11 de noviembre de 2010

Eterno despertar de un caminante con recuerdos



Hace pocos días, durante el programa de Emilio y 
María Victoria en FM universo, "Cultura desde el pie", 
el poeta paraguayo Elvio Romero fue recordado 
por José Enrique Paredero y por quienes lo honran.
He aquí un modesto homenaje a quien tuve el honor 
de conocer y de disfrutar su poesía.

"A la edad de 77 años ha fallecido en Buenos Aires el poeta paraguayo Elvio Romero, a quien tuve la oportunidad de ver algunas veces en casa de Gilberto Ramírez Santacruz. El Premio Cervantes de Literatura Augusto Roa Basto, solemne, a su muerte dijo: «Ha muerto el último gran poeta de nuestro país. La humanidad ha ganado su obra».
La última vez que compartimos unos momentos con Elvio Romero, fue la noche del 19 de abril de 2004, durante una pelea de box —según pude saber, Elvio era amante de las peleas de ring— en la que participaba Pablo R. Santacruz Acuña, hijo de mi amigo Gilberto, en la Federación de Box, en la calle Castro Barros de la ciudad de Buenos Aires.
Luego de su operación en la garganta, Elvio mantenía el cuello cubierto con un pañuelo de tono pálido amarillo-tierra con dibujitos negros, y sonreía a quienes lo saludábamos en la vereda, mientras esperábamos en la fila a que abrieran el ingreso a la Federación. Recuerdo haber mencionado este encuentro con Elvio pocos días después a otro paraguayo, el doctor en Letras L. Ferrer, de paso por Buenos Aires con motivo de la presentación de un libro de su autoría en la 30ª Feria el Libro. Esa noche compartimos unas diez peleas de cuatro rounds y el hijo de Gilberto ganó por puntos.

Elvio fallece el 19 de mayo, un mes exacto después de aquella noche de box. La tarde del día siguiente, es decir el 20 de mayo, sentado frente a la computadora en la oficina de mi amigo Gilberto, tuve la oportunidad de reexaminar y disfrutar algunos de sus poemas del ejemplar Los innombrables (1959-1973), reeditado en la edición monumental Antología poética (1947-1977) de la Editorial Losada, publicado en Buenos Aires (1981), en una tipografía chiquita, probable Caslon cuerpo 8.
No me fue dada la palabra poética ni la rima, por lo tanto sólo puedo dejar que el río siga con fuerza en busca del mar. Y para las nuevas generaciones posproceso, y para aquellos que compartieron la jornada del 20 de diciembre de 2001, cito textualmente una de sus piezas más brillantes: De caminante, poema en una bastardilla elegante y diminuta, versos con dos posibles lecturas, ambas comprometidas, y un leve sabor apostólico, pieza que merece estar en la biblioteca perpetua de la humanidad:

De caminante

Heme aquí, con los de mi camino:
El justo, el pobre, el perseguido
y el rebelde. De parte alguna vino
mi voz, sino de ellos. Fui con ellos
a elegir mi posada, el desprendido
corazón. El pan y el vino
que fueron ofrecidos. Los destellos
de su ser me encendieron, ahora nada
tengo más que de un mundo compartido,
el compartido amor y la mirada.
Se me fue dado este cantar por ellos.
Heme aquí, derramado en mi camino.

Elvio Romero

Ahora, el poeta duerme el sueño espectral de los hombres para despertar el Verbo una vez más en tierra de gigantes.
Junio de 2004"

dedicado a la Sra. Zulma Romero

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