22 de agosto de 2010

¡Por fin un Papa nazi!



El peor pecado del cristianismo 
es la ausencia de lealtad a Cristo en 
los momentos extremos. Desde esa perspectiva, 
imaginemos por un instante que, rencoroso, 
Jesús se hubiera abalanzado sobre Caifás, o sobre Pilato,
para estrangularlo.

Cuando escucho a Benedicto XVI, en Jueves de Semana Santa, decir que Judas «fue un ser inmundo» con motivo de la difusión mundial del Evangelio de Judas hallado en Egipto, pienso que Cristo a fin de cuentas no sólo murió al pedo y que sigue siendo desoído tras dos mil años de repetir siempre lo mismo, sino que, además, la ausencia de la compasión proclamada sigue siendo el peor pecado del cristianismo. ¿Dice que Cristo, el jefe espiritual y dios de su iglesia, eligió a un ser inmundo como su discípulo para acompañarlo durante tres años? Advertí en su ofuscación y odio asquérrimo que él mismo lo hubiera estrangulado con sus propias manos para luego ametrallarlo y violarlo después de muerto.

Cristo reduce a Pilato
con una llave.
La Iglesia de este nuevo fariseo occidental no representa a nadie. Pero también comprendo que es una acción retroactiva contra el efecto mundial de El código Da Vinci, de Dan Brown, que siendo una fantasía fue creída por muchos. Ahora falta que el Vaticano le declare la guerra a Israél y el mismo Papa comande las tropas cristianas contra Jerusalem. Y cuando agrega que el Iscariote «fue alentado por el demonio», ¿querrá decir que el diablo le arruinó los planes a Dios? ¿Vivimos entonces en la edad de la luz y la redención del Infierno?

Por su gran sandez advertimos que así fue. Otra que Caifás: en su persona coinciden Pilato, Nerón y Hitler.