13 de agosto de 2009

Babilonia my love







«El terrorismo quiere destruir a nuestro país...
Nosotros también».
George W. Bush






La Paz duradera continua en oriente medio al ritmo acostumbrado: Pulsiones de TNT y ráfagas de fusiles automáticos. Como es habitual, la lucha prolonga su collar de circunstancias un poco más allá de lo planeado. Sin embargo, los recursos son inagotables y las noticias de nuevo son alentadoras, así como lo fueron oportunamente desde Vietnam:

—¿Lo mejor de esta guerra?... Los proyectiles de Uranio exhausto. Son una maravilla costo-beneficio.

—Yo creo que estamos matando al los del bando equivocado.

—Ayer, mientras escuchaba a Bono, le disparé a una familia... la cabeza del camello saltó del cuerpo... Me sentí bien... Estamos ganando la guerra.

—Bagdag, la flor exótica y más bella de oriente... Quería conocer a la antigua Babilonia, conocer la gente de una cultura ancestral... y matarla.

—¡Cuando vuelva a Washington quiero dispararle al presidente!

—... hay mucha arena. Pienso que deberíamos tirar la bomba atómica y regresar a casa. No quiero perder otra Serie Mundial.

—Quiero que mi padre esté orgulloso de mí. Díganle que hoy maté a seis camellos y a un reportero de France Press.

—Ayer me cogí a una camellita. Después le disparé.

—¿Qué por qué estamos peleando?... No sé. ¿Por la libertad?... ¡Hey, Teniente! ¿Por qué peleamos?

—¡Contra los rojos islámicos!

—Siempre habrá una guerra.

—Cuando terminemos habrá paz... o volveremos.

—Esperamos repetir el bombardeo nocturno sobre Bagdag. No sé (sonríe)... las luces, los colores, los fuegos de uranio... es un momento mágico, intenso... Como la Navidad musulmana.

—Cuando no hay camellos a la vista, le disparamos a los ingleses. (Estirados de mierda).

—Después siguen los iraníes, y Venezuela. ¡Hay que hacerle un nuevo culo al mundo!

—Porque no me gusta que me disparen. ¿Quiénes se creen?... Al menos ellos mueren en su tierra.

—Porque no encontramos a Bin Laden en Afganistán. Al pueblo americano hay que darle muertos. ¿No?

—Siempre es mejor violarlos y después matarlos. Nunca a la inversa. No es de cristianos.

—En la guerra un soldado mata y no es un asesino... ¡Coronel, ahí viene otro!

—No nos agrada enviar exterminadores robóticos a hacer nuestro trabajo... salvo cuando hay muchos camellos fedeyines.

—Yo disparo para no tener que preguntar.

—Los matamos porque no quieren ser libres.

—En toda guerra mueren civiles... por eso es mejor violarlos antes en el nombre de Cristo.

—Creo que estamos ganando. Ayer maté a un dromedario. Al camello que iba encima también... ¡Y me pagan!

—¡Imbécil! ¡Eran civiles!

—Porque quieren contaminar nuestros pozos con gas nervioso.

—¿Cómo por qué?... Porque tienen armas químicas ocultas.

—Porque queremos extraer nuestro petróleo

—Porque queremos que esta gente elija su destino.

—Siempre es mejor bombardear quirúrgicamente la ciudad... Es preferible que mueran algunos camellos civiles a que nos maten. ¿Eh?

—Para controlar el precio del crudo.

—Porque la ONU no hizo su trabajo. Somos restauradores de paz. Y tiene su costo. Es nuestro trabajo, requiere esfuerzo y constancia... Y algo de uranio.

—Porque Hussein tiró nuestro gas nervioso a Irán.

—Porque bombardearon Pearl Harbor.

—Mejor ellos que nosotros.

—¡Qué maravilloso es este mundo! Mi abuelo asesinó simios en Saigón, mi padre gorilas en Panamá, y yo camellos aquí... ¡Un zafari aprobado por el congreso! ¡Oh!


En pocos años asistiremos a los mismos comentarios exitistas desde el eterno frente por la victoria pacifista occidental del titulado Ogro filantrópico (así dijo el mexicano Octavio Paz —aunque más bien resulte una Gárgola misantrópica—, refiriéndose a los Estados Unidos) y desde cualquier otro lugar de este mundo curioso.
¿Qué tiene de malo buscar paz y democracia? Después de todo, Hitler buscaba simplemente a los descendientes de la raza Aria, sólo que Europa, Asia y unos treinta millones de personas le entorpecían el hallazgo. ¡Maldita sea la paz de las bestias!

Agosto de 2005

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