3 de abril de 2017

Apendicitis social



No les queda otra que negarlo todo, que enfurecerse más, que ningunear a medio país, que objetivar el odio, alimentar el tumor y sumar cálculos. Pienso: cuando gobiernan “los de enfrente” les recuerdan que “deben gobernar para todos”, pero cuando les toca a ellos, gobiernan para ellos y se burlan de la otra mitad.

La grieta se mantiene fresca y vigente, como recién hecha. Con ella intentaron reinaugurar una lucha de clases ilusoria pero en verdad son quienes buscan la marginalidad operativa por los beneficios colaterales de una continuidad casi centenaria de una elite “trabajadora” hoy multimillonaria. Y dio resultados tangibles. Es el paradigma del Poder que para constituirse necesita de esclavos y éstos cuanto más ignorantes más poderosa la cima que los gobierna. La desigualdad debe ser abrumadora para que parezca igualdad “Poder es atropellarte con mi auto importado y luego regalarte una silla de ruedas”.

Un sector minoritario de tolerantes piensa que el organismo nacional todavía puede curarse de las heridas abiertas durante 12 años de sostenida pobreza y luego de 10 del menemato. pero olvidan que a la grieta no la hicieron nacer para ser cerrada, así como no se cose un páncreas a un brazo esperando que funcione, ni un ojo con un talón esperando que mire adonde pisa. Sin embargo, en sus discursos tienen claro que existe, porque la crearon. 

Muy a menudo, el lenguaje sirve para desnaturalizar el significado de los hechos. Cada generación tiene la paternidad distorsiva de recrear una historia de héroes proletarios en una sociedad que busca ser propietaria. Ellos son los primeros propietarios, sus hijos lo serán, y para eso deben seguir existiendo esclavos en cantidad, por eso la necesidad de inspirar el odio hacia el otro "Yo te digo a quien tenes que odiar, esos son los culpables de tu miseria" que es la manera de correrse a un costado del eje. Construyen tribunas porque saben que el hombre en masa no es moral ni ético ni estético y así es fácil de dirigir.

La grieta en carne temblorosa que nos divide hizo piel de cada lado y el abismo que media fue cubierto con odio. Eso impide la conexión del tejido. Podemos reinventar otro país pero no ese. así como nadie de Boca se vuelve de River aunque pierda. Argentina es un pan quebrado al medio, y si lo pegan con la Gotita Poxipol deja de ser pan. Aunque me alegra saber que de un lado no hay odio, sino reclamo de justicia y de que “no vuelvan más” los que se fueron. ¿Qué otra cosa esperaban?

La marcha fue masiva. Caminando entre ellos me confundí, fui con ellos y no había desprecio sustantivo. Nadie de este lado dijo “a perseguirlos y matarlos como a ratas”. Pero el tejido está sellado, no hay regreso. Cada acto apunta a profundizar la disección que caló hasta el hueso. Comprendo que fue el resultado de un accidente. Veníamos en la madrugada a alta velocidad, sin luces, con lluvia, en fin.

Pero lo temible de la división del cuerpo social es aceptar que una parte importante de masa ahora vive como una extensión paralela, como otro miembro, un apéndice separado sin médula ni vértebras, alimentado apenas por una arteria sanguínea y suficiente para ver crecer el tumor del otro lado. Mientras tanto vivamos la grieta, miremos el precipicio que nos separa. 

La verificación la tengo durante la desconcentración cuando vuelvo por Acoyte y Rivadavia, cuando pasa un Toyota con la marcha peronista en el equipo de audio, desafiando a la multitud. Así cualquiera es peronista. Por suerte no atropella a nadie. Se ahorra una silla de ruedas.

Pero moriremos así, y tendremos que nacer con otro cuerpo. Dependemos del reflujo del tiempo y la sangre. En 50 años seremos diferentes. De tanto quitarnos el apéndice en el quirófano un día naceremos sin él. No habrán piedras que la habiten y ni siquiera apéndice. Mientras tanto tenemos pan quebrado, La Gotita y una apendicitis al amanecer. Es todo el placer y el dolor que tendremos en esta edad.


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