"...impermanecer, porque sus cuerpos arden,
porque sus cuerpos gritan, porque gritan
como ángeles en llamas. Unos mueren
calcinados y otros de amargo silencio..."
Fuera de programa y con cierto retraso, a fines de Marzo o comienzos de Abril de 2019 saldrá a la venta el ensayo Fondoseco, volumen solitario que provisoriamente titulé como literalcoholismo, sobre el fenómeno de los escritores ligados a la bebida. Cerrado en 170 páginas, por cuestiones de costos y precio de venta, no explora a todos los autores dipsómanos de la literatura local y universal, como lo hace el madrileño Carlos Mayoral en el completo ensayo Etílico (Madrid, 1986), pero establezco ejes en los íconos famosos de las letras con los casos más resonantes y conclusiones muy diferentes. Voy a recordar que el presente fue uno de los tres ensayos principales que componían el volumen ambicioso La montaña prometida, además de ficciones y traducciones de poemas universales, promesa que tendrá que esperar para ser completada por la ausencia de la extracción.
Pero fue una extravagancia indagar la vida de Rimbaud, de Faulkner, de Echenique, de Bukowski, de Duras, de Hemingway, de Poe, de Castillo y de tantos otros que todavía me colman de fascinación al escarbar sus riquezas y pobrezas de sus plumas cedidas, de olfatear sus vasos, de contar las botellas. Por eso comparto un fragmento cortado a la fuerza, ya que todo el libro cuenta con un único párrafo sin punto aparte, sino el último...
Pero fue una extravagancia indagar la vida de Rimbaud, de Faulkner, de Echenique, de Bukowski, de Duras, de Hemingway, de Poe, de Castillo y de tantos otros que todavía me colman de fascinación al escarbar sus riquezas y pobrezas de sus plumas cedidas, de olfatear sus vasos, de contar las botellas. Por eso comparto un fragmento cortado a la fuerza, ya que todo el libro cuenta con un único párrafo sin punto aparte, sino el último...
"... Nada alcanza, nada. Si fueron tres volúmenes,
entonces pudieron ser cuatro; si fueron veinte, entonces pudieron ser veintiuno
o veintidós. Siempre nos parecerá que falta algo para agregar a la tarea de crecer
y multiplicar obras, cuando para el destino basta con el reconocimiento y el abrazo
al alma laboriosa. El destino no mide la cantidad de piezas terminadas, sino el
mérito social alcanzado, porque el alma no parte hasta no haber contabilizado
el aplauso último dispensado por nuestra propia sociedad. Así debe ser. Maldito
quien no labure para la aceptación del género y parta negado y sin admiración porque
es la finalidad del alma. De Homero a la fecha, la brújula no ha movido la
aguja, con o sin bebida. Inefable, no es un torneo de litros consumidos con
premios al vencedor de la prueba, sino una misión a cumplir, cueste lo que
cueste...
CR
Copyright®2018 por Carlos Rigel