6 de marzo de 2016

El símbolo, en Otoño


El símbolo:
Crónicas de un prófugo en la ciudad de las lluvias.
Novela, 224 págs.

A fines de Abril saldrá a la venta la novela El símbolo que, aunque su escritura data de 1995, mantiene vigente las motivaciones primarias que me llevaron a imaginar a la ciudad de Malos Aires convertida en epicentro de un régimen policial donde frecuentan las persecuciones, las coerciones psicológicas sociales, y la represión salvaje. Ademas, el aparato científico del Estado ensaya drogas en el agua de consumo público en busca del control de las masas. Mientras el gobierno espera los efectos acumulativos en la población de los experimentos acuíferos, el temor en la sociedad ha superado el umbral de asombro y espanto, y ha prosperado finalmente en indiferencia endémica. 

Después de más de dos décadas de olvido he podido apreciar mejor las inquietudes extremas políticas y sociales, junto a los recursos fantásticos, que reuní para escribirla. También recuerdo la amenaza de juicio al citar los nombres de dos allegados protagonistas del escrito, ahora ocultos, y que me llevaron a cajonearla y luego a sepultarla. Alcanza las 230 páginas, y se trata de la primera novela que terminé, venciendo ese karma que algunos autores padecemos y que consiste en no terminar lo emprendido, período de mi vida de cuando el género novelesco todavía me acobardaba, siendo esencialmente en ese tiempo un redactor de relatos breves.


Abundan en la historia el espionaje, el humor, también laboratorios pseudo-científicos, autómatas corruptos de estilo criollo en la cima del poder, y un "sabueso" robotizado que, a diferencia del bradburiano de Fahrenheit 451, se trata de un cóndor electromecánico que sobrevuela la ciudad y espía a los habitantes. Inspirada en dos momentos políticos correlativos que vivió nuestro país, la historia transita por métodos para-policiales de una clase oligarca que apunta al dominio completo del aparato social para imponer un régimen perpetuo. 

Frente a todo prejuicio acerca de la femineidad de una cubierta violeta lavanda, lo refuto: es otro color más de la cartilla posible y sólo depende del diseño creativo. En este caso, la gama elegida está soportada por elementos y recursos del propio contenido del libro, como advertirá el lector. El "Ojo de Vulpécula", la composición de cubierta, subordina ese criterio. 

Me gustaría decir que es una novela futurista pero lo cierto es que transcurre en los años '90 quizá llevados al extremo y cumplidos en la primera década del nuevo milenio. Se trata de la novela que me llevó a abandonar y clausurar la escritura durante 5 años, hasta el  2000. Fue escrita, como hoy puede estimarse, en un tiempo donde los "drones" aún no existían; tampoco las cámaras fotográficas digitales y los primeros teléfonos móviles eran un camión con acoplado en la oreja. El símbolo tiene relación con el Estado en la concepción weberiana como administrador supremo de la violencia.

b CR 

Copyright®2016 por Carlos Rigel