10 de febrero de 2017

El "boom" literario del oeste.




Murúa, Molver, Bencivenga, A.Cao y O.Cao, Salerno, Paredero, 
Sueldo Müller, Verón, Chappa, Cuello

La reciente antología de poetas contemporáneos de La Matanza
es mucho más que una selección de material poético de un lugar 
en el mundo: es un símbolo de la intransigencia y la independencia 
superviviente en un bastión político en ruinas.

He venido pensando mucho tiempo en el efecto arrollador de una cuna de autores y artistas sobresalientes del Gran Buenos Aires, más precisamente del oeste, los partidos de La Matanza, Merlo, Morón, las tres "M" que hoy marcan el terreno y golpean la semántica como piña con manchones de pigmentos y vientos de verso. 

Así con La Matanza, en el conurbano bonaerense, un partido de contrastes donde primerean siempre las señales de las crisis de la economía fluctuante de nuestro país, una especie de Los ángeles de la película Blade Runner, donde convergen y residen una mayoría importante de inmigrantes de países cercanos y lejanos, chinos, coreanos, italianos, españoles, húngaros, rusos, bolivianos, polacos, peruanos, paraguayos, israelitas, chilenos, son algunas de las etnias y nacionalidades diversas que habitan un pedazo de la llanura porteña vital que alguna vez fue polo obrero y marca del estado provincial. 

Es que La Matanza tiene la dimensión y amplitud suficiente como para igualar la producción artística de una ciudad, por ejemplo, como La Plata, eje político y cultural de la provincia. Pero de poco han servido los intentos de unificar a los artistas y artesanos de la palabra con el criterio de las mayorías bajo una tendencia política, como en cualquier ciudad del mundo. Así se atomiza y se dispersa. Cada huella local y fragmentada por los grupos zonales ha sido un rayo de crecimiento solitario y personal de miembros segregados y dejados a un costado. Los compartimiento barriales y sectarios fueron desbordados hace tiempo y lo que la política partidaria ha desmembrado a fuerza de errores y la subordinación incondicional a los caudillismos nacionales, fue amalgamado y alisado a fin de cuentas por el arte. Los descartados son el motivo de esta reflexión mientras que el río anterior fue catarata e inundación y ahora barro y pérdida.

Aquí no importan las "militancias", todas fracasaron, incluso las culturales. Los intentos hegemónicos de convocarlos en locales militantes bajo un sello partidario quedaron atrás. También los usos políticos de sus organizaciones para convocar a stands de feria que nadie visitó. Demasiado personales cada uno como para atropellarlos con discursos de barricada. Pero los desmayos cíclicos de la economía, la coyuntura permanente entre una crisis y la siguiente, y la descalificación de sus habitantes por los ciudadanos de CABA, han mellado y retrasado el camino a la expresión vanguardista de un vórtice que hace mucho no es proveedor de mano de obra barata o calificada, sino también de pluma, cincel, cuerda y pincelada. 

Ahora cada poeta maduro del distrito ha crecido como árbol vigoroso de llanura separado por la distancia y el gramillón, pero refugio de tormentas, sombra y descanso al fin. Y así, lo que reclamaba desde hace tiempo, finalmente comienza a perfilarse con la edición de Alto guiso, la primera antología de poetas matanceros por la editorial Leviatán y que hoy puede comprarse en el comercio. Claro que faltan poetas, faltan Pérez Árias, Dalter, Rubio e incluso Malattia, pero vale la aproximación a una dimensión poética integral que finalmente habla de una identidad regional por fuera del discurso del gobierno local y del elenco estable de autores que promueve nuestro gobierno, una perspectiva singular en las coordenadas nacionales de las letras. 

Pero de allí lo previsible de una vanguardia atemporal y dispersa, en su mayoría trabajadores de la poesía y menos de la narrativa, como es prever,donde coinciden también dramaturgos, región que ha dado además periodistas gráficos de rango nacional y ensayistas, recopiladores, compiladores e historiadores, y que sin embargo está desunida, desmembrada en astillas parciales difíciles de pegar. Pero la evolución de cada pluma es solitaria, sólo después de superados los grupos es que la cúspide se resume y se expresa por sí misma. De allí la novedad a destacar. Una antología habla de personalidades en un tiempo vagamente coincidente, habitando un espacio definido. Sin saberlo, son miembros de un "boom" localizado al oeste de un lugar al sur del mundo llamado La Matanza; o como simbolizaba García Márquez: astros de una galaxia local.

Foto del periódico "El 1"

Y, afecto como soy a la suma lineal de experiencia acumulada por estos faunos de la poética del oeste, cuando menos hay aquí en total unos 300 años de trabajo o compartido o solitario, pero vividos al borde o del abismo o de la felicidad. De nada sirve una poesía construida mentalmente desde una silla, sino parida, padecida y gozada a través de los años. El arte no es la escritura, sino la vida misma escrita, pero hablar de uno de los partícipes es no hablar de otros, por eso prefiero el juego acumulador de años puestos como vagones de un tren de carga, sin superponerlos sino ligando a cada uno con su propio tiempo. Pero claro que faltan otras centurias de labor por publicar.

Superadas las estéticas de la imposición, la picardía y el matonaje de nuestros políticos, es la primera señal válida y clara de la independencia intransigente de nuestros artistas en una época de servilismos y agachadas. Y al estilo de la mesa redonda del "boom" literario que hizo huella (Vargas Llosa, Garcia Márquez, Cortázar y Fuentes, pero nunca a Monegal ni Cabrera Infante o Rulfo), y de las antologías poéticas y narrativas de los '70, verdaderos manuales de poesía y prosa divididos en tomos por la vastedad y variedad de autores, ejemplares poderosos que supieron halagar mi biblioteca hasta que regalé todos a poetas y narradores adolescentes, Alto guiso es el primer capítulo de una enciclopedia tardía del oeste pero llegada a destino al fin. Y si antes vimos el volumen de Historia de La Matanza, con la colaboración de historiadores y recopiladores locales, y ahora la primera antología de poetas conocidos del oeste, entreveo la inicial y genética antología de narradores. Y así sabremos que La Matanza tiene mucho para contar. 
CR

EDICIÓN PARA AMAZON
La edición hispana de Leviatán para Amazon -y no entiendo el motivo de la diferencia- tiene el defecto editorial de no haber listado en cubierta a los autores que componen la antología, como lo hubiera hecho cualquier editor del mundo para dirigirse al comprador con un producto de venta. La resolución fue de novena.
En EEUU o incluso Europa no olvidarían ni subestimarían la importancia del autor o autores en la cubierta y en una posición clara asociado al título del volumen, ya que "Varios autores" no dice nada, nada de nada, y menos al lado del título editorial, ya que a esta última le corresponde otra línea -la inferior- y sólo revela la poca profesión del editor, cumple con el mínimo y no con el máximo que establece el diseño gráfico -para eso existe desde hace 5 siglos- y menos aún amor por el libro. Es una falta de respeto con los autores. Y en esto, suponiendo que acepte el error de sintaxis elemental cuando dice "Varios autores" y no a la inversa, como corresponde al español "Autores varios", ya que el sujeto va antes que el predicado. Hasta la tipografía que usó es ordinaria, previsible en un panfleto callejero menos que de un libro.
De todos los errores posibles en una edición, el menos admisible es en la tapa, porque el libro entra por los ojos. Pero estamos hablando aquí de una "imprenta" y no de un editor, como merecía esta obra cuando pretende seducir al público del mundo. Tan lejos de 10, digo que 2 puntos le sobran a "editor" de Leviatán. 
(15-02-2017)


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