
Si cualquier estúpido llega entre 10 y 15 minutos tarde a una cita o entrevista, ¿por qué nuestras estúpida presidenta no habría de llegar 45 minutos tarde a la foto del G-20?
Si Kirchner lo hizo esperar 40 minutos al rey de España en Rosario, es previsible que nuestra presidenta supere la marca cuando los hace esperar a 19 líderes mundiales 5 minutos más que su esposo en aquella patética oportunidad.
Para recordarlo en el futuro, todos los argentinos llegamos tarde cuando nuestro presidente llega tarde.
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