17 de abril de 2008

Seculorum

… Proyectado al horizonte, un mínimo error se comporta como un desastre titánico. Cuando Cristo anunció irresponsablemente que algunos extranjeros se allegarían para servir al dios judío, no calculó que sus palabras llegarían a Roma, ni que Roma sería la capital del mundo medieval europeo, ni que Europa proyectaría sus dominios sobre el mundo colonial a través de océanos y mares. Pero cuando Dios constató simples ecuaciones demografométricas sobre el mundo futuro, aturdido, vio que dos mil millones de almas le reclamarían diariamente la merced de los cielos; su respuesta no se hizo esperar: ¡Ma, que se arreglen, viejo! Desbordado por la cifra, tampoco Jesús se hizo responsable de la interpretación libre de sus dichos. Desde entonces, padre e hijo desoyen al mundo cristiano. Madre abnegada, la pobre María se hizo cargo del confuso episodio. Hoy recaen en sus hombros los reclamos de ambos mundos, el cristiano y el judío femenino posholocausto.

… Además, el castillo mejor defendido de la antigüedad no resistiría el menor ataque de la artillería aérea; o espacial.

... La fuerza y la belleza del unicornio residen en su cuerno. He ahí la majestad en el obsequio de los dioses, entregado a los hombres en los destellos finales de la edad de Bronce. El último fue cazado con una zanahoria en 836 A.C. en una bahía de Cos. Poco después, el Olimpo decretó borrar la última ruta de acceso desde la Tierra y no ha vuelto a restablecer el contacto.

... Cuentan que cuando Simón Barjona, llamado Pedro, recibió la piedra inicial de la Nueva Iglesia, un bloque sólido de doce kilos, se aventuró a cargarla con valentía y penitencia el camino hasta Roma. Pero poco antes de llegar a destino, la ruta se interrumpió brutalmente por un pantano. No afecto a pérdidas de tiempo —ni a pensamientos profundos— se adentró en las aguas lamosas. Pero mientras avanzaba, he aquí que perdió el equilibrio y la piedra cayó en el pantano. Tenía dos alternativas, buscar ayuda... o construir allí mismo la Nueva Iglesia.

... En el cielo, los ángeles cocinan el pan en los fuegos termonucleares de una supernova. Los panes salen tan petrificados e iridiscentes que los descartan rápidamente volcándolos en canastos sellados bajo el rótulo de Material Peligroso. Luego vuelven a probar la misma masa, pero con menos tiempo de cocción, para que eleve.

... En el reino celestial, los ángeles pasteleros retiran la plana del fuego, y miran el resultado con cierta ingenuidad pero, sin titubear, vuelcan rápido en el canasto una tira de chorizos de cerdo, radiantes como un collar de plutonio. En el apuro, el recipiente pequeño con el queso parrillero golpea contra el canasto y su contenido atómico explota como una metralleta de Navidad obligándolos a abandonar el sector y a clausurarlo hasta su descontaminación.

... Este día, el núcleo galáctico ilumina particularmente a la Tierra en la frecuencia del magenta. Los minutos transcurren, las inquietudes se potencian de maneras logarítmicas. Los ángeles culinarios habilitan un canasto nuevo y siguen adelante. Nadie se atreve a mirar hacia el puesto de Ferreira. Es un día más en los torrentes vertiginosos y pasteurizados de la Vía Láctea.

Párrafos de Los ángeles al desnudo
Del libro Fragmentos del Cielo, de la Tierra y del Infierno, 2005

Celos literarios

-… Te voy a decir qué me molesta de vos. Cuando te sentás a escribir le dedicás más amor a tus libros que a una mujer. Ojalá me trataras con ese cariño... Por eso me pongo un poquito celosa.

Lo dijo esta tarde Andrea Falco

2 de abril de 2008

Lamentaciones

"Leí tu trabajo, terminé de leerlo, y lamento en el alma informarte
que sos escritor. Lo siento profundamente. No siento ganas de
entregar malas noticias, pero es así.
Tratá de sobrellevarlo lo mejor que puedas. En fin…"

Lo dijo esta mañana Edgardo Lois.