22 de abril de 2014

El capitalismo ha muerto, ¡qué viva el capital!


Analicemos el contenido de 
"la lucha contra los grandes capitales" 
que lleva adelante este gobierno luego 
de 11 años en el poder.


Cuentan que Mitre partía a la batalla comandando sus tropas contra el Paraguay con el grito de guerra "¡Viva el capital inglés!". Como es sabido, la nación guaraní era la más adelantada y próspera de Sudamérica pero estaba construida con capitales franceses en detrimento de la banca inglesa. Poco falta agregar para definir una rivalidad histórica entre Francia e Inglaterra trasladada desde el viejo mundo con las corrientes atlánticas hasta el continente americano por el sagrado dominio del bienamado capital. Bien, las épocas cambiaron pero el eje sigue siendo el mismo. El capital manda y nadie cuestione lo que se necesita hacer para que su imperio siga vigente. Y como escucho seguido acerca de "la batalla heroica" de este gobierno contra los grandes capitales, veamos qué contiene en su vientre.

110 mil millones de dólares es lo que se estima que salieron del país desde 2008 a la fecha con el kirchnerismo, dineros nacionales cobrados por empresas radicadas en nuestro país pero con casas matrices en el exterior. Dinero y oro. Casi el único país del globo que permite la erogación de divisas sin canon alguno para el fisco o porcentaje de retención a la reserva federal por ganancias percibidas. Incluso economías pequeñas en países como la de Paraguay, el dinero es de las empresas mientras permanezcan dentro del territorio, pero ante el intento de transferirlas al exterior, opera el retención de la mitad. Nada menos que la mitad.

Y para cuantificar la cifra arriba citada, es equivalente a 20 planes espaciales, ya que la flota completa de Transbordadores Espaciales costó 5 mil millones al Estado norteamericano. Pero no tenemos 20 planes espaciales, tampoco 20 mil km. de vías férreas nuevas, ni 20 hospitales completos. Pero seguramente sí tenemos 20 nuevos multimillonarios entre los cadetes del gobierno. Y si a la cifra de 100 mil de capitales escapados le agregamos los 15 o 20 mil millones transferidos a las cuentas personales en el exterior de nuestros funcionarios de gobierno de los últimos 10 años, dineros desaparecidos en la pelambre burocrática para terminar enriqueciendo a ladrones y sinvergüenzas al costo funcional de entre el 10 y el 60 por ciento de cada operación, no hay nada por delante en la economía que un nuevo "corralito" con la captura de dineros privados de ahorristas y empleados, y al final de la lista, el pueblo, la gente, los que menos tienen; ellos también pagarán, como siempre, los platos rotos. Así como pagó la sociedad en la época del "trueque" mientras se modificaba la Ley de Terrorismo Económico que dejaba impunes a los directivos de los bancos que nos habían llevado al ocaso con la fuga de 100 mil millones de dólares en préstamos y créditos tomados desde 1998 al 2000, especialmente concientes de que el pueblo argentino pagaría la fiesta con hambre, con salubridad pública deficiente, con inseguridad y marginación social. Pagaría con sangre.

El desde y el hasta. Por ejemplo, pagamos desde el 2 o 3 por ciento de comisión por las "molestias ocasionadas" por cada préstamo pedido a la banca internacional, modesto número que puede resultar en 50 o 60 millones, por ejemplo, repartido entre los "gestores" de turno de cada Ministerio o Secretaría involucrada en la gestión; eso, más el préstamo en sí, y luego, más los intereses; y cuando los vencimientos expiren, también hasta a los abogados, los juicios, el refinanciamiento, los nuevos intereses... El fin, todo. En resumen, la nación no creció un milímetro en 25 años, sólo hubo un cambio de manos en los mismos negocios pero que nunca fueron de nuestro beneficio. Y siempre en favor de unos pocos turistas de paso por el poder. De alguna manera nos dicen "El dinero es nuestro y de nuestros amigos, ustedes sean buenos argentinos".

A esa práctica llamada "Redistribución de la riqueza" debemos los nuevos multimillonarios del kirchnerismo. Pongamos otro ejemplo, por caso a Papelera Massuh y su doble y sospechosa quiebra, empresa listada como proveedora de papel prensa con inversión estatal pero que nunca cumplió ni con la producción ni con la provisión, primero vaciada por los empresarios mientras recibía partidas de dinero y sin auditorias del Estado, y ante la segunda quiebra operó el llamado a Convocatoria de Acreedores, y luego intervino de nuevo el gobierno con el famoso y temido Guillermo Moreno, quien al fin del camino se quedó con 16 millones de dólares nuestros en concepto de "salvataje" destinados a la compañía. Él y su equipo técnico de asesores. Todo ese dinero desapareció: la inversión, la empresa y el salvataje de la empresa; no quedó nada. Pero ¿qué son 16 millones sobre las espaldas de 40 millones de argentinos? Nada, apenas 40 centavos per capita. Nadie lo notará, es la presunción. Moreno ahora ventila sus riquezas en Italia como premio por su gestión.

Pero los obedientes giles de turno nos traen la frescura del discurso de la lucha contra los grandes capitales y los grupos multimedios cuando el negocio pasa por detrás de las noticias y los slogans del oficialismo con los gigantescos consorcios explotadores de recursos, porque la gilada popular se compra el discurso de la semana, cuando en verdad éstos son los mismos de antes pero blanqueados con una mano de cal.

Y porque se supone que no entendemos de "macroeconomía" por el ventiluz de los discursos se nos filtran estos detalles menores. Así, los kirchner tienen el 25 por ciento del capital de Aerolíneas Argentinas. No sólo tienen el dinero, sino también parte del capital –por si sobrevive al saqueo– como coto de caza, porque teniendo el doble de personal rinde la mitad que otras empresas, es decir, rinde un cuarto de lo que cuesta, porque aguanta una dote de imbéciles y amigos sin lugar en el sistema pero con la gracia de la Casa Rosada. Y así con otras empresas en manos de la familia. El capital es de ellos y de quien ofrezca mejor comisión. Eso también soportan nuestros bolsillos y nuestras espaldas. Y si alguna vez temimos que hubiera algo peor que Menem y su década maldita, ese conjuro se convirtió perversamente en realidad: el ocaso del 2000 no nos protegió. A prepararnos, es lo que sigue, este o el otro año, pero avanzamos en línea recta hacia el abismo tan temido del acorralamiento de ahorros.

Barón Carlos Rigel


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