18 de septiembre de 2011

Trascender


No se trata, señora Ludmer, de que la literatura nacional haya perdido su poder subversivo, sino que la editoriales multinacionales han perdido interés en los autores de literatura subversiva nacional, porque los autores "light" rinden mejores resultados de caja.

Lo más subversivo y transgresor que conoció el público lector reciente fue al televisivo y prófugo Jorge Bucai cuyo terrorismo literario consistió en que su ghostwriter le afanara unas cuantas páginas a una autora española, y todo por no pagarle lo correspondiente al escritor oculto que le escribía sus libros. Y créame que esto ocurrió con el conocimiento –pero la indiferencia también–, de grupos muy poderosos como el Clarín y el Planeta. Ellos dictan y promueven quién es subversivo o no, bueno, según los vaivenes del mercado. Y no estoy tan seguro de que se deba a la caída del Muro de Berlín, sino a la aparición en nuestro país del Chupacabras riojano. Él inauguró esta toldería de fariseos y cambistas que aún porfía en nuestra realidad editorial y de la cual también usted es parte sustantiva. Caso contrario, propongamos que EMECÉ Editores vuelva a manos nacionales sin la aprobación imperial del trampero Grupo Planeta, ya que fue el vórtice impulsor de revelaciones nacionales hasta que el grupo español la compró a dos mangos en los '90, y ya que estamos soñando bien, con Juan Forn en el comité editorial, seleccionando el material valioso. Así inauguraremos la nueva subversión literaria permitiendo el arribo de autores noveles hechos de trabajo y no de trampas.
¿O usted piensa que el nuevo Cortazar o Sábato o Borges hoy publicaría en nuestro país?



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