27 de mayo de 2008

Ley de obesidad

Reclamar una ley que considere al obeso, y que contemple asientos para gordos en los colectivos, barandas y molinetes especiales en los subtes, y tratamientos costosos a cargo de todo el país, etcétera, es modificar y adecuar a nuestra sociedad para aceptarlos tan bestias e infames como son.
Ser obeso, sobre todo cuando no depende de una cuestión glandular, es una gran acto de mezquindad, glotonería y avaricia, ya que ningún gordo se pregunta cuántas criaturas comerían con la mitad de lo que consume diariamente. Así sería menos obeso. Menos infame. El sólo acto de renunciar y compartir compasivamente esos cuatro kilos de asado más los dos kilos de helado, más las catorce milanesas con las tres tortillas de huevos y papas, y el kilo de fideos con salsa, todo esto en un almuerzo, digo que daría de comer a media docena de personas que diariamente no tienen ni un pan que morder.
No son enfermos ya que ser gordo es una elección cara. Y encima reclaman que nos hagamos cargo de su gordura.
Así que menos ley y más humanidad.

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