3 de marzo de 2012

Euclidiano mundo de Jasper / Republicado


Truchado y picoteado incluso por James Cameron en la secuencia de los islotes flotantes, el creativo cineasta Anthony Lucas sigue siendo uno de los mejores maquetadores y animadores del cine contemporáneo.


Termino de ver por cable el complejo cortometraje australiano de Anthony Lucas La misteriosa exploración geográfica de Jasper Morello realizado en 2005 y confieso que me dejó boquiabierto desde la primera escena.
Un film en donde los protagonistas son bidimensionales, apenas figuras negras planas en el clásico teatro de sombras, según el carácter de cada personaje, o bien estiradas y delgadas (como en el caso del doctor Claude Belgon y del mismo Jasper Morello), o petisas y gordas (como Griswald, el capitán de la nave), El concepto atractivo es esa especie de aerobuque de manivelas, ruedas victorianas y hélices a vapor que navegan y de la cuál Morello es el navegante, universo euclidiano que liga la primigenia caricatura y las marionetas inexpresivas medievales. La historia recuerda vagamente un cuento tortuoso de Poe, Manuscrito hallado en una botella (1833), de hecho el desenlace de la historia concuerda en la misma interminable pesadumbre de la lejanía, la inexorable autoreclusión de escribir un diario personal con poca o nula esperanza, carta de amor desesperada con bitácora de viaje incluida, y que preanuncia un final abierto y desolador.


Diría, en general, que hay en el realizador un homenaje implí- cito que va de Poe a Verne. Y aunque los personajes son bidimensionales, he aquí la curiosidad, el resto del mundo visible en el film es opacamente tridimensional. Se trata de un planeta nuboso, antiguo y descolorido. Durante el viaje, un choque aéreo provoca el abandono de la tripulación y el abordaje de emergencia en una nave extraña y sin brújula para comenzar una aventura sin rumbo por regiones cada vez más remotas y extrañas.
Islas aéreas, máquinas voladoras y el descubrimiento accidental de la cura a una epidemia que azota a la humanidad son los ingredientes restantes del meticuloso mundo de Anthony Lucas que podríamos titular Perdidos en el aire.
Creo haber visto en el comienzo una nave especie de aeroplano monoplaza de diseño davin- ciano usado por Led Zeppelin como logotipo cuando el grupo se hallaba en la cumbre, allá por los ‘70. Una pieza de videoteca.





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