20 de diciembre de 2014

Cuando la crítica es la mirada



Acerca del acuerdo menos sorpresivo 
que sospechoso entre EEUU y Cuba

Nada es lo que parece ni el mundo es tan cristiano. No es que Cuba apueste a las relaciones con EEUU, sino la inversa; y tampoco que el Papa haya sido el impulsor del resultado sino de la idea primigenia, aunque elijan la figura papal como el icono mediático, sino que se trata del momento clave para tomar ventaja. El "ogro filantrópico" de Octavio Paz, el gigante del norte, intenta anexar a la isla al bloque capitalista junto con México y Canadá. Se inspira en una premisa indiscutible, ¿cuánto más pueden quedarle de vida a Fidel, de 85, y a su hermano Raúl, de 82, en la resistencia feudo-marxista? La decisión que pesa no es de Obama, sino de los grupos empresarios inversores que buscan inaugurar una nueva 'Las Vegas' en la isla antillana, como ofrecerle un sanguche de lomo a un muerto de hambre a costa de bajarse los calzones en un lugar secreto. 

Así termina el romanticismo de la revolución social, la misma en la que los hermanos Castro fueron testigos y no partícipes mientras paseaban en Jeep por la Habana, desayunándose de los alzamientos civiles capitalizados más tarde hábilmente, cuando 53 años después, la Cuba de la pobreza y la hambreada desigualdad entre los condados revolucionarios y las villas de esclavos, vuelve al camino lento de convertirse de nuevo en la puta norteamericana más allá de Miami, el estado de ultramar del juego, las apuestas y el turismo sexual, los complejos turísticos ideales para el descanso de la cumbre capitalista, modelo admirado y copiado por el 'socialismo' kirchnerista y sus complejos de lujo en el Calafate.

Claro que Cuba no invadirá a EEUU con inversiones, de eso estoy seguro, pero es muy cierto que a la Cuba castrista se le agotó el repertorio con el mentado y siempre oportuno discurso del bloqueo: no le quedan chivos para expiar culpas en las estocadas de una miseria acallada durante décadas con represiones brutales contra las convulsiones internas que aún hoy se suceden y de la cual no sobrevive ni un solo líder con vida, ya que todos son igualitariamente asesinados. En eso se mantiene la declamada igualdad post-revolucionaria. Como expresa don Ricardo Arjona, "donde manda el orgullo siempre reina la desgracia", síntesis de una tragedia que hoy identifica a más estados latinos en los que uno quiere pensar. No alcanzan las fantasías que transmutan una realidad demoledora en bienestares colaterales vociferados: Más de la mitad de la población de Cuba dispone hoy de nacionalidad española, ventaja reciente de la Ley de España, no cubana; ahora les falta reunir el dinero para migrar con la frente en alto, no como hombres y mujeres libres, sino como sobrevivientes de una agonía generacional: La balsa de escape sueña ahora salir por el aeropuerto.

Venezuela vino a reemplazar la desaparecida "mano amiga" de la ex URSS cuando mantenía de su propio bolsillo a la isla como una extensión de la cortina de hierro allende el Atlántico. Es que no se puede negar la eficacia de la oratoria proverbial de don Fidel en la seducción del auditorio cuando de acuerdos bilaterales se habla, pero que luego terminan siempre siendo unilaterales del tipo: "Aquí te mando de regalo estos 5 millones de barriles de crudo para compartir con el pueblo", cuando sabemos que todo el movimiento de la isla no consume más de 2 millones, siendo el parque automotor rudimentario, y de los tres restantes apenas 1 va para el pueblo cubano. Si hasta don Nikita Kruschev debió aplaudirlo de pie en aquellas jornadas históricas. Pero la Venezuela bolivarista de hoy está en ruinas, improductiva, desmantelada, anticomercial e imprevisible, y así amenaza con el regreso de las hambrunas isleñas de los '90 tras la caída del gigante asiático. A Cuba se le agotan las fórmulas y los blancos de seducción. Los procesos socialistas de América Latina están en su apogeo pero heridos de muerte. La ola llegó a la cima y comienza el descenso. Pero, como si fuera poco, Raúl no es Fidel; no tiene más remedio que aceptar.

Saldrán victoriosos, triunfantes del Olimpo combatiente, como aquí con el sindicalista Baradel que alza a los docentes con declaraciones explosivas, luego acuerda con el gobierno una salida condicional que mande al muere los reclamos de sus representados pero vuelve y niega los acuerdos además de agregar leña al fuego, es parte de la estrategia, y así el paro de maestros llega al final con aparentes soluciones, él se va de vacaciones a Brasil como héroe, y el cuerpo docente de pronto descubre que sigue igual que antes y peor, porque ahora el gobierno se cobra los días de paro con intereses en cuotas agónicas a lo largo del año. 

Pero los hermanos Castro no serán tan sutiles, advertirán a los cuatro vientos que no habrá concesiones denigrantes bajo amenaza de volver al aislamiento revolucionario "¡Aquí no se negocia nada!"; pero sí las habrá porque Cuba no tiene salida. En 20 años sólo quedarán los nostálgicos de la revolución, como veteranos de una guerra olvidada, hasta que una bandera se deshilache y vuele en hebras descoloridas. Pero algo es seguro, no importa el cambio ni la etapa por inaugurar: Nadie jamás debe preguntar cuál fue la verdad de lo ocurrido en Bahía de Cochinos, y también quién específicamente ordenó la ejecución del Che Guevara. El secreto morirá con los hermanos. Quedará como que fue la CIA, monstruo espectral con sus enormes y temibles silencios para encubrir a otra Panamá de estilo Noriega.

Y si alguna vez, el narrador y editor cubano Eduardo Heras León, de conferencia durante su corta visita a Buenos Aires en 1991, compartió con el público presente –yo entre ellos– la experiencia amarga de ver en su juventud a los Marines norteamericanos ebrios, orinando la estatua de José Martí, esperemos 15 años nada más para ver el anacrónico rulo que la historia les reserva con las estatuas de Raúl y Fidel Castro. Pero no me asombraría que la Cuba post-castrista comparta el uso de las instalaciones macabras de Guantánamo. Nada debe asombrarnos del siglo XXI con los reinos esclavistas del capitalismo o los feudos del socialismo 'Giorgio Armani', cuando hasta los discursos de centro hoy me resultan sospechosos.

El narrador y editor cubano, Eduardo Heras León

CR


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