra los molinos de viento”.

Antonio Gamoneda

bCR

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