2 de julio de 2008

Acerca de lo subliminal

Uno de los mitos urbanos que subyace en la neblina para temor y preocupación de los jóvenes, trata de los mensajes subliminales contenidos en paquetes de información como, por ejemplo, los anuncios de productos o servicios, y que supuestamente le ordenan a nuestro cerebro de una manera imperativa qué elegir y qué hacer, qué odiar o qué desear.
Es de recordar que las pruebas hechas dejan estadísticas decepcionantes. Menos del 5 por ciento de los espectadores o radioescuchas o televidentes ve dichas imágenes, es decir, recibe el mensaje subliminal. Pero claro está, hablamos de la humana subjetividad, menos del 3 por ciento del total coincide entre la orden y el resultado esperado. Y un 3 por ciento equivale a la libre elección en cualquier factor expuesto al público. Digo con esto que si hablamos de ordenarle al espectador de una película cualquiera que vote a un candidato presidencial X, es probable que dicho porcentaje de gente tenga elegido libremente votarlo sin necesidad de mensajes ocultos.
No pierdan el tiempo con boludeces. Hablamos de personas, no de monos. Y con esto digo que si tenemos la siguiente ecuación: A más B, es inútil suponer que el resultado ineludible es C, ya que hablamos del orden humano y el resultado puede ser X, o Z o doble L.
O la nada, ya que también es una posibilidad.
Ni siquiera la estadística nos sirve en lo individual, porque deberíamos registrar el tipo de elección que adopta una persona frente al mismo estímulo.
Por ejemplo, si pinchamos a una mujer con una aguja de coser cada día de su vida y siempre en el mismo lugar, digamos un brazo, las respuestas a ese estímulo pueden ser infinitas. Un día un insulto feroz, otro día el desafío a repetirlo, otra día el llanto, otro, la indiferencia, la burla, la explosión, la agresión, la devolución del gesto, etcétera.
Eso es la Teoría del Caos. Los resultados están afectados por la combinación de inestimables variaciones, incluso diminutas, que aturden el curso de los eventos, como una cascada de incógnitas universales.
La orden subliminal es uno de los temores urbanos inspirados en teorías freudianas. Pero por suerte no somos objetos. Nadie acepta la orden de tomar un brebaje si no es de su agrado… Hasta que un día concede probarlo para estallar en asco o en placer; o choca un meteoro en la otra cuadra y se pospone la degustación para otra oportunidad.
¿Quien puede predecirlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario