Modesta evidencia contra los discípulos del frustrado Faulkner, reducidores furtivos de novelas a cuentos y luego de cuentos al formato final de poesías.
Inspirado en una idea poética de mi autoría, hace 8 años comencé un cuento engañosamente simple y que aún estoy escribiendo: Diario del Fin. Ya voy por la página 350, es una novela, y más complicada que gusano en hormiguero. Lo peor es que aún no está terminada.
¿Imaginan al Quijote extractado en un corto poema?
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